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Los últimos escultores

Por Romina Vallés

: Esculturas de Eudald de Juana, entre el naturalismo y lo onírico.

La escultura es, posiblemente, la disciplina artística que nos suena más lejana en el tiempo. Porque pintores hay muchos pero, ¿aún quedan escultores? ¿Quiénes son y cómo trabajan (si es que pueden vivir de ello) en pleno siglo XXI?

Si hoy en día entras en el taller de un escultor y le preguntas cómo es eso de esculpir, lo primero que te dirá es que ellos, hoy en día, por lo general, no esculpen, sino que modelan. Cincelar el mármol, el alabastro o el granito es una de las técnicas clásicas de esta disciplina artística, la que empleó el escultor griego que creó a la ‘Victoria Alada de Samotracia’, Miguel Ángel para su ‘David’ o su ‘Piedad’; Bernini para ‘Apolo y Dafne’; Rodin para ‘El beso’; Josep Llimona para ‘El desconsuelo’ o Eulàlia Fàbregas para ‘Serenidad’, pero no es la única técnica y mucho menos la más utilizada.

A día de hoy, exceptuando reductos como Carrara o Almería, con larga tradición en sustraer a la piedra “lo que le sobra” para sacar la forma buscada, como dijo Buonarroti, los escultores trabajan, sobre todo, con sus dedos sobre el barro. Porque sí, a día de hoy, aunque cuando oigamos hablar de escultura automáticamente pensemos en la Grecia helenística, en un palacio florentino del siglo XV, en el altar de una catedral barroca o en un cementerio romántico, lo cierto es que “la escultura sigue viva, como lo ha estado siempre en la historia de la humanidad desde la Venus de Willendorf, los menhires, los dólmenes o los crómlech de Stonehenge”, apunta el Catedrático de Historia del Arte de la UMH Kosme de Barañano.

“Que la escultura ha estado siempre viva lo atestigua también el hecho de que algunos artistas que no eran escultores, como Picasso, Renoir, Degas, Matisse, o, en la actualidad, Lüpertz, Baselitz, Barceló o Antonio López se han sumergido a ratos en ella”, añade. Martínez Montañés, Pedro de Mena, Damià Campeny, Manolo Hugué, Pau Gargallo, Martín Chirino, Josep María Subirachs o Eduardo Chillida forman parte, igualmente, de nuestro imaginario escultórico. Más cerca, en la actualidad, están Koldobika Jauregui, Jaume Plensa, Joel Shapiro, Lita Alburquerque o Miquel Barceló. Y entonces nos parece que la historia se acaba aquí, que ya no habrá más escultores, porque su media de edad está en los 70 años y porque los jóvenes que estudian en esta disciplina son cada vez menos.

After Arcadia

No se puede negar que esta última afirmación es cierta, pero no la de que la escultura se vaya a acabar. “Cuando estudiaba en The Florence Academy of Art, los alumnos que escogíamos la especialidad de escultura éramos una minoría respecto a los que elegían pintura”, explica Eudald de Juana, escultor catalán de Figueres, Girona. A día de hoy, los matriculados en escultura en esta exclusiva academia ubicada en la matriz histórica del Renacimiento suponen el 26% respecto al total, según nos confirma el centro.

Quizá la escultura también sea minoritaria “porque es un oficio, hay que aprenderlo y experimentar constantemente hasta controlar técnicas y materiales. No puedes empezar por la creatividad, como al ponerte delante de un lienzo”, dice el escultor onuvense Martín Lagares. Y luego está toda esa infraestructura que se requiere: bloques de barro, horno para cocerlos, estructuras, moldes… “Eso no lo puede tener cualquiera en casa”.

El escultor Martín Lagares trabajando en su taller

De Juana tiene solo 34 años, pero ya ha exhibido sus obras en galerías de Bélgica, Francia, Lisboa o Cadaqués, expone dos o tres veces al año, y tiene obras permanentemente en el Palau de la Música Catalana, el Museo europeo de arte moderno (MEAM) o el cementerio de Milán, auténtico museo al aire libre de arte funerario con obras de algunos de los escultores más reconocidos de los siglos XIX y XX. Los monumentos civiles y religiosos de Lagares (1976), riegan numerosas ciudades del sur de España; expone, de media, tres veces al año y su marca de la casa consiste en las ‘performances’ de modelado en directo en las que, en apenas 20 minutos, retrata el rostro -y la esencia- de quien posa para él.

“Voy desbordado de trabajo”, coinciden ambos cuando hablamos con ellos. Estos días Lagares debe ultimar una figura ecuestre, un retrato y varios de sus característicos besos de barro, responsables de su éxito en Instagram dos años atrás, donde tiene casi 100.000 seguidores. Esta red social le supone el 50% de las ventas, muchas de las cuales vienen de Alemania, EEUU, Francia y hasta Corea; el resto llegan por la vía clásica: galerías, ayuntamientos y otras instituciones. La misma proporción sirve para de Juana, que igualmente roza los 100.000 ‘followers’. Sus encargos irán, sobre todo, a colecciones privadas de EEUU, Canadá, Francia, Alemania, Kuwait, Hong Kong y España.

El escultor Grzergorz Gwiazda experimenta con el papel y la pintura.

El resultado final de modelar el barro será para ambos una escultura de arcilla o bien, a partir de un molde de esta, una pieza de bronce o resina, material que se ha convertido en tendencia en los últimos años. Igual que la pintura sobre las esculturas, como hace en ocasiones de Juana para darles otra dimensión, o el polaco Grzergorz Gwiazda (1984), que también juega con el papel para dar forma a sus personajes disueltos, los que le han valido el título de ‘El Rodin del siglo 21’ por esa experimentación que borra las figuras y que, en su medida, también está presente en las esculturas oníricas de Eudald o en esa especie de Modernismo licuado por el tiempo de las de Martín.

Impresión 3D e inteligencia artificial

La impresión 3D es una de las grandes novedades aplicables a la escultura, que, según estos artistas podría servir para pequeños formatos y como refuerzo, pero no tanto, quizás, como única técnica, “ya que se pierde la frescura de trabajar con las manos”, opinan. En el extremo opuesto, el escultor Federico Clapis (1987) ha decidido centrarse en su producción digital en 3D para vender sus NFTs. Por otra parte, en 2018 el sistema de inteligencia artificial IBM Watson fue capaz de analizar la obra de Gaudí para construir una escultura con su mismo estilo y el programa Midjourney dibuja el concepto que le pidamos en dos o tres dimensiones.

Más allá de estos jóvenes escultores con más repercusión en las redes sociales, hay otros tantos que mantienen este arte vivo, como Vittorio Lavazzo, Bruno Walpoth, Takatoshi Kuronuma, Cesar Orrico o Fabio Viale, con un estilo de base naturalista, o Hahn Sutung, Justin M. Zielke y Jorge Palacios, que llevan más lejos la experimentación en concepto y materiales. Allí, en Instagram, se pueden ver sus galerías, descubiertas por el mundo algunas veces gracias a los curadores de arte como @watts.on, @love.watss o @aureta, cuyas menciones, gratuitas o de pago en sus perfiles, pueden hacer que el número de seguidores se dispare en cuestión de días.