Estas sociólogas saben qué piensan los empresarios españoles mejor que ellos mismos
60 entrevistas personales y 404 encuestas online componen 'Ante una década crítica', uno de los pocos libros de sociología de las élites en España. Hablamos con dos de sus autoras
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Cuando las sociólogas Elisa Chuliá y María Miyar se sentaban con un empresario o un directivo para entrevistarlo, la respuesta que recibían al final de la charla solía ser la misma: a pesar de su poder, no estaban acostumbrados a que nadie les escuchase durante tanto tiempo. Las investigadoras, junto al resto de su equipo (Juan Carlos Rodríguez, María José Moral y Emilio Huerta) han repetido el proceso 60 veces, a lo que hay que añadir otras 404 encuestas realizadas de forma online.
El resultado es Ante una década crítica: percepciones y perspectivas del empresariado español sobre su entorno, imagen y responsabilidad social, editado por Funcas y al que se puede acceder de forma gratuita. Uno de los contados libros publicados en España durante las últimas décadas sobre sociología de las élites, porque no ha sido un tema al que se le haya prestado mucha atención desde la academia, y la continuación de Más allá de los negocios. Miradas y visiones de empresarios sobre la economía, la sociedad y la política, publicado en 2019.
El libro es el retrato más fiel de cómo piensan los empresarios de éxito de nuestro país sobre la política, sobre su relación con la sociedad y sobre sí mismos. Y que, como añade Chuliá al final de la entrevista, ofrece una buena noticia: todas las crisis de los últimos 15 años han preparado al empresariado español para afrontar nueaos crisis en una de las décadas más convulsas de la historia reciente.
PREGUNTA. Juan Roig, Amancio Ortega, Florentino Pérez o Rafael del Pino son los nombres que le suelen venir la cabeza a los españoles cuando se habla de empresarios. Pero ¿son representativos?
MARÍA MIYAR. Hay una diversidad muy grande de trayectorias. También influyen mucho los sectores y el tamaño de las empresas. Los empresarios que has citado tienen empresas muy grandes, y la estructura empresarial española suele estar formada por empresas medianas.
"No son liberales radicales, ninguno está en contra del Estado de Bienestar"
ELISA CHULIÁ. Hay muchísima heterogeneidad, pero los valores están muy compartidos por pequeños, medianos y grandes empresarios. Son de un liberalismo muy pragmático, no un liberalismo radical ni doctrinal. Lo que quieren fundamentalmente es que las instituciones funcionen y no pongan trabas a la producción económica. Si tienen preferencias ideológicas, no las expresan, pero sí tienen una idea de cómo debería funcionar una sociedad en la que la economía productiva pueda prosperar. Eso lo tienen claro los que tienen empresas de diez empleados y las que tienen más de mil.
P. Se tiene una imagen del empresario como alguien de un perfil más neoliberal y desregulador. Explicáis que no suele ser así.
M.M. En general, no encontramos discursos en contra del sistema público o a favor de recortes radicales, sino más bien a favor de una mejora de la eficiencia o de la distribución de recursos, una disminución de la burocratización, pero sobre todo una mejora de las administraciones públicas.
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E.C. No encontramos nunca un discurso en contra del Estado de Bienestar, más bien al revés. No se puede decir que sean unos liberales de libro, ni mucho menos. Me llama la atención porque estos días estoy mirando lo que está ocurriendo con los empresarios y sindicatos alemanes, y lo que están demandando ante el paquete financiero que están proponiendo los nuevos partidos de la coalición es justo lo mismo. Son valores que yo diría que son universales del empresariado. Lo que demandan es poder llevar a cabo su producción sin grandes cortapisas, tanto españoles como alemanes. Por ejemplo, la excesiva burocratización o la excesiva regulación.
Uno de los empresarios que he escuchado estos días en Alemania decía que necesitan leyes que reduzcan leyes. Es decir, un proceso de racionalización legislativa, que tiene que ser impulsado por nueva legislación. Pero demandan lo mismo, poder trabajar con cierta libertad y que no tengan que esperar autorizaciones durante mucho tiempo, porque si se pierden oportunidades, se pierde competitividad. No he estudiado las opiniones de empresarios de otras regiones, pero creo que lo que hemos concluido en este libro cabría también para otros empresarios europeos.
M.M. En España, además, muchos se quejan de la diversidad regional. En lo cotidiano es un obstáculo porque tienen que enfrentarse con regulaciones distintas entre comunidades autónomas, incluso a veces entre municipios. Un empresario de la construcción contaba que la normativa de ascensores depende de los municipios, y en función de en qué municipio construían, tenían que adaptarse a unas normas u otras. Ese mismo empresario decía que en su empresa tenía cada vez más trabajadores, pero en la parte administrativa y legal. Es decir, tienen que invertir muchos recursos, parte de tiempo, esfuerzo y recursos en ello. Esa simplificación es casi un clamor.
"Los cambios legales perjudican más a las empresas pequeñas y medianas"
E.C. Muy a menudo aparece la expresión “reformas estructurales”. Pero cuando indagas un poco, lo primero que señalan es que es la reforma de las administraciones públicas, no tanto la reforma de las pensiones o de la sanidad, relacionada con la necesidad de racionalizar todos esos procesos. Los alemanes son muy dados a acuñar términos y convertirlos en grandes lemas. Allí se habla del monstruo burocrático, y en España lo encuentras reflejado en casi cualquier discurso empresarial. Aquí no utilizamos ese término, pero en el fondo nuestros empresarios dicen lo mismo.
P. ¿Y respecto a Europa?
E.C. Entienden que es una obligación que hay que cumplir. Se quejan más bien de las transposiciones y de todo ese entramado que aparece a distintos niveles, municipal, provincial, regional, autonómico y nacional. Luego estaba el europeo, pero no ponían tantas objeciones. Hay un factor muy importante y es que ese tipo de restricciones administrativas perjudican a las pequeñas y medianas empresas, porque las grandes tienen sus departamentos legales y están todo el día analizando la nueva legislación. Pero las pequeñas no se pueden permitir tener a una persona ni a un departamento ocupados en analizar todos los cambios legislativos, y eso redunda en perjuicio de las pequeñas y medianas.
M.M. Otra de las quejas que aparece bastante a menudo en los discursos y en las encuestas es la inseguridad jurídica. El hecho de que, además de que haya muchas normas y enmarañadas, cambien a mitad de partido.
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P. El término que empleáis para describir su actitud es “críticamente optimista”. ¿A qué os referís?
M.M. Cuando se les pregunta si España es un buen país para invertir, a pesar de quejarse, la respuesta mayoritaria es que sí confían en las inversiones que están realizando en España, confían en el futuro, confían en la capacidad de los trabajadores, en su capital humano, etc., y en la capacidad española tanto para la demanda del gran mercado como para sus empresas. Son en general personas que tienen visión a largo plazo y que piensan que pueden llevar a cabo sus proyectos. Si no, no se habrían metido en este lío.
E.C. Hay también como un compromiso con el país. Yo creo que se sienten muy españoles. Hay algunos que nos decían que España es un buen país para todo, no solo para emprender. Lamentan las dificultades, pero en general valoran el país y creen que tiene mucho potencial. Es verdad que cuando les preguntas qué países serían mejores para invertir, citan EEUU o Alemania. Países realmente muy, muy diferentes, con unos entornos institucionales, incluso sociales, muy diferentes, pero yo creo que valoran mucho el país en general.
P. Se quejan, también, de la imagen negativa que tienen en la sociedad.
E.C. Hay otras cuestiones en las que podemos hablar de una mayoría de empresarios, pero en la cuestión de la mala imagen, la mayoría es abrumadora. Todos ellos consideran que la imagen que tiene la sociedad de ellos no se corresponde con la aportación que hacen a la sociedad.
"Ven que su imagen ha empeorado y lo achacan a la clase política y los medios"
M.M. Hay una diferencia respecto al estudio anterior, que también compartía esa ida de la mala imagen, pero en esta ocasión parece que detectan que esa imagen ha empeorado en los últimos años. Lo atribuyen sobre todo a los discursos un poco agresivos por parte de la clase política y de los medios de comunicación, que muestran los ejemplos negativos y no tanto los de empresarios de éxito comprometidos con la sociedad.
E.C. Al menos es un discurso poco amable, poco favorable. Es una cosa muy curiosa, porque en esta investigación hemos consultado bastante prensa específica de la empresa, revistas que leen solo o casi solo los empresarios. Son revistas donde se exponen los éxitos particulares de los empresarios, con el objetivo de llamar la atención sobre empresas de éxito y que cuentan con entrevistas un poco más dilatadas o extensas. Ese tipo de cobertura mediática no está en la prensa general. No suele hablarse de empresarios de éxito a no ser que hagan declaraciones que tienen impacto en el debate político, o para poner de relieve lo mucho que han ganado. Lo mucho que han perdido a lo mejor no lo ponen. Lamentan que en la prensa general exista esa cobertura que en el fondo no les favorece.
M.M. No es un discurso victimista. Lo lamentan, pero tampoco se hacen cruces.
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E.C. También reconocen que a veces, por prudencia y por no estar en el foco público a todas horas, tampoco intervienen mucho en ese debate público. Han asumido esa imagen y lamentan que en otros países no la tengan. Esa imagen no la tienen en Alemania, por supuesto no la tienen en Países Bajos y no la tienen en Reino Unido, donde la sociedad tiene en cuenta que la fuerza del impulso productivo la ofrecen la empresas. Ese mensaje no ha penetrado tanto en la sociedad española.
M.M. Incluso en los productos culturales. Es algo que citan muchos, las películas de EEUU reflejan historias de éxito de empresarios, incluso con críticas, pero cuentan sus historias. Sin embargo, en las películas, novelas o series españolas, cuando aparecen empresarios, suelen ser personajes malvados, usureros.
E.C. Ahí siempre me acuerdo de la novela de Rafael Chirbes, Crematorio. Tenemos una tradición literaria muy crítica hacia el empresariado. Todos esos productos culturales, no de una manera directa, van calando en el imaginario de la sociedad. Creo que es algo bastante particular de la sociedad española.
"Son pragmáticos porque se adaptan a los políticos, sean del color que sean"
M.M. Una reflexión que hacemos en el libro es precisamente cómo esa mala imagen del empresariado tiene consecuencias para fomentar el emprendimiento en España. En muchas encuestas se refleja cómo se valora negativamente el empresariado como una posible carrera u oportunidad profesional para los hijos, algo que se puede vincular claramente con esa imagen negativa.
E.C. Los datos acerca de qué profesión recomendarían a sus hijos son increíbles. Vienen a decir que no, que empresarios o emprendedores mejor no.
P. Paradójicamente, señaláis que la mayor parte de empresarios y directivos provienen de familias de empresarios y han heredado la empresa. ¿Son heredadas sus ideas de otras generaciones? ¿De ahí que se entienda la empresa como algo más familiar, más local, como una parte clave de la sociedad?
E.C. Puede ser. Lo que pasa es que las empresas familiares han cambiado mucho. Nos han contado historias de transformaciones empresariales muy importantes. Yo creo que los empresarios españoles han sabido adaptarse a los nuevos entornos, retos o desafíos que han ido apareciendo. Cuentan historias de sus padres, sus abuelos o incluso más allá con mucho agradecimiento. Pero claro, vienen a decir que estamos en una realidad totalmente distinta: “Si mi abuelo levantara la cabeza y viera lo que es hoy su empresa”…
Es la muestra de una capacidad de adaptación del empresariado español a lo que va pidiendo el entorno muy importante, y eso lo han demostrado las crisis, la Gran Recesión, ese sexenio crítico entre 2008 y 2013, y luego también en el covid, la crisis de la cadena de suministros y la crisis energética. Estoy muy contenta con el título porque es verdad que es una década crítica. Creo que costará encontrar en la historia reciente, más allá de los períodos bélicos, un quinquenio tan intenso. Los empresarios han estado a la altura en general. No hay más que ver el crecimiento económico. El Banco de España puede decir que el 40% de crecimiento económico se debe a lo que ha hecho el Estado, las administraciones públicas, pero eso significa que el 60% restante lo han hecho los empresarios.
P. Las relaciones con la política son complejas, porque se sienten maltratados por las élites gubernamentales. ¿En qué sentido?
M.M. Ahí también podemos decir que son pragmáticos porque se sienten maltratados o sienten que la clase política en sus discursos ha elevado su agresividad, al menos ciertos partidos. Pero luego en la práctica nos dicen que cualquier político con un poco de trayectoria valora lo que hacen los empresarios. En el día a día no ven tantas diferencias, la agresividad se queda en el discurso y no tanto en la práctica. Una empresaria de la distribución contaba que su abuela ya decía “90 años llevamos, han pasado de todos los colores y aquí seguimos”. Ellos también tienen que adaptarse a los políticos que van y vienen.
E.C. Son muy posibilistas, una tradición muy importante en España en el siglo XX. Naturalmente, a lo mejor se sienten mejor con algunos gobiernos que otros. Puede ser, pero no nos lo han dicho por prudencia y porque son bastante escépticos. Tampoco creen que la solución a los problemas de España esté en una alternativa política. También dicen que aunque los políticos tengan un discurso, cuando los ven y tratan con ellos, no se sienten despreciados. Hay una especie de tensión trufada por la voluntad de establecer buenas relaciones y no tener grandes conflictos, sobre todo en el ámbito de las autonomías. Ahí los gobiernos autonómicos tratan de llevarse bien con los empresarios, porque es una relación muy próxima.
"Prefieren los partidos europeístas y moderados, no miran a los extremos"
P. No hay una vinculación ideológica muy clara con ningún partido, por lo que se deja entrever en las entrevistas.
E.C. El estudio que nos llevó al primer libro se publicó también en Alemania, y ellos decían allí que se sentían huérfanos políticamente. Nosotros no hemos oído esa expresión en ninguna entrevista. No es que se sientan huérfanos, es que la política para ellos es un instrumento, unas condiciones que enmarcan su actividad productiva y creen que esas condiciones, las mejores posibles, las puede procurar un gobierno, independientemente de su color, y basta con que sea suficientemente razonable para procurar esas condiciones favorables a la producción, que al fin y al cabo, redunda en beneficio de toda la sociedad. A nosotros no nos han expresado “es que si tuviéramos otro gobierno…”
Piensan en los partidos de gobierno, en los extremos, aquí en España, todavía no se contempla. Sí que hacen alguna apreciación un poco más concreta de preferencia por los partidos centrales y los digamos más europeístas y moderados. Es un colectivo que no está mirando a los extremos del sistema de partidos.
P. Es interesante, porque gran parte del pensamiento antieuropeo puede vincularse a un empresariado que se siente constreñido por Europa y que aboga por una mayor desregulación. Pero no habéis identificado un discurso de ese tipo afín a partidos como Vox.
M.M. No recuerdo que ningún empresario mencionara el nombre de un partido político. Las entrevistas de este tipo de trabajo de investigación son anónimas, y aun así, han mantenido esa postura prudente.
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E.C. Creo que tienen un compromiso fundamentalmente con la economía española, no con la política. Entonces se ve que están en el centro, por el europeísmo, es algo muy evidente tanto en las entrevistas como en las encuestas. Que no hay opción alternativa a mantenerse en Europa, que nos ha proporcionado muchas oportunidades para crecer, para integrarnos económicamente y para exportar más allá de las fronteras europeas. Es un empresariado muy centrado: muy centrado en la economía, pero también desde el punto de vista ideológico.
P. También defienden la cultura del esfuerzo como parte esencial de su identidad.
M.M. Ellos muchas veces vinculan también esos valores a sus experiencias familiares, los que vienen de familias con tradición empresarial siempre aluden a cómo han aprendido esos valores del esfuerzo y el sacrificio junto a otros rasgos de la cultura empresarial. Incluso aquellas personas que no, también hacen esa referencia a cómo han aprendido de sus familias los valores del esfuerzo y el sacrificio. Aparecen esos valores junto al de la honestidad, muchas veces como reivindicación frente a esa imagen negativa. Aluden constantemente a que en sus negocios tienen que ser honestos de una forma pragmática, porque esa honestidad facilita la confianza de sus clientes, de sus proveedores, de sus trabajadores, etc.
E.C. Ese argumento lo utilizan un poco como contrapunto cuando les hablas de la imagen, pero es verdad que luego no lo reiteran demasiado. Tratan de lanzar el mensaje de que “nosotros somos empresarios y lo que queremos es ofrecer una producción de bienes y servicios que interese a la sociedad, que pueda exportarse, que genere empleo, que aumente la economía, que beneficie a todos”. No están todo el rato poniendo sobre la mesa el mensaje más humanista de que contribuyen a la sociedad, y hacen bien, porque me parece honesto. Cuando les preguntas por su mala imagen te dicen que no saben a qué se debe porque contribuyen a la sociedad. Un quid pro quo que quizá no se esté valorando suficientemente bien.
"Las mujeres empresarias no tienen un discurso muy diferente al de los hombres"
Es curioso, porque las mujeres que hemos entrevistado no tienen un discurso muy diferente del de los hombres. Es un discurso bastante homogéneo. Naturalmente, tienen algunas particularidades, pero esos valores se pueden aplicar a empresarios y empresarias.
P. Entrevistáis a empresarios de diferentes generaciones, géneros y regiones. ¿Hay una evolución en su forma de pensar según la edad o sus orígenes?
M.M. Yo diría que no. Hay heterogeneidad en función de las trayectorias en el sector, pero no en cuanto a los valores y la forma de concebir su trabajo y lo que aportan a la sociedad, que es muy común.
E.C. Es muy común entre mujeres y hombres, entre distintas generaciones, entre distintos territorios y también entre empresarios y directivos. Hay una frase en la introducción que es que el directivo hace suya la empresa. Eso también lo hemos observado. Ellos no son empresarios, no han puesto su patrimonio encima de la mesa, pero comparten esos valores. Creo que un debate entre empresarios pondría de manifiesto un acuerdo muy importante. No creo que hubiera un gran debate porque todos están bastante de acuerdo en un suelo de valores compartidos. Ahí importa mucho el valor moral, la honestidad, el sacrificio.
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Ellos dicen que es verdad que hay empresarios que se desvían de su visión del mundo. Pero también es cierto que a veces se toman como ejemplo de un todo que es mucho más heterogéneo internamente, pero también mucho más consistente en los valores. No saben dar una cifra, pero saben que hay un porcentaje de empresarios que no se ajustan a eso. Dicen que no son muchos, pero parece que lo sean porque se centra la atención en ellos.
M.M. Muchas veces intentan explicar que los casos negativos no se dan en todas las profesiones y ámbitos de la sociedad, lo que pasa es que el caso de los empresarios tienen más visibilidad, pero igual que hay actores, deportistas, médicos…
E.C. No que delinquen, porque cuando delinquen sí que los medios de comunicación los ponen en su punto de mira, sino simplemente que tienen comportamientos que están en el umbral entre lo que es legal y lo que es un abuso de la legalidad. Se sienten demasiado observados cuando algún miembro del empresariado se comporta de una manera que es reprobable. Son personas que han decidido emprender, pero que no han asumido los valores del empresariado, dicen.
"Una me dijo que los trabajadores alemanes le daban más problemas que los españoles"
P. La mayor parte del empresariado entrevistado es muy anónimo, que prefiere pasar desapercibido y mantener un perfil bajo.
M.M. Al final se dedican a sus empresas, son conscientes de que su principal tarea es esa y que su principal contribución a la sociedad es económica. Entonces ven riesgos en la exposición mediática, son conscientes de que la mala imagen se debe en parte a que ellos no han tomado la iniciativa de salir a los medios y explicar su contribución, pero son conscientes de los riesgos. Decía uno que el empresario no se mete en lo que no le aporta. Zapatero a tus zapatos y si hay que resignarse a mi mala imagen, me resigno.
P. Hemos hablado de que suelen mirar a otros países como EEUU o Alemania. No sé si es una visión un poco mitificadora.
E.C. Creo que sí, está basada a veces en una información muy limitada y centrada en los productos culturales de esos países y en una historia que puede haber cambiado con el tiempo. El caso de Alemania vuelve a ser muy paradigmático. En este momento está en una situación muy difícil, especialmente las empresas, porque no han sido rápidas en adaptarse al nuevo entorno. Tampoco lo han tenido fácil y se quejan mucho de la burocracia. Que sigan mencionando a Alemania en estos momentos no tiene mucho sentido.
De hecho, una de mis entrevistadas me dijo, cuando ya me acompañaba la puerta, que estaba horrorizada porque había creado una empresa en Alemania. Me dijo que no podía imaginarme los problemas que estaba teniendo, ya no por el entorno burocrático, por las condiciones que hay que cumplir y demás, sino por los trabajadores. Los trabajadores que tenemos en España nos están dando menos problemas que los trabajadores alemanes. Quien tiene una experiencia directa y reciente matiza mucho el mensaje. Luego está EEUU, sobre todo por la facilidad para crear empresas. En muy poco tiempo puedes lanzar tu empresa y tienes un apoyo sustancial, no solo en el entorno institucional público, sino también el privado, incluidas las instituciones financieras. Aquí el marco es un poquito más denso, más pegajoso. Cuesta más sacar adelante las empresas.
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Pero Alemania se tenía como el gran modelo, porque por una parte, las grandes empresas, las del sector automovilístico, químico, farmacéutico, eran potentísimas y tenían una capacidad de exportación realmente extraordinaria. Luego estaban lo que ellos llaman el mittelstand, las empresas medianas y pequeñas, que tenían una labor productiva muy importante. Tanto las grandes como las pequeñas empezaron a caer ya antes de la pandemia, en 2018. Lo que ha pasado entre 2018 y 2025 no lo están teniendo en cuenta aquellos empresarios que ahora nos dicen que Alemania es un buen país para invertir. Estas imágenes están basadas no tanto en un conocimiento de la realidad sino de la historia de esos países. Efectivamente, han ofrecido mucho, pero todo está cambiando rápidamente.
P. Dentro de poco, es posible que EEUU tampoco sea el modelo a imitar.
E.C. Yo sé que en Alemania algunas empresas están tomando como modelo a los empresarios españoles, y es porque ven que es una economía que está creciendo. Alemania está en recesión por tercer año consecutivo. Claro, lo ven y dicen “¿pero qué están haciendo allí?” Aquí estamos aprovechando unas circunstancias muy favorables y unos fondos que nos han beneficiado para impulsar la actividad económica y que ellos no han tenido en la misma medida.
Yo creo que la información entre países europeos no circula mucho. No sabemos qué está pasando en Alemania, en Holanda y de países más pequeños como Bélgica, Luxemburgo o Dinamarca tenemos una idea muy general, y lo que no sabemos, lo llenamos con ideas que tenemos de hace tiempo. Es muy costoso informarse sobre lo que está ocurriendo en los 27 países de la Unión Europea y terminamos hablando un poco de generalidades.
"No les quita el sueño la política, les preocupa su empresa. Son muy pragmáticos y posibilistas"
P. Vamos a terminar con una pregunta más filosófica: ¿con qué sueñan los empresarios españoles? ¿Y con qué tienen pesadillas?
M.M. Yo creo que sueñan con sus empresas.
E.C. Hay una cosa muy bonita que nos contó un empresario que había estado dando una charla en la universidad con su padre. El hijo contaba que aunque fuesen solo dos hermanos, se sentaban siempre tres a la mesa. Mi hermano, la empresa y yo. La empresa era un miembro más de la familia. Se hablaba de la empresa con esa pasión de la que habla un padre o una madre de un hijo, porque en cierto modo formaba parte de la familia. Creo que María tiene razón, sueñan con sus empresas. No les quita el sueño la política, no les quita el sueño la última declaración que haya podido hacer un representante político sobre lo malos o buenos que son los empresarios.
Son muy pragmáticos y posibilistas, piensan en sus empresas. Les preocupan mucho sus empleados, por ejemplo. Eso se vio muy claramente en el covid. Nos ha llamado mucho la atención algo que se desarrolló en las empresas hacia los empleados, era un éxito empresarial que la pandemia acabara sin bajas, sin que nadie hubiera muerto o hubiera quedado en mal estado físico. Aquí no estamos idealizando o pretendemos idealizar a las empresas, es algo que hemos podido concluir de un montón de información. Para ellos, una empresa es la familia y su legado, porque tienen un sentido de trascendencia que a lo mejor los que no somos empresarios no tenemos en la misma medida.
Cuando las sociólogas Elisa Chuliá y María Miyar se sentaban con un empresario o un directivo para entrevistarlo, la respuesta que recibían al final de la charla solía ser la misma: a pesar de su poder, no estaban acostumbrados a que nadie les escuchase durante tanto tiempo. Las investigadoras, junto al resto de su equipo (Juan Carlos Rodríguez, María José Moral y Emilio Huerta) han repetido el proceso 60 veces, a lo que hay que añadir otras 404 encuestas realizadas de forma online.