La desmaterialización de la escultura de Picasso y Julio González

50 aniversario Picasso

La desmaterialización de la escultura de Picasso y Julio González

Por EL GRITO

La bebedora de absenta

Fundación MAPFRE, en el marco de la celebración del 50 aniversario de la muerte de Picasso, presenta una exposición en la que ahonda en la faceta escultórica del genio malagueño y su relación con Julio González.

El 1918 Picasso recibió un encargo muy especial. Su amigo, el poeta Apollinaire, fallecía dejando viuda a la vanguardia parisina y el genio malagueño fue elegido para realizar el monumento que lo conmemoraría. Diez años tardaría en ponerse manos a la obra. Como él mismo decía, quería averiguar “cómo dar forma a la nada”. Y para ello pidió ayuda a su viejo amigo Julio González.

Hasta 1932 ambos artistas se sumergieron en un proceso creativ conjunto que, aunque no llegó a materializarse en el homenaje a Apollinaire por discrepancias con el comité, sí generó la invención de la escultura en hierro y la introducción de la abstracción en el territorio escultórico. Fundación MAPFRE, en el marco de la celebración del 50 aniversario de la muerte de Picasso, ha querido profundizar en lo que esta colaboración supuso para la concepción de la escultura contemporánea a través de ‘Julio González, Pablo Picasso y la desmaterialización de la escultura’, la muestra que acogerá la institución hasta el próximo 8 de enero.

Cabeza de Toro (1942), Pablo Picasso

Ideada por Tomás Llorens, uno de los historiadores de arte más emblemáticos de nuestro país, fallecido en 2021; y comisariada por su hijo Boye, la exposición se articula en torno a ocho secciones a través de las que acercarse a la trayectoria artística de Julio González y al hito que supuso para la concepción de la escultura contemporánea su colaboración con Picasso.

En la primera de ellas, 'Picasso 1942: homenaje a Julio González', se pueden contemplar obras como ‘Cabeza de toro’ (1942), perteneciente a la serie de naturalezas muertas que Picasso realizó tras la muerte de González, en el París ocupado de 1942, y que según el propio Picasso explicó, representaban “la muerte de González”. Con esta obra, el artista quiso hacer un homenaje póstumo a su amigo dibujando un cráneo de toro de gran pureza estructural que remite a las propias esculturas de González.

A continuación, la muestra se mete en materia con 'Picasso, González y el modernismo catalán tardío' (Barcelona, c. 1896-1906). Ambos artistas se habían conocido a finales del siglo XIX en el entorno del café Els Quatre Gats y fueron dos de los protagonistas del tardomodernismo barcelonés. Interesados por la vida de los pobres y desamparados, los dos comenzaron a practicar un estilo pictórico que más tarde se conocería por miserabilismo y del que la exposición nos ofrece un ejemplo en obras como ‘Campesina con cabra’ (1906) de González o ‘Los miserables’ (1906) de Picasso.

Campesina con Cabra (1906), Julio Gonzalez

Campesina con Cabra (1906), Julio Gonzalez. Photo © Centre Pompidou, MNAM-CCI, Dist. RMN-Grand Palais / Georges Meguerditchian

Arlequín (1930) Julio González

Arlequín (1930) Julio González. © Juan García Rosell, IVAM

Los miserables (1903) Pablo Picasso

Los miserables (1903) Pablo Picasso. © Sucesión Pablo Picasso. VEGAP, Madrid, 2022

‘Gran Maternidad’ (1934), Julio González

‘Gran Maternidad’ (1934), Julio González. © Tate.

‘Proyecto para un monumento a Guillaume Apollinaire’ (1928), Pablo Picasso

‘Proyecto para un monumento a Guillaume Apollinaire’ (1928), Pablo Picasso. © Sucesión Pablo Picasso. VEGAP, Madrid, 2022

‘La guitarra' (1924) Pablo Picasso

‘La guitarra' (1924) Pablo Picasso. © Sucesión Pablo Picasso. VEGAP, Madrid, 2022

Después, con ‘Precedentes de la desmaterialización de la escultura: cubismo cristalino y purismo’ (París, c. 1918-1925), aborda el contexto que pudo facilitar el acercamiento de Julio González al cubismo. Tradicionalmente, se ha considerado que el artista llegó a la desmaterialización de la escultura por medio de Picasso. Pero la exposición plantea que, por el contrario, fue la influencia de los cubistas tardíos, agrupados bajo el denominado movimiento purista, lo que condujo al artista catalán a la investigación en torno a la escultura metálica y a la desmaterialización de los volúmenes.

Para ahondar en esta influencia cubista en la obra de González, la muestra continúa con ‘La desmaterialización en la tradición cubista’ (París, c. 1924-1930). En ella se analiza cómo la escultura cubista fue pasando del tradicional bulto redondo a otro tipo de piezas más desmaterializadas, cuyo ejemplo encontramos en obras como ‘La Guitarra’ (1924) de Picasso o ‘Arlequín’ (1930) de González, una pieza puramente cubista en la ya no existe masas ni volúmenes cerrados.

La quinta sección de la muestra se centra en la histórica colaboración de los dos genios para crear el monumento a Apollinaire. Bajo el título ‘La colaboración de González con Picasso’ (París, 1928-1932), esta parte de la exposición nos brinda la oportunidad de ver algunas de las obras que hicieron conjuntamente, en las que la fuerza creativa del malagueño tomaba forma gracias al dominio de la técnica de González. Entre ellas, figuran ‘Proyecto para un monumento a Guillaume Apollinaire’ (1928) o ‘Mujer en el jardín’ (1929), una de las esculturas más importantes del arte del siglo XX. Nacida a partir de la idea de collage cubista, esta escultura es lo más parecido a lo que Picasso había ideado para el monumento dedicado a Apollinaire; nunca se colocó en el lugar al que estaba destinada, y el artista la conservó en su castillo de Boisgeloup junto a otra versión que pidió a González, en este caso, realizada en bronce forjado.

Cuadro Casas junto al río
Carta de Egon Schiele

Pero durante sus años de colaboración con Picasso, González también trabajó de manera individual en otros proyectos escultóricos como podemos ver en ‘González: exploraciones en la escultura metálica’ (París, 1930-1932). Durante estos años el escultor llevó el concepto de desmaterialización al extremo a través de volúmenes descritos o sugeridos por el juego de formas planas o lineales ejecutadas en metal. Algunos de los mejores ejemplos de esta desmaterialización de los volúmenes escultóricos los podemos contemplar en ‘Deslumbramiento’ (1932), o ‘Gran Maternidad’ (1934), ambas presentes en la exposición.

Picasso también trabajó la escultura de manera independiente mientras colaboró con González, tal y como muestra la sección ‘Picasso: el taller del escultor’ (Boisgeloup, 1930-1932). En este tiempo el malagueño instala su taller de escultura en Boisgeloup y abandona la problemática de la desmaterialización en obras en las que el volumen, la rotundidad de las formas y la materia cobran todo el protagonismo, como se observa en ‘Cabeza de mujer, Boisgeloup’ (1931-1932).

Por último, la exposición repasa la huella de la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial en la obra de ambos artistas en ‘Picasso y González: Testimonios de guerra’ (París, 1937-1944), que nos muestra obras de ambos autores en las que se reflejan un cierto espíritu de época en el que el arte debía de comportar algún tipo de respuesta a la barbarie. Tal es el caso de piezas de González como ‘Pequeña Montserrat asustada’, (1941-1942) y ‘Hombre Cactus I’ (1939), obra en la que el escultor tomó por primera vez como referencia un cuerpo masculino.