Exposiciones

La obra más sombría de Leonora Carrington, la “diosa blanca” del surrealismo

Por Clara González Freyre de Andrade

Leonora Carrington. Artes, 110

La Fundación Mapfre inaugura la primera gran retrospectiva dedicada a la artista en España, figura clave del surrealismo con un mundo e identidad propios.

¿El mundo que pinto? No sé si lo invento. Yo creo que más bien es ese mundo el que me inventó a mí”. Ya sea con su pincel o su pluma, Leonora Carrington crea un imaginario fantástico en el que realidad y ficción se unen, cruzan y bifurcan. Escritora, pintora y también escultora, decide tomar su propio camino desde que es joven. Primero en Florencia, donde tiene la oportunidad de descubrir el arte del quattrocento italiano. Y más tarde, en París, donde trabaja codo con codo con el grupo surrealista donde se encontraban Pablo Ruiz Picasso, André Bretón y su querido Max Ernst, el que sería su pareja y mentor artístico.

Su siguiente destino sería España y, huyendo de los horrores del nazismo, se encontraría con sus propios demonios. Las persecuciones, el encarcelamiento de Ernst, la guerra y, según los comisarios, un episodio violento que le tocó sufrir en sus propias carnes, le conducirían a una profunda crisis nerviosa. En general, los surrealistas sintieron atracción por el tema de la locura, pero Carrington fue una de las pocas en vivirlo en primera persona: su padre la internó forzosamente en un sanatorio en Santander, dónde vivió un trato horrible entre cuyas terapias se encontraba el Cardiazol, un fármaco con efectos semejantes al electroshock.

Ahora, la Fundación Mapfre trae de vuelta a la inspiradora artista al país en que vivió algunos de sus episodios más oscuros, en la que es su primera gran retrospectiva en España. Inaugurada este sábado 11 de febrero, ‘Leonora Carrington. Revelación’, reivindica el valor creativo de una artista adelantada a su época, con una creatividad e imaginación únicas. Más de 188 obras que permiten crear una imagen mental de la vida de Carrington y que podrán disfrutarse en el corazón de Madrid hasta el 7 de mayo.

La giganta (1947)
La tentación de San Antonio (1947)

Una obra autobiográfica

“Uno no decide pintar; es como tener hambre e ir a la cocina a comer. Es una necesidad, no una elección”. Leonora Carrington veía en la pintura una catarsis. Su obra, todo un catálogo de seres fantásticos, animales y mujeres empoderadas, es el reflejo perfecto de una vida ajetreada.

A través de un recorrido cronológico con hasta 10 secciones diferentes, la exposición nos convierte en partícipes de sus hitos vitales e intereses. El viaje arranca con las acuarelas de protagonistas femeninas que pinta con 15 años, inspirada por las lecturas de su madre; para continuar con las decoraciones fantásticas en las puertas de su casa en el sur de Francia, realizadas junto a Max Ernst. De su experiencia en Santander, la mejor muestra es su libro ‘Memorias de abajo’, eje vertebrador de gran parte de la retrospectiva. Allí, el lienzo ‘Down Below’ nos permite acercarnos a su obra más sombría. En él se autorretrata rodeada de criaturas extrañas en lo que se ha interpretado como la ilustración de su proceso de recuperación forzado.

La influencia de la cultura y tradiciones de México, país en el que se refugió hasta el final de sus días, también tienen su espacio en la muestra. La creencia en los animales guardianes y entes protectores afianzaron las ideas que la artista había absorbido en su infancia a través de las tradiciones celtas. En este sentido, el broche final de la exposición lo pone ‘El mundo mágico de los mayas’, un mural de gran formato en el que Carrington capta su visión de esta cultura, retratando el espíritu mágico y el sincretismo singular de la región de Chiapas.

Té verde (La Dama Oval) (1942)
Autorretrato (La posada del caballo del alba) (1938)
Y entonces vimos a la hija del minotauro (1953)
Syssigy (1957)
El mundo mágico de los mayas (1964)

Los movimientos feministas y la reivindicación de los derechos de la mujer se convirtieron en uno de los puntos álgidos en su producción. Compartiría dichos intereses con la pintora Remedios Varo y la fotógrafa Kati Horna, con las que establece una amistad inquebrantable. Entre pócimas, rituales y libros de alquimia, desarrollan un imaginario de empoderamiento femenino que reivindica el auténtico papel de la mujer en la sociedad y lucha contra la opresión del patriarcado. Su obra “Mujeres consciencia”, que puede verse en la exposición, se convertiría en la representación perfecta de sus pensamientos en torno al género. En ella puede verse dos figuras femeninas, una blanca y otra negra intercambiando manzanas. La inscripción en el reverso, desvela su significado: “Eva devuelve a Eva el fruto de la sabiduría”.

La “novia del viento”, tal y como la conocían los surrealistas, no tenía tiempo para ser la musa de nadie. Se había convertido en su admirada “diosa blanca”, la del libro de Robert Graves y, pincel en mano, estaba dejando por escrito su propia historia. Y ahora podemos sentirnos un poquito más cerca de ella.