La extraña Semana Santa en la que sobrevivimos sin energía nuclear: "Nos sobraba"
Por primera vez desde el despliegue nuclear nacional, nuestro país ha sobrevivido sin cinco de los siete reactores que tenemos. El boom de las renovables ha puesto patas arriba el sistema eléctrico
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El pasado fin de semana, gran parte de España se tomó un descanso. Muchos de los comercios y empresas echaron el cierre para disfrutar de las vacaciones de Semana Santa, pero hubo varios espacios que pararon a pesar de que no estaba pensado que lo hiciesen. Cuatro de los siete reactores nucleares que trabajan día y noche en suelo español optaron por apagar sus máquinas durante el periodo vacacional o reducir su producción y se sumaron a otro que está en recarga de combustible programada. Nunca antes, desde el despliegue nuclear nacional, habíamos vivido con cinco reactores fuera del mercado. ¿Por qué se hizo? Había demasiada energía barata disponible para la demanda existente.
En medio del debate sobre el futuro energético y con la pelea por el calendario de cierre de las nucleares en España en primera línea, el parón ha echado aún más leña al fuego. Los que defienden la continuidad de estas centrales aseguran que lo ocurrido muestra cómo los altos impuestos imposibilitan su competitividad en momentos de precios bajos, mientras que los detractores han visto reforzados sus argumentos. La bajada de producción nuclear (pasó de suponer alrededor del 20% del mix a algo menos del 10%) se pudo compensar con energía eólica, fotovoltaica e hidráulica, durante 11 horas del sábado el precio mayorista de la luz estuvo a 0 o incluso en precios negativos y sobró para exportar a Francia.
"Lo primeros que hay que aclarar es que lo de Semana Santa es algo puntual que ya se viene dando, en menor medida, en años anteriores. Estos momentos de primavera, con sol, pero con borrascas y vientos, son perfectos para la producción de energías como la eólica. Además, este 2025 tenemos el añadido de las grandes lluvias que han caído en invierno. Al final, tenemos a nuestra disposición muchas fuentes de energía muy barata, pero incontrolable, que las compañías prefieren meter en el pool eléctrico mientras se guardan las más caras y que pueden controlar cuándo gastar", detalla Víctor Ruiz Ezpeleta, ingeniero y profesor de OBS Business School. "Lo que sí muestra es una tendencia. Cuanta más potencia de estos tipos tenemos instalada, más parte del mix podemos cubrir con ella, incluso sustituyendo a otras fuentes en ciertos momentos".
Lo último que comenta Ruiz es lo que, para muchos conocedores del sector, es la clave de la situación actual. El boom de las renovables ha hecho que la estructura del sistema energético cambie. Hasta hace poco, la apuesta clara era por fuentes de base que pudiesen funcionar en todo momento y luego pudieras complementar con otras cuando estuvieran disponibles para bajar precios, reducir gastos o absorber picos. Ahora, la situación se ha dado la vuelta. Opciones como la solar son las más atractivas por coste y disponibilidad y lo que más necesitas son fuentes flexibles que puedan suplir los bajones cuando la naturaleza no ofrezca energía suficiente para cubrir la demanda. España vive en un punto de transición entre estos dos mundos y hay muchos días en los que hasta desperdiciamos energía.
"Es algo que se puede ver en los datos de muchos días. Con la instalación de renovables disparada, cada vez hay más momentos en los que su producción eólica o fotovoltaica se frena porque, o la demanda no es suficiente para todo lo que se produce o no cabe más en el mix. Es un desperdicio que no se tiene muy en cuenta y que es importante", cuenta Pedro Fresco, director de la Asociación Valenciana del Sector de la Energía (AVAESEN) y autor del libro Energy Fakes. Mitos y bulos sobre la transición energética (Barlin Libros). "Estamos perdiendo cantidades masivas de generación renovable, incluso con situaciones excepcionales como la de varias nucleares paradas", añade. Sufrimos lo que en el argot denominan como "curtailment".
El Jueves Santo, la energía eólica y solar logró un nuevo récord, cubriendo el 114% de la demanda eléctrica española. Y cada vez es más normal que al menos durante unas horas estas renovables cubran casi el 100% de la demanda. Es solo un ejemplo de la complejidad actual del sistema eléctrico español. Con fuentes sostenidas como, por ejemplo, la nuclear, la aparición de estas renovables, y sobre todo, de la solar, ha añadido una serie de ingredientes que todavía estamos viendo cómo asimilar y hacer sostenible en el tiempo.
Las renovables y su almacenamiento
Las dudas comenzaron a multiplicarse con la pandemia. Una auténtica fiebre por las renovables se inició tras el covid y la guerra de Ucrania y, lejos de frenarse, sigue creciendo, según los expertos. "Para hacerse una idea, estamos instalando tanta potencia fotovoltaica al año como una central nuclear. Lo hemos hecho en los últimos dos o tres años y nada apunta a que se vaya a parar", cuenta Xavier Cugat, analista energético experto en renovables.
El sistema eléctrico español contaba a final de 2024 con 132.343 MW de potencia instalada, de ese total, el 64,3% son renovables. El caso de la fotovoltaica es el más llamativo, pues su crecimiento ha sido exponencial hasta convertirse en la tecnología líder en potencia instalada. Sin embargo, la eólica sigue siendo la principal fuente de producción a nivel nacional. Según datos de Red Eléctrica, en 2024 supuso el 23,2% del mix energético. La nuclear rondó el 20%.
Los defensores de esta transición energética ven con muy buenos ojos esta evolución en España, pero también ponen ya algunos peros. Su crecimiento desmedido se empieza a encontrar los mencionados frenos a la hora de que la demanda case con la oferta y el colapso del sistema puede acabar haciendo mella en su viabilidad. "Estamos viendo cómo hay operadores que paran sus aerogeneradores cuando el precio de la luz es muy bajo porque no les sale rentable ni el desgaste de las piezas. Estamos perdiendo energía limpia y barata que se podría aprovechar y debemos ver cómo atajar este problema", señala Fresco. Es algo que recuerda a lo que ocurrió estos días con las nucleares, frenan porque no es rentable inyectar a la red a precios tan reducidos.
Por eso, expertos como Cugat piden que se empiece a empujar el tema del almacenamiento. El punto de las baterías y las estructuras para almacenar toda esa energía puede ser, según señala, el siguiente gran escalón del sistema español. "En otros países ya se está apostando claramente por su desarrollo. Al final las necesitamos para poder completar los cambios si queremos vivir prácticamente con estas renovables. Mientras esto no ocurra, habrá que sostenerse con otras fuentes de complemento", detalla.
De momento, España tiene un buen complemento limpio en la energía hidráulica que, aunque en momentos como el actual, con los embalses al máximo, tiene que funcionar de manera incontrolable (no puede guardarse el agua para más tarde), habitualmente es una fuente de estabilización. En picos de demanda puede actuar rápidamente liberando agua y generando energía para cubrir ese pico. Sin embargo, el cambio climático y las repetidas sequías que vive el país no permiten ver esta opción como fiable a muy largo plazo.
En el asunto de las baterías, analistas como Cugat ya hablan de que se están estudiando distintos proyectos a nivel nacional, pero de momento no hay una política decidida como si ocurre en otros países. En lugares como Estados Unidos están duplicando su capacidad de almacenamiento energético año a año y Chile lo ha colocado como punto clave para conseguir llegar a sostenerse con un sistema eléctrico renovable al 80% durante todo el año.
El sueño de llegar al 100% de renovables es la gran pregunta del millón para los analistas. "Es imposible saber cuándo llegaremos a ese punto, todo va a depender del desarrollo de las baterías y de otras tecnologías de almacenamiento. Lo que sí tenemos que tener claro es que a día de hoy el sector ha cambiado y necesitamos de fuentes cada vez más flexibles y adaptativas que nos sirvan en los momentos puntuales en los que la naturaleza no nos dé toda la energía que necesitamos", termina Fresco.
El pasado fin de semana, gran parte de España se tomó un descanso. Muchos de los comercios y empresas echaron el cierre para disfrutar de las vacaciones de Semana Santa, pero hubo varios espacios que pararon a pesar de que no estaba pensado que lo hiciesen. Cuatro de los siete reactores nucleares que trabajan día y noche en suelo español optaron por apagar sus máquinas durante el periodo vacacional o reducir su producción y se sumaron a otro que está en recarga de combustible programada. Nunca antes, desde el despliegue nuclear nacional, habíamos vivido con cinco reactores fuera del mercado. ¿Por qué se hizo? Había demasiada energía barata disponible para la demanda existente.