El error de cálculo de EEUU: China resiste los aranceles como Rusia capeó las sanciones
Trump busca un gesto para comenzar las negociaciones y bajar los aranceles, pero Pekín se mantiene firme. China está resistiendo mejor de lo previsto, igual que hizo Rusia en 2022
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El Fondo Monetario Internacional recortó esta semana la previsión de crecimiento de casi todos los países del mundo por la guerra arancelaria. España fue uno de los poquísimos que se libró del tijeretazo. El otro fue Rusia. El Fondo prevé un crecimiento del PIB ruso del 1,5 % este año y del 0,9 % el próximo.
La economía de Rusia ha crecido casi un 7 % desde que comenzó la invasión de Ucrania y el FMI espera un avance similar hasta 2030. Y eso a pesar de que siguen en vigor todas las sanciones impuestas por Estados Unidos y Europa al país como consecuencia de la invasión de Ucrania.
La resistencia de la economía rusa ha sorprendido a todos. Las previsiones de primavera que hizo el FMI en 2022, unos meses después del inicio de la invasión, auguraban una larga crisis en el país. Tan larga que el Fondo esperaba que en 2027 el PIB seguiría todavía un 7 % por debajo del nivel previo a la invasión.
La realidad es que la contracción apenas duró unas semanas. Los países occidentales y los organismos internacionales controlados por estos pecaron de prepotencia. Y lo mismo le ha ocurrido al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en su guerra económica con China.
Aunque EEUU ha impuesto aranceles a casi todos los países, a quien ha declarado realmente la guerra es a China, con una tarifa del 145 %. Sin embargo, parece que empieza a arrepentirse. Trump ha insistido esta semana en que está negociando con China un acercamiento comercial, pero el Gobierno chino ha negado esos contactos.
Estas declaraciones han mostrado la debilidad de la Administración Trump. Los consumidores demandan productos baratos que solo China produce y las cadenas minoristas están empezando a alertar del riesgo de desabastecimiento. Pekín ha calificado de 'fake news' el anuncio de Trump de un acercamiento entre los dos gobiernos, dejando en evidencia al presidente estadounidense. Es más, ha marcado una posición de fuerza: si EEUU quiere negociar, que empiece quitando los aranceles, dijo esta semana He Yadong, portavoz del Ministerio de Comercio.
Pekín está aguantando el pulso comercial a Estados Unidos... y está resistiendo. "Trump juzgó mal a China", afirmó el viernes un asesor del Ministerio de Comercio chino, Wu Xinbo. En su opinión, "EEUU calculó mal su posición y, además, no está bien preparado para la confrontación con China".
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Es cierto que la economía china tiene importantes debilidades, como su crisis de deuda inmobiliaria o el aumento de la deuda pública. Pero también es cierto que el país consiguió mantener su economía a flote incluso cuando el sector exportador estaba colapsado por la pandemia y la escasez de buques cargueros. Esta vez la situación no es peor que aquella; sobre todo, si puede hacer comercio de falsa bandera enviando sus productos a un país intermedio, como puede ser Vietnam.
Sin duda, su tejido productivo se verá afectado por la caída de exportaciones a EEUU, pero China lleva años impulsando su demanda interna y sus alianzas comerciales con otras regiones. Ahora le toca acelerar ese proceso para superar la caída de la demanda estadounidense.
"EEUU calculó mal su posición, no está preparado para la confrontación con China"
Las importaciones también son un problema, sobre todo en cuestiones de bienes de equipo y tecnología avanzada. Sin embargo, desde el primer mandato de Trump, cuando comenzaron las hostilidades comerciales hacia China, Pekín ha avanzado mucho en desarrollo tecnológico e innovación. Sin duda, todavía demanda algunos componentes avanzados estadounidenses, pero su economía cada vez es más autosuficiente.
Resistencia
Una vez que EEUU no ha conseguido torcer el brazo de China con su guerra comercial, ahora se convierte en un conflicto de resistencia: de los líderes políticos, a medida que la población sufra el impacto de estas medidas. Y mientras en China está creciendo un sentimiento nacionalista frente a la agresión comercial, en Estados Unidos la popularidad de Trump está en pleno descenso.
Según el FMI, hay un 40 % de posibilidades de que Estados Unidos caiga en recesión a lo largo del próximo año. Sin embargo, nadie piensa que China pueda entrar en una fase de caída del PIB a corto plazo. El objetivo de crecimiento que se ha fijado el Gobierno es del 5 % y el consenso de mercado espera un avance de entre el 4 % y el 4,5 %; más del doble que la cifra esperada para EEUU.
Trump podría empezar a sentir la urgencia por alcanzar un acuerdo antes incluso de que Pekín quiera dar su brazo a torcer. China exige que Trump dé el primer paso y que claudique ante los ojos del mundo entero. El magnate estadounidense es un genio del relato, pero tendrá muy difícil convencer de que ha salido victorioso si da marcha atrás en sus aranceles de forma unilateral.
Los países occidentales intentaron que el presidente ruso, Vladímir Putin, claudicara ante el peso de las sanciones y diera marcha atrás a su invasión de Ucrania. Pero también se equivocaron. Es cierto que Rusia y China no tienen ninguna semejanza en lo económico, pero ambos están demostrando una gran capacidad de resistencia, en buena medida gracias a sus regímenes autoritarios.
Rusia llevaba años preparándose para la invasión de Ucrania, acumulando grandes reservas extranjeras gracias a la exportación de hidrocarburos. Este capital ahorrado le permitió sostener su economía mientras las multinacionales extranjeras abandonaban el país.
El otro gran riesgo al que se enfrentaba Rusia era la inflación. El FMI auguró en la primavera de 2022 que llegaría a soportar subidas de precios de más del 24 % ese mismo año. Los precios subieron, pero la mitad: un 12 %. La acción profesional de su banco central fue clave para gestionar la escalada de los costes, y la escasa deuda pública permitió gestionar el aumento de los gastos financieros.
Esto no significa que la economía de Rusia tenga un futuro brillante. Al contrario. El Estado está aumentando intensamente el gasto público para calmar a la sociedad, pero esto está recalentando su economía. La tasa de paro es del 2 % y la inflación sigue cerca del 10 %. Un combo explosivo. Por si fuera poco, la concentración de los esfuerzos económicos en la guerra está lastrando la inversión y la innovación, generando un agujero de productividad.
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Las sanciones y el esfuerzo bélico están provocando un gran daño a la economía rusa. Sin embargo, su caída no será inmediata. Si todo sigue igual, no es descartable una grave crisis a medio plazo, pero para entonces es probable que la guerra haya terminado.
Esta es una buena lección para la guerra arancelaria de EEUU contra China. Pekín también lleva años preparándose para el momento en que Washington decidiera dar un puñetazo sobre la mesa. EEUU no iba a tolerar para siempre que su propio consumo alimentara la máquina de crecimiento china. Lo ha hecho principalmente en tres aspectos: estimulando la demanda interna, situándose en la frontera del conocimiento en sectores estratégicos y trazando alianzas comerciales con el sur global.
Esto no significa que China tenga mejores cartas que EEUU para ganar una guerra comercial larga. De hecho, EEUU ha mostrado, a lo largo de la historia, la capacidad de superación de su población. Su sentimiento nacionalista es muy poderoso, pero también la exigencia de responsabilidades a los gobernantes cuando cree que están equivocados.
Trump no lo tiene fácil para convencer a los votantes de que esta estrategia es la mejor para doblegar a Pekín y mejorar la calidad de vida doméstica. Su popularidad puede caer mucho más rápido que la economía china. Un error de cálculo que ha ocurrido otras veces en el pasado por sobreestimar el poder de Estados Unidos, en esta ocasión el económico.
El Fondo Monetario Internacional recortó esta semana la previsión de crecimiento de casi todos los países del mundo por la guerra arancelaria. España fue uno de los poquísimos que se libró del tijeretazo. El otro fue Rusia. El Fondo prevé un crecimiento del PIB ruso del 1,5 % este año y del 0,9 % el próximo.