Hacienda se queda con el 70% de lo que recauda de más por la inflación
La no deflactación de la tarifa del IRPF para adecuarla a la inflación pasa factura a los contribuyentes. Dos estudios calculan que 7 de cada 10 euros de recaudación adicional, al ser progresivo el impuesto, se quedan en Hacienda
La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (Europa Press/Eduardo Parra)
La inflación merma el poder adquisitivo de los hogares, pero, por el contrario, y al no haber sido deflactada la tarifa del IRPF en función de la evolución de los precios, también engorda los recursos tributarios de Hacienda. ¿Qué consecuencias tiene? Pues ni más ni menos que una subida encubierta de la presión fiscal. En concreto, unos 10.600 millones de euros en 2023. O lo que es lo mismo, una cifra equivalente a la tercera parte de los incrementos de recaudación que se han producido en los últimos años.
Esta es la conclusión a la que llegan dos trabajos realizados por el Banco Central Europeo (BCE) y el Instituto de Economía de Barcelona (IEB), que recuerdan que cuando no se adecúan los tipos impositivos a la evolución de los precios, ya que son progresivos —se paga más en función de la renta obtenida—, se produce una subida generalizada de los impuestos y, por ende, un incremento de la recaudación tributaria.
En el caso del BCE, el reciente estudio —leer aquí— recuerda que los tipos aplicables en la tarifa se han mantenido "prácticamente inalterables" en los últimos años, lo que explica que si se hubiera aplicado la legislación del primer año deflactando al 100% la tarifa del IRPF en consonancia con la inflación, la recaudación para Hacienda hubiera sido "significativamente menor". En concreto, en torno a 0,6-0,9 puntos porcentuales de PIB. Es decir, esos ingresos adicionales hubieran quedado en el bolsillo de los contribuyentes.
Es más, los economistas del BCE estiman que, en el caso español, ya que se analizan al conjunto de la eurozona, únicamente el 30% de lo que pagaron de más los contribuyentes debido a la no deflactación de la tarifa se compensó en su día con medidas implementadas por el Gobierno para minimizar el efecto de la subida de los precios. Esto significa que el 70% restante "condujo a un aumento significativo de la recaudación tributaria". Hay que tener en cuenta que los datos se refieren a los años entre 2019 y 2023 y, por lo tanto, están condicionados por el fuerte episodio inflacionista que se produjo tras la invasión de Ucrania por Rusia.
La carga fiscal
El trabajo del IEB, en la misma línea, ha sido elaborado por los economistas Sofía Balladares y Esteban García-Miralles, y es el que precisa más las consecuencias fiscales de la no deflactación de la tarifa. Estima, en concreto, que la carga fiscal adicional (los nuevos impuestos) explica aproximadamente la mitad del aumento de la ratio de ingresos tributarios sobre PIB. En concreto, 0,73 puntos porcentuales (pp) del aumento total de 1,36. El resto se atribuye en gran medida a la expansión de la base imponible del IRPF, es decir, a un mayor número de contribuyentes y mayores ingresos.
Esto significa que el tipo impositivo efectivo medio (el que realmente se paga) hubiera representado el 13,1% de la base imponible si se hubiera tenido en cuenta la inflación total soportada por los hogares en lugar del 14,4% observado. Es decir, en el primer caso, un valor "mucho más cercano a 2019, del 12,8%", como sostienen los autores del estudio.
Lo que documenta el trabajo, de carácter académico, es la elevada progresividad del sistema fiscal español, en particular en el caso del IRPF. Hasta el punto de que se estima una elasticidad general entre impuestos y base imponible de 1,84. Esto indica que, en ausencia de un ajuste de la tarifa, un aumento nominal del 1% en la base imponible (lo que se grava), la recaudación fiscal se incrementa un 1,84%.
Estos porcentajes se sitúan dentro de la horquilla estimada por el BCE para el conjunto de 21 países estudiados en su estudio. En este caso, las elasticidades se sitúan entre el 1,7 y el 2 para muchos países, "lo que indica un potencial de grandes efectos de arrastre fiscal (subida de impuestos)". Ahora bien, en el caso español, el BCE estima una elasticidad del 2,02, ligeramente por encima del rango superior de otros países de la UE, pero no muy lejos de los valores medio y mediano. La elasticidad es mayor para las rentas laborales (2,11) y las rentas del trabajo por cuenta propia (2,07), ambas gravadas con un sistema más progresivo, mientras que es menor para las rentas del capital (1,71), que se gravan con un sistema más plano.
Las rentas por pensiones y prestaciones sociales tributan con el mismo sistema progresivo que las del trabajo y el capital, pero presentan una elasticidad menor (1,71) dada la composición de los pensionistas y beneficiarios de prestaciones en términos de su ubicación en la distribución de la renta, sus fuentes de ingresos y sus características demográficas.
Gana el capital, pierde el trabajo
A partir de estas elasticidades, se llega a otra conclusión. La no deflactación beneficia más a las rentas del capital (acciones, deuda pública o rentas del alquiler) que a las de trabajo (salarios). La elasticidad en el primer caso se sitúa en el 1,58%, mientras que se sitúa en el 1,86% para las rentas del trabajo asalariado, o del 2,1% para los autónomos, que serían los más perjudicados.
Si lo que se observan son los tramos de renta, también son muy significativas sus conclusiones. En este caso, los efectos más negativos (elasticidades más elevadas) se sitúan en la parte media de la distribución del ingreso "debido principalmente a la erosión de dos deducciones clave que, en conjunto, explican casi la mitad de la elasticidad general". No es el caso de las rentas más bajas debido a la gran proporción de hogares con cero impuestos que no se ven afectados por las ganancias marginales de ingresos.
Esto es así porque al evaluar la carga fiscal real, los autores del estudio han observado que los cambios tributarios aprobados por Hacienda entre 2019 y 2023 "solo han compensado parcialmente" los efectos de la subida en frío del impuesto sobre la renta. A partir de esta constatación, llegan a la conclusión de que los ingresos tributarios en 2023 fueron aproximadamente 10.600 millones de euros más altos —equivalente al 0,73% del PIB— de lo que habrían sido con la deflactación completa. España, de hecho, como asegura el BCE, es de los países que menos ha compensado a los contribuyentes por la subida de la presión fiscal en frío. En España, sostiene su estudio, "el arrastre fiscal solo se ha compensado parcialmente, pero en este caso, la compensación ha sido impulsada por otras políticas", en lugar de por un ajuste en la tarifa del IRPF.
La conclusión no deja lugar a dudas. El llamado lastre o arrastre fiscal ('fiscal drag' en la jerga que utiliza el BCE) "conduce a un aumento de los tipos impositivos efectivos". Esto, sostiene el estudio, "no es transparente ni refleja un diseño deliberado de políticas", provocando "efectos distributivos no deseados".
Esto es así porque la no deflactación de la tarifa reduce la progresividad del sistema tributario. Los tipos impositivos medios crecen más en la parte media de la distribución que en la parte superior, "lo que reduce la capacidad redistributiva del sistema tributario", asegura el estudio. La parte positiva es que a pesar de la reducción de la progresividad, la desigualdad también se reduce como resultado del aumento de los ingresos en toda la distribución, "ya que solo aumentan los tipos impositivos medios de los ingresos medios y altos, mientras que los de bajos ingresos siguen teniendo un tipo impositivo medio cercano a cero".
La inflación merma el poder adquisitivo de los hogares, pero, por el contrario, y al no haber sido deflactada la tarifa del IRPF en función de la evolución de los precios, también engorda los recursos tributarios de Hacienda. ¿Qué consecuencias tiene? Pues ni más ni menos que una subida encubierta de la presión fiscal. En concreto, unos 10.600 millones de euros en 2023. O lo que es lo mismo, una cifra equivalente a la tercera parte de los incrementos de recaudación que se han producido en los últimos años.