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Qué tiene que ver el arte con una cinta adhesiva

Por DIANA ARRASTIA

Gallery of Modern Art, Roudnice nad Labem, 2013. Esther Stocker

Fachadas, paredes, suelos o techos son el lienzo de una disciplina que nació como arte callejero y ahora también frecuenta espacios interiores. Hablamos del tape art

Cinta adhesiva y cúter. No hace falta más. Es una técnica muy depurada la que se utiliza para crear, con estos dos únicos elementos, formas o imágenes efímeras sobre paredes o suelos con un carácter intervencionista. Pero, aunque el tape art nazca de algo tan elemental y básico, consigue resultados difíciles y muy elaborados.

El origen de esta forma de street art se remonta a los años 80 en Estados Unidos. Dice la leyenda que un grupo de estudiantes se pasó toda una noche creando dibujos en suelos y paredes con cinta adhesiva azul con motivo de la inauguración del nuevo curso. Aquello que empezó como una instalación puntual, se extendió por otras ciudades y llegó a Europa a mediados de los 90. Es en esta década y, sobre todo, en los 2000 cuando comienza a definirse como una tendencia artística. “Tiene mucho que ver con el propio desarrollo industrial, técnico y científico del propio adhesivo. Las empresas tienen un desarrollo bestial en estos años y los materiales son cada vez mejores”, apunta el artista visual Víctor Solanas-Díaz.

A la vida de Solanas-Díaz esta disciplina llegó en 2008, fruto de una exploración personal. “Trabajé en un proyecto previo que se llamaba ‘Vertical thoughts’ para el que creé una paleta de color con todas las cintas aislantes que me iba encontrando en el mercado. En esa exploración de materiales, encontré la cinta de señalización de diagonales amarillas y negras que, desde el principio, entendí como un elemento matemático. El rombo establecía un módulo que me permitía jugar con las dimensiones en el plano horizontal para estirarlo o acortarlo y generar esas torsiones y efectos cinéticos que después fui desarrollando. Ese fue el encuentro”.

JUST MAD, 2023. Víctor Solanas-Díaz
GALERÍAS II - Centro de creación, Segovia, 2014. Víctor Solanas-Díaz

Que el Tape art es una manifestación artística contemporánea ineludible lo sabe bien José Miguel Piquer, uno de los fundadores del colectivo TAV (Tape Art Valencia), que nació en 2011 con la intención de divulgar esta disciplina en España. TAV ha realizado más de 200 intervenciones para certámenes artísticos, marcas, museos, exposiciones, instituciones, festivales, así como oficinas y locales. Han llevado su arte hasta edificios emblemáticos como la Fundación Bancaja, el Palau de la Generalitat o el Centro Cultural La Nau de la Universidad de Valencia. En los últimos años, el colectivo (que, junto a Piquer, lideran Álvaro Navarro y Nadia Montero) ha iniciado, además, una etapa en la que imparte talleres a los más pequeños en lugares como el Instituto Valenciano de Arte Moderno. También ha trabajado en Barcelona y Madrid. Sus señas de identidad son las figuras geométricas y los colores flúor.

La superficie obviamente influye en el tipo de material empleado. Cuenta Solanas-Díaz que son los lugares con climas más secos los que se llevan la palma con las creaciones exteriores. También que “si la superficie es piedra, empleas un tipo de adhesivo. Si es de mármol, hay cintas que no puedes usar, por ejemplo, las de embalar, porque el residuo que dejan va a estropearlo y necesitarás disolvente a la hora de quitarlo”. Llegamos así a otra de las características del tape art: es un arte efímero. Por la propia durabilidad del material, por ejemplo, cuando se trata de una intervención exterior; o por la propia naturaleza de la intervención, por ejemplo, la inauguración de una tienda o espacio que “se viste” de tape art para la ocasión.

“La reversibilidad, precisamente, es una de sus características. No es tan invasivo como el grafiti y se revierte sin dejar huella”, añade. “Si te equivocas en el grafiti, no puedes borrar, pero con el tape art puedes corregir: pegas y, si no te gusta, levantas la cinta y vuelves a pegar. Trabajas con la sensación de que no hay error”.

Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad. Dórico, Jónico, robótico, 2012. Colectivo TAV + Calpurnio.
SER-PEATÓN, SER-PIENTE, 2016. Intramurs Valencia

Un arte cada vez más internacional

Pero no solo de certámenes, festivales, exposiciones o museos va la cosa. Son muchos los profesionales que demandan los servicios de esta disciplina artística. “Desde arquitectos o decoradores, que me han pedido cosas para hacer en sus espacios, hasta intervenciones en un set de televisión, una escenografía de teatro o el escenario de un concierto”, enumera el artista visual.

A día de hoy, destacan tapeartistas que solo utilizan una cinta adhesiva, como Esther Stocker, Monika Grzymala o el propio Víctor Solanas-Díaz, o para quienes el color es la esencia de la obra: Kuki NYC, Klebebande, Damien Gilley o los colectivos TAV y Tape Over. Y hay más.

No Curves ha desarrollado una obra en soporte bidimensional de gran calidad y muy versátil, mientras que Buff Dis se ha centrado en los murales de gran formato desde 2005. Dinomaat, Multipraktik y Osta4penko también han realizado interesantes trabajos en exteriores y han expuesto sus obras en eventos artísticos relacionados con el arte urbano”, desgrana Víctor Solanas-Díaz, que no olvida a El Bocho. “En 2009, en Berlín, hizo un gigantesco mural de 1.100 m2 realizado íntegramente con cinta adhesiva. Hasta la fecha, es el mural más grande creado con cintas adhesivas”, destaca.

Rotunda Projects, Memphis Brooks Museum of Art. Monika Grzymala
Foto: © Lucy Garrett 2021
Vistas de Berlín, 2009. El Bocho
Foto: © Alexander Hüsing / Flickr

Pese a ser un tipo de arte asociado a la intervención de amplios espacios, murales y grandes escenarios, han surgido otras posibilidades que pasan por el trabajo a pequeña o mediana escala, en soportes bidimensionales más tradicionales como son la tabla o el metacrilato. Es el caso de las creaciones del artista ucraniano Mark Khaisman y del holandés Max Zorn, que trabajan con cinta de embalaje para crear obras figurativas cargadas de matices.