La realidad de la descarbonización en España: solo la industria reduce emisiones
La reducción de gases de efecto invernadero se desacelera en el último año y repuntan en los servicios, los hogares y la construcción. Si no se descarboniza el transporte, será complicado alcanzar los objetivos de 2030 del plan energético
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España se ha comprometido a que sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en 2030 sean un 32% inferiores a las de 1990, pero los datos provisionales de 2024 revelan que solo se ha logrado rebajar un 0,8%. El ritmo de reducción actual no permite llegar al objetivo si se aspira a cumplir con lo que dispone el plan energético (PNIEC), por lo que será necesario acelerar. El crecimiento económico y el comportamiento diferencial de los sectores explican que la evolución esté siendo menos ambiciosa que la planteada.
La reducción de emisiones que registra el INE entre 2024 y 2023 ha sido inferior a la de otros años expansivos y en parte se debe al repunte en el crecimiento del PIB, un 3,2% en 2024 frente a un 2,7% en 2023, y al crecimiento de la población, con una ganancia de 475.507 personas. En consecuencia, solo la industria ha logrado rebajar emisiones en el último año (-4,5%), mientras que la agricultura se ha mantenido prácticamente estable y han repuntado la construcción (1,8%), los servicios (3,9%) y los hogares (0,5%).
El comportamiento de las emisiones es muy sensible al ciclo económico, ya que mayor actividad conlleva también más contaminación, pero la tendencia histórica es descendente desde el máximo alcanzado en 2008, cuando se superaron los 400 millones de toneladas de CO2 (dióxido de carbono) equivalente. Las emisiones cayeron por la paralización económica durante la pandemia y crecieron hasta 2022, cuando se completó la recuperación del nivel de PIB previo al shock. En 2023 se inició una nueva senda descendente y el nivel de emisiones ya se sitúa un 11,2% por debajo del de 2019.
Sin embargo, esta evolución favorable se debe a la industria, que también es el sector que más emite. La caída en las emisiones de GEI de los últimos 15 años se debe en un 85,8% a la industria, en un 11,2% a los hogares y en un 3% a la construcción, mientras que la agricultura y los servicios han evolucionado en sentido contrario. Algunas empresas, especialmente las manufactureras que hacen un uso energético intensivo, están incorporando técnicas más eficientes y electrificando su producción. Esto favorece la descarbonización porque el 76,8% de la electricidad generada en España ya procede de fuentes libres de emisiones de CO2 (el 56,8% por renovables).
La favorable evolución de la industria en cuanto a reducción de emisiones responde a un conjunto de motivos. Por una parte, su valor añadido bruto apenas ha crecido un 5,2% frente al 18,7% del total de la economía, lo que facilita un aumento tenue de las emisiones, incluso sin adoptar nuevas fórmulas. En 2024 logró recuperar el nivel de producción previo a la pandemia, dos años después que el conjunto de la economía.
Por otra parte, las políticas de pago por derechos de emisión de CO2, con importes crecientes, y el propio contexto, inducen a reducirlas. El estallido de la guerra en Ucrania en 2022 y la crisis de precios energéticos que desencadenó puso más de manifiesto la necesidad de diversificar los abastecimientos, electrificar y ahorrar energía para tratar de mantener la competitividad.
Récord de emisiones en los servicios
Los servicios han tenido la evolución opuesta a la industria, con un crecimiento muy superior de su nivel de producción (el 27,6% desde 2010) y un incremento de las emisiones del 1,3%. De hecho, los servicios han superado los 60 millones de toneladas en 2024, el dato más alto de emisiones de la serie, disponible desde 2010. La evolución se explica en parte porque la economía española está cada vez más tercerizada, pero demuestra que la descarbonización de la generación de electricidad no es suficiente para lograr la economía descarbonizada a la que aspira el PNIEC. Los edificios y, sobre todo, el transporte, son la asignatura pendiente, ya que los servicios y los hogares ya generan más emisiones que la industria.
La rama de actividad del transporte es responsable del 66% de las emisiones del sector servicios y el 95% de su consumo energético total se produce con gasóleo, fuelóleo o gasolina, según el Balance Energético Nacional. Todos ellos son derivados del petróleo y tienen mucha responsabilidad en el incremento de los gases de efecto invernadero como el CO2, el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O). El aumento de la demanda de productos y los mayores desplazamientos por actividades como el ocio suponen crecimiento económico, pero también aumento de emisiones hasta que el transporte se descarbonice, un objetivo que se antoja lejano.
Como ejemplo, la electrificación del parque automovilístico representó tan solo el 1,3% del total del parque de turismos en 2023. Según un informe de la consultora NTT Data España para APPA Renovables, España está por detrás de otros países europeos en este ámbito, incluido su vecino Portugal, que ha demostrado un mayor avance en la incorporación de vehículos eléctricos. En 2023, en Portugal se vendieron más del doble de vehículos eléctricos por cada mil habitantes que en España.
La descarbonización no llega al consumidor
Los hogares sí han tenido una reducción de emisiones (del 11,9% en comparación con 2010), pero han repuntado en los últimos años en consonancia con el crecimiento de la población, en máximos históricos, y son la segunda fuente de gases contaminantes a la atmósfera. Los datos del INE tienen en cuenta las emisiones que realizan las familias por calefacción, refrigeración, transporte personal y electricidad. En los hogares, la electricidad es la principal fuente de energía final, pero los combustibles fósiles siguen desempeñando un papel importante, principalmente en aplicaciones como calefacción y suministro de agua caliente sanitaria (ACS).
La bomba de calor es la mejor manera de descarbonizar los hogares y edificios, algo que empieza a aparecer en las viviendas de nueva construcción, pero que exige una gran inversión al resto de casas. Según el informe de NTT DATA, España contaba con 78 bombas de calor por cada mil viviendas en 2023, mientras que la media europea se situaba en 115 unidades. Sin embargo, en cuanto a ventas de bombas de calor, el mercado español fue el cuarto con mayor crecimiento ese año a nivel europeo, con un aumento del 13,5%.
La descarbonización de los hogares requiere que se rebajen las barreras de precio que permiten la adquisición de tecnologías menos contaminantes o renovables, aunque también influyen otros factores como el régimen de tenencia de la vivienda. Los últimos datos disponibles reflejan una baja penetración de las tecnologías limpias en los hogares y una clara brecha socioeconómica. Las ayudas, por su parte, se centran más en respaldar el consumo de quienes ya pueden permitírselo que en expandir las opciones a las familias más desfavorecidas.
España se ha comprometido a que sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en 2030 sean un 32% inferiores a las de 1990, pero los datos provisionales de 2024 revelan que solo se ha logrado rebajar un 0,8%. El ritmo de reducción actual no permite llegar al objetivo si se aspira a cumplir con lo que dispone el plan energético (PNIEC), por lo que será necesario acelerar. El crecimiento económico y el comportamiento diferencial de los sectores explican que la evolución esté siendo menos ambiciosa que la planteada.