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España se salvará de la debacle demográfica de la UE en los próximos 25 años por la inmigración
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Proyecciones de Eurostat

España se salvará de la debacle demográfica de la UE en los próximos 25 años por la inmigración

Los últimos cálculos de la oficina estadística comunitaria estiman que España será el país que más población gane hasta 2050, 3,9 millones de personas, mientras que 13 estados decrecerán

Foto: Una empresa logística de Toledo. (EFE/Ismael Herrero).
Una empresa logística de Toledo. (EFE/Ismael Herrero).
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El crecimiento de la población de España ha destacado en los últimos años por superar incluso al de Alemania, país que por tamaño y por nivel de flujos migratorios solía estar a la cabeza del ranking. La novedad es que las proyecciones publicadas por Eurostat esta semana pronostican que el fenómeno se consolidará, aunque los cálculos se ven muy influidos por la tendencia del último periodo. Si se cumplen, la ganancia de población pasará a ser un factor diferencial más estructural que coyuntural en el crecimiento de la economía española.

El contraste es claro: entre 2024 y 2050, 13 países de la UE perderán población, lo que arroja un resultado negativo de 326.103 habitantes menos en el conjunto de la unión. La cifra empeora respecto a las proyecciones publicadas el año anterior, en las que todavía se contemplaba una ganancia de 274.223 personas. Los 14 países restantes ganarían habitantes, pero la gran excepción es España, que sumaría a 3,86 millones de personas, a pesar de que los flujos migratorios positivos se desacelerarán.

En concreto, el resultado de restar la emigración y la inmigración anual (migración neta) daría como resultado una ganancia de 575.786 personas en 2024, 476.734 en 2025 y 413.403 en 2026, niveles todavía muy elevados, aunque ya por debajo de los datos del boom demográfico de la burbuja inmobiliaria. A partir de 2030 se estabilizará en una ganancia anual algo inferior a las 300.000 personas que se mantendría hasta 2050.

Los cálculos están sujetos a una elevada incertidumbre por la imposibilidad de anticipar crisis sobrevenidas y, de manera reiterada en los últimos años, la realidad ha superado a las proyecciones, que se han tenido que revisar al alza. En este caso, Eurostat eleva los flujos migratorios netos previstos para España entre 2024 y 2027 respecto al escenario anterior, pero los rebaja a partir de 2028. De todos modos, el escenario anticipado es positivo y logra más que compensar el crecimiento vegetativo negativo.

De hecho, España destaca para mal en este ámbito. En la mayor parte de los países de la UE los nacimientos dentro de sus fronteras son inferiores a las muertes, lo que se conoce como saldo vegetativo negativo, que España tiene desde 2017. Lejos de mejorarlo, las proyecciones de Eurostat dibujan un escenario en el que la diferencia se acentuará de manera acelerada. Para 2050 el desfase llegaría a 276.819 personas más fallecidas que nacidas en España, lo que supone más que duplicar la cifra de 2024 y la quinta variación más elevada de la UE.

Esto no se debe a una mortalidad superior, la esperanza de vida es elevada, sino a una tasa de fecundidad muy reducida y cuyas perspectivas incluso empeoran ligeramente. España tiene la segunda ratio de hijos medios por mujer más baja de la UE, solo por detrás de Malta, aunque las proyecciones anticipan que crecerá de un 1,11 de 2024 a un 1,22 en 2050, muy lejos del 2,1 necesario para mantener el tamaño de una población solo con las personas que nacen y mueren en el territorio. En los cálculos de hace un año se llegaba a un 1,25 a mitad de siglo.

El hecho es que entre población foránea mejora inicialmente la ratio de fecundidad, pero las generaciones de ascendencia extranjera se terminan asimilando al entorno y no repercute en un incremento significativo de la tasa en el medio plazo. En un escenario sin nueva inmigración anual, calculado también por Eurostat, la población de España caería en 4,87 millones de personas entre 2024 y 2050.

Una de las preguntas que subyacen es por qué se están atrayendo flujos tan elevados de población. Un documento reciente del Banco de España ahonda en los motivos entre los años 2001 y 2021, pero no da una explicación a la evolución más reciente. Su análisis distingue entre el componente de atracción; aspectos específicos de los países receptores como la reducción de la tasa de paro, el aumento del salario medio y los cambios en las políticas migratorias; y el componente de empuje, factores vinculados a los países de origen como la inestabilidad política, los conflictos, las crisis y un reducido PIB per cápita.

En España ninguno de ellos destaca excesivamente sobre el otro, el componente de atracción aumenta en los momentos de crecimiento económico y disminuye en las crisis, resultando incluso negativo entre 2012 y 2015. Independientemente de esta modelización, juega a favor de España la “proximidad cultural que supone compartir idioma o religión y los lazos históricos que se derivan de un pasado colonial”. España es el principal destino en Europa de los migrantes procedentes de Latinoamérica por esa cercanía. La población hispanohablante es de las más numerosas del mundo y España se encuentra en un ciclo económico expansivo que aviva las llegadas y estas sostienen, a su vez, el propio ciclo.

El consumo no se habría recuperado sin inmigración

Ejemplos claros de las aportaciones de la inmigración son el empleo y el consumo. Entre finales de 2019 y finales de 2024, en torno a un 76% de los puestos de trabajo creados han sido ocupados por nacidos fuera del país. Por otra parte, la inmigración explica la buena evolución de la demanda interna, principal motor de crecimiento que, sin ganancia de población, no se habría recuperado y sin el cual España no tendría un diferencial positivo con la UE.

En términos agregados, el consumo privado explica la mitad del avance del PIB en 2024, pero su crecimiento acumulado desde la pandemia “apenas ha permitido compensar el crecimiento demográfico”, señala el último informe anual del Banco de España. Debido a esto, el consumo per cápita aún se sitúa ligeramente por debajo de su nivel previo, al contrario que en la media de la Unión Económica y Monetaria, donde se supera en 1,4 puntos.

Detrás de esta atonía hay un cambio estructural: los hogares están incrementando su consumo menos que sus ingresos, lo que repercute en un aumento de la tasa de ahorro, pero contribuye menos al crecimiento económico de lo que podría hacerlo. El mantenimiento de unos flujos migratorios positivos como los que pronostica Eurostat garantiza que el diferencial de crecimiento de España se puede seguir manteniendo si otros factores no lo impiden.

El crecimiento de la población de España ha destacado en los últimos años por superar incluso al de Alemania, país que por tamaño y por nivel de flujos migratorios solía estar a la cabeza del ranking. La novedad es que las proyecciones publicadas por Eurostat esta semana pronostican que el fenómeno se consolidará, aunque los cálculos se ven muy influidos por la tendencia del último periodo. Si se cumplen, la ganancia de población pasará a ser un factor diferencial más estructural que coyuntural en el crecimiento de la economía española.

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