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El triángulo de fuego en España pierde el 22% de su población en 40 años
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LO QUE HAY DETRÁS DE LOS INCENDIOS

El triángulo de fuego en España pierde el 22% de su población en 40 años

El triángulo de fuego no es capaz de extinguir los incendios, pero la vida rural se apaga. Zamora, León y Ourense muestran un proceso de decadencia poblacional inédito en la historia reciente de España

Foto: Incendio forestal de A rúa, en Ourense. (EFE/Brais Lorenzo)
Incendio forestal de A rúa, en Ourense. (EFE/Brais Lorenzo)
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Todavía no es Siberia. Ni tampoco otras zonas del planeta donde los niveles de densidad demográfica están hundidos. Pero el triángulo que forman las tres provincias más afectadas por los incendios, Zamora, León y Ourense muestra un proceso de decadencia poblacional inédito en la historia reciente de España.

Ni siquiera durante la guerra civil o en la posguerra se produjo un fenómeno similar. Los trabajos coordinados por los profesores Albert Carreras y Xavier Tafunell para la Fundación BBVA, por ejemplo, estiman que entre 1936 y 1939 la población española creció un 2,8%, hasta los 25,5 millones al final de la guerra, pero en el caso de las tres provincias del noroeste de España han perdido nada menos que el 22,7% de la población en poco más de 40 años. Si se mira más atrás, la pérdida es incluso mayor. Desde 1971, han perdido un increíble 27,3% de los habitantes.

O lo que es lo mismo, en términos absolutos, en el primer caso han perdido 270.084 habitantes, mientras que en el segundo, desde los primeros años 70, la pérdida ha sido de nada menos de 344.019 habitantes. Es decir, alrededor de la quinta parte de la población ha dejado de existir en poco más de medio siglo. En ese tiempo, sin embargo, la población ha crecido en el conjunto del Estado un 42,8%, lo que refleja la existencia de dos Españas con perfiles cada vez más diferenciados. Una se desangra en términos de población y la otra recibe inmigrantes, que son quienes explican la primavera demográfica que vive España.

Para hacerse una idea de lo que significa este declive demográfico sólo hay que hacer una comparación. Mientras que la Comunidad de Madrid es la región con mayor densidad de población, con 855,6 habitantes por km², en Castilla y León y Extremadura, las regiones más devastadas por los incendios, junto a Galicia, registran una densidad de menos de 26 habitantes por km². Es decir, 33 veces menos.

Cabezas de ganado

Las consecuencias de esta decadencia población son múltiples, pero, a efectos del control de los pastos, uno de los indicadores más representativos es el número de cabezas de ganado. Es decir, el uso de ganadería extensiva para evitar el crecimiento de la biomasa forestal acumulada durante años. Y lo que dice el Censo Agrario de Castilla y León, que elabora el propio Gobierno regional, es que hoy hay menos cabezas de ganado que en 2010.

En concreto, 134.000 efectivos menos, principalmente a causa del descenso en ovino y caprino, que históricamente han cumplido un papel relevante en el cuidado de las superficies forestales y no forestales. Lo que ha crecido, en su lugar, son las cabezas porcinas, estabuladas en grandes explotaciones, pero sin ningún contacto físico con la naturaleza.

La noticia buena para Castilla y León, según Estadística, es que el peso de la agricultura respecto del PIB regional, no de la ganadería, ha crecido en los últimos años, hasta un 5,3% del PIB regional, frente a las continuas pérdidas en el conjunto de España (un 2,5% en términos de valor añadido), pero a costa del abandono de muchas explotaciones ganaderas que antes desbrozaban los montes y las veredas.

Este fenómeno se observa con mayor claridad en Galicia, una región tradicionalmente más volcada a la agricultura, y que históricamente ha estado entre las más golpeadas por los incendios.

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El peso de la agricultura en Galicia ha pasado de 5,5% en 2015 al actual 4,5%, y nada indica que esa evolución se vaya a frenar. Al contrario, el auge de otras actividades económicas, en particular el turismo, está cambiando el perfil del ecosistema de la región. ¿La consecuencia? Si Galicia representaba al comienzo de este siglo el 6,7% de la población española, hoy ese porcentaje ha bajado hasta el 5,6%, básicamente a causa de la escasa inmigración que recibe, y que es la variable fundamental que explica el crecimiento de la economía desde finales de los años 90. El factor trabajo está tirando más de la economía que la productividad.

Desde 1998, que es cuando comienzan a observarse crecimientos sostenidos de la población, el número de residentes ha crecido en el conjunto del Estado en alrededor de 8,5 millones de personas, pero ese tsunami demográfico ha pasado por delante sin detenerse en las tres provincias más afectadas por el fuego.

Un dato del Instituto Nacional de Estadística (INE) lo pone negro sobre blanco. El porcentaje de población extranjera se sitúa a nivel nacional en 11,6%, pero en el caso de Ourense baja hasta el 5,35%, mientras que en León se sitúa en el 4,51% y en Zamora en un escuálido 3,79%. Ni que decir tiene que las tres provincias se sitúan entre las cinco con menos inmigrantes de España.

Una ilusión estadística

Otro dato, en este caso de Funcas, pone de relieve la importancia de la inmigración en el crecimiento del PIB. La inmigración, en concreto, supone el 84% del aumento de la población española y, por lo tanto, es un factor determinante en el crecimiento económico. Hoy, sin embargo, en Zamora, por poner un ejemplo, sólo tres municipios (Benavente, Toro y Morales del Vino), además de la capital, superan los 2.000 habitantes, lo que da idea del invierno demográfico, y con una media de edad superior a los 50 años.

O expresado de otro modo, el 40% del empleo creado entre el primer trimestre de 2022 y el tercer trimestre de 2024 ha sido ocupado por extranjeros, según las cifras de afiliación a la Seguridad Social. En sectores como la hostelería, el comercio y la construcción el porcentaje se ha situado entre el 45% y el 60%, y, en la agricultura, en el 80%. Este último porcentaje es relevante porque muestra la necesidad de mano de obra extranjera que necesitan tanto la agricultura como la ganadería en determinadas regiones y comarcas, en particular en las más despobladas. No es el caso de León, Zamora y Ourense.

Un último dato corrobora esta idea. Las 27.825 empresas activas que estima el INE en la provincia de León es la cifra más baja desde 1999, mientras que lo mismo sucede en Zamora y Ourense. Las tres provincias, en este sentido, van al unísono.

Hay, sin embargo, una paradoja. Las tres provincias han mejorado en las últimas dos décadas su peso relativo respecto del resto de regiones en términos de renta per cápita. No es que les haya ido mejor, sino porque al reducirse la población la tarta a repartir, en última instancia el PIB, es mayor. Es sólo un espejismo, pero se suele utilizar en la refriega política para justificar que las cosas van bien. Nada más lejos de la realidad. El triángulo de fuego no es capaz de extinguir los incendios, pero la vida rural se apaga.

Todavía no es Siberia. Ni tampoco otras zonas del planeta donde los niveles de densidad demográfica están hundidos. Pero el triángulo que forman las tres provincias más afectadas por los incendios, Zamora, León y Ourense muestra un proceso de decadencia poblacional inédito en la historia reciente de España.

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