El gran recorte: el mundo encara una fuerte revisión a la baja del crecimiento global
Primero fueron los aranceles, pero ahora, y como consecuencia de ello, son las expectativas de los agentes económicos las que se han hundido. Esto explica que el FMI y las casas de coyuntura esté revisando el crecimiento a la baja
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Habría que remontarse a la irrupción de la pandemia —2020— para encontrar un periodo similar. Todas las casas de coyuntura han comenzado a revisar a la baja sus previsiones de crecimiento para la economía global. Lógicamente, por el impacto de los aranceles en la actividad económica, pero, sobre todo, por una profunda caída de las expectativas de los agentes económicos a causa del crecimiento de las incertidumbres.
El certificado ‘oficial’ lo dará esta misma semana la asamblea de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI), que situará el avance del PIB, muy probablemente, por debajo del 3%. Es decir, alejado del 3,3% que había previsto en enero de este mismo año y también muy por debajo de su media histórica (2000-19), un 3,7%. Teniendo en cuenta el aumento de la población, un crecimiento por debajo del 3% es similar a una recesión global en términos reales.
La gran novedad respecto de otros periodos es que son las grandes economías, China y EEUU, quienes más contribuyen al recorte, algo que puede considerarse un hecho extraordinario. No sólo por lo que les afecta directamente, sino por su influencia en las economías más dependientes de las dos superpotencias. También es el caso de Europa, por su gran exposición a las exportaciones. La Comisión había previsto en otoño un crecimiento del PIB del 1,5%, pero ahora, con toda probabilidad, se revisará a la baja. En particular, por el peor comportamiento de Alemania (el 25% del PIB de la región).
El Instituto Petersen de Economía Internacional (PIIE, por sus siglas en inglés) estima que EEUU crecerá este año apenas un 0,1%, muy lejos del 2,5% de 2024, con una probabilidad de recesión en los próximos doce meses del 40%. En este caso, además de las incertidumbres generadas por la política arancelaria de Trump, pesan los despidos en el Gobierno federal provocados por el equipo de Elon Musk, que han supuesto interrupciones operativas que han frenado la actividad económica.
Los analistas de Morgan Stanley, por su parte, han observado que las probabilidades de recesión en EEUU, si bien se han reducido tras la pausa de 90 días decretada por Trump, continúan siendo de aproximadamente de un tercio. Según sus estimaciones, el PIB crecerá este año un 0,6% y un 0,5% el próximo, alrededor de la cuarta parte de lo previsto antes del regreso del presidente de EEUU a la Casa Blanca.
El bloqueo de la Fed
El desplome de los mercados financieros respecto de anteriores valoraciones es otro factor a tener en cuenta. Juega en contra, incluso, el hecho de que la capacidad de la Reserva Federal para estimular la economía es muy limitada, debido a que los aranceles son intrínsecamente inflacionistas, por lo que su margen de maniobra para rebajar los tipos de interés es muy estrecho. El Índice de Confianza del Consumidor que elabora la Universidad de Michigan, por ejemplo, se ha desplomado un 34,2% desde que comenzó el año, debido a las incertidumbres que incorporan los aranceles a las expectativas económicas.
La sorpresa, en todo caso, es la evolución del dólar. Si a comienzos de año, y debido a que los aranceles propician una divergencia mayor entre los tipos de interés de EEUU y Europa (por la mayor inflación al otro lado del Atlántico), el FMI veía de forma preocupante una apreciación del dólar, pero está ocurriendo todo lo contrario y ahora se mueve en torno a las 1,16 unidades por euro.
A esto hay que añadir que el deterioro de la relación déficit público/PIB mete presión a los precios de los bonos del Tesoro. La Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés) ha estimado con información de alta frecuencia (prácticamente en tiempo real) que tan sólo un incremento de un punto en la relación déficit público/PIB aumenta el rendimiento nominal del bono a 10 años en 0,75 puntos básicos. Este efecto equivale a una subida de 6,75 puntos básicos en los rendimientos ante un shock persistente en los déficits.
El enfriamiento asiático
En el caso de China, el FMI estimó en enero un avance del PIB del 4,6% para este año, pero con toda seguridad esa tasa será revisada a la baja por el impacto de los aranceles. Descontando los dos años en los que la economía china se vio directamente afectada por la pandemia, se trataría del menor incremento del PIB desde 1990, lo que da idea del momento histórico. La desaceleración de la actividad para una economía acostumbrada a crecer de forma sostenida no sólo tiene que ver con el descenso de las exportaciones destinadas a EEUU, sino con el enfriamiento de las relaciones comerciales con su entorno económico: Europa y el sudeste asiático.
Por ejemplo, los datos de exportación de Corea del Sur para la primera parte de abril muestran ya una fuerte desaceleración de las exportaciones. La Organización Mundial de Comercio (OMC) de hecho, ya ha previsto que el comercio mundial retroceda este año un 0,2%, aunque podría alcanzar el 1,5% si la situación actual se deteriora. La anterior previsión (en octubre) situaba el incremento del comercio de bienes en un 2,7%. Incluso el comercio de servicios, que ha sido el más dinámico en los últimos años, crecerá en volumen un 4%. Es decir, un punto menos de lo previsto hace unos meses.
Esto explica que también en España el gobernador José Luis Escrivá haya adelantado que próximamente el banco central revisará a la baja el crecimiento económico, si bien, debido a la alta exposición de la economía española a los servicios, continuará siendo la economía más dinámica entre las grandes.
Habría que remontarse a la irrupción de la pandemia —2020— para encontrar un periodo similar. Todas las casas de coyuntura han comenzado a revisar a la baja sus previsiones de crecimiento para la economía global. Lógicamente, por el impacto de los aranceles en la actividad económica, pero, sobre todo, por una profunda caída de las expectativas de los agentes económicos a causa del crecimiento de las incertidumbres.