La doctrina de la UE con Trump: no interrumpir a tu 'rival' mientras comete errores
Los Veintisiete han decidido pausar sus contramedidas a Estados Unidos para dar tiempo a la negociación tras una semana de errores no forzados en Washington
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"Dejar que el caos se imponga". Esas fueron las palabras escogidas por Lars Løkke Rasmussen, ministro de Asuntos Exteriores y Comercio, cuando se le preguntó por los movimientos de la Casa Blanca tras haber anunciado Donald Trump, presidente de Estados Unidos, aranceles generales a prácticamente todo el mundo, incluyendo un 20% adicional a la Unión Europea, que se suma al 25% ya anunciado para el acero, el aluminio y los vehículos. El danés defendía un discurso radical, pero recogía buena parte de la sensación de los ministros europeos de Comercio que se reunieron el pasado lunes en Luxemburgo.
Ante las decisiones de la administración Trump, la Unión Europea parece haber decidido adoptar una doctrina: no interrumpir al presidente norteamericano mientras este está cometiendo errores. Tras el anuncio de los aranceles generales en el bautizado como "Día de la Liberación", Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, decidió esperar y no reaccionar de manera inmediata. Esperó a que pasara la noche en Samarcanda (Uzbekistán), donde estaba de visita, y habló a las cinco de la mañana hora central europea. La alemana, que hasta entonces había puesto el énfasis en que adoptaría contramedidas de manera rápida y contundente contra Estados Unidos, hizo hincapié en que la Comisión Europea quería negociar un acuerdo.
El lunes de la semana pasada, cuando los ministros de Comercio se reunían, las bolsas de todo el mundo se desangraban. Varios titulares de la cartera comercial señalaban a los parqués y explicaban que se estaba enviando un mensaje claro a la administración estadounidense. Para Rasmussen era el momento indicado para no hacer nada. "No creo que necesitemos alimentar a Trump con alguna excusa de que cuando las bolsas se desangran tiene algo que ver con nosotros en Europa. (...) Trump está escrito en letras grandes no solo en la Torre Trump de Nueva York, sino también en esta desastrosa situación económica a la que se dirige el mundo", explicó el danés.
La esperanza era que los mercados obligaran a Trump a cambiar de posición sin que la Unión Europea tuviera que hacer nada. De hecho, el mismo lunes, día negro para los parqués, Von der Leyen decidió de manera premeditada hacer público que desde febrero la Comisión Europea había estado ofreciendo a Estados Unidos un acuerdo para reducir a cero los aranceles para bienes industriales. No significa que en Bruselas no sean conscientes de que la situación es extraordinariamente grave y que lo que se está viviendo es, en palabras del comisario de Comercio, un "cambio de paradigma" en el comercio global. Significa que creen que lo mejor en estos momentos es moverse poco y lento.
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De hecho, este mismo miércoles, los Estados miembros adoptaban la lista de contramedidas de la UE para responder a los aranceles de EE.UU. al acero y el aluminio del 25%. La respuesta era muy equilibrada: se redujo la lista de productos afectados y el impacto pasó de 26.000 millones de euros a 20.900 millones. Pocas horas después, Trump, acosado por las bolsas y la evolución de la deuda, daba marcha atrás y anunciaba una suspensión de 90 días de parte de sus “aranceles recíprocos” —es decir, los generales a partir del 10% base que ya había entrado en vigor—, no así del resto.
Aunque la Unión Europea estaba respondiendo a los aranceles contra el acero y el aluminio, que siguen en pie, la Comisión Europea ha decidido este jueves dar el paso de suspender también durante 90 días su aplicación. En El Confidencial saben que si alguien ha forzado a Trump a dar marcha atrás no han sido ni sus movimientos ni los del resto de los socios comerciales: han sido los mercados. Ahora el objetivo es demostrar a todos que los Veintisiete están dispuestos a llegar a un acuerdo con la administración estadounidense, y aprovechar el espacio de negociación que se ha abierto sin mover fichas.
La Comisión Europea sabe que deja sin responder unos aranceles que dañan mucho a la industria europea, y para intentar mitigar sus efectos la institución está teniendo un diálogo estratégico con el sector del acero y el aluminio. Sin embargo, de nuevo, la prioridad europea es evitar contar con protagonismo. Tres meses en la era de Trump son mucho tiempo y lo mejor, a ojos del Ejecutivo comunitario, es dejar que el tiempo corra. "Esto está cambiando día a día, hora a hora, así que permítanme ocuparme del día a día y de la hora a la hora. Y en este momento no voy a especular sobre lo que podría o no suceder después de los 90 días. Me preocupa más lo que pueda pasar en 90 minutos", explicaba este jueves un portavoz comunitario.
"Esto está cambiando día a día, hora a hora, así que permítanme ocuparme del día a día y de la hora a hora", explicaba un portavoz comunitario
Maros Sefcovic, comisario de Comercio y Seguridad Económica, está ahora en “comunicación constante” y con “actualizaciones diarias” con Howard Lutnick, secretario de Comercio, con quien lleva tiempo intentando construir una relación de confianza. Apuesta también por una posible caída en desgracia de Peter Navarro, asesor especial de Donald Trump para comercio, tras el fiasco del anuncio de los "aranceles recíprocos". El eslovaco ha señalado que espera entrar en una fase de "negociaciones significativas".
Sin embargo, para la Unión Europea no es solamente importante evitar un choque frontal con Estados Unidos. Washington y Pekín están en plena escalada arancelaria, con la Casa Blanca anunciando este jueves que mientras retrasaba la aplicación de aranceles al resto del mundo, aumentaba el nivel al gigante asiático del 104% al 125%. La Comisión Europea también ha intentado que China mantenga la cabeza fría y siga la estrategia comunitaria de dejar que el tiempo corra y los mercados hagan su trabajo. Tiene un interés especial en ello: en Bruselas hay una creciente preocupación ante el desvío comercial de productos chinos que ya no vayan a entrar en el mercado americano y que puedan acabar ingresando en el mercado europeo.
"Dejar que el caos se imponga". Esas fueron las palabras escogidas por Lars Løkke Rasmussen, ministro de Asuntos Exteriores y Comercio, cuando se le preguntó por los movimientos de la Casa Blanca tras haber anunciado Donald Trump, presidente de Estados Unidos, aranceles generales a prácticamente todo el mundo, incluyendo un 20% adicional a la Unión Europea, que se suma al 25% ya anunciado para el acero, el aluminio y los vehículos. El danés defendía un discurso radical, pero recogía buena parte de la sensación de los ministros europeos de Comercio que se reunieron el pasado lunes en Luxemburgo.