Actualidad

Llevas toda la vida viendo cuadros del revés, pero no te preocupes, en realidad nadie sabe de arte

Por Pilar Gómez Rodríguez

‘New York City I’Piet Mondrian

La obra del pintor holandés Piet Mondrian 'New York City I' ha estado expuesta del revés durante más de 70 años, sin que nadie, hasta la fecha, se haya dado cuenta. ¿Significa eso que no sabemos de arte? ¿Realmente importa? Una pista: un cuadro al revés —bueno, de lado concretamente— se encuentra en el origen del arte abstracto.

L a obra del pintor holandés Piet Mondrian, 'New York City I', ha estado expuesta colgada del revés durante más de 70 años. Lo han descubierto los trabajadores del museo Kunstsammlung de Düsseldorf, en Alemania, donde se encuentra actualmente en exhibición en una gran retrospectiva del artista. Concretamente una de las comisarias de esa exposición, Susanne Meyer-Büser, ha sido quien ha dado la voz de alarma, aunque allí estaban en guardia desde que el artista y estudioso de la obra, Francesco Visalli, les advirtiera sobre el posible error por carta casi un año antes. Visalli hacía mención a una fotografía del estudio del pintor, tomada poco después de su muerte en 1944 y publicada en la revista Town & Country, en la que se puede apreciar un caballete con el cuadro en su posición correcta. Es así como la obra "funciona increíblemente bien —ha informado Meyer-Büser—. De repente, tiene más plasticidad, más profundidad". Porque, claro, funcionaba increíblemente mal antes.

70 años de peregrinaje por varios museos, el MoMa entre ellos, y nadie dijo nada, sino todo lo contrario. Cientos de críticos pasando cada día delante de aquel cuadro y escribiendo eventualmente sobre sus bondades, equilibrio de formas, estructura… y la obra estaba patas arriba. ¿Y el autor? El autor podría haber echado una mano con la firma, pero no lo hizo. Igual le gustaba jugar al despiste como a Rothko que en ocasiones no era preciso sobre cuál era el lado superior o inferior de sus obras, dando grandes quebraderos de cabeza a directores de museos y curadoras. Un ejemplo; sus cuadros 'Negro sobre granate', de 1958 y de 1959, han sido expuestos en la Tate en horizontal y en vertical, sin aclarar la intención del artista.

Negro sobre granate, 1958 Mark Rothko

Dicho esto, no está de más preguntarse de nuevo si tiene sentido hablar de arte abstracto en términos absolutos; esto es, dando por buena una sola interpretación de un cuadro con una orientación concreta. O si por el contrario da un poco igual, porque lo que cuenta es la capacidad de emocionar a los espectadores. O si todo esto es una aberración y lo que deberíamos hacer es dejar de aparentar que entendemos algo, cuando en realidad no sabemos nada. Porque lo cierto es que no es la primera vez que esto pasa y tampoco será la última. La noticia sobre 'New York City I' de Mondrian que hace unos días abrió las secciones de cultura de numerosos medios no es más que una nueva versión de la misma vieja noticia: que un cuadro abstracto ha estado colgado al revés y nadie se ha enterado.

Versión española: un Picasso boca abajo

En 2008, el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid trajo toda la obra pictórica de Picasso, aprovechando la remodelación del Museo Nacional Picasso de París: 430 obras, entre las que se encontraba un dibujo a pluma de 1912 titulado ‘El violinista’ que en realidad estaba al revés. Quiso la casualidad que aquella exposición la visitara Cecilia García Marco —ella habla de serendipia— catedrática de violín e investigadora de la presencia de la música en el cubismo de Picasso y Braque, materia a la que dedicó su tesis. En un pormenorizado artículo en la revista ‘La Torre del Virrey’ explicó por qué la posición, con la cabeza del violinista en la parte inferior y el violín en la parte superior, era incorrecta. Las contundentes formas geométricas del rostro del músico, la espiral de la voluta o cabeza del violín, los rectángulos que a modo de brazos sujetan el instrumento musical… A pesar de comunicar que el cuadro estaba colgado de forma equívoca, no se cambió la posición, y por ello los espectadores siguieron contemplando este dibujo boca abajo.

Habrá quien piense que es una obra menor, que no es un cuadro importante y por tanto no merecía en ese momento la rectificación. Pero, ¿por qué contemplar una obra artística si no podemos entender la verdadera intención del pintor? El arte quiere transmitir la creatividad del artista, su mensaje. La diferencia es simple e importante: de ver unas líneas y sombras, no siendo por ello capaces de descifrar el dibujo, pasamos a tener un puzle que debemos identificar y reconstruir en nuestra conciencia, tal como quería Picasso. Esta sería la verdadera concepción del cubismo (…)”.

Bien, entendido. Picasso cuenta con nosotros y nuestras capacidades para continuar, completar, descifrar y disfrutar sus obras. Y también lo hará el inventor del arte abstracto Vasili Kandinsky.

El violinista, 1912
      Pablo Picasso

Un Kandinsky mal apoyado

Cuenta la historiadora del arte Ulrike Becks-Malorny en la exhaustiva obra que dedica a Kandinsky publicada por Taschen que una vez, al volver a su estudio en Múnich, el pintor quedó confundido y maravillado: “Era la hora en que cae el crepúsculo. Yo volvía con mi caja de pinturas después de realizar un boceto cuando de repente vi un cuadro indescriptiblemente hermoso, impregnado por un fuego interno. Primero me quedé desconcertado y luego me acerqué deprisa a este cuadro enigmático en el que no veía otra cosa que formas y colores, y cuyo contenido me era incomprensible. En el acto di con la clave del enigma: era un cuadro pintado por mí que estaba apoyado de lado sobre la pared”. La cita sigue y el pintor explica que al día siguiente intentó obtener la misma impresión a la luz del día, pero ya no lo consiguió o lo consiguió solo a medias porque de esa manera podía reconocer los objetos y eso le molestaba: “Entonces supe exactamente que el objeto es dañino para mis cuadros”. Nacía oficialmente la abstracción.

Después de fortuito hallazgo que sintetizaba sus anteriores rumias, Kandinsky, que era muy músico y muy escritor además de pintor, no paró de analizar su intención y su arte en libros y textos varios que enrabietaban a la crítica. Tras la segunda exposición de la Neue Künstlervereinigun o Nueva Asociación de Artistas de Múnich, la crítica les calificó de “banda de ignorantes”, “fanfarrones vergonzosos [que] no solo pintan los misterios más indescifrables, sino que también escriben cosas enigmáticas sobre el arte… Deliran con el pincel y la pluma como enfermos febriles, como embriagados por la morfina o el hachís”.

Le Bateau, 1953
      Henri Matisse

Pero lo de colocar mal las pinturas no es patrimonio exclusivo de la abstracción. Uno de los gouaches de Matisse, por ejemplo, estuvo mes y medio mal colgado en el MoMA en 1961 hasta que una visitante, Genevieve Habert, lo advirtió. ¿Cómo? No le cuadraba que en el cuadro, consistente en la silueta de un barco (ese es su título) y su sombra, esta última fuera más sofisticada y de bordes más elaborados que la del propio barco. Lo que le pasaba era que estaba al revés. También unas de las icónicas flores de Georgia O'Keeffe estuvieron colgadas de forma incorrecta en el Museo de Arte de la Universidad de Minnesota durante casi 30 años. Las ‘Amapolas orientales’, un óleo de 1928, permanecieron colocadas en vertical hasta que Lyndel King, la directora del museo, descubrió el error a mediados de los ochenta, mientras investigaba para un ensayo sobre la colección permanente. Fue así como encontró un artículo de 1937 que incluía una fotografía del cuadro de O'Keeffe en horizontal. La investigación posterior confirmó que la obra había sido pintada en esa posición.

Amapolas orientales, 1928 Georgia O'Keefe

Un paso más allá fue el artista alemán Georg Baselitz, que a finales de los 60 le dio la vuelta al cuadro e inventó el género de la inversión pictórica. Su primera obra se tituló ‘Der Wald auf dem Kopf’. El bosque de cabeza: era bastante cierto, pues mostraba varios árboles de un mundo al revés. Luego llegaron las figuras, personas de su entorno, su mujer, que aparecían en los lienzos cabeza abajo. ¿Capricho, genialidad, chorrada? De nuevo los críticos tuvieron ahí barra libre de comentarios. Los deshizo el propio artista cuando afirmó haberlo hecho con toda intención, para crear algo a medio camino entre la abstracción y la figuración que obligara de nuevo a prestar atención a interesarse vivamente por el cuadro y su historia. El año pasado Baselitz donó seis de estas obras invertidas al Metropolitan Museum of Art y se recogieron en la exposición ‘Georg Baselitz: Pivotal Turn’, que estuvo abierta hasta mediados de julio. En la web se explica que este tipo de pinturas “marcan un momento crítico en la carrera del artista, ya que trató de eliminar el contenido narrativo y la expresión —elementos presentes en su obra anterior— con el fin de centrarse en la pintura en sí. Para conseguirlo, Baselitz empezó a representar sus temas al revés y adoptó géneros tradicionales que antes había evitado, como los desnudos, los paisajes y los retratos. La concepción compositiva y conceptual de invertir las figuras desestabiliza fundamentalmente la perspectiva del espectador y, por extensión, frustra nuestra capacidad de identificar firmemente la narrativa, el tipo de contenido y la tradición artística”. En la revista de arte Apollo se recogen unas declaraciones del pintor aludiendo a la irritación que causa algo así: “Cuando estás irritado, prestas más atención". He ahí su razón.

Georg Baselitz, Da. Portrait Franz Dahlem (1969). © Georg Baselitz.
Georg Baselitz, Portrait of Elke I (1969). © Georg Baselitz.

Razones de índole política fueron las que tuvo el juez e historiador Carlos Sarthou Carreres, director del Museo Almudín de Xàtiva hasta 1961, para darle la vuelta a un retrato de Felipe V. Fue su personal forma de protesta –aunque otras fuentes orales retrotraen el cambio al año 1915 o la época de la Segunda República– ante el recuerdo de la batalla de Almansa, en 1707, cuando las tropas borbónicas de Felipe V derrotaron a las del Archiduque Carlos en el marco de la denominada Guerra de Sucesión. El primer Borbón se ensañó con la ciudad y la quemó hasta hacerla “arruinar para extinguir su memoria”. En la actualidad, el retrato se muestra en el Museo de Bellas Artes, a pocos metros del Almudín. Este año ha viajado a la ciudad donde empezó todo para formar parte de la exposición ‘Felipe V. Una guerra, dos ciudades’, que estuvo abierta hasta finales de mayo en el Centro Documental y Festero de Almansa y donde también se expuso de su peculiar manera. Su autor, por cierto, es Josep Amorós y si pudiera levantar la cabeza no sabría si es su cuadro o más bien el mundo el que está al revés.

Lo mismo le pasaría a Mondrian cuya obra, por cierto, se quedará como estaba, ya que el volteo podría causar un mayor daño a la pieza que el que supone ser contemplada en su actual orientación. Más de 80 años después de su creación igual se hace un Kandinsky y queda deslumbrado por su propio cuadro… girado.