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La rebelión de la excolonia: India aprieta a Reino Unido para que devuelva el diamante maldito que Camila no se atrevió a llevar

Por Lorena Bustabad

La corona con el diamante Koh-i-Noor © Tim Graham / Getty Images

El Gobierno indio prepara una exigencia histórica: la restitución de cientos de piezas de arte expoliado durante la colonización que lucen en los museos británicos. Crece la corriente de conservadores, activistas y grupos que apuestan por devolver el patrimonio sustraído a sus dueños legítimos. Se abre un melón que aspira a vaciar muchas exposiciones.

Imaginen a su ex reclamando insistentemente los discos o libros que uno ya considera propios por el tiempo que llevan en su casa. Tanto derecho tiene a pedirlos como largas le da la otra parte para no tener que desprenderse de ellos. Algo parecido, frivolidades aparte, les ocurre a India -que reclama- y a Reino Unido -que se hace el remolón- en un baile diplomático con guerras de informes y acusaciones cruzadas que va para largo con muchísimas piezas icónicas, valiosas y delicadas atrapadas en medio.

El caso más mediático es el diamante Koh-i-noor, que significa Montaña de Luz, en persa. Una joya única que India reivindica insistentemente pero que Inglaterra asimiló como propia.

¿Y dónde está esta gema? Custodiada en la Torre de Londres como lo que es: uno de los diamantes más grandes del mundo (21,12 gramos) y parte de la colección privada de joyas de Isabel II, que lo heredó de la Reina Victoria, a quien se lo regalaron en 1849 tras incautarla la Compañía de las Indias Orientales. La piedra estaba engarzada en la corona de la Reina Madre. Lució por última vez en su funeral en 2002 pero la nueva consorte, Camila, rechazó llevarla en su reciente coronación. En parte para evitar abrir un nuevo frente en la disputa con India, que lleva más de una década reclamando, y en parte, por la leyenda negra que persigue a esta joya que lleva cientos de años cambiando de manos de sultanes a marajás pasando por el Imperio mongol.

La Reina Madre Isabel con la corona del Koh-I-Noor junto a su hija, la futura reina Isabel II, 1937 © Getty Images’

De hecho, nada más fallecer Isabel II, el hashtag #Kohinoor fue tendencia en las redes sociales instando a su devolución a la república federal india. Con 1.400 millones de habitantes, no fue complicado aupar la reclamación del diamante como tendencia global para hacerse oír (en internet).

El mayor reclamo artístico de la historia

Rebobinemos. Reino Unido se apropió de tanto patrimonio artístico de sus colonias (y de otros Estados y territorios que no lo eran; véase Grecia y los mármoles de Elgin) que la lista de agravios y reclamaciones parece que nunca termina. Ahora es India, excolonia británica durante casi un siglo de 1858 a 1947, la que prepara y documenta “el mayor reclamo de restitución y repatriación” artístico que tendrán que enfrentar los británicos, a una escala -señalan- que “eclipsaría” las sempiterna demanda de los griegos de que les devuelvan los frisos del Partenon -más de la mitad- que Lord Elgin se llevó en barco a su isla, de los que presume el Museo Británico.

Así lo recogía The Telegraph, citando informes de fuentes oficiales del Gobierno indio que cuestionan los métodos ‘poco éticos’ empleados por los británicos para llevarse miles de objetos. La reclamación ha caído como un jarro de agua fría entre los conservadores británicos mientras que los indios argumentan que el diario inglés “exagera” y que el informe citado “es lamentablemente engañoso”.

Esculturas de los Mármoles Amaravati en el Museo Británico

Las piezas que India reclama son parte fundamental de las colecciones del Museo Británico, donde están los Mármoles Amaravati que se llevó como souvenir el funcionario Walter Elliot de uno de los templos budistas más antiguos y significativos del país, fechado 200 años A.C.

Emblemático es también el célebre Tigre mecánico de Tipu Sultan (Tippoo´s Tiger) que exhibe el Museo Victoria & Albert (V&A) de Londres. No es extraño que la pieza sea una de las más célebres y misteriosas de la colección porque fue tallada en madera, allá por la década de 1780, a tamaño real y se merienda a un soldado europeo con manijas y ruidos que imitan los quejidos de un moribundo.

Entre los objetos que India reclama a Reino Unido hay ídolos, esculturas y otras piezas de arte asiático desperdigados por todos los museos de la isla. En el castillo de Powis, al sur de Gales, donde acumulaba propiedades la familia Clive desde el siglo XIX, están inventariados más de mil objetos que fueron expoliados de la colonia asiática a lo largo de las décadas.

Tigre mecánico de Tipu Sultan (Tippoo´s Tiger)
		© Victoria and Albert Museum, LondonTigre mecánico de Tipu Sultan (Tippoo´s Tiger) © Victoria and Albert Museum, London

Un portavoz del Museo Británico ha manifestado que la institución "comprende y reconoce la importancia de los problemas relacionados con la devolución de objetos y trabajamos con comunidades, colegas y museos de todo el mundo para compartir la colección con la mayor amplitud". Por su parte, India, a través de Govind Mohan, secretario del Ministerio de Cultura, se mantiene firme en sus exigencias: “Es de gran importancia para el gobierno. El primer ministro, Narendra Modi, lo ha convertido en una prioridad”, señala, y amplía la reclamación a muchos objetos que fueron sacados de India cuando la excolonia ya había proclamado su independencia. Pionero fue el gesto de Escocia de retornar siete objetos a India saqueados en el XIX, pero muchas otras piezas aguardan volver a casa.

India e Inglaterra han logrado cooperar en el pasado para trasladar algunos de estos tesoros hasta Mumbai para la inauguración de una gran exposición de la historia india, pero esta reclamación de restitución y repatriación del arte expoliado sigue la corriente actual en la que gobiernos, activistas, grupos políticos e incluso curadores, apuestan porque sus museos devuelvan el patrimonio sustraído, un debate reavivado con la Guerra de Ucrania y la sustracción de arte por parte de los rusos.

Algunos Estados ya han movido ficha con pequeños gestos -Alemania a Camerún; Francia a Benín e Italia a Grecia- y otros, siguen prefiriendo mirar para otro lado.