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"Mañana a casa, que viene la inspección": qué hay tras el aumento de las muertes laborales
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LOS FACTORES QUE LO EXPLICAN

"Mañana a casa, que viene la inspección": qué hay tras el aumento de las muertes laborales

En España, según datos oficiales, ha habido 796 muertos en 2024, un 10% más que en 2023. El segundo peor año de la serie histórica, tras la excepcionalidad de 2022

Foto: Trabajadores aguardan ante un edificio de oficinas. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
Trabajadores aguardan ante un edificio de oficinas. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Pocos días antes de su muerte, José Antonio González buscó en Google qué hacer si empezaba a notar que le iba a dar un golpe de calor. Era julio de 2022 y aquel verano fue uno de los más letales del último lustro. Según datos del CSIC, murieron 3.012 personas por calor durante los 28 días que duró la alerta por una de las mayores olas de altas temperaturas registradas en los últimos tiempos. A José Antonio González, que trabajaba como operario de limpieza para el Ayuntamiento de Madrid, la búsqueda en Google no le sirvió de mucha ayuda. Eran alrededor de las cinco de la tarde cuando comenzó a morir. Los médicos no pudieron hacer nada. La familia y compañeros denunciaron que no se habían tomado las medidas suficientes para evitar esa muerte predecible, que no les habían facilitado la indumentaria adecuada, que les obligaron a barrer las calles en las horas de más calor. José Antonio González se convirtió en uno de los desaparecidos más famosos entre las 862 personas que fallecieron en España por accidente laboral en 2022.

A Inma se la llevó una de las principales causas de fallecimiento por estrés laboral: el infarto. Inma, también, fue una de las 721 personas que murieron en su puesto de trabajo en España en 2023. Una cifra que, según los últimos datos proporcionados por el Ministerio de Trabajo, ascendió a los 796 fallecidos en 2024, un 10% más que en el año anterior.

“Tenemos un problema estructural pero lo tratamos como una coyuntura, como una casualidad. Un despiste, un fallo, algo personal. Nadie se fija demasiado en quienes mueren en sus puestos de trabajo”, explica Miguel Cruz, presidente de la Asociación de Víctimas de Accidentes y Enfermedades Laborales de Andalucía (AVAELA). Una de las pocas asociaciones de este tipo que hay en España. Para Cruz, los muertos relacionados con el trabajo apenas sobrepasan las noticias de sucesos en los periódicos.

“Es una situación que está directamente relacionada con cómo está construido nuestro mercado laboral, pero en la calle es algo de lo que todavía no hay conciencia”, continúa para señalar que en España, con los datos que tenemos en la mano, en 2024 ha habido 2,18 accidentes mortales al día. Es decir, una muerte cada 2,24 horas de la jornada laboral. “Y eso sin contar la economía sumergida”, apostilla para incidir en que estos datos “no son reales”. “La precariedad laboral golpea muchísimo en este tema por razones obvias y no tenemos apenas información de la gente que trabaja fuera del sistema”, apunta.

"Me he caído de bicis y motos muchísimas veces, pero no iba al médico. Prefería seguir trabajando con un esguince o un dedo roto"

Marcos, venezolano que prefiere ocultar su nombre, llegó a España sin papeles y encontró su primer trabajo como 'rider' en Madrid. “Me he caído de bicis y motos muchísimas veces, pero no iba al médico. Prefería seguir trabajando con un esguince o un dedo roto”, cuenta para recordar la vez que se fracturó la pierna. “Salí volando por los aires, me golpeé y no pude seguir trabajando. Me curé en casa, no me atreví a ir al hospital, después me iba a llegar la factura por no estar dentro de la Seguridad Social y pensaba que me iban a localizar a partir de ahí. Y yo no tenía papeles ni nada. Se pasa mucho miedo, prefieres aguantar el dolor y que se cure solo”, relata para señalar que, en trabajos como ese, uno ve accidentes de compañeros todo el rato.

Cifras sin rostro

Inma no sabía que el día de su muerte sus compañeros tendrían que seguir trabajando al lado de su cuerpo aún caliente. Era teleoperadora de alrededor de 60 años, se desvaneció en su cubículo mientras atendía llamadas y se convirtió en una de las personas muertas más famosas de España durante unos días en junio de 2023, como explicó El Confidencial, porque en Konecta -la mayor empresa de contact center del país- sus compañeros denunciaron haber seguido cogiendo llamadas junto a su cadáver, con normalidad. Durante dos horas y cuarenta y cinco minutos la actividad no paró.

Pilar tenía 38 años y trabajaba de teleoperadora en Madrid cuando le dio un infarto. Manuel, de 26 años, tuvo un accidente de tráfico en Zamora con el camión. Julián tenía 42 años, era gruista y estaba trabajando en Cantabria. Pablo, albañil de 42 años, sufrió un golpe de calor en Los Alcázares, Murcia. Joaquín, de 51, era uno de los operarios de limpieza que estaba encargándose de los estragos de la DANA. Cinco nombres de entre los casi 800 fallecidos en accidentes laborales en 2024. Cinco nombres para poner rostro a ese 41% de accidentes de trabajo mortales durante la jornada que han marcado 2024. El total de accidentes registrados han sido 1.179.202 según los últimos informes publicados.

Según datos del Ministerio de Trabajo y del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST), los accidentes laborales más comunes se dividen en las siguientes categorías: Caídas y resbalones -muy frecuentes en construcción, limpieza y hostelería-; golpes o choques contra objetos -comunes en industrias manufactureras, logística y obras-; sobreesfuerzos físicos -principal causa de baja temporal por accidente no grave- ; contacto con electricidad, sustancias peligrosas o temperaturas extremas -con alta incidencia en sectores como industria química, mantenimiento y energía-. O in itinere. Es decir, yendo o volviendo del lugar de trabajo. Como el de José de las Morenas, trabajador de industria que salió disparado contra la luna del autobús que lo llevaba a casa.

Rompí el cristal con la cabeza”, recuerda, “tuve un traumatismo craneal, me quedé sin varios dientes, la nariz fracturada, varias fisuras en las costillas…”, enumera para señalar que, aun así, tuvo suerte. Se podía haber quedado en el sitio. “La cosa es que estábamos a punto de llegar a mi casa y, como solemos hacer, me levanté de mi asiento antes de que el bus parase completamente. Entonces se nos cruzó un coche y nuestro conductor frenó en seco para evitar el impacto”, relata. Estuvo seis meses de baja y, durante mucho tiempo, ha sufrido secuelas como vértigos o pérdida de estabilidad. “Lo que me ocurrió es algo que le puede pasar a cualquiera”, declara.

En términos de incidencia también se aprecia un sustancial incremento, aunque repartido desigualmente entre los sectores. La industria es el sector que registra un crecimiento mayor del índice de incidencia con un 18,8%, seguido por los servicios con un 12,7% y a gran distancia de la construcción cuyo incremento se limita a un 1,2%. El índice de incidencia del sector agrario es el único que muestra un descenso del -5,8%.

"La legislación es buena, pero no se cumple"

Igualmente, a pesar de no ser el accidente más frecuente, la principal causa de muerte laboral son los infartos, ictus, derrames cerebrales y otras causas producto del estrés. (En 2024 han muerto 266, 21 más que en 2023)

¿Por qué aumentan los accidentes mortales?

La palabra para Cruz es “negligencia”. “Nuestro principal problema es que no se está cumpliendo la legislación, tenemos una muy buena legislación laboral en España, pero no sirve de nada si no se cumple”, opina para explicar que la Ley de Prevención de Riesgos Laborales plantea que el cuidado de la salud de los trabajadores esté integrada en todas las fases de la cadena de producción de una empresa. “Eso implica que siempre tiene que haber una evaluación de riesgos para minimizarlos al máximo. Y eso no está ocurriendo”, explica. No está ocurriendo porque, cuenta Cruz, la mayoría de las empresas han externalizado esos estudios. Es decir, hay empresas que se dedican a vender planes en masa que no están adaptados a cada empresa en particular.

Una situación que, para Cruz, se traduce en una cuestión de rentabilidad. “A muchas empresas les sale más a cuenta pagar la multa -cuando la haya- que invertir en prevención. La salud de los trabajadores es una variable económica más en las empresas”, critica.

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Las caídas, uno de los accidentes más habituales. (EFE/Biel Aliño)

“El proceso de concentración de los Servicios de Prevención Ajeno ha transformado el sector en un oligopolio con el consecuente deterioro del servicio que prestan”, apunta al respecto, José F. Blanco, Perito Técnico en Prevención de Riesgos Laborales, quien insiste en que la figura del Servicio de Prevención Ajeno, que se pensó como un recurso limitado para casos puntuales durante la tramitación de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, se ha convertido en la figura más extendida de organización de la prevención en las empresas.

Para F. Blanco es “muy preocupante” el aumento de la siniestralidad mortal en España. Además, él también opina que las cifras reales de 2024 son mayores de los datos que manejamos en el momento en el que se escribe este artículo. “Recordemos que la definición de accidente mortal incluye los fallecimientos que se producen en los 12 meses posteriores al siniestro, por lo que cuando se dispongan de datos consolidados, las muertes por accidente laboral se dispararán muy por encima de las 800”, explica.

Del mismo modo, F. Blanco destaca que en la legislación actual no existe una normativa unificada o específica que regule los accidentes de tráfico relacionados con el desempeño laboral. “A diferencia de otros países europeos en nuestra legislación esta recogido el accidente in itinere de tráfico como contingencia laboral, aspecto que quizás debiera revisarse, dado que la actuación en materia preventiva difícilmente puede actuar en este campo”, opina para añadir que “lo que resulta preocupante es que un 44% de las muertes por accidente en jornada de trabajo en España sigan produciéndose por riesgos clásicos de seguridad, en los que la actuación en materia preventiva podría evitarlos”.

"Mi jefe nos dijo que mañana trabajábamos desde casa que había inspección"

El hecho de que este tipo de riesgos sigan materializándose y costando vidas de personas trabajadoras de manera constante es, tanto para Cruz como para F. Blanco, “la demostración más palpable de que el sistema preventivo se encuentra estancado”.

Para que esto cambie, a juicio ambos hace falta un cambio en la conciencia empresarial. “El empresario debe tomar la prevención de riesgos laborales como una inversión a largo. No se debe considerar como un gasto no rentable, como actualmente se considera por parte del tejido empresarial”, explica F. Blanco para insistir en la importancia de demostrar que la prevención de riesgos laborales es rentable y que vale la pena integrarla en la gestión empresarial, no sólo por imperativo legal, sino también porque es beneficioso para su productividad y competitividad.

“Hoy, en España sólo se cumple la prevención de riesgos laborales de manera formal (tener los papeles), ¿cómo no van a subir las muertes si no se toman medidas prácticas?”, se lamenta Cruz.

Medidas como aumentar la inspección. En España, hay 1,07 inspectores cada 10.000 trabajadores. Y, de poco sirve, si -en ocasiones- las empresas saben de antemano cuándo y cómo van a ir a visitarles. Como es el caso de Marta, que también prefiere no dar su nombre por seguir en el mismo puesto de trabajo.

Ella trabaja en una oficina en Valladolid y recuerda que, a principios en 2021, en su curro se incumplían “bastante las medidas por el covid”. “Recuerdo que estábamos todos hacinados en la ofi cuando se había recomendado que alternáramos teletrabajo y, por supuesto, mi jefe y varios compañeros no llevaban la mascarilla puesta”, relata. “Entonces, un día va mi jefe y nos dice a la mitad que mañana trabajamos desde casa, que hay inspección. Y que los elegidos para ir a la oficina no se olviden de llevar una mascarilla nueva. ¡Pues vaya mierda de inspección!, pensé”, recuerda.

Entre la silicosis y el amianto

El padre de Pilar Ituero murió en 2010 por exposición al amianto y nunca lo supo. Ella sí. “Recuerdo que llevaba una temporada con unas toses muy feas, fuimos al neumólogo y nos dijo que se estaba muriendo, que no había nada que hacer. Duró dos meses más”, recuerda. Estaba prejubilado y había compaginado dos trabajos, el de cuidar a sus vacas, cerdos, gallinas y huerto con la albañilería. Fue peón y durante 25 años trabajó con Uralita. “El neumólogo nos ofreció hacerle unas pruebas para tener los papeles, pero con 76 años y sin expectativas de supervivencia, preferimos dejarle tranquilo”, relata.

"Fui a un reconocimiento, me dijeron que parara de trabajar y a los tres días me despidieron"

Para Ituero no fue tan dramático como para otras personas. “Mi padre era mayor, y todavía no había saltado el escándalo del amianto, pero imagínate lo que está sufriendo la gente joven hoy, con hijos pequeños y afectados por algo tan grave como la silicosis”, apunta.

La exposición al amianto y enfermedades pulmonares como la silicosis están tipificadas como enfermedades profesionales en España. El problema, como ya se ha apuntado anteriormente, es de prevención. Porque una vez enfermo, no hay vuelta atrás.

“Por regla general son los propios enfermos los que acuden al médico cuando se encuentran mal”, explica Francisco Torrico, presidente de la Asociación de Perjudicados por la Silicosis en Andalucía (APSA), “es una enfermedad asintomática hasta que es demasiado tarde. Y las empresas tienen la suficiente información para tomar medidas de prevención en trabajadores en riesgo”, apunta.

placeholder Concentración de trabajadores en la fábrica de Sargadelos, durante una inspección en busca de silicosis. (Europa Press/Carlos Castro)
Concentración de trabajadores en la fábrica de Sargadelos, durante una inspección en busca de silicosis. (Europa Press/Carlos Castro)

La silicosis es una enfermedad pulmonar grave que afecta, sobre todo, a quienes trabajan con la manipulación de cuarzos en marmolerías. Tiene especial incidencia en Andalucía.

Un caso es el de Francisco Javier Cardeñosa, de 40 años, afectado de silicosis simple procedente de Montemayor, Córdoba y diagnosticado desde 2021, “fue en un control rutinario y, después de un año, fui a hacer un reconocimiento médico, me dijeron que parara de trabajar y a los tres días tenía el despido encima de la mesa”, critica. Él entonces pidió la incapacidad. La obtuvo tiempo después, reclamaciones mediante.

“Nos tratan con la punta del pie, tengo juicios pendientes todavía”, continúa para señalar que su enfermedad es un problema que “te parte la vida a la mitad”. “Tengo compañeros con treinta y pocos años que han sido trasplantados a vida o muerte en el quirófano”, insiste.

"Tuve que decirles que tenía un diagnóstico. Si no me sacan apto para trabajar, tienes que seguir"

Para él, el gran problema es el de la administración. “Damos muchas vueltas, te deniegan incapacidades y las empresas de riesgos laborales hacen oídos sordos. ¡Yo tuve que decirles que tenía ya un diagnóstico!, si no me sacan apto para trabajar, tienes que seguir y punto”, continúa para criticar que se tenga que reclamar un trato digno con algo que, legalmente, está reconocido como enfermedad laboral.

El suicidio como accidente laboral

“Últimamente lo que llegan son muchos casos de ansiedad, estrés y depresión, que hacen que mucha gente se plantee tomar decisiones... Definitivas”, son palabras de Jorge García, miembro de Jobstice, plataforma que trata de combatir las situaciones de abuso, precariedad laboral y explotación en España. “Nosotros tratamos de darles herramientas y de disuadirles, pero es difícil”, apunta.

Según datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2023 se suicidaron 4116 personas en nuestro país. La pregunta es, ¿cuenta el suicidio como accidente laboral? La respuesta, tanto para García, como Cruz o F. Blanco es sí.

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“La mayoría de los casos que nos llegan a nosotros tienen que ver con el acoso laboral en todas sus formas y eso es algo muy difícil de demostrar aunque tenga consecuencias devastadoras en la salud física y psicológica de una persona”, explica García para poner como ejemplo el caso del jefe o los compañeros que dejan a uno de lado. “¿En teoría no pasa nada, no?, pero no te avisan para tomar café o no te explican cosas o te quitan responsabilidades que antes eran tuyas sin mediar palabra. Son cosas que le ocurren a diario a muchas personas y cuyas consecuencias son devastadoras”, insiste. “Hay casos en los que se ha llegado a catalogar un suicidio como consecuencia directa del trato recibido en el trabajo”, zanja.

Los años que siguen al accidente

La gran pregunta es qué pasa después. Dónde quedan las vidas de aquellos que sobrevivieron a un accidente laboral y arrastran sus secuelas. Como Esperanza Ocaña quien tras su accidente el 17 de abril de 2008 dejó de trabajar para siempre. Tenía 33 años.

Fue en una obra. Ella era albañila, una de las pocas mujeres en la profesión, y le encantaba. Aún hoy lo echa de menos. “Me cayó una piedra de hormigón de 30 kg desde 70 metros de altura y me destrozó la pierna derecha”, relata.

"Al principio, la empresa se ocupó, pero luego se fue desentendiendo de mí"

Pasó por seis operaciones distintas, una silla de ruedas, muletas, una pseudoartrosis y mucho tiempo entrando y saliendo de rehabilitación, pero Ocaña quedó incapacitada para volver a subirse a una obra. “Al principio, mi empresa se ocupó y me puso facilidades, pero luego se fue desentendiendo de mí. De hecho, mi marido también trabajaba en la misma y empresa y lo despidieron”, cuenta.

Desde entonces es ama de casa. “Psicológicamente ha sido muy duro y he tenido que pasar por años de terapia, pero sé que la vida sigue y tengo la suerte de ser una persona fuerte y contar con un entorno que me quiere. Y eso es algo que no tiene todo el mundo”, zanja.

Pocos días antes de su muerte, José Antonio González buscó en Google qué hacer si empezaba a notar que le iba a dar un golpe de calor. Era julio de 2022 y aquel verano fue uno de los más letales del último lustro. Según datos del CSIC, murieron 3.012 personas por calor durante los 28 días que duró la alerta por una de las mayores olas de altas temperaturas registradas en los últimos tiempos. A José Antonio González, que trabajaba como operario de limpieza para el Ayuntamiento de Madrid, la búsqueda en Google no le sirvió de mucha ayuda. Eran alrededor de las cinco de la tarde cuando comenzó a morir. Los médicos no pudieron hacer nada. La familia y compañeros denunciaron que no se habían tomado las medidas suficientes para evitar esa muerte predecible, que no les habían facilitado la indumentaria adecuada, que les obligaron a barrer las calles en las horas de más calor. José Antonio González se convirtió en uno de los desaparecidos más famosos entre las 862 personas que fallecieron en España por accidente laboral en 2022.

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