Protagonistas

Deja de despilfarrar y vive una vida más serena (lo dice Dieter Rams)

Por Lorena Bustabad

Retrato del diseñador alemán Dieter Rams

El padre del diseño moderno es un nonagenario alemán que reside en la casa que él mismo ideó. Su discurso resulta profético medio siglo después. Rams, que adelantó las líneas cúbicas y diáfanas que encumbraron a Apple, no tiene ordenador (ni lo quiere)

Dieter Rams es al diseño lo que Nikola Tesla a la electricidad o Edison a la bombilla. Y es que, a sus 90 años, sus ‘Diez Principios del Buen Diseño’ siguen tan vigentes como las proporciones ideales del Hombre de Vitruvio que salió de la genial mano de Leonardo da Vinci.

Intrínsecamente racional y eficiente, el diseñador industrial anticipó en varias décadas las líneas cúbicas limpias y el minimalismo del que se valió Stebe Jobs para crear sus primeros iPhone; imprimió su marca en decenas de electrodomésticos Braun -que, por cierto, siguen inspirando a los de hoy en día-; y diseñó la maquinilla de afeitar de Gillette más vendida de la historia, aquella con cabeza basculante y un mango de metal y plástico para que no se resbalase.

Si echan un vistazo a la encimera de su cocina, es probable que conserven un exprimidor eléctrico de Rams para Braun perfectamente integrado en un rincón, tan moderno y funcional como la primera unidad que se ensambló. Tocadiscos, radios, secadoras, batidoras o incluso básculas salían de su lápiz incansable. Pero no solo aparatos y electrodomésticos, sino también muebles y hasta bolsos como el que regaló a su esposa. Suya es la estantería universal 606, un sistema de almacenamiento modular de los años 60´s que le lleva décadas de ventaja a Ikea.

Radio tocadiscos portátil TP1, Braun, 1959.
620 Lounge Chair and Ottoman, 1962

‘“El diseño de los últimos cien años no se entendería sin él'', nos explica Phil Kenny desde Vitsoe, empresa dedicada en cuerpo y alma a preservar y reivindicar su legado y que nos atiende porque a estas alturas Dieter obviamente ya está a otra cosa. “Su discurso tiene más de 45 años e ilustra que, definitivamente, fue un adelantado a su tiempo”.

El padre del diseño moderno es hoy un nonagerio ilustre que reside en Kronberg, una pequeña ciudad al norte de Frankfurt, en una casa ultra blanca que él mismo dibujó -la única- junto a su mujer, la fotógrafa Ingeborg Rams. A lo largo de su carrera profesional solo trabajó para dos firmas, Braun y Vitsoe, pero no necesitó más para dejar su impronta. Su máxima fue Weginer aber besser (menos, pero mejor).

Ocurre lo mismo con su discurso, que viene clamando desde 1970 por la sostenibilidad y la eficiencia para poner fin al despilfarro y al consumo disparatado en un planeta con recursos finitos. Cincuenta años después, sus llamadas a frenar la escalada consumista y apostar por el slow life y una vida más verde tienen, si cabe, más sentido que nunca tras la Agenda 2030.

dieter-rams-design-Braun-FS80

No tiene ordenador y tampoco lo quiere, cuentan sus allegados. Es más, la única pantalla que hay en su casa es un viejo televisor y su ocio lo reparte entre un jardín de estética japonesa y una piscina climatizada para mitigar los dolores de espalda de muchos años reclinado sobre la mesa de dibujo. Una paradoja teniendo en cuenta que es el hombre que inspiró el imperio tecnológico de Apple.

Defensor a ultranza de la sobriedad de un “diseño honesto'' y la sostenibilidad en el consumo, imprimió a todos sus proyectos el dogma de que la sencillez es la máxima sofisticación. Desde su fundación, -Dieter e Ingeborg Rams en Kronberg- llama “a poner fin a la era del despilfarro y a vivir vidas más serenas y significativas” y su modesta y única vivienda, un bungalow en forma de L ya está catalogada y protegida para convertirse en museo.

Patio trasero de la casa de Dieter Rams

Discreto y poco amigo de los focos, sus piezas se exponen en el MoMa de Nueva York y su discurso de 1976 en la ciudad de los rascacielos resulta hoy profético: “En un mundo que se está llenando a un ritmo desconcertante, que es destructivamente ruidoso y visualmente confuso, el diseño tiene la tarea de ser silencioso, de ayudar a generar un nivel de calma que permita a las personas volver a sí mismas”, manifestó.

Dieter Rams mantiene hoy la inquietud por un consumo excesivo en un planeta de recursos finitos y se pregunta por el efecto que autopistas, torres de alta tensión y bloques de edificios tienen en nuestra psique. “Me imagino que nuestra situación actual hará que las generaciones futuras se estremezcan ante la desconsideración en la forma en que hoy llenamos nuestros hogares, nuestras ciudades y nuestros paisaje con un caos de trastos variados. De hecho, el colapso de todo el sistema puede ser inminente”, alertaba Vitsoe.

Aparatos diseñados por Dieter Rams

“¿Qué es un buen diseño?”, se preguntó. “El diseño del producto es la configuración total de un producto: su forma, color, material y construcción. Debe cumplir su función y propósito de manera eficiente. Funcional en sí mismo pero también como parte de un sistema: el hogar. Un diseñador no debe considerarse a sí mismo como un artista. Buen diseño significa, para mí, el menor diseño posible”, declaró.

“Existe una creciente e irreversible escasez de recursos naturales. Esto debe obligarnos a racionalizar. Los tiempos del diseño irreflexivo, que solo pueden florecer en tiempos de producción irreflexiva para el consumo irreflexivo, se acabaron. No podemos permitirnos más desconsideraciones”, alertó. Podría repetirlo hoy mismo desde su casa de Kronberg y todavía deberíamos sonrojarnos.