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Pedro Maisterra: “el arte tiene que ser lo más incoherente posible”

Por María de la Peña

Pedro Maisterra y Belén Valbuena

Pedro Maisterra y Belén Valbuena acaban de inaugurar una nueva galería junto al Museo Reina Sofía, en la que han sacrificado espacio expositivo en favor de un gran salón para fomentar tertulias. Toda una declaración de intenciones.

Pedro Maisterra (Pamplona, 1976) y Belén Valbuena (Burgos, 1978), al frente de la galería madrileña Maisterravalbuena, acaban de inaugurar un nuevo espacio junto al Museo Reina Sofía. Es su tercera sede. Han pasado de los 50 m2 en la artística Doctor Fourquet y los 120 m2 en la misma calle, a dar el salto a 500 m2 en el bajo de un feo edificio de viviendas que contrasta con su escaparate a base de azulejos color arena y ventanales de un verde vidrio que recuerdan a los años 60. El interior, de similares colores cálidos, es obra del estudio Carbajo Hermanos. Una obra pensada a la medida de estos dos galeristas autodidactas, sin tradición de galerismo en sus familias y que dieron sus primeros y fundamentales pasos con 20 años trabajando juntos en la galería Pilar Parra (hoy Parra & Romero).

Ambos reivindican más que nunca la vigencia de su profesión y aspiran a recuperar las competencias del galerismo histórico. Como resistencia a lo digital, han creado una galería para que el visitante viva una experiencia, “un encuentro”, nos aseguran. Se podría decir que es lo contrario al concepto cada vez más extendido de la galería fría, neutra y aséptica que casi escupe al que entra. Aquí, la arquitectura se casa con el arte para crear una perfecta comunión que enfatiza esa vuelta a los valores del galerismo de siempre. Un contexto donde el galerista ejerce de transmisor de conocimientos, “desde lo emocional porque se nos nota en la cara", del que valida antes que una institución y que tiene una relación con el coleccionista “a fuego lento”.

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La misma que tiene con sus artistas. Sin olvidarse de ser sostenibles como negocio y, por eso, el galerista es “un empresario excéntrico" que sigue al artista a pesar de haber vivido “una travesía del desierto”. Y ponen el ejemplo de su valentía con Antonio Ballester Moreno. “Su arte estaba fuera de los gustos. Íbamos a las ferias y llegábamos con un artista fuera del circuito. Pero si lo consigues es indestructible; es donde se produce la magia, porque el arte auténtico se conecta’, recalca Maisterra.

Otra declaración de intenciones que quieren dejar grabada en su nuevo espacio, es la de diferenciarse de los museos. “Aquí ves la obra más pausada, puedes conversar, formar tertulias en torno a una copa de vino e incluso cocinar”, afirma Pedro Maisterra. “Somos el único agente que asegura la carrera de un artista durante 60 años; un museo, no”, sentencia. En la nueva galería, han sacrificado espacio expositivo en favor de un gran salón para fomentar esas tertulias y “si te gusta el sándwich de jamón y queso, que el propio coleccionista lo haga en nuestra cocina”, prosigue Belén. Esa es la relación que quieren mantener con el cliente. Otra forma de captarlo. Porque Belén y Pedro se miran en el espejo de galeristas como Leo Castelli, Fernando Vijande o Juana Mordó, personas eclécticas que no estaban pensando en llevar una línea coherente en su galería porque, ¡el arte tiene que ser lo más incoherente posible!

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Para ellos, el coleccionista va mucho más allá de ser un mero comprador. “Conocer a ese coleccionista es lo que nos estimula. Yo me pongo nervioso de emoción antes de una comida con un coleccionista”, cuenta Pedro Maisterra. Y, después de esa comida, ¿ha vendido una obra? “Da igual, pero la realidad es que siempre acabas vendiendo. Es tratar la venta como un elemento constructor de la relación entre artista, coleccionista y galerista. Lo que hace el coleccionista es ayudar a que haya cultura, a que la escena artística en España sea más fuerte”, prosigue Maisterra.

La exposición con la que inauguran su nuevo espacio, ‘Miradas y formas’, tiene mucho que decir sobre la personalidad de estos galeristas. Refleja una selección de artistas sin etiquetas, que rompen con las simplificaciones, donde surge el diálogo entre una artista joven como Regina de Miguel (Málaga, 1977) “con la que llevamos toda una vida”, con el recientemente fallecido José Luis Alexanco, “que nos guió como un mentor” y otros internacionales como Silvia Bächli (Baden, Suiza, 1956). “Tenemos muy claro que esta galería local hay que hacerla internacional", subraya Maisterra. “Se puede hacer de todo, también trabajar con artistas históricos”, añade, eludiendo a la pieza estrella de la muestra, una obra de Luis Gordillo que expuso en 1976 en la Bienal de Venecia y que no se había visto desde entonces. “El hecho de que este cuadro esté aquí es un privilegio. La labor de un galerista también es acceder a las obras”, sentencia Belén Valbuena.

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La gran duda es si el mercado es suficientemente fuerte para admitir tanta oferta de galerías. La competencia es feroz, sobre todo con la irrupción de las megagalerías ocupando una buena parte del sector. Pero, frente al inesquivable efecto de la globalización, con espacios cada vez más despersonalizados, el concepto que han creado en Maisterravalbuena es una apuesta a contracorriente que rescata los valores, hoy no tan fáciles, del galerismo de antaño. El emprendedor nato cuyo entusiasmo nace de la vocación de crecer con sus artistas y de la complicidad con sus coleccionistas.

Ambos nombran al artista Néstor Sanmiguel (Zaragoza, 1942), con el que empezaron a trabajar hace 10 años, hasta que el Reina Sofía llamó a la puerta de su estudio hace menos de un año para dedicarle una retrospectiva en el Palacio de Velázquez. “Somos los que arriesgamos”, puntualiza Belén Valbuena.

Y surge inevitable la pregunta sobre la valoración que hacen de la marcha del director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel. Coinciden plenamente en la importancia de su mandato porque “ha puesto el museo en el mapa internacional” pero Maisterra ha echado de menos que “hiciese más itinerancias con las exposiciones de artistas españoles”.

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¿Qué galería tiene un espejo de cuerpo entero?, es la última pregunta que lanzan Belén y Pedro para definir el carácter de su galería. El cuarto de baño de su nuevo espacio también incluye una ducha. Porque “queremos recibir a la gente como si estuviéramos en nuestra casa", exclaman. Quizás, el oficio de galerista vaya por ese camino. De momento, el tiempo les está dando la razón.