Un tercio de los jóvenes cree que se viviría mejor en España sin impuestos
Cada vez hay más señales de que la juventud está cambiando ideológicamente. Un sondeo del IEF muestra una importante oposición al sector público entre los jóvenes… y algunos que no lo son tanto
Manifestación por el derecho a una vivienda digna en Albacete. (Europa Press)
Los españoles están entre los europeos que ven con mejores ojos las subidas de impuestos. La Comisión dedicó uno de sus últimos Eurobarómetros a medir la opinión de los ciudadanos europeos sobre la fiscalidad. El 42% de los españoles declaró que está de acuerdo con subir los impuestos si eso significa más o mejores servicios públicos, frente a un 27% de la Unión Europea. España es el país, junto con Suecia, que más apoyo tiene a la presión fiscal.
Es cierto que este tipo de encuestas suele tener algo de trampa: no se pregunta al entrevistado si está dispuesto a pagar más impuestos, sino a que se suban los impuestos en el país. Es posible que algunos de quienes acepten subir los impuestos piensen que los van a pagar otros (los ricos).
Sea como sea, en España hay una preferencia por mejorar los servicios públicos que no existe en la mayor parte de países europeos. El nivel de gasto público en España también está por debajo de la media comunitaria, lo que podría explicar parcialmente este resultado.
Pero hay un grupo social que claramente se diferencia del resto: los jóvenes. Un tercio de los jóvenes de 18 a 25 años no solo cree que habría que bajar los impuestos, sino eliminarlos. Esta opinión también está bastante extendida hasta los 39 años: un 30% así lo afirma.
Estos datos, que se obtienen del sondeo que hace anualmente el Instituto de Estudios Fiscales,Opiniones y actitudes fiscales de los españoles, abren la puerta a un debate clave en España. Entre los mayores, especialmente los jubilados, hay un apoyo casi unánime al estado del bienestar: algo menos de un 10% cree que se viviría mejor sin impuestos.
Para los mayores, los impuestos no son una elección, sino su fuente de ingresos. Las pensiones son su sustento y la sanidad es uno de sus principales consumos. Ambos los provee el Estado, por lo que es comprensible que opinen que sin impuestos se viviría peor.
En el caso de los jóvenes, por el contrario, su consumo de recursos públicos es mínimo. Apenas tienen prestaciones monetarias y tampoco consumen muchos servicios públicos: ya han terminado el periodo educativo y tienen pocas necesidades sanitarias. Tampoco reciben apenas ayudas para solucionar su gran problema: la vivienda.
Sin embargo, la juventud se ha asociado tradicionalmente con el voto de izquierdas y con la predisposición a la redistribución de rentas. Los datos del estudio muestran que algo podría estar cambiando, como también se observa en las tendencias de voto.
La distribución de la renta es una de las bases de la sociedad occidental, especialmente la europea. Sin embargo, las ideas contrarias al Estado están en auge. Uno de los datos que contrastan es cómo, a partir de los 40 años, cae drásticamente el porcentaje de la población que rechaza los impuestos. Entre los 40 y los 54 años, las opiniones a favor de eliminar los impuestos bajan al 22% y finalmente se hunden por debajo del 10% para la población jubilada.
Esta brecha abre un debate muy relevante a nivel nacional. Que un tercio de los jóvenes sienta que los impuestos no mejoran su vida es significativo, sobre todo cuando la mayor parte de ellos ha recibido educación pública durante la mayor parte de su vida y porque siguen disfrutando de muchos servicios públicos, que van desde el transporte hasta la seguridad. El descontento con el sistema no se puede obviar cuando afecta a un tercio de los jóvenes, sobre todo porque no están defendiendo una bajada de impuestos para mejorar la vida, sino su eliminación total.
El Observatorio sobre el reparto de los impuestos y las prestaciones entre los hogares españoles, que publica anualmente Fedea, da una pista sobre cómo afecta la redistribución pública por edades. Los hogares encabezados por una persona entre 17 y 30 años pagan en impuestos el 37% de su renta y reciben prestaciones (en efectivo y en especie) del 22%. Esto es, su saldo neto negativo es del 15%. Entre los 30 y los 40 años la situación incluso se deteriora un poco, porque soportan una carga fiscal aún mayor, del 40% de su renta bruta. Son los que más pagan en impuestos.
Es lógico que los jóvenes trabajadores aporten más, ya que una buena parte de lo que pagan en impuestos y cotizaciones se destina al pago de las pensiones. La dificultad está en encontrar un equilibrio entre generaciones, sobre todo si se tiene en cuenta que son los jóvenes y las familias con hijos menores quienes sufren la mayor precariedad.
El surgimiento de posiciones libertarias pone en riesgo el futuro del estado del bienestar. Es posible que los jóvenes vayan cambiando su opinión a medida que envejezcan y reciban más prestaciones monetarias, pero existe un riesgo de que los jóvenes estén cambiando su opinión sobre el estado del bienestar por sentirse excluidos de este.
Los españoles están entre los europeos que ven con mejores ojos las subidas de impuestos. La Comisión dedicó uno de sus últimos Eurobarómetros a medir la opinión de los ciudadanos europeos sobre la fiscalidad. El 42% de los españoles declaró que está de acuerdo con subir los impuestos si eso significa más o mejores servicios públicos, frente a un 27% de la Unión Europea. España es el país, junto con Suecia, que más apoyo tiene a la presión fiscal.