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Los secretos de las obras de arte (III): el mundo de las pesadillas según Fuseli, Goya, Varo y Delvaux

Por Clara González Freyre de Andrade

Johann Heinrich Füssli. La pesadilla, 1781

Son muchos los artistas que se han dejado influenciar por el mundo de los sueños, en el que todo es posible. Exploramos los secretos ocultos en cuatro obras en las que lo onírico tiene un papel protagonista.

Los sueños te permiten viajar a lugares que nunca has visitado, hablar con personas que no conoces y descubrir mundos que no existen. Desafían todas las leyes de la física y la lógica para crear un espacio en el que, literalmente, cualquier cosa es posible.

Su trasfondo y conexión con nuestro subconsciente, han hecho que lo onírico siempre haya tenido un hueco en el arte. Su lenguaje es universal: desde los románticos hasta los surrealistas, artistas de todos los movimientos y procedencias han recurrido al mundo de los sueños para protagonizar sus creaciones. Algunos exploran las pesadillas y su imaginario terrorífico; otros, simplemente usan sus posibilidades para justificar sus escenas imposibles. Desde El Grito te acercamos cuatro obras en las que el sueño se convierte en protagonista.

‘La pesadilla’ de Fuseli

Seguro que alguna vez has experimentado una de esas pesadillas vívidas, de las que acaban contigo en vela en mitad de la noche, con el corazón acelerado. Pues esta sensación es precisamente la que representa el pintor Johann Heinrich Füssli, más conocido entre los ingleses como Henry Fuseli.

Existen varias versiones de la obra prácticamente idénticas, pero la más extendida fue realizada en 1781. ‘La pesadilla’ explora nuestros temores más ocultos y universales a través de la representación de una mujer sumida en un sueño. Su posición y la luminosidad de su vestido, que contrasta con el fuerte claroscuro de la escena, sorprendentemente posee cierta carga erótica. Esta última se ve reforzada precisamente por el ser representado sobre ella, que tradicionalmente se ha interpretado como un íncubo, un demonio que según las creencias populares poseía a la víctima mientras dormían y abusaba de ellas. Para evitar que esta se moviera, solía sentarse sobre su pecho, tal y como aparece en la pintura. Una sensación que recuerda mucho a la experimentada durante un episodio de parálisis del sueño.

La figura más misteriosa aparece al fondo, emergiendo de la oscuridad y solo distinguible por la cortina, que dota de teatralidad a toda la escena. Se trata de un caballo negro, que a menudo se ha relacionado con otros seres del folklore europeo vinculados con el mundo de las pesadillas. Sin embargo, su semblante ha hecho que muchas personas vean en él el reflejo del más puro sentimiento de terror.

Johann Heinrich Füssli. La pesadilla, 1781
Johann Heinrich Füssli. La pesadilla, 1781

‘La creación de las aves’ de Remedios Varo

Las obras de Remedios Varo son un fascinante viaje a través de mundos oníricos y visiones imposibles, habitados por personajes fantásticos. Su universo imaginario, elogiado por los surrealistas, tiene su origen en una vida llena de inestabilidad y cambios constantes. Nacida en España, huyó de la guerra a París y finalmente se estableció en México, donde encontró la tranquilidad para florecer creativamente.

‘La creación de las aves’, una pintura realizada pocos años antes de su muerte, es una de las obras más complejas de Varo. En ella, una figura que es mitad mujer, mitad lechuza, el ave que simboliza la sabiduría, está inmersa en su estudio, una combinación de taller de arte y laboratorio científico. Con un pincel y la luz que entra por la ventana, perteneciente a una estrella, parece dar vida a una bandada de pájaros que finalmente salen de la estancia.

Aunque la obra sigue siendo objeto de muchas interpretaciones, la teoría más extendida sostiene que representa el proceso creativo de la artista. De esta manera, el enigmático personaje sería una autorretrato de la propia Remedios que descalza pisa firmemente el suelo, con seguridad. El instrumento que lleva en su pecho se convertiría en una metáfora de su creatividad y pasión, que como su mundo onírico, surge de su subconsciente. La pintura también está íntimamente relacionada con el mundo de la magia y los astros, temas que interesaban sumamente a la artista. Por último, las aves que finalmente toman su propio camino pueden leerse como un recordatorio de dejar que los sueños guíen nuestra propia vida.

Remedios Varo. La creación de las aves, 1957

‘La Venus dormida’ de Paul Delvaux

Paul Delvaux ha pasado a la historia por sus pinturas inquietantes. Es el caso de ‘La Venus dormida’, una obra realizada en 1944, cuando el artista vive en sus carnes uno de los bombardeos de la ciudad de Bruselas, fruto de la Segunda Guerra Mundial. Como señalaría más tarde, su intención fue recoger en esta obra el horror que vivió aquel día.

La pintura se sitúa en una plaza, rodeada de edificios clásicos, que tal vez recuerdan en concepción a las pinturas metafísicas de Giorgio de Chirico. En ella la Venus, completamente desnuda, descansa sobre un diván, ajena a los horrores que ocurren a su alrededor. A su izquierda, el pintor representa uno de sus elementos más recurrentes: un esqueleto, alusión ineludible a la muerte. Una escena que contrasta la calma, con la angustia y la violencia. De hecho, el sueño de la Venus se ha interpretado como una representación de la ignorancia ante los hechos que la rodean.

La Venus y su plácido sueño se convierten en protagonistas de muchas de las obras de Delvaux. Se cree que el motivo se remonta a 1932, cuando el artista visita el Museo Spitzner y descubre en él una serie de figuras de cera, usadas para mostrar avances en el ámbito de la medicina. Le impresiona especialmente una titulada precisamente ‘La Venus dormida’ que inspira ese mismo año su primera representación sobre el tema que repetirá hasta el fin de sus días.

Paul Delvaux. La Venus dormida, 1944

‘El sueño de la razón produce monstruos’ de Francisco de Goya

En 1799, Goya presenta una de sus series más famosas: ‘Los Caprichos’, un total de 80 grabados en las que ofrece una crítica ácida de la sociedad española y sus demonios. Uno de los más conocidos es el Capricho 43, también recordado como ‘El sueño de la razón produce monstruos’, una obra en la que fantasía y realidad parecen entrar en conflicto. Precisamente este grabado iba a servir de portada para la serie pero, finalmente fue sustituido por un autorretrato.

El sueño de la razón produce monstruos, 1799, Francisco de Goya

La obra tiene como protagonista a un hombre que duerme sobre un escritorio, recurso que permite al artista ocultarnos su rostro. Alrededor de él, toda clase de criaturas nocturnas pueblan el espacio construyendo un mundo de pesadillas. Hoy sabemos que este personaje es en realidad el propio Goya, tal y como puede verse en una de las primeras versiones de la obra, en la que el hombre alza ligeramente la cabeza.

Más allá de la representación de un sueño, esta imagen está repleta de simbolismos. Por un lado, Goya nos habla de la importancia de la razón, sin la cual afloran todos los pensamientos fantasiosos e irracionales, representados por los animales, y que acaban en la ignorancia. Y por otro, la obra también se ha querido leer como una valoración del sueño como fuente inagotable para la creatividad y la imaginación.

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