Exposiciones

El paisaje apocalíptico de Igor Mitoraj llega a Valencia

Por Marta de Orbe

Ikaro screpolato (1998) Cortesía Ciudad de las Artes y las Ciencias.

La Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia se ha transformado en un paisaje apocalíptico gracias a la obra monumental del escultor Igor Mitoraj.

En 1968 Franklin Schanffner, director de El Planeta de los Simios, filmó una escena que se convertiría en un icono de la historia del cine. Un asalvajado Charlton Heston se postraba rendido antes los restos de la estatua de la Libertad, derruida y varada en una playa, confirmando el hundimiento de su propia civilización.

Aquel paisaje con signos apocalípticos tiene mucho que ver con el que podemos ver en los exteriores de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia hasta el próximo 16 de octubre, donde 15 obras monumentales del escultor Igor Mitoraj nos invitan a pasear entre mitos caídos.

A lo largo del antiguo cauce del río Turia, el paisaje habitual se va interrumpiendo con las esculturas en bronce de inmensas dimensiones. Unas piezas tan impresionantes que hacen inevitable que el espectador se pare a contemplar, no solo su gran escala, sino también su imponente belleza clásica.

Tindaro Screpolato (1998) Cortesía Ciudad de las Artes y las Ciencias.

La obra de Igor Mitoraj (1944-2014), se ha caracterizado principalmente por la ruptura, o más bien por romper. Romper el paisaje con la escala, romper la belleza con el concepto y plantear así unos diálogos sobre la necesidad de cuidar y recuperar los valores clásicos. Y para ello, el artista nos enfrenta de sopetón con nuestros mitos rotos.

Dioses, héroes, venus con toda la perfección y belleza del arte grecorromano en el que Mitoraj se inspiraba, pero rotos, caídos o cuarteados, dejados a su suerte por la historia. Una clara denuncia del abandono del arte clásico y las obras maestras de la antigüedad sufrido durante siglos y que se ha convertido en el ‘leitmotiv’ de su obra.

Ikaro Blu (2013). Cortesía Ciudad de las Artes y las Ciencias.

Ikaro Blu (2013). . ©
Cortesía Ciudad de las Artes y las Ciencias.

Hermanos (2010) Cortesía Ciudad de las Artes y las Ciencias.

Hermanos (2010)
Cortesía Ciudad de las Artes y las Ciencias.

Gambe Alate (2012). Cortesía Ciudad de las Artes y las Ciencias.

Gambe Alate (2012).
Cortesía Ciudad de las Artes y las Ciencias.

Eros alato Screpolato (2013) Cortesía Ciudad de las Artes y las Ciencias.
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Eros alato Screpolato (2013)
Cortesía Ciudad de las Artes y las Ciencias.

GIkaria (1996) Cortesía Ciudad de las Artes y las Ciencias.

Ikaria (1996)
Cortesía Ciudad de las Artes y las Ciencias.

Muchas de esas piezas monumentales ocupan de manera permanente paisajes urbanos de medio mundo. Puedes toparte con ellas en el Vaticano, en Missouri, en Pompeya y por supuesto en París, donde Mitoraj alcanzó su plenitud artística. Nacido en la Alemania ocupada por los rusos y criado en Polonia, donde comenzó sus estudios de arte en la Escuela de Cracovia, Mitoraj fue otro de esos genios del Este que encontraron en el París revolucionario de los años sesenta su lugar en el mundo. Allí descubrió que la escultura sería su lenguaje, allí celebró su primera exposición en 1976 y comenzó una carrera fulgurante de fama internacional y allí viven muchas de sus obras más relevantes en los escenarios menos esperados de las calles parisinas.

Por suerte en España, aunque no de manera permanente, también hemos podido disfrutar de sus impactantes piezas, en las que la tradición clásica se rompe con un toque de posmodernidad. En 2006 las calles de Vigo, en 2007 en Sevilla y en 2008 el Paseo del Prado de Madrid. Esta nueva oportunidad en Valencia, será la primera tras la muerte del artista en 2014.

Dedalo (2010) Cortesía Ciudad de las Artes y las Ciencias.

El diálogo que se establece siempre entre su escultura y arquitectura toma aún más relevancia en los alrededores de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Las construcciones de Calatrava otorgan al entorno un paisaje con tintes futuristas que se rompe con el peso de una antigüedad decadente, que reclama su cuidado y su recuerdo a través de estos 15 monumentales bronces.

El rostro de venus ajado y roto emergiendo de una de las piscinas, gigantescos héroes griegos cuarteados custodiando los puentes metálicos o cabezas de dioses magulladas y heridas en suspensión sobre los lagos artificiales, no solo acercarán al visitante a la impactante obra de uno de los escultores más exitosos de la segunda mitad del siglo XX, también le invitarán a una reflexión sobre la importancia de la preservación de la cultura clásica como símbolo de nuestra civilización. Lo contrario nos llevaría a convertir en realidad aquella escena apocalíptica de Heston ante sus mitos caídos.