En 2014, George Clooney dirigió un filme bélico inspirado en un libro, que contaba la historia de un reducido grupo de aliados encargado del rescate de obras de arte y otros objetos de importancia cultural robados por los nazis, o en peligro de destrucción, durante la II Guerra Mundial. El grupo y la película se llamaron The Monuments Men. Sin tanta parafernalia, su misión es comparable a la que desempeñan los hombres y mujeres que están detrás de la Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico. Vigilan las calles, observan los negocios y, en caso de necesidad, se lanzan a salvar los rótulos y carteles de las garras de los carteles de “se vende”, “se traspasa” o de una vulgar reforma de fachada.
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Los ‘monuments men’ que vigilan para que no desaparezca el patrimonio gráfico de tu barrio
Por Pilar Gómez Rodríguez
Contra la caída en el olvido de rótulos y carteles de las tiendas de barrio actúa un curioso grupo de personas bajo el nombre de Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico. Los reconocerás porque pasean mirando hacia arriba, vigilando, cuidando de que los elementos gráficos de las calles se queden, precisamente, en las calles.
Que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Sobre todo cuando ve descolgar el cartel de la panadería donde compraba los dónuts, el de la mercería donde a su madre le cogían las medias —si es que la expresión se entiende hoy día— o el de la última tienda de ultramarinos. “Yo me quedo con el del Cine Alameda de Sevilla, por ser el cine de mi barrio, donde vi mi primera película. Conseguir salvaguardarlo es, en parte, no perder esos recuerdos”. Al habla Alberto Gutiérrez Bárcena, uno de los miembros fundadores de la Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico. La componen un conjunto de personas que, hartas de preguntarse a dónde irán los rótulos de los comercios que amamos, decidieron organizarse y unir fuerzas.
El proyecto surgió en 2019 a raíz de una exposición de rótulos a cargo del colectivo Paco Graco. “Aquella era una ocasión perfecta para juntarnos las distintas cuentas de toda la geografía que, de forma individual, veníamos catalogando patrimonio gráfico. En la clausura pensamos que tendría sentido crear una asociación con la que tener más músculo y poder de actuación”. Los mencionados y altruistas ‘monuments men’ encargados de rescatar y salvaguardar piezas únicas de la gráfica urbana a punto de desaparecer.
En defensa del bar de viejos
Dicho y hecho. Enseguida se pusieron a la obra, “perfilando detalles como el nombre, logotipo, ideario etc… Al final, la puesta en marcha formal tuvo lugar en febrero de 2020, poco antes del confinamiento, cuando nos juntamos de nuevo para formalizar la asociación”, explica Alberto Gutiérrez. La Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico la forman personas, colectivos, entidades y seres variopintos de muy distintos perfiles y gremios profesionales (diseño, historia, arquitectura…). Tienen en común la convicción de que la pérdida de comercios históricos y emblemáticos, tanto en el centro como en los diferentes barrios, implica una pérdida de cultura y atenta contra un paisaje urbano que se uniformiza y empobrece.
“Queremos que la gente entienda y ponga en valor los distintos elementos que forman parte de nuestra cultura porque son el libro de estilo de nuestras ciudades, lo que conforma su personalidad. Un bar de viejos con su vidrio pintado, la cuenta escrita en tiza en la barra, sus servilleteros con palillero… Todo eso es propio de nuestra cultura y no lo encontrarás en Berlín. Perder esa identidad en favor de estéticas vacías importadas de Pinterest o Instagram o franquicias que uniformizan los barrios es perder tu identidad y cultura. ¿Qué sentido tendrá viajar cuando todas las ciudades sean iguales?”, se pregunta Alberto Gutiérrez. Él está detrás de la cuenta Retreros, socio de una red en la que también participan Tipos que importan, Zaragoza de luxe, Veo letras, Zamora patrimonio gráfico, Madame Letters, Tipo Bilbao, Tipos Málaga, Rótulos chuléricos Jaén, L mayúscula León, Barcelona Tipo o Letreiro Galería, en Portugal, quienes actualmente —y hasta finales de noviembre— exponen parte de su colección en el edificio IDB Lisbon.
El radio de acción del proyecto, pues, es la Península Ibérica. Y lo era prácticamente desde el principio: “La puesta en marcha de la Red Ibérica del Patrimonio Gráfico fue el pegamento que unió las diferentes iniciativas que a nivel individual cubrían ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Santander, Sevilla, Huelva, Málaga, Navarra, País Vasco, Oporto o Lisboa. Gracias a la exposición en medios y diversas actividades se ha ido visibilizando el proyecto y ha hecho que más gente se anime a dar el paso y sumarse a poner en valor el patrimonio gráfico de sus ciudades”.
Para dar el paso lo único que hay que hacer es estar en guardia. Las actuaciones se reservan para casos de urgencia, o sea, de destrucción o pérdida inminente del patrimonio gráfico. “A nosotros nos interesa que los rótulos permanezcan el máximo tiempo posible en la calle. Nuestra forma de actuar es la de una vigilancia activa, especialmente cuando vemos que pueden estar en peligro porque el negocio ha cesado su actividad. En el momento en el que su pérdida puede ser inminente, por ejemplo, en caso de obras, reformas, etc., nos ponemos en contacto con el jefe de obra o dueño para explicar el proyecto y gestionar la preservación del rótulo. Para eso es fundamental tener ojos en todas partes.
A veces el margen de actuación es muy corto, de modo que si paseando ves un rótulo en peligro o tirado, mejor que mandar una foto o ponerse en contacto con nosotros es actuar directamente: primero sálvalo y luego contacta. Recientemente, por ejemplo, nos compartieron unas ‘stories’ de Instagram de un antiguo rótulo que estaba tirado junto a unos contenedores en Madrid. Nuestro margen de actuación era muy limitado debido a la hora y la posibilidad de perderlo o que acabase roto. Al final nos movilizamos tanto internamente como por redes para intentar que alguien pudiese ponerlo a salvo. En este caso tuvimos suerte y conseguimos rescatarlo, pero otras veces, el tiempo entre que nos avisan y llegamos al lugar no es suficiente”.
Por supuesto se han encontrado casos de personas que saben apreciar lo que tienen entre manos. Porque hablamos de cultura y patrimonio, pero también de sensibilidad: “Hace poco el dueño del gimnasio T. Sánchez, el gimnasio en activo más antiguo de Madrid, me decía que, si Dios quiere, cambiar el rótulo será lo último que haga”. Pues ese es el espíritu y eso es de lo que más orgullosos se sienten en Patrimonio Gráfico, “de los rescates que no hay que hacer porque el dueño del local entiende el valor histórico que tiene. Por el contrario, siempre que perdemos un rótulo nos da rabia e impotencia, da igual cuál sea. Para nosotros no se trata de lo bonito o feo que pueda ser, sino la vinculación emocional y las historias que acompañan, que son parte del día a día de mucha gente”.
España, una deuda pendiente con su patrimonio
A estas alturas ya está claro que la mejor forma de disfrutar de este patrimonio es in situ, en la salsa de sus barrios y sus ciudades, pero para las piezas que ya se retiraron, ¿habrá museo? No parece fácil. De momento prácticamente toda la movilización es a título privado, autogestionado. “Nos encantaría que hubiese una exposición permanente o un espacio para mostrar todo este patrimonio gráfico rescatado al igual que ocurre en otras ciudades como Berlín, o los museos del neón en Las Vegas o Varsovia, pero de momento no ha habido mucho apoyo de las instituciones; a nivel económico y logístico prácticamente todo corre de nuestra cuenta”.
Y en esto sí que hace Alberto Gutiérrez una distinción entre España y Portugal, que son los ámbitos que cubre su red: “Ver las fachadas cerámicas de Oporto, preciosas, inmaculadas y sin grafitis y algunos de los ejemplos de publicidad cerámica que tenemos aquí da qué pensar. La de los laboratorios Juanse en Malasaña, por ejemplo, no dura sin pintadas un solo día. Eso sucede por falta de civismo y puesta en valor. La puesta en valor del patrimonio es una de las cuentas pendientes de este país. Si la gente no pone en valor lo que tiene difícilmente lo va a defender”.