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Los ‘malditos’ de Instagram

Por Romina Vallés

Ilustración Pachu Torres

La censura acecha en Instagram a cada pezón, a cada pose erótica, a veces, ante una imagen inocua interpretada como sexual por un algoritmo. ¿Qué hay detrás de esta espada de Damocles que borra publicaciones y elimina cuentas, y cómo está influyendo en los creadores?

Tu contenido se ha eliminado por infringir nuestras normas. Podrías perder el acceso a tu cuenta en un futuro”. Pachu Torres acaba de recibir -por enésima vez- este mensaje de parte de Instagram. “Ahora, como mínimo, te avisan; hace años me llegaron a borrar las cuentas de un día para otro”. Lo de ‘cuentas’ es en plural porque este ilustrador erótico atesora un récord de creación de cuentas tras la guadaña de la censura: 12 nuevos perfiles de Instagram desde 2012 por publicar sinuosos cuerpos de mujeres bañados por luces de neón gozando de su sexualidad. “Ni siquiera es sexo explícito. Al final tienes que buscar la manera de sortear la censura para que no te puedan decir que infringes las normas. Si dibujas una chica masturbándose, la pones en una postura menos explícita, que solo insinúe”.

Ilustración Alicia Rihko

Otra forma de esquivar a la censura es, como hizo él, crear cuentas ‘backup’ en paralelo a su perfil principal, hacia donde canalizar a sus seguidores cuando el río (de la censura) suena. “A mí me pilló desprevenida, nunca pensé que me eliminarían el perfil, pese a haberme borrado algunas imágenes”, expone Alicia Rihko, a quien cerraron la cuenta hace algo más de medio año. Perdió a todos sus seguidores, más de 120.000. Perdió también su ‘modus vivendi’. “Tuve que cerrar mi tienda ‘online’, que dependía totalmente de Instagram y empezar de cero. No te imaginas lo que lloré y luché por recuperar la cuenta y fue imposible. Una red social no puede jugar así con la economía y, lo que es más grave, la salud mental de las personas”, se lamenta la ilustradora, que dibuja parejas amándose con un estilo más sensual que explícito.

Ilustración Apollonia Saintclaire
Entre el algoritmo y lo humano

El año pasado Instagram borró del perfil de la ilustradora Malika Favre el cartel que había diseñado para la carrera que se celebra cada año en la fiesta mayor de Barcelona, la Mercè, porque su inteligencia artificial consideró que una mujer con una corona cuyos dientes son personas corriendo y dos silbatos como pendientes era sexualización. Horas después, la red volvió a republicar la imagen. También en 2021 eliminó el cartel de la película ‘Madres paralelas’, de Almodóvar, de la cuenta de su diseñador, Javier Jaén, por mostrar la fotografía de un pezón rezumando leche. A la ilustradora y ‘performer’ Claudia Sahuquillo le eliminaron el perfil dedicado a un proyecto de pintura en cuerpos femeninos, pese a haber cubierto los pezones.

¿Por qué motivos, en ocasiones inexplicables, inhabilita Instagram una cuenta? “Por diversas razones no permitimos que se publiquen desnudos en Instagram. Esta restricción se aplica a fotos, vídeos y determinado contenido digital que muestren actos sexuales, genitales y primeros planos de nalgas totalmente al descubierto. También se aplica a determinadas fotos con pezones femeninos. Se aceptan fotos en contextos de lactancia, parto, posparto, salud o como acto de protesta. Se aceptan desnudos en fotos de cuadros y esculturas”, rezan las normas comunitarias de Instagram, orquestadas desde la matriz, Meta.

Ilustración Malika Favre

La censura en la red social se activa a través de dos vías: por un lado, de un sistema de búsqueda automático que analiza sin descanso las imágenes que se van subiendo en busca de, por ejemplo, pezones femeninos, desnudos o insultos; y por otro, mediante la revisión de denuncias de otros usuarios, que Instagram revisa posteriormente. “Si te suspenden una cuenta o te borran un ‘post’, lo único que puedes hacer es rellenar un formulario de apelación y encomendarte a Dios. Nada te garantiza que te vayan a devolver la cuenta”, explica Casey Newton, periodista especializado en tecnología y redes sociales.

¿Por qué se da esta censura, que parece contradecirse con la época de aparente tolerancia que estamos viviendo? “Los vínculos de las redes sociales están con la publicidad, las empresas de ‘marketing’ y las marcas, no con los usuarios, que son muchos”, apuntaba Marta Peirano, periodista e investigadora, miembro del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN) durante las Jornadas sobre Censura y Libertad de Creación. Facebook ya tiene 2.900 millones de usuarios activos en un mes, Instagram, 1.500 millones y Tik Tok más de 1.000 según el estudio Digital 2022 Global Digital Overview.

“Esta última, por ejemplo, viene con una censura implantada por un gobierno (el chino) que ni siquiera es democrático, con unos valores en muchos casos opuestos a los nuestros, democráticos y culturales”. A lo que el profesor de Teoría y filosofía del derecho José María Lassalle, añadía: “Para poder delimitar espacios de censura y no censura necesitamos un control democrático del algoritmo, que se obligue a las empresas a definir unos marcos en los que sea el interés general el que rija, no el suyo”.

Ilustración Rebeca Khamlichi

El arte que está dando esquinazo a la censura

Algunas corrientes como el minimalismo, los dibujos esquemáticos y menos realistas, como los de Regards Coupables o Joce Cova, o el sentido del humor unido al surrealismo de Joyce Lee, están dando esquinazo al algoritmo. Aunque estos tampoco se libran del todo de la censura.

“Creo que no me han borrado mis ilustraciones de pezones porque son muy naif pero sí que me han ‘shadowbaneado’ y lo he notado en la caída en picado del alcance de algunas publicaciones”, apunta la ilustradora Rebeca Khamlichi. Con esta práctica, Instagram penaliza temporalmente una cuenta, de manera que sus publicaciones aparecen menos para sus seguidores, sus ‘hashtags’ se vuelven indetectables y sus ‘stories’ no son vistas por los usuarios.

Pareja en pleno acto sexual
Monja sexy recibiendo la comunión

En última instancia, muchos creadores están ya poniendo los huevos en otras cestas, como las plataformas de mecenazgo Patreon u Onlyfans, que les dan libertad absoluta para subir sus contenidos y, además, con una recompensa económica directa, más aún cuando Instagram está priorizando cada vez más los vídeos frente las fotos: “Si además de la censura, ahora los ilustradores tenemos que empezar a montar ‘reels’, no vale la pena tanto esfuerzo”, dice Torres, algo que corrobora, rotunda, Rihko: “El sufrimiento que causa la censura en Instagram no compensa”.