Arquitectura

Movimiento metabolista, o el día en que a alguien se le ocurrió la genial idea de que podíamos vivir en 10 m2

Por Rocío Romero

 ©Aykut Aydoğdu

En 1972 se construyó en Tokio una torre formada por 140 cápsulas de 10 m2. Por entonces, en España era impensable vivir en espacios tan reducidos. Ahora, tras iniciarse su demolición, la puerta del debate ha vuelto a abrirse: ¿cuál es el espacio mínimo en el que debe vivir una persona?

A bres una puerta. Frente a ti, a mano izquierda, unas cuantas encimeras encajadas de pared a pared, con un par de fuegos y una pequeña nevera. En el tabique del fondo un enorme ojo de buey, y debajo una cama que ocupa todo el ancho de la habitación . A la derecha, junto a la entrada, un diminuto cuarto de baño similar al de los aviones. ¿El espacio de la casa? Apenas 10 metros cuadrados.

A muchos la distribución de esta vivienda podría recordarles, en cierto modo, a alguno de los pequeños pisos céntricos de escasos 25 metros cuadrados que se alquilan en grandes ciudades como Madrid, y por los que se pagan alquileres que superan, en muchos casos, los 600 euros. Pero lo cierto es que este apartamento se encuentra a más de 10.000 km de distancia de la capital y probablemente cuando fue construido, muchos españoles ni siquiera concebían la idea de vivir en un espacio tan pequeño.

El arquitecto Kisho Kurokawa dio forma a la Nagakin Capsule Tower en el barrio de Ginza (Tokio) en 1972. Se trata de una torre formada por 140 cápsulas de acero inoxidable en la que, más allá del reducido tamaño, incorporó una particularidad: cada módulo está conectado a la estructura principal únicamente por cuatro tornillos. De esta manera las cápsulas pueden ser sustituidas cuando se deterioren; y en tan solo unos días. Fue el primer edificio basado en la idea de los habitáculos cápsula en el país asiático: los fabricaban fuera de la ciudad y después los transportaban. Algo similar a lo que podemos ver hoy en día, por ejemplo, con las casas modulares formadas por contenedores de hormigón.

Edificio cubículos
Interior edificio cubículos

Hoy es todo un símbolo del movimiento metabolista que empezó a brotar en Japón en 1959 de la mano de Naburo Kawazoe y que buscaba, precisamente, diseñar ciudades más flexibles para dar respuesta a una idea de urbe del futuro cada vez más masificada. “Surgió por pura necesidad. Los precios eran muy altos, la población seguía creciendo y había escasez de espacio para todos. Tokio es una ciudad muy encarada al trabajo, los ejecutivos que vivían a las afueras solían trabajar hasta tarde y necesitaban una alternativa para no viajar una o dos horas diarias hasta su puesto de trabajo”, cuenta Román Izquierdo, CEO del estudio Roman Izquierdo Bouldstridge y experto en arquitectura japonesa.

Las cápsulas fueron concebidas para durar 25 años. Ahora, tras las complicaciones surgidas para renovarlas, se ha optado por su demolición. Y en este camino se ha vuelto a abrir la puerta del debate sobre si este tipo de viviendas son o no las correctas.

“El problema es que la discusión va más allá del edificio en sí. Debemos pararnos a valorar si seguir ofreciendo 10 m2 a la gente es lo correcto, porque cada vez se construyen espacios más reducidos en Japón y en otras partes del mundo”, dice Izquierdo. Y es que, con la Nagakin Capsule Tower, Kisho Kurokawa determinó el siglo pasado que este tamaño era suficiente para vivir, “¿pero es realmente lo que necesitamos los seres humanos?”, se pregunta.

Habitáculo pequeño
Viviendas pequeñas en Madrid, ¿es realmente una necesidad?

“Se ofrece magnífico piso en Malasaña”. Son las palabras con que cierto anunciante, precisamente, introduce en Idealista la descripción de una vivienda situada en este distrito madrileño. Es un primero de 25 m2, interior y sin ascensor. En el dormitorio, únicamente, una cama que deja escasos centímetros de suelo a cada lado desde el lateral del colchón hasta la pared. No se puede dar ni un solo paso en el interior. Algo parecido a lo que ocurre en el baño. En la cocina y en el salón podremos extender algo más nuestras piernas: quizás, unas cinco o seis zancadas. Y todo esto por el módico precio de 600 euros al mes.

En los años 60 y 70 las nuevas construcciones, aunque utilizaban materiales de dudosa calidad, tenían tamaños razonables

Se trata de una publicación de agosto de 2022, y probablemente no sean muchos los sorprendidos al verla. Pero si hubiéramos leído este mismo anuncio en el año que se construyeron las cápsulas de acero en Tokio, la cosa cambiaría: “Era impensable en España. En los años 60 y 70 las nuevas construcciones, aunque utilizaban materiales de dudosa calidad, tenían tamaños razonables. De hecho, las de 70 m2 ya se consideraban pequeñas”, asegura Gerardo Roger, arquitecto y profesor de Urbanismo del Instituto Pascual Madoz de la Universidad Carlos III.

Pero la tendencia no tardó en llegar. ¿El motivo? Según Roger, nada que ver con el crecimiento de la población ni con una falta de espacio para cubrir la demanda como podría ocurrir en Tokio: “En Madrid hay suficiente suelo para que todos puedan vivir en apartamentos con tamaños razonables, y dudo mucho que alguien prefiera un piso pequeño. Esta tendencia llegó a nuestro país por una cuestión puramente económica. En los años 80, con el ‘boom’ desarrollista, se descubrió el sector inmobiliario como un negocio en el que se podía obtener un suelo barato, construir y vender a precios desorbitados. La gente vive en pisos pequeños porque, por cuestiones económicas, no les queda otra opción”.

Anuncio Idealista
Anuncio Idealista

Así, Roger opina que una persona, para vivir, necesita unos mínimos que se alejan de los 10 m2 de las cápsulas asiáticas y, también, de los 25 del anuncio madrileño. “Necesitamos espacios amplios para satisfacer nuestras necesidades de dormir, comer, asearnos y cocinar. Hablamos, en mi opinión, de unos 40 m2 por persona”. Izquierdo, por su parte, es algo más ambicioso, y eleva esta necesidad mínima a los 50 m2: “Para dormir podríamos asumir un tamaño menor, pero para vivir no. Cada vez es más frecuente ver reformas que consiguen crear viviendas con baño, salón, dormitorio y cocina en escasos metros cuadrados. Se consigue con armarios empotrados, por ejemplo, que se convierten en camas. Pero, en mi opinión, es inconcebible para una persona permanecer ahí a la larga, y aunque los límites que establece la normativa son asumibles, necesitamos más ambición”.

Estas competencias en materia de vivienda están en manos de las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos. El Plan General de Ordenación Urbana de Madrid (PGOU), por ejemplo, para las nuevas construcciones, establece un tamaño mínimo de 40 m2 útiles, que aumentan los 38 m2 establecidos anteriormente. Y si se trata de un estudio, se puede reducir hasta 25 m2. “Los promotores quieren el máximo número de unidades para sacar rentabilidad, pero afortunadamente ese número casi siempre lo fija la normativa, y hablamos de tamaños entre 2,5 y 4 veces superiores a las cápsulas de Japón. La única ciudad con una presión demográfica ligeramente asimilable a Tokio en España es Madrid, de modo que es posiblemente la única en la que el cliente acepte un tamaño mínimo de vivienda”, comenta César Frías, CEO de Morph Estudio.

‘Coliving’, o cómo vivir en 5 m2 compartiendo zonas comunes

Por poner un ejemplo. Uno de los casos más recientes (y, quizás, más polémicos en España) son los llamados pisos colmena: viviendas con espacios comunes que cuentan con cubículos que miden menos de 5 m2, con apenas un armario y una pequeña cama. Los ayuntamientos de Madrid y Barcelona se negaron tajantemente cuando la promotora Haibu 4.0 los puso sobre la mesa, aludiendo que son ilegales en la capital por incumplir la normativa urbanística. “Tenemos que distinguir entre pasar una noche y vivir, y 5 m2 no pueden asumirse. No obstante, esta idea de ‘coliving’ se está fomentando cada vez más, algo que ya podemos ver en los parques públicos de vivienda europeos, y funciona muy bien”, dice Roger.

El ‘coliving’ es un modelo residencial basado en alquilar una habitación y compartir áreas comunes. “Con esto vemos cómo está cambiando la forma de habitar. El pequeño tamaño de sus espacios privados se compensa con el tamaño de las zonas y servicios comunes y ya se está regulando. Este modelo era muy común en la España de mediados y finales del siglo XX, cuando el alquiler de una habitación de la propia casa o el arrendamiento de una vivienda particular a múltiples usuarios era, y sigue siendo, una práctica habitual”, asegura Frías.

Piso pequeño

De cara al futuro, el CEO de Morph Estudio no ve una tendencia a reducir el tamaño de las viviendas en el mercado regulado, más bien al contrario: “La normativa es cada vez más exigente. La infravivienda, de tamaño por debajo del regulado, pertenece a mercado no profesionalizado de vivienda antigua, posiblemente compartida, en barrios de mucha demanda”.

En todo caso, Roger considera que la única solución para acabar con el problema de los altos precios por viviendas de tamaño reducido es la construcción de vivienda pública en alquiler: “Es una obligación de la Administración, como ya hacen en el resto de Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Es la única forma de acabar con la especulación y que las personas puedan permitirse vivir en hogares con un tamaño mínimo en las grandes ciudades”. Izquierdo, por su parte, opina que además de poner las trabas necesarias a los promotores, los poderes públicos deberían fomentar la vuelta a las zonas rurales: “Si potenciamos las viviendas en los pueblos con buenas conexiones, la gente no dudaría en marcharse para poder vivir en espacios amplios. Es una necesidad básica del ser humano, y lo hemos visto con la pandemia”.