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Cataluña versus Euskadi: turismo contra industria en la batalla por la renta per cápita
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Cataluña versus Euskadi: turismo contra industria en la batalla por la renta per cápita

Los catalanes miran al País Vasco con envidia por su política industrial y por su elevada renta per cápita. Pero en realidad la industria catalana no tiene tanto que envidiar a la vasca

Foto: Turistas ante la Sagrada Familia de Barcelona. (EFE)
Turistas ante la Sagrada Familia de Barcelona. (EFE)
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El PIB de Cataluña creció en 2024 un 3,6 %, un éxito importante. La economía catalana creció más que Madrid, pero también más que Euskadi, que el mismo año vio a su PIB subir un 2,2 %. Sin embargo, desde Cataluña se empieza a ver a los vascos con envidia. La economía crece, pero los catalanes no lo perciben porque la renta per cápita se encuentra estancada desde hace muchos años. No es el caso de Euskadi, con una renta per cápita de 39.547 euros, frente a los 35.325 euros de Cataluña. Una teórica explicación sería que la apuesta de Euskadi por la industria ha hecho a sus ciudadanos más ricos, mientras que la de Cataluña por el turismo le ha impedido crecer a un ritmo comparable. Pero que sea sencilla no quiere decir que sea verdad.

Primero los datos en bruto. En 2007, el PIB per cápita del País Vasco era de 29.100 euros, mientras que el de Cataluña era de 28.000 euros. La diferencia era del 3,9 %. En 2023, esa distancia entre las dos comunidades era ya del 11,9 %. Ello reforzaría la idea de que la apuesta industrial del País Vasco es la correcta en términos de riqueza para sus ciudadanos.

Pero la realidad es que la apuesta industrial de Cataluña ha sido tan buena o tan mala como la de los vascos. En una conferencia, este viernes, en la Trobada Empresarial en el Pirineu que se celebró en la Seu d’Urgell, el economista Miquel Puig defendió que la desindustrialización de Cataluña «es un mito». En los años ochenta, el peso de la industria en el País Vasco era del 24 %, igual que ahora, y en Cataluña suponía el 22 % de su economía, lo mismo que ahora. Por tanto, la industria no ha retrocedido, como se puede ver en sectores manufactureros o el farmacéutico, por ejemplo.

Según Puig, «no es que la economía catalana se haya desindustrializado. De hecho, la industria catalana sigue siendo 2,5 veces mayor que la vasca, igual que en los ochenta; es que la economía catalana se ha ‘turistificado’ mucho más que la de Euskadi». Además, el 22 % del PIB catalán es mucho más que el 24 % del PIB vasco, porque la economía catalana es el triple de grande que la economía vasca.

Foto: El lehendakari Imanol Pradales, entre Juanma Moreno y Fernando Clavijo. (EFE)

La diferencia fundamental se encuentra en la población. En 2007, el País Vasco tenía 2,14 millones de habitantes, frente a los 6 millones de Cataluña. En 2024, la población vasca sumaba 2,20 millones, frente a los 8 millones de Cataluña. Y eso genera diversos problemas y distorsiones en la economía catalana. El más grave es que la renta per cápita en Cataluña no sube, algo de lo que ya está alertando incluso el Cercle d’Economia. Según reveló el economista Jordi Galí en un artículo en el diario Ara, en términos de renta per cápita la economía catalana no registra crecimientos significativos en décadas. Entre 2000 y 2023, el PIB per cápita catalán solo se incrementó un 0,46 % en esos veintitrés años. «Estancamiento» es la palabra clave.

La clave es el turismo

Cataluña ha crecido en dos millones de personas, en su mayor parte inmigrantes. La tasa de paro es del 8,9 % según la última EPA de 2025. Es muy baja. Por tanto, ese excedente de mano de obra se está colocando en un sector que contrata personal poco cualificado y mal remunerado. Y aquí el turismo es el villano de esta historia macroeconómica. Como denuncia el periodista económico Ramon Aymerich en su libro «La fábrica de turistas», el turismo es una trampa económica. En términos absolutos, la riqueza del país crece, pero los salarios son más bajos y, además, se generan problemas añadidos.

El efecto colateral negativo más importante de este contexto es la presión sobre la vivienda. Barcelona recibió en 2023 cerca de 15,6 millones de turistas, de los cuales casi tres millones se alojaron en viviendas de uso turístico, registrando cerca de 12 millones de pernoctaciones y una estancia media de cuatro noches, según datos del Observatorio de Turismo de Barcelona. Es decir, en la capital catalana, una de cada cinco pernoctaciones ya se realiza en un piso turístico.

Una de cada cinco pernoctaciones de visitantes en Barcelona es en un piso turístico

Para 2028 se decretó el final de las viviendas turísticas cuando todavía era alcaldesa Ada Colau. Ahora, el Ayuntamiento de Collboni se plantea subir la tasa turística, de 7,5 euros por turista y noche, y destinarla a recomprar licencias de pisos turísticos de manera anticipada.

Poco a poco

El planteamiento del PSC y de los economistas que están cuestionando este modelo de crecimiento económico no es renegar del turismo, sino que los turistas vengan, pero se hospeden en hoteles, como se había hecho siempre. Y, si cada año el turismo decrece un 1 %, se avanzaría hacia una renta per cápita más equilibrada y acorde con el nivel de riqueza que genera Cataluña. Estaríamos muy lejos de la ruptura radical que proponía Ada Colau. De hecho, por ejemplo, se permitiría continuar a los bloques de apartamentos turísticos que ya operan, pero no a los pisos turísticos en bloques residenciales, según reconocen fuentes municipales, que representan más del 90 % de la oferta. El hecho de que, desde el punto de vista industrial, Cataluña esté en la línea del País Vasco sería equivalente a aquel grito que en su día hizo popular el presidente del FC Barcelona, Joan Laporta: ¡Al loro, que no estamos tan mal!

Lo único que se necesita entonces es un ajuste fino, aunque sectores de la oligarquía empresarial y de la antigua burguesía, que ahora tienen buena parte de sus activos invertidos en edificios del Eixample, se resistirán, al centrar sus ‘family office’ un modelo de negocio que se basa en que cada día pasen miles de turistas ante los locales de sus inmuebles, alquilados a precio de oro a firmas como Versace, LVMH o Cartier.

El PIB de Cataluña creció en 2024 un 3,6 %, un éxito importante. La economía catalana creció más que Madrid, pero también más que Euskadi, que el mismo año vio a su PIB subir un 2,2 %. Sin embargo, desde Cataluña se empieza a ver a los vascos con envidia. La economía crece, pero los catalanes no lo perciben porque la renta per cápita se encuentra estancada desde hace muchos años. No es el caso de Euskadi, con una renta per cápita de 39.547 euros, frente a los 35.325 euros de Cataluña. Una teórica explicación sería que la apuesta de Euskadi por la industria ha hecho a sus ciudadanos más ricos, mientras que la de Cataluña por el turismo le ha impedido crecer a un ritmo comparable. Pero que sea sencilla no quiere decir que sea verdad.

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