Ricardo Santamaría (Cesce): "La geopolítica ha noqueado a la economía"
La palabra clave es desoccidentalización. O expresado de otra forma: el mundo se mueve hacia un nuevo teatro de operaciones en el que los viejos imperios coloniales y hasta EEUU pierden el paso en favor de otras regiones del mundo
El mundo cambia, y no es fácil adivinar hacia dónde va. Hacia dónde se orienta. Existe, sin embargo, una atalaya privilegiada desde la que se puede observar la pequeña historia de todos los días, sin duda atropellada por acontecimientos imprevisibles. Y en lo alto está Ricardo Santamaría, director de riesgo país y de gestión de la deuda de Cesce, la compañía semipública, o semiprivada, como se prefiera, que financia y asegura las operaciones de las empresas españolas en el exterior. Santamaría es técnico comercial del Estado y ha ocupado cargos relevantes en la Administración en el ámbito del comercio exterior. En esta entrevista repasa los principales cambios que se están produciendo en el planeta. Lo que viene a decir es que las decisiones por razones geopolíticas son hoy más importantes que la eficiencia económica.
PREGUNTA. ¿Qué ha cambiado en el mundo desde la llegada de Trump? ¿Qué se ha roto?
RESPUESTA. Básicamente, lo que se ha roto es el orden internacional basado en reglas que se había construido desde la Segunda Guerra Mundial. El liberalismo democrático occidental había exportado valores universales apoyados en el multilateralismo, y eso había derivado en una hegemonía casi exclusiva de EEUU, principalmente a partir de la caída del muro de Berlín. Se había apostado claramente por la globalización y la liberalización de los intercambios, exigiendo un principio de eficiencia económica. Esas reglas de Occidente se consideraron valores universales. Frente a eso, lo que se ha producido, yo diría, es una desoccidentalización del mundo. Es decir, han surgido grandes potencias emergentes, lideradas obviamente por China, que defienden valores distintos. No consideran que los valores occidentales sean universales, lo que ha supuesto una traslación del eje de gravedad de la economía del mundo del Atlántico al estrecho de Malaca. Hoy los países de la OCDE tienen 1.300 millones de personas y solo los BRIC, sin la ampliación de Arabia Saudí y Etiopía, suponen 3.300 millones. Es un mundo que estamos dejando atrás. Paradójicamente, solo EEUU tiene poder de veto con más de un 16% del mundo en instituciones como el FMI o el Banco Mundial. Todos esos países no llegan a la minoría de bloqueo, que es el 15%. Es evidente que lo que están reclamando son distintas reglas y un orden diferente.
P. ¿Lo que está en juego ahora es incluso la propia democracia? Es decir, un valor que se consideraba universal. Lo digo porque los países emergentes han apostado claramente por sistemas autoritarios o, incluso, dictaduras donde no hay elecciones libres.
R. Sí, en parte sí. Nosotros distinguimos dos claros motores de cambio. Uno sería el emerger de esas potencias que reclaman voz propia, unas reglas diferentes, y que es percibido por parte de Occidente, y fundamentalmente por EEUU, como una amenaza que genera cierta rivalidad y cierta conflictividad que se traslada al campo tecnológico, diplomático, comercial e, incluso, al campo de la defensa. Al mismo tiempo, lo que se está produciendo es una suerte de implosión interna como consecuencia de la deriva de los valores democráticos en Occidente, algo que tiene mucho que ver con la polarización de los electorados, con los populismos y con la multiplicación de líderes firmes con un elevado culto a la personalidad.
"Las relaciones entre Europa y China deben ser las que dictan los objetivos de Europa y no EEUU"
P. Ha dejado de ser sexy la democracia, por decirlo de alguna manera. Parece que cada vez tiene menos prestigio.
R. No, yo no creo que esto sea así. Es verdad que el hecho de que haya surgido un rival sistémico que defiende valores distintos de los nuestros y que ha resultado tremendamente eficaz en promover el desarrollo económico y la riqueza en su país supone la aparición, frente a lo que dijo Francis Fukuyama, de una alternativa diferente. Eso es cierto. Pero yo no creo que se hayan deteriorado los valores de la democracia. Lo que sí es verdad es que se están dando circunstancias concretas que la debilitan.
P. Me imagino que a la vista de este escenario, Cesce recomendará a los empresarios que buscan nuevos mercados exteriores que se acostumbren a vivir en la incertidumbre.
R. Una de las características fundamentales del mundo actual es que se multiplican los riesgos: las incertidumbres, clarísimamente, se han convertido en la principal certeza. Y en ese contexto, es imprescindible seguir apostando por la internacionalización, porque siempre la internacionalización, y más en el caso de España, ha supuesto el elemento drástico y crucial de la transformación para las empresas. Es resiliencia, es competitividad, es capacidad de generación de riqueza y supervivencia. Y en este sentido, para poder apostar por la internacionalización en un mundo más fragmentado y más incierto, resulta fundamental el apoyo de las instituciones públicas. Pensamos que Cesce juega un papel absolutamente trascendental porque lo que hace precisamente es mitigar los riesgos de la internacionalización de las empresas. Y es por eso por lo que se está haciendo una apuesta muy decidida por parte del Gobierno de incrementar la capacidad de apoyo de CESCE, lo que ha permitido incrementar nuestra capacidad de emitir sin riesgo por cuenta del Estado de más de 6.000 millones de euros este año, con una reserva de capacidad de 2.000 millones, precisamente para las empresas más afectadas por el proteccionismo de EEUU.
P. En un reciente informe dicen que la geopolítica ha doblegado a la economía. ¿Por qué?
R. Efectivamente, la geopolítica ha noqueado a la economía frente al principio de eficiente asignación de los recursos sobre el que se había basado fundamentalmente el librecambio y la globalización. Es decir, ir allí donde es más eficiente producir cada bien siguiendo los principios clásicos del comercio internacional. Ha surgido una mentalidad donde la desconfianza y fundamentalmente la búsqueda de seguridad han cambiado las reglas del juego. Ahora la interdependencia se ha convertido en una fuente de vulnerabilidad, porque existen socios que son confiables y otros que no lo son. Y el hecho de que la seguridad y la autonomía estratégica se hayan convertido en variables absolutamente fundamentales rompe el paradigma del libre cambio. Ya no solo comerciamos siguiendo el criterio de eficiencia, sino que empiezan a primar otras variables como la seguridad.
"Existe una relación directa entre desigualdad, populismo y desafección con la democracia"
P. En ese escenario, si hay una región vulnerable, es Europa por su enorme exposición al comercio exterior...
R. Europa está en un momento crítico. Pero como dijo Jean Monnet, Europa se forja en las crisis. Europa ha visto cómo durante los últimos años se ha debilitado básicamente la colaboración con sus principales aliados y se ha fortalecido la competitividad con sus principales rivales. Europa, durante los últimos años, ha tenido que sustituir fuentes energéticas que se consideraban seguras y además tiene que invertir en defensa y seguridad militar. Esto es un desafío. Pero lo cierto es que hoy por hoy ninguno de los países por separado de la Unión Europea tiene masa crítica suficiente como para permitir su desarrollo individual en un mundo cada vez más fragmentado.
P. ¿Se están dando los pasos adecuados para ir en la dirección correcta? Tenemos diagnósticos extraordinarios como los de Draghi y Letta, pero da la sensación de que son papel mojado.
R. Cualquier plan de estas características empieza por un diagnóstico y el diagnóstico ya lo tenemos. El informe Letta y el informe Draghi son extraordinarios diagnósticos de la situación y del camino que se debe emprender. Luego, a partir de ahí, sabemos que lo más difícil es precisamente ir dando pasos y progresar en ese proyecto. Pero yo estoy convencido de que de la necesidad se puede hacer virtud y que el momento crítico que vivimos va a permitir tomar decisiones rápidas en el camino correcto.
P. ¿Se ha equivocado Occidente en sus relaciones con China? Al final somos muy dependientes. Esto lo vio venir Trump y sobre ese neonacionalismo económico ha construido su discurso.
R. No creo que permitir que crezcan las relaciones comerciales sea una equivocación. Lo que sí que creo es que ya con la crisis financiera del año 2008 se empezó a poner de manifiesto que el libre cambio y la creciente globalización estaban derivando en que los beneficios de la globalización se hubieran concentrado mayoritariamente en determinadas zonas geográficas. Se empezó a percibir que no había una competencia perfecta, sino imperfecta. Además, había decisiones gubernamentales que muchas veces apoyaban artificialmente las exportaciones, etcétera, etcétera. Y es aquí cuando, de forma silenciosa, desde el año 2008, se empieza a desmantelar la globalización y se empieza a hablar de desglobalización. Desde el año 2008 en adelante se empiezan a multiplicar las medidas restrictivas del comercio internacional en un número muy llamativo, unas 2.000 medidas anuales.
P. Quien identificó bien que algo estaba cambiando a partir de 2008 fue el populismo. En concreto, Trump. Europa no vio venir las externalidades negativas que podía tener un comercio tan desequilibrado.
R. Todos fuimos un poco conscientes después de la crisis financiera de Lehman Brothers. Una de las cosas que se pusieron de manifiesto en esa crisis es que los países que habían sumado repetidamente déficits de la balanza por cuenta corriente no podían garantizar la financiación de ese desequilibrio ilimitadamente. Y esto lo padecieron muy especialmente algunas economías europeas. Lo que pasa es que creo que también Europa siempre ha defendido sus valores y sus ideales. La consecución de alianzas con socios estratégicos se ha considerado un elemento fundamental. Se ha ido avanzando, pero también el proteccionismo.
"Se ha producido una desoccidentalización del mundo. Han surgido nuevas potencias"
P. De hecho, muchos ciudadanos apoyan cada vez más políticas proteccionistas ante una realidad inapelable. Muchas regiones y comarcas son hoy un desierto industrial.
R. Lo importante aquí es que todos hayamos comprendido que hay grandes ventajas del librecambio, grandes ventajas del comercio internacional, que el comercio es motor de crecimiento, pero que el comercio requiere también de una gobernanza, de unas reglas que todos respeten y de un observatorio internacional que tenga la capacidad de garantizar el cumplimiento de esas reglas. Y quizás en esto último es en lo que más se ha fallado durante la etapa final de la globalización.
P. ¿Cómo deben ser las relaciones de Europa con China, también las españolas? Sabe que esto último a menudo es polémico.
R. Las relaciones de Europa con China tienen que ser las que dicten los objetivos de Europa y no los de EEUU Ambos son socios comerciales y EEUU ha sido un tradicional aliado no solo comercial, sino en la consecución de valores comunes y que eso debería seguir siendo así. Es decir, una situación como la actual no tiene que suponer una ruptura, sino la necesidad de rediseñar un nuevo marco en el que integrar determinadas circunstancias que requieran una solución. Pero dicho esto, creo que China es uno de los principales socios comerciales de la Unión Europea y que debe seguir siendo así. Hay que entablar un diálogo entre la UE y China que garantice que el comercio entre ambos es un comercio justo.
P. Pero eso va a generar problemas con EEUU, que ha situado a China como un rival sistémico.
R. La propia Unión Europea ha llegado a definir que China es un socio, un competidor y un rival sistémico. Una definición, por cierto, que no ha gustado mucho en China. Creo que ambos comparten muchísimos valores. No en referencia a la democracia, pero sí en lo que corresponde al libre cambio, a la ayuda oficial al desarrollo, a la desnuclearización… Eso es un campo abonado para progresar en un nuevo orden en el que ojalá la Unión Europea tenga una voz absolutamente determinante.
"Creo que la digitalización desempeña un papel fundamental en la polarización"
P. Pero fíjese que aquí, en España, la oposición, se critica al presidente del Gobierno porque tiene una posición más cercana a China que otros países.
R. En este momento todo lo que hace referencia a las relaciones de la Unión Europea con EEUU como con China está sujeta a debate, a examen, y estoy convencido de que se van a alcanzar los consensos necesarios.
P. Le ha gustado cómo se han llevado las negociaciones con EEUU sobre los aranceles.
R. A nadie le han gustado los acuerdos comerciales entre la Unión Europea y Trump, pero dicho esto, pueden ser considerados como un mal necesario o como el mejor acuerdo posible cuando el principal socio comercial fija los aranceles. Es importante llegar a un acuerdo para que los aranceles sean los mínimos posibles y se pueda garantizar un futuro de intercambios estable, fiable. Lo que sabemos los economistas es que una escalada arancelaria es tremendamente perjudicial. Es evidente que el acuerdo es desequilibrado. Nosotros vamos a estar sujetos a un arancel de más del 15%, mientras que EEUU va a tener libre acceso en su producción industrial al mercado comunitario. Ahora bien, yo creo que es el mejor acuerdo posible y que el acuerdo debe hacer una serie de lecturas positivas, como tener mayores certidumbres.
P. Hablar de certidumbres con Trump es una cuestión de fe…
R. Sabemos que hay que descontar muchas de sus afirmaciones. Y aunque al principio parecía que no, ya entendemos que detrás del programa económico de Trump hay una lógica económica. Y dentro de esa lógica económica tiene que encajar una relación fiable y comercial productiva con la Unión Europea.
P. La amenaza de un estancamiento secular en los países ricos es ya una realidad
R. Creo que no. Lo que sí es cierto es que, a medida que las economías alcanzan mayor nivel de desarrollo tecnológico, los crecimientos de productividad son menores. No cabe esperar mucho crecimiento fruto del crecimiento de los factores productivos y, en concreto, de la mano de obra, puesto que la demografía lo que dicta es una caída de las poblaciones. Y esto es algo que ha empezado a ocurrir en China. China ha dejado de crecer por el shock tecnológico del resto del mundo, porque ahora ya está a la vanguardia y ahora ha pasado a tener que innovar para crecer. Y esto, junto con otros desequilibrios internos, especialmente en el sector inmobiliario, es lo que determina que China haya pasado a tener tasas de crecimiento muy inferiores a las de hace diez años. Hoy la tasa de crecimiento es del 5% y se considera excepcional; probablemente, lo que veremos con el transcurso del tiempo es que esta tasa irá decreciendo.
P. Algunos informes dicen que EEUU volverá a crecer más que China a partir de los años 30
R. Lo que sí está claro es que la innovación y la incorporación de nuevas tecnologías es absolutamente clave para el crecimiento, porque es el motor de la productividad.
P. ¿En qué medida la desigualdad está condicionando la geopolítica en Occidente?
R. En gran medida. Esa implosión del liberalismo democrático occidental tiene una de sus justificaciones en la creciente desigualdad distributiva que durante las últimas décadas se ha producido en los países de Occidente. Esto lo que ha generado son cada vez más bolsas de población que se sienten económicamente marginadas.
"Nosotros siempre decimos que Trump es más un síntoma que una causa"
P. Lo que se llama el malestar social.
R. Malestar social que, además, se ha visto acrecentado como consecuencia de los rebotes inflacionistas posteriores a la guerra de Ucrania y a la subida del petróleo, y que se ha traducido en una disminución del poder de compra de las familias. Existe una relación directa entre desigualdad y populismo o desafección con la democracia. Eso está demostrado. Esas bolsas de población buscan fórmulas alternativas que resuelvan sus problemas. Es el caldo de cultivo perfecto para que surjan soluciones heterodoxas, extremas y muchas veces el populismo. Esto, junto con otro elemento sustancial que ha sido el desarrollo de las redes sociales y la inteligencia artificial. La digitalización desempeña un papel fundamental en la polarización y en el creciente sesgo de la población. Y esto también debilita la consecución de coaliciones estables de gobierno e impulsa las posiciones más extremas dentro de los distintos parlamentos.
P. Eso que se ha llamado el trumpismo, ¿es una fiebre o ha venido para quedarse durante mucho tiempo?
R. Nosotros siempre decimos que Trump es más un síntoma que una causa. Es un síntoma porque, en lo político, forma parte de esa deriva democrática que se está produciendo en muchísimos países y porque, además, su modelo no es sino una continuidad del repliegue que viene desarrollando en lo económico. EEUU, desde la crisis financiera de Lehman Brothers, busca un desarrollo hacia adentro, una sustitución de las importaciones y, al mismo tiempo, una búsqueda de fortaleza o disminución de la interdependencia y de las vulnerabilidades frente al exterior. La consecución de una autonomía estratégica viene a ser una copia del modelo de doble circulación chino que se viene desarrollando ya desde hace mucho más tiempo, y Trump lo único que ha hecho es acelerarlo y precipitarlo en el tiempo. ‘Make America Great Again’, en el fondo, es un compendio de decisiones de índole político que responden a una serie de cuestiones internas del electorado norteamericano que tiene su posible explicación y, al mismo tiempo, la voluntad de acelerar este repliegue.
P. ¿Hay riesgos de que la opinión pública visualice que los sistemas autoritarios, como China, son más eficaces en lo económico que las democracias? Estoy pensando, por ejemplo, en la lucha contra el cambio climático. Muchos piensan que frena el progreso.
R. La descarbonización es un reto y un desafío que afecta a todo el planeta y exige un compromiso. Lo deseable es que exista un consenso global de los mecanismos y de las medidas necesarias para que consigamos esa desvinculación creciente de los combustibles fósiles.
P. Pero mucha gente piensa que, precisamente por eso, por los límites en el uso de los combustibles fósiles, la vida es más cara y los Estados tienen que gastar mucho.
R. Eso es rotundamente falso. Hoy en día la generación renovable es ya más competitiva que la utilización de combustibles fósiles en la generación de electricidad. Esto es como consecuencia del incremento de eficiencia en la producción de energía solar y de energía fotovoltaica. Y eso ya está aquí y ha llegado para quedarse. En el caso de Europa y España, eso supone una garantía para la soberanía energética, porque pasamos a ser una potencia generadora y disminuye nuestra dependencia.
P. Se ha puesto de moda, incluso, una frase que dice que mientras Europa regula, China produce.
R. China, hoy en día, es líder mundial en producción de paneles fotovoltaicos, en la producción de baterías, en la producción de coches eléctricos. El 60% de los coches eléctricos son producidos en China. Más de la mitad de los coches que se matriculan en China hoy son coches eléctricos. China está dando pasos de gigante en hacer verde su economía. Creo que es un socio con el que poder abordar estos objetivos a escala global. Y es uno de los puntos que China ha puesto encima de la mesa para colaborar con sus socios a nivel internacional.
P. ¿Cómo miden el riesgo-país?
R. El concepto de riesgo país se confunde mucho con la prima de riesgo o con el rating de los soberanos de los distintos países, que es como lo miden los mercados. El concepto de riesgo país es un concepto mucho más amplio que abarca lo que nosotros denominamos el riesgo sistémico. Es la posibilidad de que nuestros socios comerciales no puedan cumplir sus obligaciones de pago como consecuencia de una crisis sistémica. ¿Qué analizamos para medir el riesgo país? Pues prácticamente todo lo que se pueda analizar de un país: su historia, su inestabilidad política, su cuadro macro para ver si sus magnitudes son sólidas, la sostenibilidad de su endeudamiento público. La solvencia, por lo tanto, de la economía en su conjunto.
P. Y la corrupción…
R. Es que la corrupción, al final, es fuente de inestabilidad política, es fuente de protesta social, es fuente de conflictividad social. La corrupción no es sostenible en sistemas democráticos. Los índices de corrupción de Transparencia Internacional son un elemento fundamental en el análisis del riesgo país.
El mundo cambia, y no es fácil adivinar hacia dónde va. Hacia dónde se orienta. Existe, sin embargo, una atalaya privilegiada desde la que se puede observar la pequeña historia de todos los días, sin duda atropellada por acontecimientos imprevisibles. Y en lo alto está Ricardo Santamaría, director de riesgo país y de gestión de la deuda de Cesce, la compañía semipública, o semiprivada, como se prefiera, que financia y asegura las operaciones de las empresas españolas en el exterior. Santamaría es técnico comercial del Estado y ha ocupado cargos relevantes en la Administración en el ámbito del comercio exterior. En esta entrevista repasa los principales cambios que se están produciendo en el planeta. Lo que viene a decir es que las decisiones por razones geopolíticas son hoy más importantes que la eficiencia económica.