Exposiciones

El COAM estrena al David Bowie rescatado de las llamas de Brian Duffy

Por Sandrine Ortega

Espacio COAM en Madrid. EFE/Eduardo Oyana

David Bowie fue retratado en cinco sesiones por Brian Duffy, fotógrafo inglés que ayudó al músico a confeccionar, entre 1972 y 1980, las icónicas imágenes y portadas de discos que ahora se pueden ver en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.

Se ha hablado de Bowie como estrella imperecedera de la música, como leyenda, como actor y como icono de la moda y la estética. También como pionero del colectivo LGTB+ por su androginia, bisexualidad y fluidez de género. Podríamos hasta decir que fue uno de los primeros rompedores pop de la masculinidad tóxica con actos como agarrar a los miembros de su grupo por la cintura. Pero ahora ‘Bowie Taken by Duffy’, a través de 160 piezas de fotografía que narran la relación entre David Bowie y el fotógrafo Brian Duffy, intenta dar un aire nuevo a la histórica imagen del artista.

La exposición inmersiva que ya se puede ver en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), entremezcla la música con las imágenes al mismo tiempo que revisa cinco sesiones clave de la construcción del mito del cantante. La primera propició la creación de Ziggy Stardust. Bowie creó personajes en cada uno de sus discos, lo que obligó a Duffy a generar un nuevo imaginario para cada ocasión. Con Ziggy apreciamos una estética que retoma el pelo rojo de punta de Space Oddity, aunque con una especie de traje de luces y su guitarra de doce cuerdas. Una excentricidad que acompañaría al artista durante toda su carrera, quien no tenía miedo a destacar, a ser uno mismo y a desdibujar las líneas entre lo masculino y lo femenino.

Ziggy Stardust 1972

De hecho, es esta parte de la exposición donde se presenta una de las piezas de memorabilia más interesantes: un cartel de la gira Ziggy Stardust celebrado en 1972 en Plymouth. Se trata de un fondo blanco en el que una fina línea negra, con un solo trazo, es capaz de destacar el pelo largo y rasgos afeminados de Bowie, los cuales recuerdan a la portada del disco Hunky Dory donde, una vez más, juega con lo andrógino.

Esta unión se resalta en la siguiente sesión, la que hizo a Bowie, Bowie, y que generó de él una marca propia de la historia del pop: la portada de Aladdin Sane. ¿Quién puede desligar el rayo en la cara de David Bowie? ¿Quién no lo reconoce? Como bien menciona Rafael Cervera, crítico musical y especialista en Bowie: “El rayo ha trascendido y se ha descontextualizado tanto que hasta Banksy se lo ha puesto a la Reina de Inglaterra en el rostro. (...) es la banana de Warhol, es el logo de Los Ramones, es parte del imaginario colectivo”.

Aladdin Sane ‘Eyes Open’ 1973
Aladdin Sane 1973

Las sesiones de Aladdin Sane muestran a un Bowie libre de complejos y dispuesto a todo. La gota de la clavícula fue idea de Philip Castle así como la aerografía brillante del cuerpo. Castle, famoso por colaborar en el calendario Pirelli, había hecho una pintura parecida en 1973 sobre el cuerpo de la modelo Jane Lumb. También colaboró en la portada Pierre Laroche, maquillador encargado de crear el icónico rayo, y por supuesto el mismo Duffy, quien se encargó de imprimirlo en siete colores.

Otra de las joyas invaluables de la exposición es la fotografía de Aladdin Sane (o 'a lad insane', un chico loco) con Bowie con los ojos abiertos. Al preguntar por el precio de mercado de esta fotografía, el mismo hijo de Brian Duffy, Chris Duffy, no ha sabido tasarla y afirma que está “guardada bajo llave” (de momento). En la icónica foto, además del pelo y el rayo marca Bowie, vemos una de las características más llamativas de su fisionomía: la pupila permanentemente dilatada provocada por un puñetazo en el colegio a manos de su amigo de la infancia George Underwood, quien forma parte de los testimonios de la muestra. Esto le produjo anisocoria de por vida. Iggy Pop, uno de sus mejores amigos, hizo un guiño a las pupilas de Bowie en el personaje en primer plano de la portada de su disco Brick by brick (1990), ilustrado por Charles Burns.

Espacio COAM en Madrid. EFE/Eduardo Oyana

UNAS FOTOGRAFÍAS QUE SE SALVARON DE SER QUEMADAS

Antes de terminar con el Bowie Pierrot de la serie Scary Monsters, otro de los alter egos del músico que posee su carácter teatral y sus dotes como modelo, resulta interesante ver la serie que Duffy hizo de Bowie en White Sands, lugar donde se encontraba grabando la película The man who fell to Earth. La historia cuenta que Bowie no quería hacer esa sesión de fotos como el nuevo alter ego, el Thin White Duke, pero fue Duffy, quien iba a pasar un día en White Sands, quien le convenció para hacerla. Este relato acompañado con los testimonios de la soledad, de la oscuridad y de las presiones de la fama, da paso a una de las sesiones del Bowie más humanas. Un Bowie en traje, sin excentricidades ni estampados, con un sombrero, posa para Duffy en medio del desierto, tirando arena por los aires. Es en estas fotografías en las que, aún estando vestido, da la sensación de que fue lo más desnudo que estuvo nunca delante de la cámara de Duffy.

Por último, la muestra nos enseña la última sesión de Bowie con Duffy, Scary Monsters, una sesión donde Bowie, convertido en Pierrot el payaso, vuelve a taparse desnudándose, con maquillaje y atrezzo incluido, en una suerte de “no importa cómo te sientas delante de los focos y dentro de la fama, the show must go on”.

Duffy. © Duffy Archive.
Scary Monster 1980. Photo Duffy © Duffy Archive

Con la llegada de los años 80, la relación entre Bowie y Duffy se terminó abruptamente. Bowie tomó un nuevo rumbo y produjo éxitos como Let 's Dance, mientras que el fotógrafo inglés dejó la fotografía, la cual había visto siempre como un medio, como un trabajo y no un arte, por lo que terminó quemando los negativos dentro de su casa. No le salvaron de hacerlo el hecho de poseer retratos de personalidades que cambiarían el rumbo de la historia, como John Lennon, del que solo quedó una fotografía. Las de Bowie se salvaron gracias al humo negro que salía por las ventanas y que terminó alertando a los vecinos.

Gracias a los vecinos de Duffy y a su hijo, Chris Duffy, director de The Duffy Archive, nos han quedado estas imágenes de Bowie, entre ellas, la icónica portada de Aladdin Sane, considerada “la Mona Lisa del pop”. Una imagen de Bowie que hemos visto, comentado y reproducido hasta la saciedad pero que, si nos paramos a contemplar, nos daremos cuenta de que no sabemos si quien nos está mirando dentro del retrato es Bowie, Ziggy, Aladdin o los muchos otros de sus alter egos. Y eso sigue siendo 50 años más tarde, como dice Rafa Cervera, “un gran misterio”.

Tags
Arte