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La participación laboral de los hombres cae y las mujeres se hacen más independientes
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La participación laboral de los hombres cae y las mujeres se hacen más independientes

El porcentaje de hombres que trabajan o buscan empleo entre 25 y 44 años es menor que a principios de siglo, en parte por la "cicatriz" de la Gran Recesión. Las mujeres viven la evolución contraria y están mejor preparadas a nivel formativo

Foto: Un trabajador del sector servicios. (EFE/Nacho Gallego).
Un trabajador del sector servicios. (EFE/Nacho Gallego).
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En los últimos años, ha emergido el debate sobre la brecha ideológica creciente entre los hombres, cada vez más de derechas, y las mujeres, más de izquierdas, y algunas publicaciones sugieren que la división tiene parte de su origen en el declive de la participación laboral de los hombres. El fenómeno es claro en EEUU, pero los datos demuestran que también sucede en países del otro lado del Atlántico, como es el caso de España.

Parece existir un hilo común que explica la caída de la ratio de actividad de los hombres en el mercado laboral, aunque cada nación tenga sus características particulares. En España, las tasas de actividad de los varones son menores en 2025 (63,4% en el primer trimestre) que a principios de siglo (66,7% en el mismo periodo de 2002) y que en 2007 (69%), antes del inicio de la Gran Recesión.

El efecto está influido por un lógico descenso de la participación laboral entre los más jóvenes debido a que los estudios duran más años, pero el dato preocupante es que la caída también se produce en las franjas de mediana edad, donde hay un menor porcentaje de hombres trabajando o buscando empleo en comparación con los primeros años de los 2000. Se trata de una evolución negativa, más teniendo en cuenta el ciclo expansivo consolidado tras la pandemia.

En paralelo, la tendencia es la inversa entre las mujeres, que han pasado de una ratio de actividad del 42,1% en el primer trimestre de 2002, al 49,1% en 2007 y al 54% actual. En algunas franjas, como la que va de los 25 a los 29 años, ya hay menos de dos puntos de diferencia entre las tasas de uno y otro sexo, mínimo histórico, mientras que a principios de siglo la distancia era de más de diez puntos. En general, la brecha de género en el empleo sigue siendo desfavorable para las mujeres (un mayor porcentaje de las activas está en paro), pero la mejora relativa de ellas y el empeoramiento de ellos la está cerrando.

Según explica Marcel Jansen, investigador de Fedea y profesor de economía en la Universidad Autónoma de Madrid, el motivo principal de esta divergencia es la "cicatriz" de la Gran Recesión, que afectó más a los sectores intensivos en mano de obra masculina sin estudios elevados (como la construcción y los sectores colindantes). Los que actualmente tienen entre 35 y 44 años estaban iniciando sus carreras profesionales en 2008 y acceder al mercado laboral en una situación de crisis deja marca en toda la trayectoria, ya que no siempre se producen avances hacia mejores puestos y hay interrupciones por despidos.

El economista explica que la crisis de 2008 también habría afectado, aunque en menor medida, a las cohortes que entraron al mercado laboral inmediatamente después, lo que explicaría en parte la reducción de la tasa de actividad en la franja de 25 a 34 años. "Incluso los que terminaron sus estudios después han accedido en condiciones peores, en un mercado muy precario para los jóvenes", opina. Si no se hubiera producido otra crisis en 2020, aunque con un impacto mucho menor por su corta duración y el escudo de los ERTE, es posible que esa generación de la franja inferior se hubiera recuperado ya.

Sin embargo, las crisis no han dejado el mismo rastro en la tasa de actividad de las mujeres. Algunos factores diferenciales pueden ser que "no se vieron tan afectadas por la reforma laboral de 2012", señala Jansen, y que desde 2008 se produjo "una activación de mujeres" antiguas amas de casa. La situación de necesidad de muchas familias aceleró un cambio cultural que ya estaba en ciernes. El fenómeno se aprecia bien en los datos de personas inactivas de entre 25 y 44 años. Las mujeres en esta situación en el primer trimestre de 2002, primer periodo disponible, eran más de dos millones, y si se compara con el primer trimestre de 2025 la caída ha sido del 55%, con solo 904.100 mujeres en situación de inactividad. En contraste, los hombres inactivos han crecido un 10% entre ambos periodos, hasta los 538.600 actuales.

Prácticamente todo el descenso de las mujeres se debe a que una buena parte ha dejado de dedicarse solo a las labores del hogar. El 80,6% de las que estaban inactivas en 2002 se debía a ese motivo, frente al 54,6% actual. En los hombres también se ha producido un cambio notable, pero en la dirección contraria: el 7,3% de los inactivos en 2002 era amo de casa y en 2025 ha ascendido hasta el 22,2%. Ya es el segundo motivo de inactividad entre los hombres, solo por detrás de los estudios, superando a la incapacidad permanente.

Por otra parte, sería un error extender el análisis del declive de la participación de los hombres en el mercado laboral a todas las franjas de edad. En las superiores, desde los 45 años, la evolución es favorable en ambos sexos. Las carreras laborales cada vez se prolongan más: las jubilaciones anticipadas se reducen al estar más penalizadas, la edad legal de retiro es superior y los avances sanitarios permiten una mayor esperanza de vida con buena salud.

Según Jansen, también puede influir la protección desigual que ofrecía la legislación laboral hasta 2012, que hacía caros los despidos a los trabajadores con antigüedad en la empresa, lo que protegió más el empleo de estas franjas y centró los ajustes en los más jóvenes. "Yo diría que los millennials son una generación realmente maltratada. Sufrieron los impactos y no han recibido la atención por parte de las administraciones públicas para recuperarse", añade el economista.

La incógnita de los más jóvenes

Queda la incógnita de cuál será la evolución entre los más jóvenes. Las tasas de actividad de ambos sexos han caído respecto a principios de siglo porque un mayor porcentaje opta por estudiar hasta más allá de los 20 años, pero los hombres registran tasas de abandono superiores y las mujeres ya cuentan con formación más elevada en promedio.

Son factores que pueden seguir determinando una evolución diferencial de la participación laboral de ambos sexos cuando se incorporen a sus primeros trabajos. De hecho, las mujeres jóvenes, poco influidas por cargas familiares y por la penalización de la maternidad en los salarios y en la intensidad laboral, ya cobran más que los hombres de su misma edad.

En los últimos años, ha emergido el debate sobre la brecha ideológica creciente entre los hombres, cada vez más de derechas, y las mujeres, más de izquierdas, y algunas publicaciones sugieren que la división tiene parte de su origen en el declive de la participación laboral de los hombres. El fenómeno es claro en EEUU, pero los datos demuestran que también sucede en países del otro lado del Atlántico, como es el caso de España.

Trabajo Laboral Encuesta de Población Activa (EPA)
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