China y EEUU van a por todas y entran en una cruenta guerra de divisas
El nuevo campo de batalla entre China y EEUU está en las divisas. Washington y Pekín han propiciado una depreciación de sus respectivas monedas de imprevisibles consecuencias. El riesgo está en que se desate una crisis
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Es la guerra de todas las guerras. Incluso, por encima de la batalla comercial que libran EEUU y China con la imposición de aranceles mutuos. Aunque formalmente ninguno de los dos gobiernos admite que está detrás de las sacudidas en los mercados de divisas, lo cierto es que la guerra arancelaria está impulsando una frenética caída del dólar y del renminbi. ¿Las consecuencias? El riesgo es que una guerra comercial derive en una crisis financiera si se utiliza el tipo de cambio como arma de negociación. Entre otras razones, porque con aranceles mutuos situados por encima del 100% ya hay poco margen de maniobra para seguir actuando en esa dirección.
Mientras que el dólar se ha depreciado un 12% desde que comenzó el año frente al euro (mínimo desde noviembre de 2021), el renminbi se ha desplomado un 17% (cotiza a niveles de 2014). En la misma línea, el índice del dólar, que mide el valor del billete verde frente a una canasta de monedas, cayó a su nivel más bajo desde julio de 2023. Analistas como Goldman Sachs ven en el horizonte un tipo de cambio de hasta el 1,20 dólares por euro a finales de año. La divisa china, por su parte, cotiza frente al dólar en los niveles mínimos desde hace 18 años. El renminbi offshore, que se negocia libremente, alcanzó esta semana un mínimo histórico de 7,42 yuanes frente al dólar tras la ofensiva arancelaria de la Casa Blanca.
Ni que decir tiene que la apreciación de la moneda única tiene importantes consecuencias para la economía europea. Por un lado, menos inflación debido a la alta exposición de la Unión Europea a productos importados de China y a los precios del petróleo, pero, por otro, menos competitividad debido a que la apreciación del euro (1,14 dólares) encarece las exportaciones europeas en un contexto extremadamente convulso en el comercio exterior, lo que ha obligado a muchas empresas a buscar nuevos socios y rutas comerciales alternativas. Los inversores huyen del dólar por las peores perspectivas de la economía de EEUU, que afronta un periodo de enfriamiento.
El privilegio exorbitante
Hay, además, otro aspecto no menos importante en términos cualitativos. Lo que se ha llamado “privilegio exorbitante” del dólar, dado su papel de moneda ancla del sistema monetario internacional, está en riesgo, ya que China y sus aliados tienen hoy muchos incentivos para comprar activos en otras divisas ante la debilidad del dólar, que estaría en peligro de dejar de ser un activo libre riesgo.
La subida de la rentabilidad del bono estadounidense en jornadas previas (hasta alcanzar en algún momento el 5%) es un buen indicador de la guerra cambiaria que se avecina. Algunos analistas como George Saravelos, director global de investigación cambiaria de Deutsche Bank, ya ha advertido en un artículo publicado en Financial Times, que “las políticas estadounidenses podrían poner en duda el estatus del dólar como moneda de reserva y refugio”. Ahora, por el contrario, se enfrenta a una fuga de capitales.
El propio gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá, ya ha sugerido que los inversores internacionales podrían reevaluar el papel del dólar estadounidense. El argumento que ofrece es que los acuerdos multilaterales que promueven los flujos comerciales sustentaban el papel central de la economía estadounidense y del dólar, pero eso está cambiando. El propio Scott Bessent, secretario del Tesoro de EEUU, ha acusado a China de aplicar “un impuesto para el resto del mundo" con su política de depreciación del renminbi.
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Se trata de una crisis de confianza en el dólar sin parangón en muchos años que se produce cuando, paradójicamente, Trump ha reivindicado un regreso del dólar fuerte en el marco de una presunta recuperación de la grandeza de EEUU. Desde el análisis clásico se entiende que los aranceles deberían haber fortalecido al dólar por su naturaleza inflacionista, lo que debería conducir a tipos de interés más elevados que deberían hacer más atractivo al dólar respecto a otras monedas. Sin embargo, la reciente debilidad del billete verde podría indicar que estos factores están siendo oscurecidos por el amplio y creciente recelo internacional sobre la economía de EEUU. La Reserva Federal podría salir en ayuda del dólar, pero la estrategia de Powell por ahora, como sostiene Mariano Valderrama, economista jefe de CIMD, es esperar y ver. En su opinión "a EEUU no le interesa un dólar demasiado debilitado".
En el caso de China, el banco central, que calcula diariamente la paridad del renminbi frente al dólar con un margen de fluctuación del 2% hacia arriba y hacia abajo, estaría manejando con extrema prudencia la venta de dólares para evitar el descontrol del mercado cambiario. En todo caso, hay que tener en cuenta que la reducción del comercio con China a causa de los aranceles mutuos reduce de forma intensa las necesidades de Pekín de mantener dólares.
Justamente lo contrario
Y es que los planes de la Casa Blanca están siendo un fracaso. Está sucediendo justamente lo contrario de lo que pretendía Trump, un dólar fuerte. Lo que está ocurriendo es que los inversores se deshacen de activos denominados en dólares, lo que pone en riesgo la financiación del extraordinario déficit por cuenta corriente de EEUU, que históricamente se ha beneficiado de la profundidad y liquidez del dólar en los mercados de divisas. Ahora, por el contrario, tras el vendaval arancelario, lo que paga el Tesoro de EEUU es una especie de prima de riesgo.
Tan solo en enero y febrero de este año el déficit de bienes de EEUU con el resto del mundo ajustado estacionalmente por el Census Bureau ha ascendido a 302.489 millones de dólares, un 63% más que el mismo periodo del año pasado, aunque hay que quedar en cuenta que es probable que en estas cifras haya un sesgo al alza porque muchas empresas han adelantado sus exportaciones para salvar los aranceles antes de su entrada en vigor. Este desequilibrio, como señala José Ramón Díez, analista de CaixaBank Research, tiene su origen en un exceso de inversión sobre el ahorro interno. Por decirlo de una manera gráfica que se utilizó en la crisis financiera de 2008, EEUU vive por encima de sus posibilidades.
Japón es el primer inversor en activos denominados en dólares, seguido de China. El problema es para muchos inversores que no cuentan con la suficiente cobertura de riesgos para capear el temporal. El departamento de Comercio ha estimado que el déficit por cuenta corriente de EEUU, que refleja los saldos comerciales de bienes y servicios más ingresos entre residentes estadounidenses y residentes de otros países, se situó en el cuarto trimestre del año pasado en el 4,1% del PIB.
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Se calcula que el déficit de inversión internacional neta de EEUU se sitúa en 26,2 billones de dólares, por lo que cualquier medida que aleje a los inversores extranjeros de los activos estadounidenses puede tener un impacto negativo mayor en el dólar que una variación en el precio de las importaciones y exportaciones. En la actualidad, Japón es el mayor acreedor de EEUU, con una cantidad cercana al billón de euros, seguido de China (759.000 millones de dólares) y Reino Unido (723.000 millones).
La depreciación del dólar respecto del euro, además, pone en aprieto al Banco Central Europeo (BCE), que lo último que quiere ahora es un shock deflacionario a causa de la fortaleza de la moneda única. Aunque el dólar sigue siendo hegemónico, la utilización del billete verde como moneda de reserva de los estados sigue cayendo. El dólar representa aproximadamente el 58% de las reservas mundiales de divisas, una cifra que se sitúa ya lejos del 70% observado al comenzar el siglo. Es verdad que el porcentaje sigue siendo muy superior al euro (20%), el yen (5%) y el renminbi chino (3%), pero la tendencia descendente es clara.
La última gran sacudida cambiaria en los mercados de divisas se cerró en 1985 con los llamados acuerdos del Hotel Plaza, de Nueva York. Entonces, las cinco naciones más industrializadas del mundo acordaron una depreciación del dólar en aras de reducir el enorme déficit por cuenta corriente de EEUU. El dólar, bajo las políticas de Reagan, y de la Reserva Federal, que había elevado de forma radical los tipos de interés, llegó a apreciarse un 50% entre 1980 y 1985. Ahora sucede justo lo contrario.
Es la guerra de todas las guerras. Incluso, por encima de la batalla comercial que libran EEUU y China con la imposición de aranceles mutuos. Aunque formalmente ninguno de los dos gobiernos admite que está detrás de las sacudidas en los mercados de divisas, lo cierto es que la guerra arancelaria está impulsando una frenética caída del dólar y del renminbi. ¿Las consecuencias? El riesgo es que una guerra comercial derive en una crisis financiera si se utiliza el tipo de cambio como arma de negociación. Entre otras razones, porque con aranceles mutuos situados por encima del 100% ya hay poco margen de maniobra para seguir actuando en esa dirección.