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Ni sobran universitarios ni la universidad es una fábrica de parados ni España un país de camareros
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UNA DE MITOS EDUCATIVOS

Ni sobran universitarios ni la universidad es una fábrica de parados ni España un país de camareros

Los últimos datos sobre universidad y empleo desmienten algunos de los tópicos que se popularizaron durante la crisis

Foto: EvAU en la Comunidad de Madrid. (Europa Press/Jesús Hellín)
EvAU en la Comunidad de Madrid. (Europa Press/Jesús Hellín)
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La crisis de 2008 generó unos cuantos mitos educativos que han pasado a formar parte del imaginario colectivo. Que estudiar una carrera no garantiza un empleo y que por lo tanto da igual lo que curses, que España produce demasiados universitarios o que vivimos en un país de funcionarios y camareros. Como suele ocurrir en estos casos, no eran exactamente mentiras sin ninguna base, sino medias verdades que el tiempo ha puesto en su lugar.

La última actualización de los datos de U-Ranking, un proyecto desarrollado por IVIE (Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas) y la Fundación BBVA desde 2013 para analizar el sistema educativo español pone en tela de juicio algunos de esos lugares comunes. El más importante, el que se refiere a la inserción laboral. Según sus datos, el 77,6% de los jóvenes universitarios logran empleos acordes a su cualificación, una cifra que aumenta año tras año.

“La principal diferencia es que en 2008 se destruía empleo y ahora se crea mucho, lo que significa que hay muchas más oportunidades que entonces”, explica Francisco Pérez, profesor emérito de Análisis Económico de la Universitat de València y director de investigación de IVIE, que recuerda cómo la transición laboral hacia el mundo laboral de la generación de 2008 fue complicada: “La puerta de entrada al mercado de trabajo estaba muy cerrada, y hoy está muy abierta”.

¿A España le sobran universitarios?

¿De verdad tenemos un sistema productivo donde no caben más universitarios? Al revés, explica Pérez. La mayor creación de empleo se está dando en las profesiones más cualificadas: de los 223.110 nuevos ocupados universitarios jóvenes, el 89% lo son en puestos altamente cualificados. La sobrecualificación ha pasado de un porcentaje del 30% en los años de la Gran Recesión al 22,4% en 2024.

“Lo primero que hay detrás de este dato es una recomposición del tejido productivo, en el que las ocupaciones más cualificadas van ganando peso”, explica el economista. Aunque el dato tiene en cuenta tanto a titulados en grado superior de Formación Profesional como universitarios, la sobrecualificación de estos últimos es incluso más baja, ya que tienen un mayor peso en las categorías laborales más elevadas: directivos y gerentes; profesionales y científicos; y técnicos y profesionales de apoyo.

La situación varía según sectores, por supuesto. La sobrecualificación es más elevada en el área de las ciencias sociales, menos en las ciencias de la naturaleza y mucho menos en ingenierías y en ciencias de la salud. La base media de cotización de los egresados en 2019 es de 31.000 euros, pero en Medicina supera los 41.800 euros anuales, mientras que en otros campos de estudios no alcanza los 25.000. La expansión de la Formación Profesional durante los últimos años, desde menos de 250.000 matriculados de antes de la crisis hasta los más de 500.000 de los últimos cursos, también ha optimizado el ajuste entre formación y mercado laboral.

“La expansión de la FP es una buena noticia porque ha reducido la estructura de reloj de arena que tenía la educación en España”, recuerda Pérez. “Había muchos con un nivel de formación básica, pocos en el centro que no superaban los ciclos formativos de grado medio y muchos con una formación superior”. Esta expansión de la FP ha provocado, por una parte, que “el abandono de los estudios no sea tan importante en un estado inicial”. Por otra, la aparición de titulaciones técnicas que han complementado la formación de las carreras de ingeniería, diversificando la oferta educativa hacia la FP.

¿La universidad es una fábrica de parados?

Si hay algo que han demostrado siempre todos los indicadores, incluso durante los peores años, es que a mayor nivel educativo, más empleo. Sin embargo, como recuerda el catedrático, “aquí se hizo popular la expresión de que la universidad era una fábrica de parados y algunos no han revisado este diagnóstico, aunque la situación ha cambiado de manera sustancial”.

Si bien en los años de la crisis las tasas de desempleo entre universitarios eran muy elevadas, el porcentaje ha descendido desde el 19,3% de 2020 hasta el 12% del pasado año, un proceso paulatino desde el final de la Gran Recesión. De los 500.000 nuevos empleos que han sido ocupados por jóvenes de entre 22 y 29 años, el 44% ha sido ocupado por universitarios (la media en todas las edades es del 33%), el 22% por titulados en FP de grado superior y un 25% por graduados de Bachillerato o FP de grado medio.

“Es una buena noticia y cuestiona la idea de que los universitarios tienen como destino el paro”, señala el economista. La gran diferencia respecto a aquellos años es que los jóvenes “tienen en su conjunto un recorrido laboral en el que les cuesta más alcanzar los niveles de salarios del resto de la población”. Sin embargo, para los universitarios la progresión sigue siendo mayor aunque en algunos casos los salarios iniciales de los no graduados puedan ser mayores. “Alcanzan más tarde el máximo salario porque el punto álgido de su carrera llega más tarde”, concluye el economista.

¿España, un país de camareros?

Durante los últimos años, a medida que el sector turístico ha adquirido un mayor protagonismo en la economía española, se ha popularizado la idea de España como país de camareros, ocupando el lugar que para otra generación tuvo la construcción. Un sector, el hostelero, que supone el 6,4% del PIB y que emplea a más de millón y medio de españoles.

Los datos muestran, sin embargo, que la creación de empleo también se está dando en trabajos de mayor nivel educativo y salarial, y no solo por esa base de la pirámide. “La estructura muestra que hay un avance de los cualificados”, recuerda Pérez. “Como también avanza la cualificación, mejora la demanda pero también la oferta. Ese es el juego del subempleo: si avanza la estructura de ocupaciones pero avanza más rápido la formación, puede ser que al mismo tiempo que mejore la estructura de ocupaciones aumente el subempleo porque hay más oferta de gente cualificada”.

Unas comunidades se especializan en turismo, otras buscan trabajadores cualificados

En este caso, la clave se encuentra en la creciente desigualdad entre regiones españolas. Mientras unas se especializan en turismo y hostelería, otras reclaman cada vez más trabajadores altamente cualificados, y la brecha será cada vez mayor. “¿Hay diferencias entre comunidades autónomas?”, se pregunta el catedrático. “Muchas, porque el porcentaje de ocupaciones altamente cualificadas en País Vasco, Madrid y Cataluña es más elevado”.

Uno de los factores que explican el aumento de la migración hacia las grandes ciudades desde las regiones menos desarrolladas. “Justamente por esas diferencias de oportunidades, existen grupos migratorios de jóvenes altamente cualificados que van a los lugares donde se concentran las oportunidades”, concluye. “Madrid, sobre todo durante la última década, recibe un importante flujo de migración nacional de jóvenes que acuden en busca de oportunidades”.

Las carreras donde hay pleno empleo

U-Ranking, como su propio nombre indica, también publica un listado con aquellas carreras con mayor inserción laboral. En el podio se encuentran Medicina, Enfermería y Odontología. Completando el top ten, Ingeniería de organización industrial, Desarrollo de software y aplicaciones, Farmacia, Ingeniería en electrónica, Ingeniería eléctrica, Ingeniería de telecomunicación e Ingeniería de la energía. En definitiva, muchas ingenierías.

“Claramente, donde hay mejores oportunidades es en Ciencias de la salud y las ingenierías”, explica Pérez, que hace especial hincapié que también en la Formación Profesional tienen muchas salidas los cursos relacionados con la ingeniería “porque tienen una formación potente en matemáticas, física, informática: la tecnología en la actualidad demanda mucha formación y los formados en ello se adaptan bien a las nuevas demandas”.

Determinadas titulaciones como Medicina tienen un ajuste entre formación y empleo casi perfecto debido a que son reguladas: para su ejercicio se requiere una formación muy concreta y además, existe un numerus clausus que limita el número de profesionales que se incorporan al mercado laboral cada año. Por eso no solo son sectores donde no falta trabajo, sino donde resulta difícil cubrir los puestos vacantes.

“En Medicina no solo hay pleno empleo, sino también puestos que no se cubren, como también ocurre en otras profesiones que tienen que ver con la digitalización”, recuerda el economista. “Los responsables de los sistemas sanitarios se están encontrando con problemas para ocupar las plazas”. Además de otras ocupaciones de difícil cobertura y cuya demanda se satisface gracias a la FP, como profesiones como soldadores, montadores o tuberos.

"Hay mucho que mejorar en orientación: hay que hacerla en Bachillerato o antes"

El catedrático resalta la importancia de la orientación a la hora de favorecer la empleabilidad. “Como hay tantas grandes diferencias en las oportunidades según la formación, las decisiones hay que tomarlas con toda la información posible, incluida la de inserción laboral”, explica. “Hay mucho que mejorar: la orientación vocacional se tiene que hacer o en Bachillerato o incluso antes, porque las especialidades ya condicionan lo que se va a estudiar”.

El acceso a la orientación es una de las principales fuentes de desigualdad, concluye: “Los jóvenes que tienen un entorno familiar que a lo mejor ha ido a la universidad o conoce el sistema en más profundidad obtienen la información más fácilmente y quienes vienen de un entorno más modesto no tienen esa información, por lo que la posibilidad de que se decanten por la formación equivocada se convierte en fuente de desigualdad”. Un último dato: los egresados de un mismo campo de estudio de las universidades públicas y privadas no se diferencian significativamente en sus resultados de inserción laboral.

La crisis de 2008 generó unos cuantos mitos educativos que han pasado a formar parte del imaginario colectivo. Que estudiar una carrera no garantiza un empleo y que por lo tanto da igual lo que curses, que España produce demasiados universitarios o que vivimos en un país de funcionarios y camareros. Como suele ocurrir en estos casos, no eran exactamente mentiras sin ninguna base, sino medias verdades que el tiempo ha puesto en su lugar.

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