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El auge del empleo inmigrante dispara las remesas al extranjero un 41% desde 2019
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El auge del empleo inmigrante dispara las remesas al extranjero un 41% desde 2019

El envío de divisas alcanzó el 0,72% del PIB en 2024, un 11% más que hace cinco años. Sin embargo, las remesas por cada trabajador nacido en el extranjero se reducen por el impacto de la inflación

Foto: Un banco de envío de divisas en México. (Reuters)
Un banco de envío de divisas en México. (Reuters)
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La economía española cada vez necesita más mano de obra extranjera. El envejecimiento de la población y la bolsa de parados españoles que no pueden (o no quieren) trabajar provoca que la inmigración sea la única solución para cubrir las vacantes. En los últimos cinco años, dos de cada tres nuevos ocupados tienen nacionalidad extranjera o doble.

A medida que aumenta su participación en el mercado laboral, aumentan también las transferencias que envían a sus países de origen. En 2024, España envió 11.460 millones de euros en remesas, la cifra más alta de toda la serie histórica. Como comparativa, en 2024 los residentes en España gastaron 30.000 millones de euros en viajes al extranjero. Es decir, las remesas al exterior equivalen a algo más de un tercio de todo el gasto en turismo al exterior.

Las remesas han crecido un 41% desde los niveles previos a la pandemia (año 2019), según los datos publicados esta semana por el Banco de España. Las transferencias aumentaron en 700 millones de euros solo en 2024. Aunque el ritmo es algo más bajo que en los años anteriores, en un contexto de ralentización del empleo, todavía supera la media histórica.

En los últimos cuatro años, el crecimiento medio de las remesas ha sido de 900 millones adicionales cada año, lo que ha permitido recuperar la tendencia previa a la pandemia. En la última década se han duplicado, pasando de 5.800 millones en 2014 hasta los 11.500 millones del último año.

Sin embargo, se han producido cambios importantes en la distribución territorial de las remesas. Los envíos a Europa del este se han reducido en los últimos años, mientras que se han disparado los flujos hacia Latinoamérica y África. Estas variaciones están muy ligadas a los cambios demográficos. Por ejemplo, la población rumana se ha reducido un 6,5% desde 2019 y las remesas hacia aquel país se han desplomado un 32%.

Hay tres países protagonistas en este proceso: Colombia, Marruecos y Pakistán. Entre ellos copan el 53% del crecimiento de las remesas desde 2019. Solo en 2024 salieron 3.900 millones de euros hacia estos países.

Colombia sigue siendo el primer receptor de remesas españolas. Desde 2019 han aumentado un 71%, alcanzando los 1.900 millones de euros. Le sigue Marruecos, el país con mayor crecimiento y que pronto podría convertirse en el primero. En estos cinco años se han duplicado las transferencias, hasta superar ya los 1.500 millones de euros.

Para estos países, las remesas que llegan desde España son un motor de crecimiento y un factor de estabilización de la economía. Por ejemplo, para Colombia, las remesas desde España permiten reducir casi a la mitad su déficit por cuenta corriente. En 2024 tuvo un saldo negativo de 2.000 millones de euros, pero sin esas divisas se habría disparado hasta cerca de 4.000 millones. Estos flujos permiten equilibrar el déficit exterior y evitan la aparición de desequilibrios financieros.

El coste de la vida

Un dato que refleja el rápido crecimiento de las remesas es que en estos cinco años transcurridos desde la pandemia han ganado peso en el PIB. Esto significa que han aumentado más rápido que el PIB nominal, que combina el crecimiento real y la inflación. En 2024 las remesas tuvieron un peso sobre el tamaño de la economía del 0,72%, frente al 0,65% de 2019. Esto supone un incremento de la ratio del 11% en este periodo.

Las remesas crecen al calor de la contratación de trabajadores nacidos en el extranjero. Esta es una tendencia que, lejos de frenarse, se acelerará en los próximos años debido a la pérdida de población activa nacional. A medida que llegan inmigrantes y acceden a un empleo, aumentan las remesas hacia sus países de origen. Sin embargo, hay datos que apuntan a que el envío de divisas per cápita se ha reducido.

Foto: Un grupo de trabajadores prepara filetes de katsuo (atún listado) para katsuobushi, en la fábrica de katsuobushi Takeuchi Ltd en Usa Town, Tosa, Prefectura de Kochi, Japón. (REUTERS/Kim Kyung-Hoon)

No existe una estadística sobre cuánta población residente en España hace transferencias al extranjero, de modo que no se sabe cuánto dinero manda cada persona. Es necesario recurrir a una aproximación diferente. En este artículo se ha comparado el total de remesas con la cifra de población nacida en el extranjero en edades comprendidas entre los 20 y los 69 años*.

En apenas cinco años, este grupo social ha aumentado en dos millones de personas, alcanzando los 7,5 millones en 2024, lo que supone un crecimiento del 33%. Esto explica el boom de las remesas. Si se equipara este colectivo con el total de transferencias, se obtiene una media de 1.545 euros por persona al año, una cifra que se ha mantenido relativamente estable a lo largo del tiempo en términos reales (descontada la inflación).

El año con las transferencias más cuantiosas fue 2019, con 1.734 euros enviados de media. Desde entonces, habría caído un 11%. Este descenso es lógico si se considera que los inmigrantes tardan en asentarse y en acceder a empleos estables y de calidad. Es especialmente cierto para quienes llegan con cualificación, pues deben invertir tiempo extra en convalidar sus títulos. Por ello, en las fases de alta inmigración es más probable que esta ratio descienda.

Además, estos inmigrantes han soportado una inflación especialmente alta en los últimos años. Las dos partidas a las que más destinan su gasto —alimentación y alquiler— se han disparado desde 2015, limitando su capacidad de ahorro. En definitiva, las remesas seguirán aumentando en la medida en que España precise más mano de obra extranjera, pero mientras los salarios no ganen poder adquisitivo, la capacidad de cada inmigrante para enviar dinero a sus familias se verá mermada.

* Para realizar esta comparativa se considera el número de residentes nacidos en el extranjero en edades de 20 a 69 años. No son los únicos que podrían enviar remesas a sus países de origen. Es posible que extranjeros pensionistas también hagan transferencias, al igual que personas nacidas en España con doble nacionalidad. Sin embargo, a medida que se pierden vínculos con el país de origen, las remesas tienden a disminuir. Por ello, empleamos como referencia la población nacida en el extranjero.

La economía española cada vez necesita más mano de obra extranjera. El envejecimiento de la población y la bolsa de parados españoles que no pueden (o no quieren) trabajar provoca que la inmigración sea la única solución para cubrir las vacantes. En los últimos cinco años, dos de cada tres nuevos ocupados tienen nacionalidad extranjera o doble.

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