El lujo de una casa verde: las rentas altas tienen el doble de coches eléctricos y placas solares
Los ingresos son la principal barrera de acceso de las familias a las tecnologías limpias, aunque también influye el régimen de tenencia de la vivienda, la construcción y el tamaño del municipio
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Los hogares producen el 8% de las emisiones de CO2 de España, por lo que son un ámbito relevante a tener en cuenta en el proceso de descarbonización. Sin embargo, los datos de implantación de las tecnologías renovables en viviendas revelan una baja penetración y una clara brecha socioeconómica. Actualmente, la tenencia de fuentes de energía alternativa en el hogar está atravesada por dos barreras: la de la renta y la de tenencia del inmueble, de lo que se deduce que esta tecnología es todavía un lujo para algunos pocos.
Un estudio reciente de Esade constata a partir de los microdatos de la Encuesta de Características Esenciales de la Población del INE que solo el 5,9% de los hogares de España tienen algún tipo de energía renovable instalada. Esto es, tecnologías que permiten la generación o aprovechamiento de energía a partir de fuentes naturales como el sol, el viento, la biomasa o la geotermia. La penetración ha crecido ligeramente con el abaratamiento de la fotovoltaica, ya que en el año 2013 el porcentaje de penetración era del 3% según el Ministerio para la Transición Ecológica, pero continúa en niveles muy reducidos.
La ratio media esconde una notable diferencia por ingresos. Entre los hogares que ganan más de 5.000 euros mensuales, el 9% disponen de energía renovable, porcentaje que va disminuyendo hasta llegar a los hogares con ingresos menores a 1000 euros, entre los cuales solo un 3,9% cuenta con tecnologías de generación limpia. Según Jorge Galindo, director adjunto de EsadeEcPol y autor principal del estudio, estos datos ponen de manifiesto que hay riesgo de que las clases bajas perciban la transición energética como un privilegio de unos pocos y genere reticencias, aunque apunta a que por el momento la explicación a la disparidad de penetración “hay que buscarla más en el coste de entrada elevado para los hogares de menor ingreso que en actitudes”.
La adopción de los vehículos híbridos o eléctricos es aún menor, ya que solo disponen de ellos el 3,2% de los hogares en comparación con el 75% que tienen al menos un vehículo de combustión. Y la diferencia se amplía por renta: el 11,1% de los hogares con más de 5.000 euros de ingresos mensuales tienen un vehículo de este tipo, frente al 1,9% de los hogares que ingresan menos de 1.000 euros.
En opinión de Óscar Barrero, socio responsable de Energía en PwC España, existe una brecha entre el “quiero” y el “puedo” descarbonizar el hogar por la barrera del coste, lo que se ha denominado como “green premium”. Señala, por ejemplo, el autoconsumo o el vehículo eléctrico, donde el retorno de la inversión es a muy largo plazo y el coste de entrada es elevado. “Estas alternativas acaban siendo solo accesibles para un porcentaje de la población con un nivel económico más alto”, reconoce. No obstante, Barrero también advierte de que en muchas situaciones el consumo sostenible es prácticamente imposible de adaptar a la vida cotidiana por falta de espacio o de infraestructura y, por lo tanto, se rechaza este estilo de vida.
Otros factores claves para tener tecnólogas limpias en el hogar son las características de la vivienda. Solo el 4,6% de los inquilinos dispone de energías renovables en el hogar, frente al 10,5% de quienes tienen casa propia con hipoteca. No obstante, los datos señalan un comportamiento distinto entre los propietarios con la vivienda pagada, donde la ratio de presencia de renovables es del 4,2%, incluso por debajo de los inquilinos.
La explicación de Esade a esta diferencia es que los nuevos propietarios estén interpretando como una inversión la instalación de energías renovables, mientras que la opción podría resultar menos atractiva en los hogares de mayor edad por los plazos de amortización de la instalación. Por otra parte, también es determinante si la vivienda es unifamiliar o no: Esade calcula que la probabilidad de tener renovables en el hogar asciende al 8,5% en las viviendas unifamiliares frente al 4,8% de las viviendas ubicadas en bloques de pisos. Esto se debe, principalmente, a las complicaciones para poner de acuerdo a las comunidades de vecinos.
En los vehículos eléctricos, aparte de la renta, hay diferencias notables por tamaño de municipio y por tenencia o no de garaje. Los datos reflejan cómo en las localidades de menos de 50.000 habitantes apenas un 3,2% de los hogares disponen de este tipo de medios de transporte, mientras que asciende al 6,2% en las ciudades de más de 500.000. Esto tiene que ver con la disponibilidad de puntos de recarga y con las restricciones medioambientales a la circulación en los municipios grandes. En cuanto al garaje, también se registra una mayor presencia de vehículos eléctricos en los que tienen (4,9%) frente a los que no (3%).
Ayudas para quienes ya pueden pagar
El problema del coste se está intentando abordar con ayudas públicas estatales, autonómicas o locales. Algunos ejemplos son el Plan Moves del Gobierno, que dota de 7.000 euros para renovar el coche antiguo por híbridos o eléctricos; las ayudas autonómicas de eficiencia energética para cambiar las ventanas o los subsidios locales de cambio de calderas.
Sin embargo, las subvenciones están más enfocadas por el momento en apoyar a los hogares que ya están en condiciones de adoptar tecnologías limpias, por lo que dejan fuera de su ámbito a los consumidores más vulnerables y a los que, por poco, no pueden asumir el coste inicial. En el corto plazo, esta opción es la que maximiza el impacto en descarbonización, pero en el largo se necesitará llegar a todos los hogares, considera Esade.
“Es importante igualar por arriba en la transición y facilitar el acceso a quien tiene menos disponibilidad de capital para invertir de partida”, opina Galindo, que propone “afinar el diseño de las ayudas para que pudieran disponer de ellas, sobre todo, los hogares que más lo necesitan” y fueran “completamente útiles”.
"Es importante igualar por arriba en la transición y facilitar el acceso a quien tiene menos disponibilidad de capital para invertir de partida"
En esta línea, Barrero cree que las ayudas deben ser lo más amplias posible para acomodarse a cada caso particular y tener criterios de eficiencia económica de los recursos públicos empleados. Cada hogar presenta diferentes frentes para hacer más sostenible su consumo, algunos necesitan invertir en eficiencia energética comprando electrodomésticos nuevos, otros mejorando el aislamiento y otros cambiando la caldera de gas.
“Si concentramos todas las ayudas en un tipo de actuaciones, lo más probable es que finalmente se centrarán en un tipo de consumidor y un modo de consumo, dejando de lado a otros muchos para los que esas actuaciones no son viables”. La disponibilidad de ayudas variadas es un factor determinante para que los consumidores se decanten por alternativas más sostenibles.
Una senda que genera frustración
La transición energética se vertebra sobre el famoso trilema energético: sostenibilidad, seguridad de suministro y competitividad en costes. Pero hay un cuarto eje, muy importante, que es la aceptación social. “Si no hay aceptación social, la transición será más difícil que ocurra o será más lenta”, puntualiza Barrero. Los consumidores necesitan conocer los beneficios de participar desde sus hogares en la transición, ya que existen una gran cantidad de opciones para descarbonizar su vida cotidiana que se pueden aplicar a cada circunstancia particular. Un punto clave para evitar la frustración del “quiero y no puedo” ser sostenible
Los hogares producen el 8% de las emisiones de CO2 de España, por lo que son un ámbito relevante a tener en cuenta en el proceso de descarbonización. Sin embargo, los datos de implantación de las tecnologías renovables en viviendas revelan una baja penetración y una clara brecha socioeconómica. Actualmente, la tenencia de fuentes de energía alternativa en el hogar está atravesada por dos barreras: la de la renta y la de tenencia del inmueble, de lo que se deduce que esta tecnología es todavía un lujo para algunos pocos.