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¿Genocidio cultural? El mapa del arte ucraniano destruido por Rusia

Por Pilar Gómez Rodríguez

Ukrainian mosaics projected onto the walls of the Old Royal Naval College

¿Se puede hablar de “genocidio cultural” en la guerra entre Rusia y Ucrania? La expresión sobrevuela los últimos conflictos armados con ejemplos como la destrucción de la biblioteca de Sarajevo o la de los icónicos budas de Bamiyán, pero su definición es difusa y conlleva riesgos. Una exposición ha digitalizado ahora el arte ucraniano destruido o amenazado por Rusia.

De la misma manera que el lenguaje de la guerra no es el de la enfermedad, tampoco es el de la cultura. O no debería serlo. Pero la época de guerra suele venir con rebajas para las expectativas éticas y la expresión “genocidio cultural” resonó en la última Conferencia General del ICOM (Consejo Internacional de Museos), recientemente celebrado en Praga. La pronunció Anastasiia Cherednychenko, vicepresidenta de ICOM Ucrania, quien afirmó que lo de Rusia en Ucrania era un "genocidio cultural" y que ICOM Rusia había violado el código ético de la organización.

Pocos días antes, la Junta Directiva de dicho organismo había aprobado por unanimidad una recomendación para establecer un protocolo a la hora de abordar los conflictos como parte del proceso de revisión del Código de Deontología del ICOM para los Museos. El texto decía que “el ICOM condena enérgicamente la destrucción deliberada del patrimonio cultural ucraniano por parte de Rusia y le recuerda sus obligaciones como Estado Parte en la Convención de La Haya de 1954 para la protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado y su Primer Protocolo”.

ICOM Ucrania fue más allá y acusó a la comunidad internacional de museos de ser "cómplice de estas violaciones" si no tomaba medidas contra la sección rusa de la organización, instando a la expulsión del organismo. Es una decisión peliaguda ya que desde su fundación en 1946, tras la Segunda Guerra Mundial, el ICOM nunca ha expulsado a un comité nacional.

Photo credit - Andrii Perevodchyk for the Ukrainian Institute

Una exposición que recrea las obras destruidas o amenazadas

Genocidio o no, lo que está claro es que la destrucción bélica afecta a obras artísticas y enclaves culturales de especial importancia para Ucrania. Según datos de la Fundación Ucraniana para la Cultura son alrededor de 450 las que han resultado parcial o totalmente destruidas. De hecho, ya existe un mapa ‘de pérdidas culturales’, construido gracias a las aportaciones en forma de fotos o vídeos de testigos de estos casos de devastación cultural posteriormente verificados. Entre los ejemplos no faltan numerosos casos de mosaicos monumentales como los paneles del ‘Árbol de la vida’ y ‘Boryviter’ (Cernícalo) realizados por un grupo de destacados artistas ucranianos con Alla Horska a la cabeza, una figura importante del movimiento de la disidencia ucraniana de los años 60. Fueron creados en Mariupol en 1967 en los locales del antiguo restaurante ‘Ucrania’ y destruidos por el bombardeo ruso del 22 de julio de 2022.

Y entre la devastación y la esperanza, entre la memoria y el futuro —uno de los lugares privilegiados donde el arte despliega todo su potencial— la recreación de esta y otras obras ucranianas es lo que ha tratado de enseñarnos la exposición digital Discover Ukraine: Bits destroyed, una instalación audiovisual que se ha podido ver sobre las paredes del Old Royal Naval College en el Festival Internacional de Greenwich+ Docklands en Londres.

Boryviter (Kestrel) by Alla Horska, before and after the shelling (Credit_ Yevgen Nikiforov)

En ella se ha tratado de dar una nueva vida a más de 50 mosaicos monumentales proyectados en el marco de la Temporada Cultural Reino Unido-Ucrania del British Council y el Instituto Ucraniano. Inevitablemente el contexto bélico hace que la celebración tome un matiz reivindicativo y de toma de conciencia sobre el daño que las guerras causan en la cultura y la memoria . Inevitablemente el significado de esta obra va mucho más allá de los tres días de proyección. De hecho, ni siquiera ha sido creada en los últimos meses, sino que fue elaborada originalmente en 2019 como un homenaje a la tradición ucraniana del mosaico, una forma artística que singulariza la tradición arquitectónica de los espacios públicos de ese país. A su estudio se ha dedicado intensamente el comisario del proyecto y fotógrafo kievita Yevgen Nikiforov, que lleva casi una década fotografiando y documentando estas obras mediante su proyecto Mosaico Soviético Ucraniano.

"Hace tres años reunimos docenas de los mosaicos más interesantes para, mediante una proyección animada, ofrecer una nueva mirada al arte monumental de Ucrania en el siglo XX", afirma al respecto Nikiforov. "Ahora, estos objetos únicos están amenazados, como todo el patrimonio ucraniano. A través de la exposición de estas obras en Londres, inscribimos esta capa de la cultura ucraniana, aún no suficientemente estudiada, en la historia del arte mundial". Discover Ukraine: Bits destroyed está producida por el Instituto ucraniano y el equipo creativo de Rock 'n' Light Studio, con música a cargo del dúo instrumental ucraniano Ptakh Jung y las fotografías de Nikiforov.

Ukrainian mosaics projected onto the walls of the Old Royal Naval College_Photo_Credits_British_Council 4 1

“Nadie va a interferir en nuestra ofensiva”. Estas palabras no son de ningún político o estratega, ni director de operaciones militares, sino del director del museo Ermitage de San Petersburgo, Mijaíl Piotrovski. Las enunció recientemente en una entrevista en el periódico oficial Rossiyskaya Gazeta, donde comparaba la guerra con una exportación de la cultura rusa: “Nuestras recientes exposiciones en el extranjero constituyen una poderosa ofensiva cultural. Si se quiere, una especie de ‘operación especial’ con la que mucha gente no está de acuerdo. Pero vamos a ir. No se puede permitir que nadie interfiera en nuestra ofensiva”. Genocidio, ofensiva, guerra cultural…

Lo malo de las palabras es que en un momento dejan de ser tan solo eso, palabras, y como si no fueran suficiente por ellas mismas, “hay que agregarle el puñetazo”, escribe el laureado traductor y autor Adan Kovacsics en el libro ‘Karl Kraus en los últimos días de la humanidad’. En esta obra se ocupa de la pérdida de peso de las palabras, un vaciado nunca inocente pues el hueco liberado, en época de guerra, siempre está presto a rellenarse con sangre. Así, en ‘La tercera noche de Walpurgis’ que Kraus escribe en 1933, se lee: “Cuando estos políticos de la violencia todavía hablan de ‘mostrar el puño al enemigo’, de ponerle ‘el cuchillo en el cuello’ y de ‘taparle la boca’ (…) lo único que sorprende es que usen aún alguna frase hecha que no hagan realidad. El gobierno que ‘aplastará con toda contundencia a quien se le oponga’, lo hace realmente”.