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Los robos del arte sacro en España: desplumando iglesias para vender en el mercado negro

Por LORENA BUSTABAD

Doña Juana la Loca, de Pradilla

Una virgen sevillana robada en una iglesia que reapareció en Facebook, los bustos de un emperador del siglo IV en una gasolinera de Córdoba o un retablo son algunos de los robos de arte sacro que, poco a poco, le están haciendo un agujero al patrimonio artístico español.

E rik ‘El Belga’ no estaba solo, y tampoco era el único. Los robos de arte sacro en las iglesias españolas están siendo más frecuentes de lo que, a simple vista, se podría imaginar. Ocurrió en la mismísima catedral de Santiago, en el corazón de la cristiandad peregrina, con el robo del Códice Calixtino. Uno de los más mediáticos, por increíble y extravagante. Pero tras él han ocurrido otros muchos. Y es que no hay tierra sagrada para un ladrón (o iglesia inexpugnable, según se mire).

En San Pedro de Quintana del Marco, un pueblo de apenas 300 vecinos de León, un busto de Marco Aurelio apareció decapitado en el campanario de la Iglesia. Los ladrones, que sabían bien lo que buscaban, se encaramaron a lo alto de la torre con cuerdas y arneses pero los vecinos tardaron días en percatarse de que les faltaba un emperador romano del siglo IV de la espadaña del templo. Los agentes de la Guardia Civil lo recuperaron en el maletero de un coche en una gasolinera de Córdoba: 25 kilos de emperador y hasta un millón de euros en subasta, estimaron. Las monjas clarisas del convento del Santo Ángel, en Granada, tampoco se percataron de que les faltaba una escultura de Santa Marina de la Cortona hasta que la Policía Nacional la repescó de la galería de Nueva York en la que iba a ser subastada por 350.000 euros.

Códice Calixtino

Estos son solo algunos ejemplos de arte recuperado. Pero del que no se vuelve a saber, ni nos enteramos. Los robos por encargo y la venta ilegal en anticuarios o colecciones privadas hace tiempo que se viene convirtiendo en un negocio con un campo de batalla muy amplio. Entre parroquias, catedrales, monasterios y santuarios, España suma unas 24.470 construcciones religiosas en las estadísticas oficiales. Los ladrones suelen centrarse en las más pequeñas, en la España vaciada, porque el patrimonio está más desprotegido y el robo resulta más sencillo; con menos ojos abiertos, puede pasar durante un tiempo incluso inadvertido, explican desde la unidad de delitos contra el Patrimonio de la UCO (Unidad Central Operativa) de la Guardia Civil.

No hay un patrón geográfico más allá del valor del objeto que alberguen ni un modus operandi único ya que además de iglesias, los robos de arte sacro se han cebado también con pazos o viviendas particulares. Castilla y León ha sido una de las comunidades más castigada por los ‘herederos’ figurados de Erik El Belga, el ladrón de arte más prolífico y célebre. Un agujero irreparable en el patrimonio artístico de las tierras de León con una ristra de robos sin resolver desde hace años. Le siguen Castilla La Mancha, Madrid, Galicia, Asturias o Cantabria.

El busto de Marco Aurelio recuperado en Córdoba. (GUARDIA CIVIL)
Tablas de Barcial del Barco

Desde una diminuta iglesia románica de Palencia pasando por una talla de una Virgen de la Inmaculada robada hace seis años en una iglesia de Aznalcóllar (Sevilla) que reapareció este año en Tenerife. Un vecino del pueblo vio la foto de‘su virgen reaparecida por obra y gracia de las redes sociales. Estaba en casa de un matrimonio que se la había comprado en un anticuario ignorando que era producto de un robo. Algo parecido le ocurrió a un hombre que tenía en su casa dos tablas renacentistas que faltaban de la Iglesia de Santa Marina de Barcial del Barco (Zamora) desde 1979. Los santos Juan, Pedro, Andrés y Santiago el Mayor se habían pasado los últimos 43 años lejos de sus puestos en el retablo mayor de una iglesia particularmente expoliada a la que todavía le faltan obras valiosas y singulares como ‘La Anunciación’ y ‘El Abrazo’ que fueran robadas el mismo año.

Todas estas son intervenciones reales y recientes de la Guardia Civil o de la Policía Nacional, con equipos especializados en este tipo de delitos contra el Patrimonio Histórico y Artístico. No hay que rebobinar mucho para ver que los robos de arte sacro no son cosas del pasado ni han pasado de moda; ocurrió hace apenas 15 días en Galicia con un doble operativo que terminó por recuperar 153 objetos robados de los que 117 eran piezas eclesiásticas protegidas o catalogadas. Tablas, tallas, ornamentos litúrgicos repujados del siglo XVI al XVIII, misales, casullas eclesiásticas y hasta armas de fuego históricas. Pareciera un inventario pero fue el botín artístico decomisado por la Guardia Civil en Galicia en la suma de dos operativos: ‘Cinquecento’ y ‘Templo Sagrado’ que empezaron como una investigación de trámite y acabaron confluyendo para “desmantelar una de las mayores tramas de arte sacro de los últimos años”, en palabras del delegado del Gobierno en la comunidad. Toda una red circular que se encargaba de robar, ocultar, recolocar y sacar a la venta estos objetos sagrados. En total, ocho personas detenidas entre ejecutores y cómplices necesarios en las cuatro provincias gallegas, entre ellos, un anticuario de Pontevedra.

Algunas de las tablas robadas en Paredes de Nava (Palencia) que se atribuyen a Erik el Belga Izquierda: Rey David.  Derecha: Salomón.

Uno de los problemas que se encuentran los agentes en la investigación es que los nuevos ‘propietarios’ accidentales de las piezas a menudo ignoran que son fruto de un robo y pagaron por ellas un buen dinero. Para utilizar la tecnología al servicio de la recuperación del patrimonio artístico robado, la Interpol desarrolló una aplicación móvil ID-Art en la que figuran más de 52.000 objetos de 134 países. Es un software de reconocimiento de imágenes que coteja la fotografía introducida con una amplísima base de datos de objetos artísticos robados. Fue, precisamente, esta aplicación la que permitió que los retablos de Zamora regresaran a casa más de 40 años después cuando la persona que las poseía comprobó que eran objetos robados y lo denunció en la UCO.

La app está disponible en la tienda virtual de cualquier móvil sin coste alguno y es una herramienta de trabajo para policías, funcionarios de aduanas, coleccionistas privados, marchantes de arte o periodistas, pero igualmente útil para estudiantes, amantes del arte o cualquier persona que desee comprobar la procedencia de un objeto, informar de un robo o notificar sitios culturales en peligro o excavaciones ilícitas.

Con todo, la conciencia colectiva de preservar el arte pequeño ha medrado en la última década en los pueblos pequeños que cuidan y atienden con mayor esmero el patrimonio artístico que guardan sus ermitas, palacetes y mansiones históricas. También se ha incrementado el control policial al comercio de antigüedades y obras de arte en galerías y anticuarios. Aunque es complicado poner cifras exactas, la UCO confirma que los delitos contra el patrimonio artístico han descendido en los últimos diez años aunque parte del expolio que se produjo al final de la dictadura franquista no se ha podido revertir ni resolver y temen que parte de esos objetos, tallas y demás ejemplos de arte sacro que faltan de cientos de iglesias españolas hayan cruzado varias fronteras.

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