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Todo a la vez en Oriente Medio: Trump muestra la segunda parte de su plan
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Todo a la vez en Oriente Medio: Trump muestra la segunda parte de su plan

La primera visita internacional de Donald Trump en su segundo mandato se centró en áreas esenciales para su administración (defensa, energía, inteligencia artificial, inversión), pero también dejó un par de mensajes

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump, en Doha. (Reuters/Brian Snyder)
El presidente de EEUU, Donald Trump, en Doha. (Reuters/Brian Snyder)
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La primera visita internacional de Donald Trump en su segundo mandato reúne todos los elementos que su administración considera esenciales: defensa, energía, inteligencia artificial, inversión económica y reorganización del orden internacional. En el horizonte está China, y vincular Oriente Medio a la esfera estadounidense es especialmente relevante en esa partida. El viaje por Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes Unidos es todo eso al mismo tiempo.

El propósito expreso de la visita era, como diría Trump, hacer negocios. No se habló de aranceles, sino de venta de productos estadounidenses. Es la otra parte del programa: puede que exista un giro proteccionista que intente recuperar capacidades estratégicas para EEUU, pero su administración pretenderá, ante todo, abrir mercados para sus empresas.

El día anterior al encuentro entre el presidente estadounidense y el príncipe heredero de Arabia Saudí, se celebró en Riad un foro dedicado a la inversión entre ambos países en el que intervinieron Larry Fink (BlackRock), Alex Karp (Palantir), Stephen Schwarzman (Blackstone), Jane Fraser (Citigroup) o Ruth Porat (Google). Todos ellos fueron invitados al almuerzo oficial del día siguiente entre los jefes de estado, al que se sumaron, entre otros, Elon Musk, Kelly Olberg (Boeing), Andy Jassy (Amazon), Sam Altman (OpenAI), Jensen Huang (Nvidia), Jeff Miller (Halliburton) y Dara Khosrowshahi (Uber). También Infantino, el presidente de FIFA.

Trump quiere aumentar las exportaciones de sus empresas, pero también vincular la región con los intereses estadounidenses

La intención era conseguir que las empresas estadounidenses tuvieran más recorrido en un área geográfica que posee grandes recursos. Arabia Saudí es el Estado más rico de la zona, posee una relación estrecha con EEUU en materia de defensa, es uno de los productores de petróleo más importantes del mundo y está en un proceso de reconversión de su economía. Qatar cuenta con un fondo soberano de 524.000 millones de dólares (equivalente a más de 1,5 millones por cada ciudadano), posee grandes reservas de gas natural y alberga una base aérea estadounidense fundamental para Washington. Los fondos soberanos de Emiratos Árabes Unidos, Mubadala y ADIA, invierten regularmente en tecnología, bienes raíces e infraestructura estadounidense. Los EAU exportan petróleo, gas y aluminio y EEUU les provee de maquinaria, aviones y tecnología.

Reducir el déficit comercial, un objetivo declarado de la administración Trump, puede lograrse reduciendo las importaciones y aumentando las exportaciones. La segunda parte es la que está en juego en el viaje de Trump por la región. Pero, al mismo tiempo, trata de promover una integración mayor con países que son cruciales en un Oriente Medio sacudido por la inestabilidad. Arabia Saudí tiene vínculos estrechos con Washington, pero en los últimos tiempos había realizado movimientos de acercamiento a China. En consecuencia, no se trataba únicamente de negocios, sino de promover lazos más sólidos.

Petróleo y tecnología

Los acuerdos con Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes Unidos que ha anunciado Trump tendrán que concretarse, pero no son solo negocios: promueven una integración mayor de la zona con EEUU en áreas como defensa, energía, recursos minerales y tecnología, y afianzan algunas de las promesas clave de la administración estadounidense.

Foto: El presidente estadounidense, Donald Trump, visita al el príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, en la Corte Real del Palacio Al-Yamamah en Riad. (EFE/SPA)

Trump prometió a sus votantes precios bajos de la energía, y especialmente del petróleo, para reducir la inflación e impulsar la economía de su país, que también le pueden ser útiles a la hora de reducir el margen a países exportadores poco afines a Washington. Arabia Saudí es una pieza clave para ese propósito, dada su influencia en la OPEP+. La administración estadounidense quiere impulsar un aumento de la producción, y de momento Riad ha aceptado, a pesar de que le puede generar alguna complicación, ya que aumentará su déficit.

Evitar la entrada de China en otros países, y en especial si son aliados de Washington, es esencial para afianzar el poder y la influencia de EEUU

En segunda instancia, los acuerdos en tecnología son claves para el futuro. La administración estadounidense está apostando fuerte por abrir mercados y posibilidades a sus tecnológicas, por lo que generan de desarrollo económico para su país, pero también por la vinculación que supone con la esfera estadounidense. Evitar la entrada de China en otros países, y en especial si son aliados de Washington, es esencial para afianzar el poder y la influencia norteamericana. Sobre todo, en lo que se refiere a inteligencia artificial, datos y algoritmos, el próximo campo de batalla.

El acuerdo alcanzado con Arabia Saudí, que incluye la provisión a Humain, la empresa de inteligencia artificial impulsada por su fondo soberano, de semiconductores avanzados producidos por Nvidia, es parte de ese proyecto. Los saudíes están realizando un gran esfuerzo para reorientar la economía del país y han invertido miles de millones de dólares en la creación de grandes ciudades y vehículos eléctricos, entre otros proyectos. La IA abre grandes posibilidades que quieren aprovechar. Para EEUU, una alianza con los saudíes en ese terreno es muy provechosa en el terreno económico, pero también a la hora de establecer ámbitos de influencia que se apoyen en su tecnología y que sean impulsados por sus socios.

Dos temas espinosos

La gira por Oriente Medio de Trump ha vuelto a poner sobre la mesa las prioridades estadounidenses. El objetivo último es apuntalar su dominio en áreas concretas (defensa, seguridad, energía, tecnología), más allá de que consiga puestos de trabajo porque se instalen fábricas en EEUU.

Sin embargo, todo lo dibujado en su visita necesita una condición de posibilidad: Oriente Medio está sometido a tensiones constantes y EEUU necesita asentar la estabilidad en la zona. Después del encuentro de Trump con el nuevo líder sirio, Ahmed al-Sharaa, en la capital saudí, (con lo que supone de respaldo para el régimen), del debilitamiento de Hezbolá y el cese de las hostilidades de los hutíes, quedan dos temas espinosos por solucionar y están interrelacionados. Irán es el primero. Trump ya ha señalado que están negociando con Teherán, e incluso ha anunciado que “están cerca de cerrar un acuerdo en materia nuclear”. Irán ha quedado debilitado en esa recomposición de la región que ha tenido lugar desde el 7 de octubre, por lo que Washington cuenta con un contexto idóneo para firmar un acuerdo favorable.

El asunto que parece más complicado es Palestina. Durante este viaje Trump ha enviado a Netanyahu señales cada vez más explícitas de que su respaldo es limitado. Justo después del acuerdo comercial con EEUU, Reino Unido está girando en su habitual apoyo a Israel, y reputados medios de comunicación británicos, como ‘Financial Time’s o ‘The Guardian’ han publicado editoriales incitando a Europa y EEUU a que hagan más por frenar a Netanyahu. Macron se ha pronunciado en el mismo sentido. El presidente estadounidense ha actuado en esta gira sin tener en cuenta al gobierno israelí, y ha transmitido la idea de que Estados Unidos va primero: en la medida en que las intenciones de Netanyahu choquen con sus intereses, priorizará las necesidades estadounidenses.

El presidente estadounidense ha actuado en esta gira orillando al gobierno israelí y ha transmitido la idea de que Estados Unidos va primero

Lo cierto es que, sin una solución duradera para Palestina, las afirmaciones de Trump respecto de “un futuro en el que Oriente Medio se defina por el comercio, no por el caos; donde se exporte tecnología, no terrorismo; y donde personas de diferentes naciones, religiones y credos construyen ciudades juntas, en lugar de bombardearse mutuamente”, parecen poco factibles.

La variable política

Sin embargo, la gira de Trump también subraya elementos de política interna. En su discurso ante Mohamed bin Salmán impugnó la política estadounidense de épocas anteriores de un modo muy contundente: “Esta gran transformación no ha provenido de intervencionistas occidentales... que dan sermones sobre cómo vivir o cómo gobernar sus propios asuntos. No, las maravillas deslumbrantes de Riad y Abu Dabi no fueron creadas por los llamados 'constructores de naciones', 'neoconservadores' ni 'organizaciones liberales sin fines de lucro', como quienes gastaron miles de millones de dólares en el fracaso del desarrollo de Kabul y Bagdad, y tantas otras ciudades. En cambio, el nacimiento de un Oriente Medio moderno ha sido impulsado por los pueblos de la región... desarrollando sus países soberanos, persiguiendo sus propias visiones y forjando sus propios destinos”. Es el tipo de visión ideológica que están impulsando las formaciones de derecha trumpista no solo en EEUU, sino en Europa. Es la señal también de que la recomposición del orden internacional que Washington está llevando a cabo se forja no solamente desde la geopolítica y los intereses económicos, sino desde una visión política en la que no va a cejar.

La primera visita internacional de Donald Trump en su segundo mandato reúne todos los elementos que su administración considera esenciales: defensa, energía, inteligencia artificial, inversión económica y reorganización del orden internacional. En el horizonte está China, y vincular Oriente Medio a la esfera estadounidense es especialmente relevante en esa partida. El viaje por Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes Unidos es todo eso al mismo tiempo.

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