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Simon de Pury: “Hace seis años había una fascinación por el arte abstracto y ahora todo es figuración”

Por MARÍA DE LA PEÑA FERNÁNDEZ-NESPRAL

Simon de Pury

Le llaman “el hombre con el mazo de oro”. Una suerte de showman con unas habilidades sociales extraordinarias que le han permitido conducir ventas de obras de arte multimillonarias. Le entrevistamos a punto de viajar a Hong Kong para la cita de Art Basel.

Es mucho más que el director de orquesta que ha conducido las más importantes subastas en Sotheby’s, algunas de ellas benéficas a petición de Leonardo di Caprio o Elton John. La carrera de Simon de Pury, subastador, marchante de arte y coleccionista suizo, dio un salto cuando el barón Thyssen le eligió, con tan solo 27 años, a finales de los 70, para ser el conservador de su colección. “Conocerlo cambió mi vida de muchas maneras", afirma rotundo al respecto.

Después de más de 50 años de carrera y de haber vendido obras de arte multimillonarias, dirige ahora su propia casa de subastas, es asesor de arte, DJ y también fotógrafo. Nómada, como el mercado del arte, recientemente ha pasado por Madrid para asistir a los Premios Iberoamericanos de Mecenazgo de la Fundación Callia. La conversación es igual de interesante que el mercado del arte, el cual conoce desde cualquier ángulo imaginable. Eso incluye también la escena artística española. Cree en un tal López (refiriéndose a Antonio López), “un artista increíble y poco usual cuya obra no está en el mercado" y tiene una “admiración sin límites” por la coleccionista Alicia Koplowitz. Vive en Mónaco desde hace cuatro años y antes lo hizo 18 en Londres. Le entrevistamos a punto de viajar a Hong Kong para la cita de Art Basel.

Simon de Pury
Foto

Lleva en el mundo del arte más de 50 años. Después de ser el presidente de Sotheby’s de Suiza y de Europa, y subastador mundial, ha montado su propia compañía, con su nombre De Pury. Después de tantos años siendo el que conduce las subastas, ¿no se cansa? Hay una parte de teatro, de actuación.

Sigo siendo subastador porque sigo recibiendo múltiples peticiones de golpear el martillo. Lo disfruto incluso más que el primer día. Elegí esta profesión porque tengo una gran pasión por el arte, es mi motivación, mi motor. Y ser subastador, llegó colateralmente, cuando empecé a trabajar en Sotheby’s hace mucho. Desde entonces nunca he dejado de serlo. La clave de mi motivación no es salir al escenario de una subasta como un showman sino el arte. Si te gustan los caramelos, no hay mejor sitio donde trabajar que una tienda de caramelos. Esto es lo mismo.

Ahora organiza subastas online. ¿Son el futuro?

El mercado del arte era, hasta no hace mucho tiempo, el que más se había resistido a la revolución tecnológica. Gracias a la pandemia finalmente se puso al día. En dos años ha progresado más tecnológicamente que en los últimos 15. Siempre estoy interesado en nuevas formas de vender porque repetir lo que uno ha hecho es muy aburrido.

Y, además de la forma de vender, ¿cuál ha sido la evolución principal del mercado?

Hace tiempo estaba limitado a un reducido número de coleccionistas que dedicaban parte de sus ahorros a comprar obras. Ahora, 50 años más tarde, se ha expandido geográficamente y en cantidad. La tecnología ha permitido que una audiencia mucho más grande pueda seguir lo que pasa en el mundo del arte. Pero estamos solamente al principio de una transformación.

Simon de Pury durante una subasta en el Festival de Cannes.
FOTO: REUTERS/Stephane Mahe

¿Qué otro cambio puede destacar?

Ahora también puedes estar activo en cualquier parte del mercado. Están los pocos de la cúspide de la pirámide, que pueden permitirse comprar una sola pieza por encima de 100 millones de dólares. Más abajo hay mucha gente dispuesta a gastar 1 millón de dólares. Finalmente, tenemos a los que están en la parte más baja de la pirámide, que son miles de personas que a diario compran obras de arte en ebay. Todos los de la pirámide son coleccionistas activos.

Pero no todos los ricos son coleccionistas.

Exacto. Hay una posibilidad de que estos también se expandan puesto que puedes ser coleccionista a cualquier edad. El coleccionismo es algo con lo que nacemos. Desde que somos pequeños coleccionamos coches, muñecas, cromos…Puedes empezar a cualquier edad. Una vez te gastas una considerable cantidad de dinero en una obra, estás enganchado de por vida.

El padre del barón compró en los años 30 Santa Catalina de Alejandría de Caravaggio por mucho menos de 300.000 dólares. Hoy en día su valor es incalculable y rompería todos los récords, pero en aquella época no estaba considerado como uno de los grandes maestros

¿Usted lo ha experimentado en primera persona?

SÍ. He estado obsesionado con el arte desde que era un adolescente, pero no lo estaba con ser propietario de obras. Cuando trabajaba en Sotheby’s compré obras que para mi presupuesto significaron un gran sacrificio y, desde entonces, estoy obsesionado con intentar hacerme con alguna nueva. He visto este caso, una y otra vez con todos los coleccionistas. Afortunadamente es una adicción muy positiva. He conocido coleccionistas mayores que yo que estaban en una forma lamentable y el acto de coleccionar les ha despertado una nueva vitalidad.

¿Cómo definiría el perfil del coleccionista actual?

El mercado del arte no ha dejado nunca de subir y continuará haciéndolo. Lo que siempre cambia es el gusto, está constantemente evolucionando. Por ejemplo, el gusto del arte contemporáneo ha cambiado radicalmente. Hace seis años había una fascinación por el arte abstracto y ahora todo es figuración. La mayoría de los artistas contemporáneos más populares son artistas figurativos. También el gusto evoluciona con el arte del pasado.

¿Cómo eran los gustos cuando usted era conservador del barón Thyssen Bornemisza?

Recuerdo que me fascinaba comparar los precios que el barón pagó por algunas obras y los que había pagado su padre por maestros antiguos. En los años 30 su padre compró el retrato de Ghirlandaio de Giovanna Tornabuoni y pagó 300.000 dólares, que fue un precio altísimo; y casi al mismo tiempo compró Santa Catalina de Alejandría de Caravaggio, que es igualmente una absoluta obra maestra, por mucho menos dinero. Hoy en día, su valor es incalculable y rompería todos los récords, pero lo cierto es que en aquella época Caravaggio no estaba considerado como uno de los grandes maestros. Es la evolución de los gustos.

El arte antiguo no ha vuelto a estar de moda, ¿verdad?

No está de moda. Desde finales de 1950 y hasta hace 15 años, el impresionismo y el arte moderno financieramente hablando se convirtieron en la parte más importante del mercado del arte. Y los últimos 15 años, es el arte de posguerra y el arte contemporáneo. Requiere mucha más especialización tener conocimiento de los maestros antiguos y si quieres impresionar a tus amigos con obras de arte antiguo, no lo vas a conseguir porque no tienen conocimiento. Para impresionarlos, tienen que saber de quién es la obra nada más entrar en tu casa.

La subasta del ‘Salvator Mundi’ de Leonardo da Vinci en 2017 supuso un antes y un después, y se trataba de una obra de arte antigua.

A pesar de la evolución del gusto hay una categoría de obras de arte que está inmunizada. Es lo que yo llamo los trofeos. Son casos tan excepcionales porque suponen una ocasión única. Si están disponibles en el mercado abierto, todo el mundo apuesta por ellos. Con la categoría de trofeo cualquier precio es posible.

Los grandes nombres son como marcas. ¿Qué le parecen los que únicamente los coleccionan?

De alguna manera, es comprensible porque es reconfortante. Inviertes una gran cantidad de dinero y te sientes más seguro comprando un artista universalmente conocido. Es un fenómeno que ves también en otros ámbitos como por ejemplo el del vino.

SIMON DE PURY
“A pesar de la evolución del gusto hay una categoría de obras de arte que está inmunizada"

¿Cómo ve la escena artística en España?

Muy vibrante. Creo que Madrid, en particular, está atravesando un buen momento. El hecho de que tantos latinoamericanos estén invirtiendo en Madrid está creando una energía especial. Ciudades y países pasan por fases y en estos momentos diría que Madrid y España están de vuelta en una fase muy positiva.

¿Y Arco?

No se puede comparar a otras ferias como Art Basel o Frieze, pero es una buena feria cuyo enfoque en el mundo ibérico, español y latino es particularmente interesante. Cada vez es más relevante culturalmente.

¿Qué artistas españoles aprecia?

Barceló es un gran artista con una personalidad muy atractiva. Además creo que es uno de los grandes ceramistas que existen. Y hay uno que me apasiona, poco común, que se apellida López (Antonio). Su obra realista es absolutamente increíble. Es un artista del que no se habla mucho porque no hay obras suyas que aparezcan en el mercado, pero lo encuentro un artista imponente. Y, por supuesto, Picasso, Antonio Saura y Miró. Miró también como escultor. Creo que sus esculturas están aún totalmente infravaloradas.

Madrid desde Capitán Haya, Antonio López
Fenómeno, Antonio Saura

Dígame un coleccionista al que admire.

Admiro a los coleccionistas que son buenos en todas las áreas, tal y como fue el barón Thyssen. Los dos coleccionistas que más admiro hoy y que tienen el conocimiento global del arte son Ronald Lauder, propietario de la Neue Galerie en Nueva York, uno de mis museos favoritos; y Leon Black, que tiene una colección de bronces chinos excepcional. Me gustan estos coleccionistas que pueden abordar cualquier terreno, que están interesados por el arte de todos los tiempos y que, gracias a su ojo, se hacen con lo mejor.

¿Y en España?

Alicia Koplowitz es una coleccionista que pondría al mismo nivel que Roland Lauder y Leon Black porque tiene un gusto, un refinamiento y un sentido de la mejor calidad realmente únicos. De hecho, estoy muy contento de que me haya hecho esta pregunta. Tengo una admiración sin límites por ella.

¿Cree en los NFT?

Definitivamente pienso que el arte digital estará con nosotros. La fotografía tardó muchos años en ser un mercado en sí misma y la confianza llegó solamente cuando hubo la certeza de las ediciones limitadas. Fue cuando los precios subieron. Con el blockchain, hay una manera de garantizar que es una pieza única o parte de una edición limitada. Es lo único que necesita para ser altamente coleccionable. Cuando mi hija pequeña de 12 años crezca no le supondrá ningún problema gastarse mucho dinero en obras de arte digitales. ¿Qué pasa con ver una obra de arte en una pantalla? Puede ser igual de fascinante.

Pero la fiebre inicial de los NFT ha bajado…

Es como la burbuja de internet. Creo que es exactamente lo mismo, pero el arte digital ha llegado para quedarse.

Antonio López es un artista del que no se habla mucho porque no hay obras suyas que aparezcan en el mercado

En su libro, dice que conocer al barón Thyssen cambió su vida.

Sí, cambió mi vida de muchas maneras. Yo trabajaba en Sotheby’s en Mónaco en los años 70 y cuando lo conocí tenía 27 años; me pidió que fuera el conservador de su colección en Lugano, Suiza. Fue la oportunidad de mi vida. A través de él conocí a todos los grandes coleccionistas mundiales, directores de museos y conservadores. Me ofreció una exposición extraordinaria. Era un hombre muy generoso. Un hombre con un increíble sentido del humor y pasión por el arte. Trabajar a su lado fue una oportunidad sensacional

¿Por qué cree que apostó por un hombre de 27 años como usted sin mucha experiencia como conservador?

No lo sé. Quizás lo achaco a la suerte. Hubo un click entre nosotros. Creo que sucede a menudo. Mucha gente me dijo que no trabajara con él porque era un hombre muy difícil pero lo que yo sentí fue lo opuesto.

¿Cómo contribuyó Carmen Cervera a formar su colección?

Creo que Carmen le aportó mucha ‘joie de vivre’ (alegría de vivir). Ella contribuyó enormemente a mejorar su calidad de vida en general. Le apoyó en su pasión por el arte y le animó. Recuerdo cuando compró el ‘Mata Mua’ de Gauguin que es parte de la colección de Carmen. Estábamos juntos en un hotel en Tokyo y a la hora del desayuno el barón hablaba por teléfono con Sotheby’s en Nueva York y al mismo tiempo también estaba el empresario boliviano Jimmy Ortiz Patiño, desde Sotogrande, que compró la mitad del cuadro con el barón Thyssen. Brindamos los tres con champán a pesar de que era la hora del desayuno. Cinco años después, Patiño decidió vender toda su colección y el barón tuvo oportunidad de comprar la otra mitad. Claramente, Carmen le aportó ese entusiasmo y el apoyo moral por su pasión por el arte.

¿Cómo valoraría la venta al estado español de la colección Thyssen 30 años después? Los titulares de la prensa internacional de entonces hablaban de precio de ganga (350 millones de dólares).

Fue una de las decisiones culturales más brillantes hecha por cualquier país o gobierno. No hay otro ejemplo comparable en importancia que haya tenido lugar desde entonces. Se trataba de la colección privada número uno en el mundo. Fue como una donación pues se vendió por una fracción de su valor. Sotheby’s hizo una valoración entonces de la colección y fue de un billón y medio. Piense en el valor que tendría la colección hoy. Ni siquiera se podría poner precio. ¡Serían unos 20 o 30 billones!

El presidente era Felipe González y el ministro de Cultura, Javier Solana.

Fueron visionarios y muy inteligentes. Y, por supuesto, Carmen jugó un papel clave porque había museos de todo el mundo que querían hacerse con la colección. Me acuerdo del rey Carlos de Inglaterra que fue a Villa Favorita, en Lugano, donde vivía el barón y yo con mis hijos, para entregar una carta manuscrita escrita por Margaret Thatcher diciéndole al barón que esperaba que la colección pudiera quedarse en Inglaterra. Carmen jugó un rol absolutamente clave para que acabase en Madrid. Y se merece todo el respeto y gratitud.

De toda la gente que ha conocido, ¿quién es la persona más extraordinaria con la que se ha encontrado?

En mi vida personal, una de ellas es el barón Thyssen. Otro es el presidente de Sotheby’s, Peter Wilson. Era un visionario. Lo que se ve hoy en día en el mercado del arte es el resultado de su visión durante los años 50 y 60. Estaba obsesionado con el arte. También el fotógrafo Helmut Newton. Nos hicimos muy amigos y trabajé con él. Los artistas son probablemente las personas con las que más disfruto. Nada me gusta más que visitar el taller de un artista.