España destina un cuarto de los fondos Next Generation a gasto corriente
Supone menos del 1% del gasto recurrente total, pero será una merma de recursos en las políticas más beneficiadas actualmente: pensiones, subvenciones y transferencias entre administraciones
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Los fondos procedentes del programa Next Generation están orientados a implementar reformas e inversiones en diferentes ámbitos de actuación, pero una parte de ellos también han ido a parar a gastos corrientes. Estos son los regulares que mantienen los servicios públicos, pagan las nóminas a sus empleados, las pensiones a los jubilados o los intereses de la deuda, entre otros. Se diferencian del otro tipo del gasto público, el de capital, que tiene como objetivo la inversión.
Para que los fondos del Mecanismo de Recuperación fueran transformadores, era necesario que se destinaran más a inversiones que a gastos de funcionamiento ordinario, aunque el refuerzo de estos últimos fue esencial en los peores años de la pandemia, especialmente en el ámbito sanitario.
Los datos publicados esta semana por Eurostat reflejan que una gran parte de las transferencias y los préstamos de los Next Generation han tenido como destino la inversión en muchos países, pero el desembolso en gasto corriente no es desdeñable y plantea dudas de las fórmulas que usarán los países para llenar el hueco o no cuando estos desaparezcan. La estadística se elabora con los datos que aportan los propios países según los fondos recibidos y usados.
En concreto, a lo largo de los cuatro primeros años del mecanismo (2020-2024), 7.877 millones de los 31.821 recibidos por España se han destinado a gasto corriente, lo que supone un 24,8%, menos que la media de la UE (28,7%). De hecho, España se ubica en la mitad inferior del ranking que encabezan Finlandia (81%), Polonia (64%) y Alemania (53%). Solo estos tres países presentan un gasto superior de los fondos Next Generation en cuestiones ordinarias que en inversión.
En términos absolutos, España sí ocupa el tercer lugar de gasto de fondos NextGen en desembolsos corrientes, solo por detrás de Francia y Alemania, dado el gran volumen de asignación en el mecanismo y una recepción de los pagos más rápida que la de otros países. No obstante, se ha desacelerado por la dificultad de aprobar normas en el parlamento tras la fragmentación resultante de las elecciones generales de julio de 2023.
El hecho de que unos fondos temporales y extraordinarios como son los Next Generation sirvan en parte para financiar gasto corriente conlleva algunos problemas. Más allá de que el mecanismo tendrá un efecto transformador más limitado, supone un riesgo cuando desaparezca a partir de 2027. En términos agregados el problema no parece excesivo, aunque en algunos casos los fondos han permitido un nivel de financiación que será difícil de mantener con la vuelta a unos recursos públicos dotados a través de las mismas fuentes de ingresos.
Si se compara el gasto corriente procedente del Mecanismo de Recuperación con el gasto corriente total, el porcentaje que supone es pequeño. En concreto, los 2.604 millones gastados en 2024 en España son solo el 0,4% del gasto corriente de todas las administraciones públicas en ese año. La ratio es similar en Italia (0,5%) y prácticamente insignificante en Alemania y Francia. En promedio de los cuatro años, España registra un 0,27%, el segundo valor más alto de los países de la UE.
Pero los gastos corrientes de las administraciones públicas acumulan una evolución al alza por la cual ninguno de los recursos adicionales sobra. Según refleja la base de datos de la Comisión Europea (AMECO), el peso del gasto corriente creció notablemente con la pandemia y una buena parte se ha consolidado. En el caso de España es un 41,2% del PIB en 2024, 2,2 puntos más que en 2019. Todavía muy por debajo de las ratios de Italia (45,2%), Alemania (44,7%) y Francia (51,1%) a pesar del aumento.
Una buena parte habría ido a pensiones y CCAA
La estadística de Eurostat no desglosa específicamente cuáles son los gastos corrientes financiados con los fondos Next Generation y la última pista al respecto se encuentra en el Plan Presupuestario de 2024, enviado a la Comisión Europea en 2023, antes de que entraran en vigor las nuevas reglas fiscales y de que se cambiaran los planes presupuestarios anuales por un Plan Fiscal de medio plazo.
Según ese Plan Presupuestario, el grueso del gasto corriente financiado con transferencias del MRR iba a parar al grupo de “transferencias sociales, corrientes y subvenciones”. Estos son los capítulos, D.62, D.632, D.3 y D.7, relativos a las pensiones de todo tipo (vejez, invalidez, enfermedad, maternidad, etc.), a subvenciones y a transferencias entre administraciones, como son las que se hacen a las CCAA para financiar la sanidad y la educación al estar transferidas.
En total, el Plan Presupuestario contempla un gasto corriente financiado con transferencias del MRR de 9.474 millones entre 2020 y 2026, de los cuales 8.633 (el 91,1%) irían a transferencias sociales, corrientes y subvenciones. Al margen de este gran grupo, hay determinadas políticas de gasto en las que se han identificado que los fondos han ocupado gran parte del lugar de los recursos propios. Por ejemplo, es el caso de la investigación y el desarrollo y de las escuelas de 0 a 3 años.
Es probable que si se quiere mantener el mismo nivel de gasto cumpliendo las reglas fiscales y atendiendo también las necesidades crecientes de las pensiones, la sanidad y la defensa, serán necesarios nuevos recursos. La Comisión Europea ve margen por la vía de los impuestos al capital.
Los fondos procedentes del programa Next Generation están orientados a implementar reformas e inversiones en diferentes ámbitos de actuación, pero una parte de ellos también han ido a parar a gastos corrientes. Estos son los regulares que mantienen los servicios públicos, pagan las nóminas a sus empleados, las pensiones a los jubilados o los intereses de la deuda, entre otros. Se diferencian del otro tipo del gasto público, el de capital, que tiene como objetivo la inversión.