ARQUITECTURA & DISEÑO

Jean Prouvé: la historia del arquitecto que nunca existió

Por Pilar Gómez Rodríguez

Jean Prouvé
Fotografía: Ximena y Sergio.

Una exposición permite redescubrir piezas de mobiliario icónicas, además de otras inéditas y nuevos tonos recuperados por Vitra, en colaboración con la familia del arquitecto… que nunca lo fue. Hablamos del herrero, el ingeniero, el constructor, el diseñador Jean Prouvé.

Hijo de una pianista y de un pintor, Jean Prouvé (1901-1984) heredó de sus progenitores el arte de trabajar con las manos. Y nunca lo abandonó. Con ellas se dedicó a todas las escalas del diseño y la construcción: desde objetos como un abrecartas, hasta marcos para puertas y ventanas; desde iluminación y mobiliario, hasta elementos de fachada y casas prefabricadas; desde sistemas de construcción modular, hasta grandes estructuras de exposición. No fue arquitecto, pero lo buscaban aquellos que estaban escribiendo la historia de la arquitectura en el siglo XX. Él la escribiría con ellos.

Prouvé se formó como herrero y lo fue pero, dotado como estaba de una comprensión innata del espacio, visión para el diseño y un profundo conocimiento de los materiales, enseguida entró en contacto con un selecto grupo de arquitectos, entre los que se encontraban Robert Mallet-Stevens o Le Corbusier, quien le apodaba “el ingeniero” y el “divino hojalatero”. Con ellos fundó en 1930 la Union des Artistes Modernes, un grupo de arquitectos y diseñadores empeñados en unir arte y producción industrial. Este fue el marco donde aparecieron las primeras piezas de mobiliario de Jean Prouvé, que seis años antes había fundado en Nancy (Francia) su primer taller y que en 1931 pasó a llamarse Ateliers Jean Prouvé. De allí salió buena parte del mobiliario que hoy se ha convertido en icono del diseño contemporáneo.

Jean Prouvé con su hija Catherine Prouvé

Sus piezas destacan por una conciencia artística que se expresa en los detalles, las juntas, las proporciones, la construcción general y, en última instancia, en el tratamiento del propio material. Para la aplicación del color, Prouvé fue restrictivo y selectivo. Como explica su hija Catherine: “Mi padre elegía sus colores con sumo cuidado, ¡por algo era hijo de un pintor!”. Prouvé creía firmemente en el potencial de la "naturaleza de un material", de modo que solo quería pintadas las partes de la pieza en peligro de corrosión, razón por la cual dejaba la madera y aluminio sin tratar, siempre que era posible.

De la mano del color comienzan precisamente las novedades que Vitra —la emblemática firma de mobiliario contemporáneo que a través de su museo y sus muy diversas iniciativas promueve la cultura del diseño— presenta ahora en forma de exposición en dos ubicaciones y dos fechas. En Madrid (espacio Naharro Petrra), hasta el 9 de febrero, y en Barcelona (en Línea Barcelona), del 16 de febrero al 6 de marzo, una muestra reconstruye buena parte de su obra a través de iconos y piezas inéditas, además de tonos que Vitra, junto a la familia del diseñador, han recuperado.

Reconstruyendo a Prouvé en cinco piezas

1—Sillón Cité. Diseñado en 1931 para un concurso destinado a amueblar las residencias de estudiantes de la Ciudad Universitaria de Nancy, es una de las primeras obras maestras de Jean Prouvé. De aspecto dinámico, con sus características patas de chapa de acero con recubrimiento de polvo y sus anchas correas de cuero a modo de reposabrazos, sus generosas dimensiones y su acogedora tapicería contribuyen a una comodidad probada: formaba parte del amueblamiento del salón de la propia casa de Prouvé.

Sillón Cité
Residencia de ancianos Passivhaus

2—Lámpara de sobremesa. Jean Prouvé la diseñó también como parte del mobiliario de las residencias de la Ciudad Universitaria de Nancy. Al igual que el resto de mobiliario concebido para este proyecto, el objetivo era usar la menor cantidad de material posible. En esta ocasión, la lámpara se resuelve con una chapa de acero doblada, que refleja los rayos de luz e ilumina cálidamente la superficie del escritorio.

Lámpara de sobremesa

3—Silla Standard. Creada en 1934, esta pieza muestra desde su misma estructura cómo la carga de las patas traseras, que soportan el peso de la parte superior del cuerpo del usuario, es mayor que la de las delanteras. No se trata de un descubrimiento sorprendente, pero ningún otro diseño de asiento había mostrado este principio tan clara y elegantemente. Esta era justamente la intención de Prouvé, queriendo revelar “lo que piensa el material”. Mientras que el acero tubular es suficiente para las patas delanteras, las traseras están hechas de voluminosas secciones huecas que transfieren el esfuerzo principal al suelo. Su perfil, formado por finas chapas de acero dobladas, se asemeja al ala de un avión, con la medida más ancha en el punto donde la pata se une al armazón del asiento, es decir, donde la tensión es mayor. La silla Standard se fabricaba en la propia fábrica de Jean Prouvé. La mayoría de los modelos tenían armazón y patas de metal, y asiento y respaldo de madera. Otras variantes eran enteramente de metal o, sobre todo en tiempos de guerra y de escasez de metal, de madera: la silla Tout Bois.

Silla Standard
Silla Standard

4—Butaca (fauteuil de salon). Esta pieza de 1939 une planos simples en un objeto arquitectónico unificado: una cómoda superficie de asiento y respaldo. Con reposabrazos de madera maciza y patas de chapa metálica pulida, exhibe la estética estructural característica del diseñador. Existen también las versiones Direction y Direction Pivotant, de 1951.

Butaca (fauteuil de salon)

5—Guéridon. A principios de los años 40, Jean Prouvé comenzó a trabajar más con madera. La primera variante de mesa Gueridon se realizó en 1941, pero la producción seriada no comenzó hasta pasada la Segunda Guerra Mundial, en 1949. En sus distintas versiones, tanto la mesa de centro Guéridon, la de comedor del mismo nombre y el Tabouret Bois son una demostración convincente de principios estructurales claros. Son una variación del vocabulario de diseño arquitectónico de Prouvé en el material natural de la madera, con elementos unidos por una robusta construcción de chapa doblada.

Mesa de centro Guéridon

Piezas inéditas, colores inéditos

Para hablar de cómo han llegado diseños y tonos inéditos a reeditarse hay que remontarse al origen de la relación de Vitra con Jean Prouvé. Comenzó en una visita a París en los años ochenta, cuando Rolf Fehlbaum, presidente emérito de Vitra, adquirió una silla Antony (de 1954) de Jean Prouvé. La compra marcó el inicio de la colección museística más extensa del mundo de muebles y objetos del ingeniero francés, que ahora custodia el Vitra Design Museum. En estrecha colaboración con la familia Prouvé, en 2002, Vitra empezó a producir en serie una selección de diseños, para devolverlos a la circulación con toda su contemporaneidad.

Taburetes N° 307
Taburetes Métallique

A lo largo de los años, la cartera se ha enriquecido con obras adicionales y colaboraciones. Asimismo, en 2022, Vitra amplió la colección con algunos de los colores originales de Prouvé: a las opciones existentes se unieron el Gris Vermeer, el Bleu Dynastie, el Blé Vert y el Bleu Marcoule, así como la variante Métal Brut en acero sin pintar. Destacan en algunos de ellos las referencias pictóricas y naturales. Por ejemplo, el Blé Vert refleja el color del trigo verde, mientras el Gris Vermeer alude a los tonos grises de la obra del pintor Johannes Vermeer. El Bleu Marcoule fue desarrollado para un importante cliente del Ateliers Jean Prouvé, mientras el Bleu Dynastie recuerda el óxido de cobalto de la porcelana azul y blanca de la dinastía Ming.

Aplique Potence
Estantería mural Rayonnage

Fruto también de esta sintonía y colaboración, Vitra ha reeditado cuatro diseños de Jean Prouvé que se exhiben en esta muestra itinerante: Abat-Jour Conique, una pantalla cónica que desarrolló en 1947 para el aplique Potence, los dos taburetes N° 307 y Métallique, así como la estantería mural Rayonnage.

La vida (constructiva) sigue

En paralelo a la fabricación de muebles, Prouvé seguía con su exitosa y trepidante carrera constructiva. En 1947 dejó atrás los Atelier y creó su propia fábrica que, debido a desacuerdos con los accionistas mayoritarios, tuvo que abandonar en 1953. Un gran revés. Pero la naturaleza optimista de Prouvé le plantó cara. Esa década será la de los grandes proyectos como los mencionados edificios para la universidad de Nancy; su propia casa en esa ciudad, un ejercicio de reciclaje que levantó con sus propias manos, la implicación de su familia y piezas sobrantes de otros proyectos; el pabellón del centenario del Aluminio, uno de los edificios de su completa autoría enteramente desmontable; o la nave de bebidas en Evian les Bains.

En las décadas que vendrían Prouvé trabajó como ingeniero asesor en varios proyectos de construcción decisivos en París y participó en obras emblemáticas como la torre de La Defensa de Mailly y Depussé, o la sede de la Unesco en París, de Bernard Zehrfuss.

Los últimos años fueron también los de los reconocimientos y nombramientos. A principios de los 70, volvió a dejar su huella indeleble en la historia de la arquitectura, al desempeñar un papel clave en la selección del diseño de Renzo Piano y Richard Rogers para el Centro Pompidou, como presidente del jurado de la comisión. En 1981 recibió el premio Erasmo y al año siguiente el gran premio de Arquitectura de la Ciudad de París. El herrero Jean Prouvé, el ingeniero, el constructor, el arquitecto que nunca lo fue, murió en marzo de 1984, a los 82 años en Nancy.