Exposiciones

Muerte, desamor y violencia en la nueva retrospectiva de Frida Kahlo

Por Marta de Orbe

Autorretrato con changuito

La primera exposición que se dedica a la artista mexicana en nuestro país en 40 años, presenta una recopilación pictórica y fotográfica de su vida y obra.

Es una de las artistas más influyentes del siglo XX, protagonista principal de las vanguardias americanas, pionera feminista, revolucionaria, cercana al trotskismo, icono de México e imagen estampada en camisetas, cuadernos o pósteres. Frida Kahlo no necesita presentación. ¿O quizás sí?

Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón era una niña a la que no le interesaba especialmente pintar. Tras un accidente de tráfico sin embargo, su madre le mandó fabricar un caballete especial para que pudiera utilizar estando postrada e inmóvil boca arriba, colocando un espejo en el techo en el que poder verse. Ahí surgió el germen de una obra universal y profundamente intelectual en el que dolor físico, psíquico y social, se convertirían en el motor e inspiración de muchas de sus mejores obras.

Entrada a la exposición en la Fundación Casa de México en Madrid

Hasta el próximo 30 de noviembre, Casa México reúne algunas de esas obras en ‘Alas para volar’, la primera exposición dedicada a la artista mexicana en nuestro país en más de 40 años. Una oportunidad única para conocer a la Frida más personal a través de un relato biográfico compuesto por 31 obras originales, 91 fotografías y una instalación con páginas de su diario.

La muestra nos acerca a la verdadera Frida, la artista que consiguió canalizar su sufrimiento creando obras en las que trataba temas universales como la muerte, el dolor, el desamor, la violencia de género o la maternidad, desde su más profunda intimidad. “Mi pintura lleva dentro el mensaje del dolor… Todo lo que me duele lo sustituye la pintura”, se puede leer en alguna de las frases colgadas en la instalación de su diario.

Paseando por las cuatro salas del edificio que ocupa el recorrido, los episodios más personales y trágicos de la vida de la autora se presentan a través de sus obras. Desde ‘Retrato de Alicia Galant’ (1927), considerada su primera obra y realizada en reposo total tras el fatídico accidente, hasta una de sus obras maestras ‘La columna rota’ (1944) una manifestación personalísima de su lamentable deterioro físico y emocional en la que Kahlo se retrata en su extrema delgadez y con una columna vertebral convertida en columna jónica despedazándose. Entre una obra y otra pasaron casi veinte años, en los que la desdicha siguió siendo la protagonista de la vida y la obra de la artista.

La columna rota de Frida Kahlo

‘La columna rota’ (1944). ©
CORTESÍA FUNDACIÓN CASA DE MÉXICO EN ESPAÑA

Autorretrato con changuito de Frida Kahlo

‘Autorretrato con changuito' (1938).
CORTESÍA FUNDACIÓN CASA DE MÉXICO EN ESPAÑA

Unos cuantos piquetitos de Frida Kahloa

‘Unos cuantos piquetitos’ (1935).
CORTESÍA FUNDACIÓN CASA DE MÉXICO EN ESPAÑA

Retrato de Alicia Galant de Frida Kahlo

Retrato de Alicia Galant (1927).
CORTESÍA FUNDACIÓN CASA DE MÉXICO EN ESPAÑA

Frida, Diego y los abortos

En 1929 Frida sufrió lo que ella misma denominó como ‘su otro gran accidente’, su boda con Diego Rivera. Su matrimonio con el otro gran representante de la vanguardia mexicana fue decisivo para su carrera artística y la llevó a alcanzar un papel fundamental en la historia del arte americano del siglo XX. Rivera la introdujo en los círculos internacionales de la intelectualidad del momento, la inició en el comunismo de la mano de su amigo personal León Trosky y despertó en ella un furor nacionalista basado en la identidad nacional del México posrevolucionario que introduciría en sus obras a partir de los años treinta.

Cuadro Diego y Frida

Pero a nivel personal aquella unión tuvo más lágrimas que sonrisas para la artista. Las continuas infidelidades de Rivera causaron en Frida profundas depresiones y una conciencia sobre el feminismo, la violencia de género y el patriarcado que también encontramos en la muestra a través de obras como ‘Diego y Frida’ (1944), pintada como regalo a Rivera en su decimoquinto aniversario de boda. En ella representa la mitad de ambos rostros, pero no encajan bien; a él lo vemos sonriente y a Frida seria, pero ambos encarnan una alegoría de lo que no puede existir sin lo otro. También nos encontramos con ‘Unos cuantos piquetitos’ (1935), inspirada en un feminicidio pasional de la época y con la que quiso hacer alusión al tórrido romance que Rivera mantuvo con su hermana Cristina Kahlo.

La desgracia no dio tregua a la ilustre mexicana. En 1930 sufrió su primer aborto a causa de las lesiones en la pelvis sufridas en el accidente de autobús. Aquello la creo otra de sus obsesiones, la fecundidad y la maternidad, que representó de manera sublime en ‘Frida y el aborto’ (1932), la única litografía que realizó durante su trayectoria y que también está presente en la muestra. Su segundo aborto, en 1932, la sumió en una terrible depresión de la que jamás se recuperaría, y que plasmó en obras como ‘Hospital Henry Ford’ (1932). En ella una Frida postrada en cama se desangra con símbolos maternales alrededor, como el feto de su propio hijo o su hueso pélvico. Dos años después padecería su tercer aborto que la volvería a dejar postrada en la cama durante meses y denostaría aún más su salud para siempre.

Obras de Frida Kahlo

Su dolor crónico y la depresión que soportaba su estado mental inspiraron algunas de sus obras más representativas como ‘Sin esperanza’ (1945), una obra perturbadora en la que la artista vuelve a retratarse postrada, famélica y alimentada por un embudo desde el que recibe peculiares alimentos como un cráneo de azúcar con su propio nombre.

Las continuas convalecencias a las que estuvo sometida la originaron una gangrena irreversible que provocó la amputación de su pierna desde la rodilla en 1953. Tras aquella última desgracia, Frida sobrevoló el suicidio en un par de ocasiones hasta que la mañana del 13 de julio de 1954 falleció en su famosa ‘Casa azul’ de Coyoacán, donde había vivido con Diego Rivera. “Espero alegre salida y espero no volver Jamás”, con esta frase Frida se despidió de una vida que transcurrió entre el dolor y la genialidad y de la que ahora podemos disfrutar de un fiel retrato gracias a Casa México y ‘Alas para volar’.