Arquitectura & Diseño

Cómo será Madrid en 2100 (y no tiene nada que ver con lo que te han contado en las películas)

Por Rocío Romero

Imagen de Madrid en el futuro

Drones con pasajeros, la desaparición del coche privado y de parte de la M-30 son algunas de las realidades que conformarán, según algunos de los arquitectos vinculados a la capital, el Madrid del futuro

Si hubiéramos preguntado a los madrileños de los años 80 cómo se imaginaban el Madrid del futuro, tal vez alguno de ellos hubiera fantaseado con los edificios en forma de pirámides truncadas, anuncios de neón o coches voladores de la futurista película Blade Runner. Pero, lo cierto es que no va a ser así.

“El cine ha demostrado que las expectativas van mucho más allá de la realidad. El apocalipsis catastrofista que vimos durante el siglo pasado en esta película, a día de hoy, no existe; y dudo mucho que vaya a ocurrir dentro de 80 años”, afirma Julio Touza, fundador de Touza Arquitectos. Y menos mal porque… ¿Imaginan ver las calles de Malasaña o el Barrio de las Letras convertidas en sombríos suburbios superpoblados de hombres máquina, ruido y violencia?

Blade Runner, afortunadamente, es ficción. Pero la película, inspirada en la novela de Philip K. Dick (1968), deja entrever una verdad: el urbanismo de las ciudades tiene un impacto directo sobre nosotros, y un escenario abarrotado de caos, oscuridad y contaminación sumergiría a la sociedad en la más profunda de las penurias. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma, de hecho, que el entorno en que vivimos condiciona casi un 25% nuestra salud. Y no tiene que ver únicamente con la aparición de enfermedades por el impacto de la contaminación. Hablamos, entre otras cosas, del bienestar psíquico y social relacionado con la distribución y forma de las calles, el acceso a servicios básicos como la sanidad o la educación, las condiciones del transporte o la presencia de parques y zonas para hacer deporte.

¿Caminamos en la dirección correcta para conseguir este bienestar social a través del urbanismo? ¿Cómo será Madrid en 2100? Para saberlo (o, al menos, para imaginarlo), desde El Grito hemos hablado con algunos de los arquitectos vinculados a la capital.

Frame de la película ‘Blade Runner’

Caminar de Usera a Chamartín por zonas verdes y sin ver un solo coche

Madrid será verde o no será. Es una de las cosas que el doctor arquitecto José María Ezquiaga, expresidente de la Comisión de Urbanismo y miembro de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, tiene muy clara. En 2016 se presentó Madrid + Natural, una iniciativa para integrar la naturaleza en la ciudad y mitigar los efectos del cambio climático. Desde entonces ya hemos visto iniciativas como la plantación de 423 árboles desde la Plaza de Colón hasta el hospital de la Paz, o la incorporación de fachadas verdes como la del Centro de Mayores de la calle Pez Austral, entre otras.

Madrid + Natural

Pero para hacernos una imagen de lo que veremos en 2100, según Ezquiaga, tenemos que abrir la mente y visualizar este mismo escenario en su máximo esplendor: “Estoy convencido de que dentro de 80 años tendremos, por fin, el cinturón verde con el que llevamos soñando desde los años 40. Veremos un gran bosque interior que conectará de este a oeste, desde la Casa de Campo hasta las zonas del Retiro o La Elipa; y de norte a sur, desde las cumbres de la Sierra de Guadarrama hasta la última placita de Villaverde o Usera”, Así, bajo su punto de vista, el ‘skyline’ del Madrid del futuro estará repleto de árboles, arbustos, flores, terrazas verdes y cubiertas sostenibles. Además, la agricultura de proximidad volverá al terreno de juego con huertos urbanos en cada rincón madrileño.

Luis Rodríguez-Avial, doctor arquitecto y exgerente del Consorcio para la Prolongación de la Castellana de Madrid, prevé que estas zonas verdes acabarán constituyendo una red completamente cerrada similar a la que conforman las arterias y venas del cuerpo humano. “Una persona podrá salir de su casa en embajadores, por ejemplo, y atravesar toda la ciudad por zonas verdes sin cruzarse con ningún coche, acabando su camino en los grandes parques del futuro, como Madrid Nuevo Norte”. Este proyecto de regeneración urbana que se está llevando a cabo ahora es, según él, una primera (y mínima) aproximación de lo que veremos en el próximo siglo: contará con un bosque urbano, huertos y una enorme pradera sobre la losa que cubrirá las vías del tren y que pondrá fin a la histórica brecha que divide en dos la zona norte de la capital. Julio Touza también tiene claro que esta es la evolución natural de la capital: “El Madrid que conocemos, dividido en anillos, no existirá. Probablemente habremos terminado, por fin, de coser todos esos huecos urbanos”.

Movilidad por el aire y adiós al coche privado

A día de hoy, cerca del 80% del espacio público madrileño está destinado al coche privado, a pesar de que menos del 30% de los residentes se desplaza en este medio de transporte. Así, encontramos dos escenarios: miles de automóviles aparcados en las calles y un tráfico concentrado, casi en su totalidad, en el 25% de las vías. A esto, se añade un inconveniente más: en muchos tramos, la red urbana coincide con las redes básicas peatonales o ciclistas, algo que genera problemas para conseguir un reparto equilibrado del espacio viario.

La buena noticia es que este escenario tiene fecha de caducidad, o, al menos, eso presienten los arquitectos consultados. ¿El motivo? La posible (y, según ellos, casi segura) desaparición del coche privado: “No imagino que dentro de 80 años alguien quiera tener en Madrid un vehículo en propiedad. Habrá coches, por supuesto, pero serán autónomos y compartidos”, afirma Julio Touza. Una opinión alineada con el pensamiento de Ezquiaga, que tiene muy claro que la movilidad del futuro será enormemente variada, con un metro completamente moderno, autobuses eléctricos y una movilidad compartida que, de hecho, ya hemos empezado a ver en la capital: coches, motos, bicicletas y patinetes eléctricos. “En 2100, casi con total seguridad, estará tan desplegado, asentado y normalizado que la mayoría de estos vehículos individuales ni siquiera necesitarán conductor, se programarán para hacer un servicio tras otro dentro de la ciudad”, dice Ezquiaga.

Infografía del proyecto Renazca

Pero, ¿toda la movilidad será terrestre? Rodríguez-Avial va un paso más allá al afirmar que tendremos drones con pasajeros sobrevolando los edificios de la urbe. Ya estamos viendo en España algunos primeros y leves destellos: Ferrovial ha lanzado una propuesta al Gobierno para construir, precisamente, 20 aeródromos para taxis aéreos eléctricos recurriendo a los fondos europeos de recuperación covid. “Esta realidad se ve venir porque el mundo de los drones avanza muy rápido. En 2100 habrá personas que tengan, incluso, drones propios, y que se desplacen simplemente introduciendo en el ordenador del vehículo aéreo la calle en la que se encuentran y a la que quieren acudir. Veremos zonas habilitadas para aterrizarlos y también está por ver cómo resolvemos los conflictos en el aire, porque los choques en el asfalto apenas se darán”.

Pero, entonces, ¿qué ocurrirá con todas las infraestructuras destinadas al automóvil? ¿Seguiremos necesitando, por ejemplo, la mítica M-30 madrileña o quedará obsoleta? “Habrá perdido, claramente, una parte de su capacidad para coches privados. Circularán regularmente por ella estos vehículos eléctricos compartidos, y acabaremos recuperando una parte muy importante de su capacidad para destinarla a vegetación. Ya hay algunas ideas para plantear esta vía, como un bulevar urbano”, dice el expresidente de la Comisión de Urbanismo.

Crecimiento vertical y eficiente

Estos tres arquitectos no tienen dudas: la verticalidad de los edificios de Madrid irá tomando cada vez más forma. Por un lado, según Julio Touza, veremos rascacielos como ‘Riverside Homes’, la torre de 20 plantas levantada a orillas del río Manzanares; o las ‘skyline’, en plena cornisa del barrio de Tetuán. Pero, ¿qué ocurrirá con el centro histórico y con todas las zonas donde la ciudad que ya tienen instraestructuras? “Lo más inteligente, en este caso, es hacer crecer los edificios; y donde haya cuatro plantas, construir otras cinco encima. En 2100, por lo tanto, veremos toda esta zona renovada y con más altura”, añade Touza.

Proyecto de Neinor Homes junto al río Manzanares

En otras palabras: montar edificios encima de los viejos. Es algo que ya se está haciendo en la capital. Reformas y rehabilitaciones en zonas céntricas como Serrano 7, Princesa 59 o Miguel Ángel 28 muestran cómo se han añadido varias plantas en las azoteas. Y es que la capital no se caracteriza, precisamente, por la altura de sus edificios. Esto se debe, en parte, a la antigüedad del parque de viviendas y a las normas urbanísticas que había en el momento de su construcción. Por ejemplo, algunas edificaciones del Ensanche Este de Madrid -actuales distritos de Salamanca y Retiro- se levantaron durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX bajo una norma muy clara: la altura máxima permitida sería de tres pisos. Así, Touza imagina un futuro donde los barrios madrileños se unifiquen, y la tendencia de expandir la ciudad hacia la periferia termine: “El crecimiento será en vertical, no seguiremos creciendo como una mancha de aceite, sino que coseremos y rellenaremos los vacíos urbanos”.

Como cabe esperar, la previsión es que las viviendas del futuro sean completamente eficientes. Ezquiaga puntualiza, además, que estarán adaptados a las personas mayores. “El envejecimiento de la población es un hecho y el urbanismo, además de reflejarlo en sus calles con aceras amplias y cómodos bancos cada pocos metros, también lo plasmará en sus edificios. Todos los bloques madrileños dispondrán de ascensor en 2100 y estarán adaptados para las personas inválidas. Las puertas serán más anchas, los pasillos más amplios y habrá zonas comunes bien definidas para que puedan tener esos lugares de encuentro”.

La sociedad está cambiando, el urbanismo sigue la misma estela. “Los madrileños del futuro valorarán mucho la proximidad. Tener el trabajo y los servicios básicos cerca será muy importante para ellos. La ciudad evolucionará para ofrecerles estas y otras comodidades que también demandarán, como las zonas para pasear o hacer deporte”, añade Ezquiaga. Ahora, solo queda esperar para comprobar si este “ideal” de ciudad se hará realidad. ¿Conseguiremos avanzar al ritmo necesario para que, en 2100, podamos vislumbrar este escenario? Solo el tiempo lo dirá.