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Europa cae en la trampa de las tierras raras: China produce, EEUU gestiona y la UE paga
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Europa cae en la trampa de las tierras raras: China produce, EEUU gestiona y la UE paga

La industria europea tiene una alta dependencia de las tierras raras. No sólo es vulnerable a un conflicto con China o con EEUU, también a una escalada entre las dos potencias

Foto: Mina de tierras raras en Mountain Pass, California. (Reuters/Steve Marcus)
Mina de tierras raras en Mountain Pass, California. (Reuters/Steve Marcus)
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La Unión Europea es un gigante exportador con los pies de barro. En 2024 facturó algo más de 2,5 billones de euros en ventas al resto del mundo y obtuvo un superávit de casi 150.000 millones. Sin embargo, su industria se ha visto atrapada por la falta de visión estratégica. Ya ocurrió antes con las tecnológicas, que residen casi en su totalidad en Estados Unidos y China, y a las que Europa compra sus servicios. Lo mismo está sucediendo con las tierras raras.

Un estudio del Banco Central Europeo pone blanco sobre negro la trampa en la que se ha metido la Unión Europea: "Si se produjera una interrupción en el suministro de elementos de tierras raras, una parte considerable de la industria manufacturera se vería afectada, además de provocar efectos de contagio negativos generalizados". Toda la economía del continente ha quedado expuesta por la ausencia de una estrategia industrial.

China es el gran productor de tierras raras del mundo. En eso, Europa está tan expuesta como el resto del mundo. El 95% de las tierras raras se extraen en China, y también ocupa una posición central en el refino de algunas materias críticas, como el litio o el cobalto. El problema para Europa es que apenas compra directamente tierras raras en China, salvo algunas pocas grandes corporaciones. La mayor parte de las empresas importan estos productos desde Estados Unidos, ya sea en forma de producto ya refinado como, principalmente, de bienes intermedios. Por ejemplo, los semiconductores que fabrica Estados Unidos utilizando tierras raras producidas en China.

Esto hace que la Unión Europea sea triplemente vulnerable a las disputas comerciales a nivel internacional. No sólo necesita mantener abierto el flujo de tierras raras desde China y de bienes intermedios desde Estados Unidos; también necesita que China y EEUU mantengan sus relaciones comerciales. De esta forma, la industria europea es muy vulnerable a posibles choques comerciales entre las dos potencias. Sobre todo ahora que Pekín ha mostrado que utilizará las tierras raras como arma geopolítica.

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"El 80% de las importaciones estadounidenses de tierras raras proceden del país asiático, por lo que la zona del euro sigue expuesta indirectamente a las cadenas de suministro chinas cuando importa productos desde Estados Unidos", alerta el Banco Central Europeo.

El estudio del BCE muestra que menos de un 5% de las empresas que importan tierras raras desde China lo hace sin intermediarios. Esto es, compra directamente al productor. Entre estas empresas hay algunos gigantes del continente, como Airbus o BASF. Por el contrario, el 40% de las empresas (ponderadas por volumen de facturación) utilizan dos o tres intermediarios y algo más de un 20% tiene cuatro intermediarios o más.

Entre estos intermediarios es habitual que haya empresas estadounidenses, que utilizan las tierras raras para producir bienes intermedios. De esta forma, la Unión Europea queda expuesta a largas cadenas de suministro que pasan por las dos grandes potencias económicas que hoy están enfrentadas. El BCE avisa: "Esta dependencia de cadenas de suministro indirectas amplifica la exposición de las empresas de la zona del euro a posibles disrupciones".

Cuando sólo hay un intermediario en las importaciones, en la mitad de los casos es estadounidense. Y cuando hay dos o más intermediarios, casi con total seguridad esa tierra rara ha pasado por EEUU. Las empresas americanas han conseguido tener un papel protagonista en la cadena de valor de las tierras raras a pesar de su escasa participación en la producción.

De esta forma, EEUU ha conseguido posicionarse como un actor clave en el mercado de las tierras raras. Aunque no sea productor directo (en buena medida por los altos costes medioambientales y energéticos que tiene el proceso de refino), ha conseguido insertarse en las cadenas de suministro. Se ha producido así un reequilibrio en la relación de fuerzas en este mercado, porque China necesita a Estados Unidos para colocar sus tierras raras en el mercado.

Europa tampoco supo anticiparse a esta situación y ahora ha quedado totalmente expuesta. No sólo necesita mantener las importaciones desde las dos potencias, también necesita que no haya una guerra comercial entre ellas. China ya vetó la exportación de tierras raras a Estados Unidos durante las semanas más duras del choque comercial con la Administración Trump y esto se notó en Europa. Ese episodio puntual "ha provocado disrupciones en la cadena global de valor y ha afectado a algunas empresas europeas", advierte el BCE.

Por si fuese poco, Europa tampoco tiene acopio de tierras raras, por lo que el impacto fue inmediato, lamenta el eurobanco. "El sector automovilístico europeo dio la voz de alarma en junio, señalando que varias líneas y plantas de producción habían tenido que cerrar en Europa como consecuencia de unos niveles de existencias peligrosamente bajos". La falta de una visión estratégica industrial provoca que la economía del continente sea muy vulnerable a las disrupciones internacionales.

El BCE advierte a las autoridades europeas que tienen que ponerse las pilas. "China podría usar las tierras raras para ejercer presiones en las negociaciones comerciales en curso con la UE", señala el banco central. El Parlamento Europeo ha instado a la Comisión a abordar estas deficiencias con la Ley Europea de Materias Primas Fundamentales, pero todo va lento a nivel comunitario.

El Banco Central Europeo no puede ser más claro: "La escasez de materiales podría paralizar la producción, lo que lastraría la producción industrial y frenaría la actividad económica en general". Esto es, la UE está expuesta a sufrir una crisis económica si no hace los deberes.

La Unión Europea es un gigante exportador con los pies de barro. En 2024 facturó algo más de 2,5 billones de euros en ventas al resto del mundo y obtuvo un superávit de casi 150.000 millones. Sin embargo, su industria se ha visto atrapada por la falta de visión estratégica. Ya ocurrió antes con las tecnológicas, que residen casi en su totalidad en Estados Unidos y China, y a las que Europa compra sus servicios. Lo mismo está sucediendo con las tierras raras.

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