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Rafael macarrón: la figuración naif que está conquistando el mercado del arte

Por Sofía guardiola

© Galería Mayoral

El artista madrileño aparece en todas las listas de pintores en alza. Sus obras no dejan de alcanzar altísimos precios en subasta, sobre todo por el interés que despierta entre el público asiático. ¿Qué tienen sus lienzos para resultar tan atrayentes?

Al igual que los jugadores de cartas, los lectores o las bebedoras de absenta, los bañistas son uno de los iconos del arte de las vanguardias –aunque, si quisiéramos remontarnos más aún en su origen, podríamos viajar hasta las esculturas de la diosa Afrodita saliendo del baño–. En el siglo XIX, con la llegada del higienismo, se popularizó “ir a tomar las aguas” y, lo que en un principio era una forma de distracción y disfrute para las clases más pudientes, terminó convirtiéndose en el actual turismo de masas, de sol y playa.

Es por eso que los bañistas son, de algún modo, un símbolo de la contemporaneidad en el arte, además de una buena excusa para estudiar la anatomía humana. De Seurat a Picasso pasando por Cézanne, algunas de las figuras más importantes de las vanguardias han pintado su versión de este tema.

De igual modo, el artista español Rafael Macarrón, con sus colores flúor, sus personajes de extraños cuerpos y su atmósfera naif siguió la tradición de aquellos grandes genios. En 2021, presentó 15 obras de gran formato para su muestra ‘El bañista’ en La nave Salinas, Ibiza, siendo el primer artista español en exponer allí.

En su caso, los veraneantes son personajes que recuerdan al mundo de la animación o del cómic, teñidos de esos colores planos, sin degradar, que caracterizan también a estas disciplinas. Además, poco importa la fuente de agua en la que se bañan, pues para Macarrón los escenarios son secundarios, simples alusiones que acompañan al protagonista y lo enmarcan en el espacio. En su lugar, los ojos saltones y las manos destacan especialmente, poblando casi toda la superficie de los lienzos. Estas pinturas funcionan como ejemplo de la tendencia figurativa actual del mismo modo en el que la obra de Seurat hablaba de puntillismo y la de Cézanne de posimpresionismo.

Domingo en la Grande Jatte, 1884. Georges Pierre Seurat
Rafael Macarrón. © Fundación La Nave Salinas

La vemos también en otros artistas en alza como Ana Barriga o Julie Curtiss. Se caracteriza por lienzos protagonizados por personajes extraños, que parecen aunar el carácter onírico con el lenguaje del cómic. En ellos vemos, además, otras influencias como el arte callejero, los colores del pop art y ese ambiente extraño de las obras surrealistas.

A todas estas características, el madrileño artista añade todo su bagaje previo, las enseñanzas artísticas y culturales que ha ido adquiriendo desde niño. De padres arquitectos y coleccionistas de arte, además de sobrino nieto del retratista de la corte Ricardo Macarrón, el autor estuvo desde muy temprana edad en contacto con estas disciplinas. Con el paso de los años fue seleccionando sus influencias, fijándose en artistas como Matta, Fraile o Dubuffet, componiendo así su lenguaje artístico. El resultado son esos personajes imposibles –cuyas delgadísimas piernas serían incapaces de sostener el peso de sus desproporcionadas cabezas–, que producen ternura y simpatía, siempre enmarcados en esos ambientes poco definidos, construidos únicamente a base de colores sólidos.

Por ello es capaz de coger un tema de las vanguardias clásicas como el baño y convertirlo en uno de sus “mundillos”, como él denomina a sus propios lienzos. De este modo busca plasmar, al mismo tiempo, “lo universal y lo irrepetible”, como se explica en el texto de la Galería Siloé con el que, en el año 2019, se presentó su trabajo en la madrileña feria ARCO.

© masha sibiryakova
© Galería Mayoral

Unas obras cuyo valor se ha disparado un 94%

El hecho de que sus obras sean tan bien acogidas en diversos puntos del globo es, sin duda, un síntoma inequívoco de su éxito. No obstante, el público más interesado en Macarrón es el asiático. Esto parece sencillo de entender, por la importancia que el manga tiene, especialmente, en la cultura japonesa, que también utiliza colores sin gradación y personajes de fantasía, así como, en muchos casos, la voluntad de hablar en sus argumentos de las grandes cuestiones universales.

La importancia que el artista tiene en el continente asiático le augura, sin duda, un futuro brillante, pues, según las estadísticas, cabe pensar que serán los coleccionistas de este continente los que dominarán el mercado el día de mañana. Según subrayó Christie's, un tercio de sus compradores menores de 38 años son asiáticos. Si tenemos en cuenta las ventas globales del año pasado, el tercer país en el podio –por detrás de EEUU y Reino Unido– es China, según el estudio que Art Basel junto a UBS publicado a principios de abril y como ya contamos en El Grito.

Dado que es un artista tan cotizado –de media, sus obras vendidas en subasta en los últimos 36 meses han visto su valor incrementado un 94% con respecto a las estimaciones–, y que ha obtenido galardones como el premio de pintura BMW en el año 2011, sorprende su poca presencia en los museos españoles, no solo en sus colecciones permanentes, sino también en las muestras temporales.

© masha sibiryakova
© Aurora Vigil-Escalera Galería de Arte

¿Será que el coleccionismo está apuntando hacia una pintura sumamente contemporánea para la que todavía no hay espacio en esos muros tan institucionales e inaccesibles que, en ocasiones, llegan a confundirse con sagrados? ¿Habrá pronto espacio en ellos para los personajes inocentes e irrepetibles que, con los colores del arte callejero y el cómic, nos hablan al mismo tiempo de lo irrepetible y de lo universal? Lo comprobaremos con el tiempo.

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