Aquí siempre se ha hecho así: las empresas se aferran a su producto y modelo de negocio
Solo el 35% de los negocios españoles se atreven a incorporar novedades, frente al 51% de los europeos. La escasa innovación en España es una anomalía respecto a las tres grandes economías de la UE y lastra la productividad
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La innovación empresarial se relaciona con una mayor productividad y facturación en el largo plazo, pero son procesos que no están exentos de barreras y riesgos: requieren un buen acceso a la financiación externa y pueden no tener el resultado esperado. La mayor parte de las empresas españolas optan por la opción conservadora, un ‘aquí siempre se ha hecho así’, antes de introducir nuevos productos o formas de operar en sus negocios.
Según refleja la última encuesta de Eurostat a las empresas comunitarias de 10 o más trabajadores, la innovación es una asignatura pendiente en el tejido productivo español, ya que el 64,9% se aferran a los productos y procesos que ya venían haciendo con anterioridad. Al contrario, son solo el 31,5% las que introducen novedades, aunque ascienden al 35,1% si se suman las empresas que se dedican a la innovación como tal.
Esto supone una anomalía si se compara con las principales economías europeas del entorno, a pesar de que el tejido productivo de la UE tampoco destaca en el plano internacional por ser el más rompedor. En Alemania la ratio es la contraria a España, ya que innovan o se dedican a actividades de ese tipo el 63,4% de las empresas. La cifra es parecida en Italia (63,1%) y algo menor en Francia (57,4%). De hecho, el porcentaje de España está por debajo de la media de la UE (51,1%).
Los datos se refieren a 2022 y en ellos se aprecia una mejora en comparación con las series históricas, coincidiendo con la puesta en marcha de los fondos Next Generation y las reformas estructurales para recibirlos. No obstante, habrá que esperar a la siguiente oleada de la encuesta, que se publicará a finales de 2026, para saber si ha habido un cambio notable.
La estadística distingue por grados y tipos de innovación. En los tres primeros perfiles se encuentran las empresas que han introducido en su mercado un producto novedoso o que han implementado un nuevo proceso en su cadena de creación de valor en sentido amplio y desarrollándolo internamente. También hay un grupo de las que han incluido las innovaciones, pero de manera adquirida porque no tienen capacidad de desarrollo propio (perfil IV) y las que se dedican como tal a la innovación (perfil V).
En España solo el 26,1% de las empresas están en los perfiles I a III frente al 43% de la UE. En el perfil I, de las empresas que han sido pioneras en una innovación determinada en su mercado, las que se acercan más a lo que la mayoría reconocería intuitivamente como “innovadoras”, España solo tiene al 6,9% y la UE al 11%.
En el lado opuesto, los perfiles VI y VII se corresponden con las empresas que no innovan, las primeras por cuestiones de estrategia, riesgo, falta de tiempo o baja rentabilidad esperada y las segundas porque no han identificado la necesidad de hacerlo. España destaca en estas últimas con un 46,3% del total.
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El desglose territorial de la encuesta revela que existen diferencias notables por comunidades autónomas que impiden generalizar la falta de innovación a todo el país. Aunque solo se incluyen datos para las empresas de entre 10 y 249 trabajadores, por lo que excluye a las grandes, que son las más innovadoras, y las ratios resultantes bajan. El ranking lo lidera el País Vasco, con un 42% de empresas en innovación activa, hecho que se debe en parte a la composición de su tejido productivo (más industrial) y que coincide con su liderazgo reiterado en la ratio de productividad laboral.
Existen más probabilidades de que las empresas que incorporan novedades en sus productos y en sus formas asignen mejor los recursos y, por tanto, terminen produciendo comparativamente mejor. Aunque el crecimiento está muy influido por la coyuntura económica, la productividad es el factor que garantiza una evolución más favorable a largo plazo.
Le siguen Cataluña (38,5%), Navarra (38%), y Comunidad Valenciana (34,8%). Resulta llamativa la mala posición de Madrid, con un 31%, por debajo de la media de España (33,6%) en esta serie que no incluye a las empresas grandes. Los tejidos productivos menos innovadores son los de Canarias (25,9%), Islas Baleares (27,3%) y Castilla-La Mancha (28,3%).
El 80% de la hostelería española no innova
Parte de la diferencia con la UE (y entre las regiones) se explica por la propia composición empresarial. El 99% de los negocios de España son pequeños y la media de trabajadores de todo el tejido productivo se sitúa en 4,6 frente a los cinco de la media de la UE y el entorno de los nueve en Alemania. Las empresas más grandes tienen una mayor probabilidad que las más pequeñas de incorporar un componente innovador en alguno de sus segmentos de mercado o actividades comerciales.
Otra parte de la brecha tiene que ver con la composición sectorial, las actividades industriales son más innovadoras que los servicios y, en concreto, los servicios relacionados con la hostelería, con elevado peso en España, registran tasas bajas de incorporación de novedades en los procesos y en los productos. Sin embargo, incluso si se contrapone el mismo tipo de empresas españolas y europeas, las primeras resultan comparativamente inferiores.
Los sectores menos innovadores en España son la agricultura (el 85,5% de las empresas no innova); la construcción (83,1%), los servicios administrativos (82,7%) y la hostelería (80,7%). En el lado opuesto se encuentran el sector energético (44,7%) e información y comunicaciones (48,7%).
Por tamaño, solo el 30% de las empresas nacionales pequeñas (de entre 10 y 49 trabajadores) innovan frente al 47,2% de las europeas. La brecha se mantiene en el resto de tamaños, aunque se reduce entre las compañías grandes, de 250 o más empleados: la mayoría innovan, tanto en España (76,1%) como en la UE (78,3%). Además, el análisis por tamaño muestra que las empresas grandes generan proporcionalmente más facturación en los perfiles con mayor intensidad de innovación (el I), lo que también anima al resto de sus competidores a desarrollar novedades para ser competitivos.
La innovación empresarial se relaciona con una mayor productividad y facturación en el largo plazo, pero son procesos que no están exentos de barreras y riesgos: requieren un buen acceso a la financiación externa y pueden no tener el resultado esperado. La mayor parte de las empresas españolas optan por la opción conservadora, un ‘aquí siempre se ha hecho así’, antes de introducir nuevos productos o formas de operar en sus negocios.