Exposiciones

Las artistas de la generación del 27 que no aparecen en los libros de historia

Por Clara G. Freyre de Andrade

Tierra y excrementos de Maruja Mallo

Hasta el 15 de enero, el Teatro Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa revive el legado de las artistas de la generación del 27.

Hablar de la generación del 27 es hablar de la edad de plata de la cultura española. A ella pertenecieron un grupo de artistas y literatos influyentes cuyos nombres conocemos y recordamos, como Federico García Lorca, Dámaso Alonso o Luis Buñuel. Pero su nómina también contó con una importante presencia femenina. Ellas compartieron el talento de sus compañeros varones, pero no gozaron de su prestigio y reconocimiento, permaneciendo oculto su legado. Hasta hoy.

A este grupo de mujeres talentosas que exploraron su potencial creativo a través de la pintura, escultura, literatura, música y teatro, entre muchas otras disciplinas, se las conoce como “las sinsombrero”. Un nombre que, como explica la propia Maruja Mallo, nació de un acto casi performativo que protagonizaron ella y Margarita Manso, junto a sus compañeros Salvador Dalí y Federico García Lorca: pasearse sin sombrero por la Puerta del Sol, en un momento en el que este complemento era sinónimo de estatus social. El gesto provocó un aluvión de críticas, pero también supuso toda una declaración de intenciones; que no eran otras que las de vivir y crear en libertad.

La Campesina de Margarita

Ahora, la historia de “Las sinsombrero” llega al Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa. Una exposición que, hasta el 15 de enero, te sumerge en el legado artístico de las mujeres de la generación del 27, en un paseo general por las disciplinas artísticas en las que desarrollaron su creatividad, que ha quedado hasta hoy en las sombras.

Las artistas referentes de una época

Ser mujer a principios del siglo XX no era una tarea fácil. Hasta 1910, el hecho de ser mujer te impedía algo, a priori tan fundamental, como acceder a la matrícula de los centros educativos o tener libre concurrencia en las oposiciones y concursos públicos en igualdad de condiciones con los varones. En los años 20 sin embargo, llegaron algunos cambios.

La exposición propone un camino apasionante desde el descubrimiento de esa nueva mujer hasta la llegada de la Segunda República en 1930, cuando conoce la igualdad por constitución y decide abrazarse a ella. Posteriormente continúa con el estallido de la guerra civil y sus consecuencias: las vivencias de las que se fueron y de las que se quedaron. Hechos históricos de vital importancia que por fin pueden entenderse desde una perspectiva completa: más de 400 obras, fotografías y documentos originales de creadoras como Maruja Mallo, Ángeles Santos, Ruth Velázquez, María Zambrano o Delhy Tejero, entre muchas otras. En una selección que permite comprender no solo la historia del siglo XX, sino la magnitud creativa de ellas y cómo su contribución se ha visto opacada con el paso del tiempo.

La verbena de Maruja Mallo
La tertulia de Ángeles Santos
Ruth Velázquez
Autorretrato de Delhy Tejero
Adán y Eva de Marga Gil Roësset

Desde el retrato de Margarita Manso, esa mujer valiente que dejó volar su sombrero junto a Maruja Mallo; hasta los versos de Ruth Velázquez, poeta y pintora cuya obra gráfica no había vuelto a ser expuesta desde la década de 1930. De esta última destaca ‘La madre del comunismo’, un lienzo pintado en 1917 que viajó junto a la artista a Suiza, se protegió de la guerra en Cuba y que actualmente se expone en Boston. Junto a ellas, las esculturas de Marga Gil Roësset, aquellas que lograron salvarse de la destrucción previa a su suicidio. De Ángeles Santos podemos descubrir el contraste entre sus obras de juventud y las posteriores a 1930, cuando decide dejar de pintar con la imaginación. Avanzamos por la correspondencia derivada de la labor recolectora de Consuelo Berges, que reúne una biblioteca femenina con sus compañeras. Y destaca también la cautivadora historia de ‘Las Bañistas del Duero’, una obra que la propia Delhy Tejero censuraría tras la guerra para evitar que la modelo, que aparece completamente desnuda, pudiera ser reconocida.

Más allá de pintura y literatura, la muestra se expande para redescubrir nombres relevantes en otras esferas. Como Adela Anaya, quien compuso el himno republicano 14 de abril junto a su hermano, Francisco Anaya. O los trabajos de escenografía de Victorina Durán, pionera en el mundo de las artes escénicas.

Victorina Durán

El siglo pasado estuvo marcado por grandes acontecimientos que quedaron reflejados en las creaciones de la generación del 27. Pero el olvido sistemático de sus creadoras, también protagonistas de aquella época, nos ha condenado a conocer solo una parte de la historia. Exposiciones como “Las Sinsombrero” tratan de revertir precisamente esta situación. Porque sin ellas, la historia no está completa.