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Lo que la verdad esconde: la Casa Blanca no tiene dinero y está con el agua al cuello
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GUERRA COMERCIAL

Lo que la verdad esconde: la Casa Blanca no tiene dinero y está con el agua al cuello

Se trata de una carrera contrarreloj. Trump quiere bajar impuestos antes de que acabe el año, como prometió en campaña, pero la situación presupuestaria de EEUU no lo permite. Los aranceles son el único instrumento

Foto: El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. (DPA/Europa Press)
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. (DPA/Europa Press)
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La retórica arancelaria de Trump tiene un primer objetivo: convencer a los estadounidenses de que, al poner impuestos a la importación de mercancías, muchas empresas que ahora producen fuera de EEUU volverán a su país. Pero también existe otro objetivo que a menudo pasa inadvertido. Trump necesita ingresos casi contrarreloj para cumplir su promesa de bajar impuestos. ¿El problema para esto último? Que el margen presupuestario del Tesoro es inexistente. Entre otras razones, porque ya ha alcanzado el límite de deuda actual autorizado por el Congreso. En concreto, 36,1 billones de dólares, por lo que ya no tiene capacidad de endeudamiento salvo para reemplazar deuda vencida.

El margen se agotó en enero de este mismo año, pero un acuerdo de última hora entre republicanos y demócratas permitió a la Administración Trump reducir deuda utilizando un fondo fiduciario de Medicare por un valor de 54.000 millones de dólares. Gracias a esa liberación de espacio fiscal, el Tesoro ha ganado margen sin sobrepasar el techo de la deuda. Pero ese margen se ha agotado, y de ahí que ahora sólo queda obtener ingresos penalizando las importaciones, que en 2024 sumaron 3,3 billones de dólares.

Peter Navarro, el principal asesor de Trump sobre comercio y manufacturas, ha estimado unos ingresos de seis billones de dólares en los próximos diez años vía aranceles, lo que equivaldría al triple, una vez ajustada la cifra por la inflación, del aumento de impuestos para pagar los costes de la II Guerra Mundial. La ley fiscal de 1942 fue el mayor aumento de impuestos en la historia de EEUU. Se ha estimado que se recaudaron 10.000 millones de dólares, es decir, 200.000 millones de dólares actuales.

Navarro, sin embargo, no tiene en cuenta que serían los consumidores estadounidenses quienes, en última instancia, pagarían el aumento de los precios derivado del incremento de los aranceles. Es verdad que, por un lado, verían rebajados sus impuestos si se materializa la promesa de Trump, pero también pagarían más caros los bienes y mercancías procedentes del exterior.

Tampoco hay que olvidar que en las cuentas de la Casa Blanca no se incorporan los aranceles ya existentes, lo que mermaría la recaudación. En 2021, según la Organización Mundial de Comercio (OMC), el promedio aritmético de los tipos arancelarios se situó en el 4,8%, aunque en el caso de los aranceles aplicados a los productos agropecuarios fue del 9,2%. Es decir, más del doble del promedio aplicado a los productos no agrícolas (4%).

Con el agua al cuello

La situación fiscal de EEUU es tan difícil que la Oficina de Presupuesto del Congreso estima que si el límite de la deuda permanece sin cambios, la capacidad del Gobierno para endeudarse mediante medidas extraordinarias probablemente se agotará, en el mejor de los casos, en agosto o septiembre de este año. Ahora bien, sostiene la propia Oficina que si las necesidades de endeudamiento del Gobierno son significativamente mayores que lo proyectado “los recursos del Tesoro podrían agotarse a fines de mayo o en algún momento de junio”. Es decir, antes de que se reciban los pagos de impuestos que vencen a mediados de junio o antes de que estén disponibles medidas extraordinarias adicionales el 30 de junio.

Es en este contexto presupuestario en el que hay que analizar la estrategia arancelaria de la Casa Blanca, que necesita urgentemente recaudar decenas de miles de millones para rebajar los impuestos a finales de este año, como se comprometió. O expresado de otra manera, si el Congreso no aumenta o suspende el límite actual de la deuda antes de que se agoten las medidas extraordinarias, el Gobierno no podrá pagar todas sus obligaciones, lo que le obligaría a retrasar pagos o incumplir sus obligaciones de deuda. O ambas cosas a la vez.

Según los datos de la Oficina del Congreso, el pasado 28 de febrero el Tesoro contaba con 560.000 millones de dólares en efectivo, pero sumando algunas medidas disponibles, la liquidez inmediata podría alcanzar los 820.000 millones, aunque siempre que pudiera disponer de fondos de algunas agencias federales.

¿Cuál es el problema? Ni más ni menos que si las necesidades de endeudamiento entre marzo y julio superaran significativamente el 36% del endeudamiento total —sería el porcentaje más alto registrado en los últimos tres años— dichas necesidades podrían superar esos 820.000 millones de dólares que el Tesoro dispone en efectivo. En este caso, el Tesoro se quedaría sin recursos antes del 1 de agosto. Por el contrario, si el endeudamiento hasta julio alcanza el 25% del endeudamiento proyectado para el año, o aproximadamente 500.000 millones de dólares, las medidas extraordinarias podrían extenderse hasta finales de septiembre.

El Congreso tiene la palabra

Es decir, Trump necesita fondos como sea, y aunque tiene mayoría en la Cámara de Representantes, no tiene todas consigo. Las elecciones intermedias no están muy lejos (año y medio) y un buen número de representantes que se presentan a la reelección ya ven con preocupación los altos niveles de deuda alcanzados. La Oficina presupuestaria, en su escenario central, prevé que el endeudamiento federal alcance este año el 99,9% del PIB, mientras que al final del mandato de Trump llegue ya al 105,4% del PIB. No hay que olvidar que con los resultados de las elecciones celebradas este martes en Florida, ahora habrá 220 republicanos y 213 demócratas en la Cámara de Representantes, con dos vacantes aún por llenar en Arizona y Texas.

Se trata, por lo tanto, de una mayoría muy ajustada para sacar adelante los planes de la Casa Blanca, lo que explica que el propio Trump pidiera la pasada semana a Elise Stefanik, representante de Nueva York, que retirara su candidatura para ser embajadora ante las Naciones Unidas y que permaneciera en la Cámara de Representantes.

No es su único problema. Los vaivenes arancelarios de Trump han obligado a la Reserva Federal a hacer una pausa en la rebaja de los tipos de interés, lo que añade presión a la financiación del déficit presupuestario. El Tesoro de EEUU paga ahora por endeudarse un tipo de interés medio del 3,4%, y ese porcentaje, según las previsiones de la Oficina, continuará en los próximos años, pero con un volumen de deuda mayor. Evidentemente, debido a la acumulación de abultados desequilibrios entre ingresos y pagos. El déficit público se situó el año pasado en el 6,4% del PIB, mientras que la rentabilidad del bono a 10 años, el principal instrumento de financiación, se sitúa hoy en el 4,15%.

Ese desequilibrio es así porque mientras los ingresos federales representaron el año pasado el 17,1% del PIB, en línea con su media histórica, los gastos se situaron en el 23,4% debido a la política fiscal expansiva de la Administración Biden, que multiplicó las ayudas y subvenciones en el marco de la ley de reducción de la inflación.

Hoy, la única vía para sanear las cuentas públicas son los aranceles, pero con el riesgo de acercar a la economía de EEUU a la recesión por una caída significativa del consumo privado. Entre otras razones, porque dos tercios del PIB de EEUU depende del consumo de las familias. La otra vía sería reducir el gasto federal, pero más allá del efecto cosmético que tiene el equipo Elon Musk, eso significa un recorte del gasto en las grandes partidas, y entonces Trump aparecería como un perdedor, que es lo último que quiere.

La retórica arancelaria de Trump tiene un primer objetivo: convencer a los estadounidenses de que, al poner impuestos a la importación de mercancías, muchas empresas que ahora producen fuera de EEUU volverán a su país. Pero también existe otro objetivo que a menudo pasa inadvertido. Trump necesita ingresos casi contrarreloj para cumplir su promesa de bajar impuestos. ¿El problema para esto último? Que el margen presupuestario del Tesoro es inexistente. Entre otras razones, porque ya ha alcanzado el límite de deuda actual autorizado por el Congreso. En concreto, 36,1 billones de dólares, por lo que ya no tiene capacidad de endeudamiento salvo para reemplazar deuda vencida.

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