Protagonistas

Juan Herreros: “El éxito de los museos siempre se ha medido por su tamaño, hoy deben ofrecer nuevos formatos”

Por Pilar Gómez Rodríguez

Juan Herreros

En esta sección de arte en la que estamos, nos resulta imposible no sentir como algo propio la nueva casa de El Grito en Oslo. En una entrevista con el autor del Museo Munch, Juan Herreros, repasamos los primeros meses de vida de un proyecto único, sin perder la ocasión de otear el futuro de la arquitectura y echar una mirada exigente y poco nostálgica a los cambios que ha sufrido en las últimas décadas.

Ni mucho menos se trata de construir el bar de la esquina, pero el inquieto estudio Herreros, que indaga, rastrea y hasta levanta las piedras para conocer el terreno donde construye, no descarta las enseñanzas que transmiten estos establecimientos. Una de ellas, la parroquia, por ejemplo, el concepto que convierte a los clientes en habituales; a quienes los regentan, en psicólogos; y a sus espacios, en centros sociales donde pasan infinitas cosas. No, ni mucho menos el internacionalísimo Museo Munch es el bar del pueblo, por mucho que el pueblo pueda ser el mundo, pero ese concepto de parroquia, de fidelización —se diría más finamente— sí que lo incorpora.

Y es que este museo nació para ser de los vecinos y de los turistas, acoger a todo aquel que quiera pasarse por allí a ver cuadros… o lo que surja. Porque trata, además, de que surjan muchas cosas, y sobre todo, de no ser hostil con quienes han de convivir con su vista y visitantes el resto de sus vidas. Qué menos que hacerles hueco a los vecinos y ser amigable con ellos, ¿no? Si parece pura lógica o educación, eso de presentarse en una casa extraña y llevar un regalo para el anfitrión… Bueno, pues esto que parece sentido común no ha sido así en numerosas ocasiones en arquitectura y más concretamente en la de los museos de las últimas décadas. Y Juan Herreros lo explica en esta entrevista. Hay mucha observación y reflexión en el Museo Munch. Hay mucha novedad y hay mucha historia en este proyecto, que hasta cuenta con una exposición, los Archivos Lamdba, para explicar sus múltiples facetas, intenciones y su cómo-se-hizo, en definitiva.

MUNCH MUSEUM
MUNCH MUSEUM

Si se dan prisa pueden verla en CentroCentro (Madrid), pero si no, en otoño la muestra viaja hasta ‘Arc en rêve centre d’architecture’ (Burdeos, Francia). Y en ambos casos, en esta larga charla con su autor valoramos los decisivos primeros meses de vida del museo, celebramos los primeros premios que han comenzado a llegar (FAD de arquitectura 2022) y seguimos indagando en su peculiaridad y en el cambio de paradigma que ejemplifica.

MUNCH MUSEUM

En uno de los vídeos de los Archivos Lambda —hasta el 28 de agosto en CentroCentro— afirma medio en broma, pero quizá un poco en serio también, "tener un problema" con la finalización de este proyecto, que les ha ocupado al final más de diez años de trabajo y de vida. De modo que la primera pregunta es ¿cómo lleva el desenganche? ¿Se recupera uno de un proyecto tan absorbente?

Diez años es un periodo habitual para inaugurar una obra de la complejidad del Museo Munch. Lo que ha sido diferente en este caso es la permanente exposición pública del proceso, que ha generado un intenso trabajo de comunicación y de diálogo con múltiples agentes, añadido a las tareas habituales de diseñar y construir. Esa visibilidad ha provocado que la dilatación del proyecto en el tiempo haya adquirido tintes heroicos, llenando significativamente el día a día de una oficina de tamaño medio como la nuestra. Es comprensible que su ausencia nos causara al principio una mezcla de satisfacción y nostalgia, pero hoy identificamos su rastro en muchas de las cosas que hacemos, así que el Munch sigue presente, aunque ya no esté.

El Munch se ha convertido en punta de lanza de una nueva generación de museos que se alejan de la mera función de archivo contenedor de arte, pero ¿qué define este nuevo tipo de museos, estos museos del futuro?

Hay un acuerdo compartido sobre la idoneidad del museo para reescribir la historia alejándola del relato hegemónico. En este sentido, el museo entendido como un organismo con tres órganos vitales: colección, edificio y equipo humano, debe hacer el esfuerzo por conectar los contenidos históricos con el presente y arrojar una lectura crítica que nos permita vislumbrar un futuro deseable. Ese nuevo museo debe entender que hay dos audiencias igualmente importantes: los ciudadanos y los turistas; que es necesario que los ciudadanos puedan inscribir el museo en su vida cotidiana, gracias a la cantidad de actividades dirigidas a ellos que se programan; y que hay que ofrecer al turista algo más que la mera visita como acto fundamental de sintonía con la institución. La arquitectura es el gran instrumento para hacer todo esto posible, pues no basta con las declaraciones de intenciones; es necesario reinventar el esquema palaciego de salas encadenadas y llenarlo de nuevo sentido.

Por otra parte, también es importante observar que hace unos años muchos grandes museos se ampliaron en una irreflexiva carrera por el tamaño como única expresión del éxito; hoy en día, una nueva corriente de renovaciones se plantea fundamentalmente en acoger nuevas actividades y formatos con los que acercarse a sus barrios y ciudades sin aumentar las salas de exposición, y sin alejar el interés de los visitantes foráneos.

Munch Museum
Munch Museum

Ser parte activa de la ciudad, actuar como condensador social eran dos de las grandes ambiciones de esta gran obra. Una vez acabada, ¿qué sabe de ellas? ¿Le han llegado noticias de si esto es como ustedes querían o tenían previsto?

Antes de la pandemia, el antiguo Museo Munch recibía 200.000 visitantes al año; cuando se inauguró la nueva sede, se marcó un objetivo de 500.000 al año. El sistema digital que registra las entradas ha permitido conocer datos sorprendentes sobre la audiencia interesada por el Munch: al museo están acudiendo 100.000 personas al mes, más del doble de lo esperado, y solo la mitad son turistas convencionales. La cantidad de gente que repite es muy notable y, obviamente, son locales, por lo que podemos decir que el Munch ha logrado en medio año su objetivo de ser un lugar al que acudir con frecuencia. Y, por último, tanto en el cómputo general como muy especialmente en el de los visitantes recurrentes, la gente joven supone el 35% de la audiencia. Todo esto es posible porque se ha producido una conversación permanente con el equipo del museo responsable de diseñar su carácter, y los técnicos que hemos tenido que dar forma al modelo deseado. De nuevo el diálogo y la confianza en que la arquitectura es el instrumento que hace posible que las cosas no se queden en buenas palabras han obrado el milagro.

Hablando de ciudad, ahora esta parece ser un foco de reflexión para distintas disciplinas que se salen de las más tradicionales arquitectura y urbanismo. La sociología, antropología, filosofía y otras ciencias sociales se sienten llamadas a replantear los modelos de ciudad. ¿Cómo ve este fenómeno: saldrá fortalecida o desgastada la arquitectura?

Sin duda la arquitectura sale siempre fortalecida de una fricción con otras disciplinas que ya es inevitable, pues los saberes son cada día más complejos y especializados. Y no hablo de fortaleza en tanto que mantenimiento de una posición protagonista en un escenario necesariamente multidisciplinar, sino porque en esa convivencia se está construyendo un rol nuevo para la arquitectura que pone en valor su capacidad para coordinar, negociar y traducir en una realidad física la multitud de aportaciones que concurren en el diseño de la ciudad. Pensemos en la revolución que viene de la mano de la lucha contra el cambio climático mezclada con las recientes crisis sanitarias y los problemas derivados de la falta de luz y naturaleza en la ciudad, todo un reto que nos afecta a todos.

Munch Museum
Munch Museum

Aprovechando sus cuatro décadas de experiencia, le pido una minihistoria de la arquitectura contemporánea, o también: ¿cómo ha cambiado o qué elementos ha visto transformarse más radicalmente desde que usted empezara a proyectar?

Tendrá que ser una apreciación muy personal… Mirando atrás veo que desde los años setenta, la arquitectura se ha reinventado a sí misma sin descanso para introducir nuevas capas de información y responder a los compromisos que se le exigen. La incorporación no fetichista de la tecnología; la asunción de los contenidos sociales; el surgir de la conciencia medioambiental y tantas otras ecuaciones han reconducido una práctica que a finales del siglo XX caminaba confiada hacia la irrelevancia. Hoy entendemos la práctica profesional como una actividad crítica y comprometida, que quiere ser más necesaria que complementaria, pero que aún debe ser más transgeneracional, abierta y centrada en la transformación de la realidad inmediata de las personas.

La labor de comunicación en su estudio parece vital en su práctica arquitectónica. ¿Puede explicar en qué consiste y por qué le da esa importancia?

Partimos de la convicción de que la arquitectura necesita ser explicada, de que la gente debe saber qué es lo que esta profesión les puede ofrecer, de que, durante mucho tiempo, los léxicos y los argumentos con los que se ha transmitido la arquitectura, por muy pertinentes y bien intencionados que fueran, no estaban al alcance de cualquiera. La comunicación para nosotros no es una cuestión de márketing, sino de ofrecer un espacio para hablar de lo que hacemos y cómo lo hacemos de una manera directa y sencilla.

Volviendo al Museo Munch, ¿en qué medida ha intervenido y ha sido decisiva la participación ciudadana a la hora de llevarlo a término? ¿No se podría y debería casi aprender de él en términos de movilización y participación ciudadana?

La participación ciudadana se basa en el diálogo y solo funciona cuando hay un sistema de información que permite a todos hablar y ser escuchados sin vehemencias ni defensas férreas de las ideas de unos y de otros. Algunos países aportan gran experiencia en estos procesos y hay que aprender de ellos. En estos, el diálogo se abre justo después del concurso y así el proyecto tiene recorrido para incorporar nuevos datos a su diseño. También ocurre que no se trata de un diálogo piramidal entre unos arquitectos a la defensiva y el sector más reticente a su propuesta, sino de una conversación a muchas bandas que incorpora todos los grados de satisfacción posible, construyendo una implicación individual y colectiva de la ciudadanía. En el otro extremo, los contextos menos experimentados venían tratando la participación ciudadana como un engorroso trámite de aprobación pública en el que la misión era proteger los proyectos de toda crítica cuando ya estaban hechos. Afortunadamente, esto está cambiando y ya se ven en cualquier país avanzado casos modélicos conducidos sin traumas que están generando una nueva cultura urbana en la que el ciudadano, los medios de comunicación y las asociaciones de todo tipo tienen un papel activo y responsable.

Munch Museum

En otro de los vídeos de Archivos Lambda, el director del museo, Stein Olav Henrichsen, no olvida a los niños y afirma que el museo va a ser excepcional a la hora de tenerlos en cuenta. Eso significa que, de alguna manera, también el proyecto los ha tenido en cuenta. ¿Es así? ¿Cómo?

Desde los primeros pasos del proyecto, el equipo del museo proclamó que el Munch sería una institución dedicada a la cultura contemporánea en la que se debatirían las inquietudes colectivas del presente, desde el cambio climático a la inmigración, desde el papel de las nuevas tecnologías a la necesaria reescritura de los relatos tranquilizadores. En definitiva, un museo en el que pensar ese futuro que será construido por los niños de hoy con los materiales que seamos capaces de legarles. La arquitectura responde a esta demanda creando un departamento de actividades infantiles que ocupa un espacio significativo en el edificio, una sección infantil en la biblioteca, unas taquillas a su altura, un circuito especialmente pensado para los más pequeños con imágenes y explicaciones que solo ellos pueden ver… y lo más elocuente: la inauguración VIP del museo consistió en invitar a mil quinientos niños a recorrer el museo acompañados de sus ídolos, pero sin padres. Todo un manifiesto sobre cómo apoyarse en un fondo histórico para construir una posición profundamente contemporánea.

La exposición, Archivos Lambda, da cuenta de las numerosísimas publicaciones de que ha sido objeto el proyecto, sus entrevistas... ¿Qué falta por decir sobre este proyecto? ¿Hay algo que no le han preguntado y querría contar?

Esa profusión de portadas de prensa, entrevistas y cortes de televisión quieren mostrar un contexto en el que la arquitectura es muy importante y los medios de comunicación la acogen en proporciones desconocidas para nosotros. Después de semejante atención que no ha dejado casi nada sin analizar, solo podemos añadir que el Munch ha sido un proyecto al límite de la experimentación que partió de considerar las críticas que venían acumulando los museos en tanto que instituciones innecesariamente afirmativas y solidificadas como un problema de arquitectura, una invitación a abrir una época más dubitativa, más flexible. A lo largo de estos años, el proyecto ha sido un verdadero banco de pruebas de asuntos institucionales, programáticos y constructivos con un énfasis en la sostenibilidad cuyos paradigmas han evolucionado en paralelo con el proceso, actualizándose permanentemente. Casi un año después de su inauguración, nos gusta verlo como una pieza útil en un proceso evolutivo que esperamos que otros retomen y mejoren.

Si Munch levantara la cabeza... ¿qué cree que diría del museo Munch?

Munch legó su obra a la ciudad de Oslo a cambio de que se construyera un museo para mostrarla. Imagino que estaría enormemente satisfecho al ver que su trabajo ha sido la base de un proyecto tan ambicioso y entendería a la perfección que eso solo es posible gracias a la complicidad de muchas personas.

Epílogo. Un proyecto como este, que es casi un manifiesto construido, necesita continuación para seguir apoyando el edificio teórico que lo alumbró. Y la tendrá. Después de los grandes proyectos anteriores a la pandemia como el propio Museo Munch o el centro de eventos Ágora-Bogotá, vendrán nuevos museos del estudio Herreros cargados de intención como uno en México que quiere reivindicar el arte como vehículo para la convivencia, la educación y el respeto; otro en un barrio periférico de Buenos Aires que llega mezclado con el diseño de una plaza cívica; y otro en Madrid para alojar el segundo proyecto de la colección SOLO.