Villaverde: "Tener 40 años en España es muy malo, me sorprende el poco malestar que hay"
España es un país de desigualdades económicas que el autor ha analizado durante toda su carrera. Su último libro se centra en las implicaciones del acuerdo entre el PSC y ERC para crear un cupo catalán
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Jesús Fernández-Villaverde es uno de los economistas españoles con mayor trayectoria profesional. Imposible condensarla en unas frases. Catedrático de economía y profesor en la Universidad de Pensilvania, acaba de publicar, con Francisco de la Torre, La factura del cupo catalán. Privilegios territoriales frente a ciudadanía. Los autores desgranan las implicaciones del pacto entre el PSC y ERC y llegan a la conclusión de que este sistema sería malo para España, pero también para Cataluña. Defienden que la idea de federalizar España es un eufemismo para ocultar que esta propuesta avanza hacia una confederación asimétrica con regiones de primera y de segunda dentro del país. En España ya existe una situación así con los regímenes forales del País Vasco y Navarra y es el gran objetivo que tiene ahora Cataluña.
Además de la financiación autonómica, España se enfrenta a un gran reto con el sostenimiento de las finanzas públicas y las tensiones de gasto que está soportando por el envejecimiento. Fernández-Villaverde ha publicado numerosos artículos al respecto. En esta entrevista, defiende que la generación del baby boom se ha autoconvencido de que merece las pensiones que está cobrando, aunque esto sea una losa para las generaciones más jóvenes.
PREGUNTA. ¿En España hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda en función de donde viven?
RESPUESTA. Por supuesto, el que vive en el País Vasco y Navarra, no sólo no contribuye ni un euro a la caja común, sino que además recibe transferencias de la caja común. Aproximadamente, el País Vasco está recibiendo 5.000 millones de euros del resto de España por no estar en el sistema del Régimen Común. La otra comunidad que no está es Navarra. Esto significa que el País Vasco tiene unos 6.700 € anuales por habitante para gastar en Educación, Sanidad y prestaciones sociales, mientras que la media nacional es de 3.400 euros por habitante. Es un privilegio territorial absolutamente injustificable.
P. ¿Hay otros países con estas diferencias?
R. La respuesta básicamente es no, con algunos matices. Lo primero y lo más importante, el sistema de cupo, donde una región rica es receptora neta de las más pobres, no existe en ningún país del mundo. De hecho, son los nacionalistas vascos los primeros que presumen que su sistema es único en el mundo. Hay que distinguir que hay básicamente dos tipos de federalismo. En el primero, al que vamos a llamar federalismo puro, los servicios estatales dependen de la cantidad de impuestos que se recauden localmente.
El segundo es el federalismo cooperativo donde se reparte la renta entre estados. El ejemplo paradigmático es Alemania, donde los impuestos básicos (IRPF, sociedades e IVA) son federales y se paga el mismo tipo impositivo en todo el país. Con esta redistribución se busca que los servicios públicos esenciales sean similares en todos los Estados. Y esto genera una redistribución fiscal tremenda, más grande que la que hay en España. El sistema federal puro americano tiene como ventaja que genera muchos incentivos individuales a intentar hacerlo lo mejor posible, pero también provoca desigualdades. Por su parte, el federalismo cooperativo genera una ecualización de los servicios públicos, pero genera problemas de incentivos.
Un ejemplo que a mí me gusta mucho emplear es si de repente una persona gana 1 millón de euros más. En California, esta persona tiene que pagar el impuesto federal de la renta, con un marginal del 39% y otro 13% estatal (imaginemos que está en el tramo marginal más alto). Si viviésemos, por ejemplo, en Múnich, habría que pagar el tipo marginal de Alemania, que está en el entorno del 45%. Esos 450.000 euros se van a redistribuir entre Baviera y el resto de los estados. Pero si esto pasa en Bilbao, todo el dinero se queda en el País Vasco y no se redistribuye nada.
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P. Las comunidades forales cada vez tienen un saldo positivo más abultado porque ahora el Estado está pagando las pensiones con impuestos.
R. Efectivamente, ese es el problema. El sistema de pensiones está en déficit y hay que cubrir con impuestos generales, pero el País Vasco y Navarra no contribuyen. Y no solo eso, sino que además, los diputados de estas comunidades votan por subir las pensiones en el Congreso. Es una situación surrealista ¿Cuánto paga el País Vasco la subida de las pensiones? ¡Cero, nada! Y lo peor de todo es que, cuando se empezó a pagar el déficit de las pensiones contributivas de esta manera se decidió hacer un sistema injusto adrede. Montoro [ex ministro de Hacienda en los gobiernos de Mariano Rajoy] lo entendía perfectamente. Esto se ha basado en el poder enorme del PNV al tener diputados pivotales en el Congreso de los Diputados.
P. Cataluña se ha comparado con el País Vasco y se ha dado cuenta de que no tiene este trato privilegiado. ¿Es cierto que está infrafinanciada?
R. En comparación con el País Vasco y Navarra, claro que Cataluña está infrafinanciada, lo mismo que ocurre con el resto de comunidades. Pero si miramos sólo las comunidades del Régimen Común, no hay ninguna forma de ver que Cataluña esté infrafinanciada respecto a la media. Podemos discutir si debería recibir 500 millones de euros más o menos, pero en términos generales, Cataluña recibe 3.800 euros de financiación por habitante y la media nacional es de 3.400 euros. Es verdad que Cataluña tiene los Mossos d'Esquadra y las prisiones, que hacen que necesite unos 200 euros más por persona.
"No hay ninguna forma de ver que Cataluña esté infrafinanciada respecto a la media"
Un cálculo que hacemos en el libro es: si Madrid tiene seis y pico millones de habitantes y Cataluña tiene siete, cogemos cada gasto de Madrid y lo multiplicamos por la razón entre siete sobre seis para que quede exactamente. El resultado es que con la población de Cataluña, Madrid se gastaría 32.000 millones al año y Cataluña se gasta 47.000 millones. No es que Cataluña esté infrafinanciada, es que se gasta 15.000 millones más cada año. Y se lo gasta en cosas que son sensatas, como tener mejor educación. A mí me parece muy bien, pero si una comunidad gasta más en Educación, que se lo pague ella. Pues muy bien. Si a todos nos gusta tener mejor educación pública, pero te la tienes que pagar tú. Y si lo que quieren los catalanes es que, por ser más ricos, quieren una Educación y Sanidad mejor que en Extremadura, que lo digan: "Soy más rico que los extremeños y me merezco tener mejor Sanidad y mejor Educación".
P. ¿Detrás de este nacionalismo fiscal hay falta de solidaridad?
R. Por supuesto. El problema del argumento de la falta de solidaridad es que un catalán puede decir: yo no considero que los extremeños sean mi nación, entonces ¿por qué tengo que redistribuir mi renta? Ante eso, como economista, no puedo decir nada. Es una posición propia y perfectamente legítima. Pero que lo digan abiertamente. Y, en ese caso, vayamos a preguntarle al Partido Socialista Obrero Español o al Partido Comunista de España, por qué les parece fenomenal que un extremeño tenga peor Sanidad. En ese sentido, me parece más honesto Aliança Catalana que los Comuns.
P. Uno de los argumentos de los independentistas es que llevan 40 años redistribuyendo hacia comunidades en las que hay ineficiencias y que no han conseguido completar la convergencia en términos de PIB per cápita.
R. Es un argumento que comparto un poco. Creo que el sistema tendría que reorientarse un poquito a dar más incentivos a los territorios. Si una CCAA no es capaz de converger, tiene que asumir participar de esta pérdida. Pero esto se puede corregir sin necesidad de volatilizar el sistema. Por ejemplo, si me dice: Asturias tiene que empezar a pagar las consecuencias de su nefasta política económica. Pues sí, es verdad. Se puede mejorar el sistema, pero lo importante es que es sensato.
P. ¿Cómo ve la competencia fiscal a la baja entre comunidades autónomas?
R. Aquí hay dos maneras de pensar sobre este tema de una manera y hay días que cambio de idea de la noche a la mañana. Hay algunas veces que me levanto por la mañana y digo "esto de la competencia fiscal solo genera problemas y resentimiento, vamos al sistema alemán en el que el IRPF es igual para todos". Esto permitiría ver a la gente que la razón por la que Madrid está creciendo no tiene nada que ver con que el IRPF sea un poco más bajo. Pero, por la tarde me digo bueno, entonces, ¿cómo generas incentivos a que las comunidades tengan buenos comportamientos económicos? No sé cómo hacer la cuadratura del círculo. Pero me niego en rotundo a emplear la expresión "dumping fiscal". Las diferencias de impuestos entre Ginebra y Zurich son muchísimo más grandes que las que existen entre Madrid y Barcelona y a nadie en Suiza se le ocurre decir que Suiza está haciendo dumping fiscal.
P. ¿Qué opina de la descentralización de España?
R. Soy relativamente favorable a la descentralización y creo que un grado de descentralización alto es positivo para España. Pero creo que en España hemos llegado ya a un nivel de descentralización donde pasos adicionales empiezan a ser negativos. Piensa esto como una especie de curva de Laffer, pero de nivel de descentralización. Al principio, te vas haciendo mejor por la descentralización, por ejemplo, gestionar la Sanidad a nivel estatal sería un caos. Pero este proceso tiene un punto máximo de la curva y después empiezas a ir hacia abajo. Yo creo que ya estamos yendo hacia abajo, creando más problemas de fragmentación del mercado interno y dejando al Estado sin margen de maniobra. Después de pagar las pensiones, las transferencias a las comunidades autónomas y los intereses de la deuda, al Estado apenas le quedan 50.000 millones para todos los demás gastos.
"Cierto grado de descentralización alto es positivo para España"
P. Por ejemplo, no tiene capacidad para invertir.
R. Lo vimos en la dana o con el apagón. Simplemente no hay capacidad de reacción porque te has quedado sin ella. Ahora mismo, sólo uno de cada seis empleados públicos en España trabaja para el Estado. Y de estos, la mitad son policías y militares.
P. En España también hay mucha desigualdad dentro de los territorios, sobre todo en lo que respecta a la pobreza infantil.
R. Es horroroso. Mi anécdota favorita es de un amigo mío que estuvo en política. Y me decía: "Jesús, si yo doy una entrevista y hablo de la educación y de la necesidad de invertir en educación infantil, no tengo ninguna repercusión. Pero si hablo de las pensiones, me llegan un centenar de correos y mensajes". Nos guste o no, el votante mediano en España es mayor. Y lo que es más triste, se han autoconvencido de que se lo merecen por ser la generación que ha sacado a España de la posguerra. Eso no es verdad. Ahora mismo se están jubilando personas que nacieron en 1961, que fueron a la universidad en el 78 y que empezaron a trabajar en el 83 como pronto. Es una generación que lo tuvo todo a su favor. Con la llegada de multinacionales, España creció mucho y esos jóvenes consiguieron acceder a puestos de responsabilidad muy pronto. Quienes estudiaron Ciencias Empresariales y entraron en una consultora de las que acababan de abrir en España, en cuatro días les hicieron socios. Han tenido 40 años fantásticos y han acumulado mucha riqueza patrimonial. Y cuando les dicen que España no se puede permitir pagar la pensión máxima actual, se indignan porque se lo merecen por sacar a España de la posguerra.
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P. Los jóvenes de hoy están asustados porque creen que no habrá pensiones públicas cuando se jubilen. Sin embargo, el verdadero reto que tienen por delante es pagar las pensiones de sus mayores hasta que se jubilen.
R. Estoy preparando una columna sobre justicia intergeneracional y lo que voy a sacar son unos datos de cómo van las distintas generaciones acumulando riqueza. Los que tienen hoy 40 años tienen mucha menos riqueza en términos reales de la que tenían los de 40 hace una década y mucho menos hace dos décadas. Tener ahora 40 años en España es muy malo. Pero lo que me sorprende todavía más es el poco malestar que tienen.
P. En las próximas décadas vamos a tener grandes tensiones de gasto público. Además de las pensiones, hay que financiar la Sanidad de una población muy envejecida, la Defensa, reponer infraestructuras...
R. Yo creo que en algún momento, alrededor del 2030 o 2035, va a haber una transformación profunda del sistema de partidos políticos español y va a haber una reorganización brutal del país. Quiero ser muy sensato: le pongo un 65% de probabilidad. El escenario es que finalmente Pedro Sánchez se va a casa en 2026 o 2027, porque difícilmente puede aguantar con los frentes judiciales que tiene abiertos. Yo creo que cuando el PSOE pierda el pegamento del poder, se descompondrá de forma acelerada. Feijóo gana las elecciones e intenta organizar un gobierno con apoyo externo de Vox, pero eso no va a funcionar. Básicamente porque el PP no tiene ninguna visión de futuro, es un partido sin ideas. Además, con grandes restricciones presupuestarias.
"Alrededor de 2030 va a haber una transformación profunda del sistema de partidos políticos español y una reorganización brutal"
Sin un proyecto que vender y sin posibilidad de defender su actual discurso de "yo no soy Pedro Sánchez", se complica todo. Estamos en 2028, 2029 o 2030. A partir de ahí se abren las cosas. En ese momento, va a haber un nivel de marcos y posibilidades que pueden pasar por muy, muy amplio y lo que ocurra dependerá tanto de las circunstancias internacionales -como va la Unión Europea, como va a que sea el presidente de Estados Unidos en aquel entonces- y también de accidentes meramente históricos. Por ejemplo, de que el líder de Vox o del partido que haya en aquel momento sea más simpático, menos empático, más o menos hábil. En definitiva, yo creo que va a haber un cambio profundo en España del 2030 a 2035 y que lo que va a salir va a ser muy distinto a lo que tenemos ahora. Esa es mi visión. Me he equivocado en el pasado y puede que me equivoque ahora también.
P. La coyuntura internacional también está muy tensa. ¿Cómo se ve la guerra arancelaria viviendo en Estados Unidos?
R. Yo estoy a favor del libre comercio. Como economista, si no estás a favor del libre comercio, no deberías retener el título [ríe]. Pero también es verdad que China no estaba siguiendo las reglas y que algo había que hacer. Pero poner aranceles a la Unión Europea es una locura. Y a Canadá y México es todavía más locura. Yo creo que vamos a lamentarnos en el largo plazo de llevarnos por delante, tan a la ligera, el proceso de integración comercial. A mí me da la sensación de que Trump se ha dado cuenta de que esto era una locura. Lo que sí puedo decir es que esto no es una forma brillante de negociar. En las entrevistas de Trump de los 80 ya hablaba de aranceles. Yo creo que está obsesionado con los aranceles.
P. Más allá de la rectificación, parece que hay un movimiento instaurado contra el comercio internacional.
R. Esto es muy malo porque nos va a hacer más pobres, menos productivos. Yo soy relativamente optimista, creo que la tecnología moderna es tan flexible que vamos a ser capaz de evitar el 90% de los costes de esto. Pero este es un consuelo insuficiente. Sería mejor no recorrer este camino.
Jesús Fernández-Villaverde es uno de los economistas españoles con mayor trayectoria profesional. Imposible condensarla en unas frases. Catedrático de economía y profesor en la Universidad de Pensilvania, acaba de publicar, con Francisco de la Torre, La factura del cupo catalán. Privilegios territoriales frente a ciudadanía. Los autores desgranan las implicaciones del pacto entre el PSC y ERC y llegan a la conclusión de que este sistema sería malo para España, pero también para Cataluña. Defienden que la idea de federalizar España es un eufemismo para ocultar que esta propuesta avanza hacia una confederación asimétrica con regiones de primera y de segunda dentro del país. En España ya existe una situación así con los regímenes forales del País Vasco y Navarra y es el gran objetivo que tiene ahora Cataluña.