a llegada de Donald Trump a la Casa Blanca generó una oleada de pesimismo en Europa y otros países ante la amenaza de una guerra comercial. Los aranceles causan temor porque existe el convencimiento de que no generan ningún efecto positivo sobre el crecimiento ni el bienestar. Sin embargo, a medida que pasan las semanas, el miedo se está convirtiendo en fortaleza. Europa y, más concretamente, la UE, tienen la capacidad para responder a Trump y tejer una nueva red de alianzas comerciales que desplacen a Estados Unidos de la centralidad que ocupa en la actualidad.

Observatorio Económico
Una nueva red de alianzas
Europa debe ser protagonista en el mundo de Trump
La UE tiene las armas económicas para responder a las provocaciones de EEUU y la fuerza comercial para buscar nuevos acuerdos que reconfiguren su papel en el mundo.
Dirigen la mesa:

Carlos Sánchez
Director adjunto de El Confidencial

Gonzalo de Cadenas-Santiago
Subdirector general de MAPFRE Economics
Ponentes:

José Manuel González-Páramo
Pdte. del Consejo de Admin. del European DataWarehouse

Ángel
de la Fuente
Director ejecutivo de Fedea

José Manuel
Amor
Socio de Afi

Arancha
González Laya
Decana de la Paris School of International Affairs

La tarea no es sencilla. Hace falta unidad y determinación. Pero Europa no puede encogerse ahora. Los expertos del Observatorio Económico de El Confidencial y Mapfre tienen un diagnóstico claro: esta difícil coyuntura puede generar el resurgimiento de Europa.
“Las armas económicas están, la cuestión es si nos va a temblar el pulso”, explica Arancha González Laya, decana de la Paris School of International Affairs y exministra de Asuntos Exteriores.
La respuesta a los aranceles
Trump mostró la semana pasada que la escalada arancelaria va en serio. Previsiblemente, Europa será la siguiente. La UE tiene un instrumento muy poderoso para responder donde le hace daño a EEUU y a Trump: las tecnológicas. Se trata del Instrumento Anti Coerción (IAC), un sistema desarrollado durante el primer mandato de Trump con capacidad legal para imponer aranceles, restricciones al comercio, etc.
Lo más importante es que este instrumento da a Europa la capacidad para limitar el beneficio de las tecnológicas, por ejemplo, limitando los beneficios de la propiedad intelectual o estableciendo controles sobre los algoritmos.
“Hay que explicar a los estadounidenses este mecanismo, porque les puede hacer mucho daño”, explica José Manuel González-Páramo, presidente del Consejo de Administración de European DataWarehouse. Sobre todo porque las tecnológicas han estrechado lazos con el presidente Trump.
Comercio exterior de la UE
En millones de euros
01. Con EEUU
02. Con China
Sin embargo, para responder a Estados Unidos hace falta cohesión. Trump podría reaccionar a esta respuesta de Europa con más aranceles u otras medidas, lo que exigirá una fuerte determinación a los europeos. Una guerra comercial afectará al nivel de vida de la población, pero su impacto será desigual en el continente. Los más afectados serán los países del norte más industrializados, especialmente Alemania. Y los gobiernos europeos están muy debilitados por la fragmentación política y el auge de los populismos. Trump podría explotar las fisuras económicas y políticas dentro de la Unión para generar fractura en la respuesta europea.
Buscar nuevas alianzas
A medida que Estados Unidos se aísle del comercio mundial, dejará un vacío que pueden ocupar otros países. Europa es el único con el músculo para disputarle a China esa posición. Los miembros del Comité recomiendan a la UE que abra negociaciones con China para establecer unas nuevas reglas del juego sin EEUU.
A medida que el mercado americano se vaya cerrando, China necesitará otros compradores para sus bienes, y buscará refugio en Europa. Bruselas tiene la responsabilidad de evitar que los productos chinos arrasen con la producción doméstica. De ahí que recomienden una negociación para establecer una competencia justa y que las fábricas comunitarias puedan colocar sus bienes en China con las mismas condiciones.

Pero, más allá de China, Europa tiene la oportunidad de buscar nuevos mercados, y el mejor es el latinoamericano, tras el acuerdo del Mercosur. “Trump no va a fijarse mucho en Latinoamérica porque tiene poco que extraer más allá del Canal de Panamá, ya que EEUU es superavitario con la región. Por eso es una oportunidad para Europa”, señala José Manuel Amor, socio director de Afi.
Europa tiene la oportunidad de mostrarse ante los países de latinoamérica como una región que no busca una relación de vasallaje. Al contrario, Europa puede convertirse en un aliado que busca el bien común. Eso sí, la entrada de productos agroalimentarios de la región podrían dañar al sector primario europeo, generando así mayor malestar en el campo. Una nueva red de alianzas exige también sacrificios en busca de un beneficio superior.
La paz en Ucrania
Ucrania es la herida abierta de Europa en la que Trump está hurgando. Para la UE es la prueba del algodón, donde mostrará hasta qué punto está dispuesta a plantar batalla a Estados Unidos y Rusia. Para lograrlo, necesita negociar desde una posición de fuerza que ahora no tiene por su debilidad militar.
Europa está buscando una solución para aumentar el gasto en Defensa sin demoler las reglas fiscales recién aprobadas. La financiación conjunta del esfuerzo militar con eurobonos o crear una cláusula de excepcionalidad en las normas de déficit son las dos opciones que plantean los miembros del Observatorio Económico.

El final de la guerra sólo es asumible si Europa obtiene garantías de estabilidad, lo que pasa por mandar tropas a la futura frontera entre Ucrania y Rusia. Esto es, que Europa se implique en la seguridad del continente al margen de EEUU o la OTAN.
Reactivar la economía
Uno de los principales retos a los que se enfrenta la UE en este nuevo contexto internacional es la insuficiente inversión pública y privada en comparación con las economías líderes. Si bien hay un consenso inicial para aumentar la inversión pública, barajando la flexibilización de las reglas fiscales a nivel nacional y la creación de un “instrumento” de financiación europeo, las reformas necesarias para impulsar la inversión privada están menos avanzadas.
El informe Draghi calcula que la UE necesita una inversión de entre 750.000 y 800.000 millones de euros al año para frenar el declive económico respecto a otras potencias. Esto supone que el peso de la formación bruta de capital fijo (FBCF) sobre el PIB pase del valor actual del 22% de media en la UE al 27%. Europa no ha tenido tasas de inversión similares desde el periodo de posguerra, cuando una fuerte inversión privada condujo a una base de capital renovada en un momento en el que la inversión pública y el gasto social fueron menores.
Inversión por país como porcentaje del PIB
Variación trimestral del PIB
01. Alemania
02. España
03. Francia
04. Italia
De este 22%, la inversión privada ascendió en 2023 al 13%, la de los hogares al 5,9% y la pública al 3,6%, todas ellas muy por debajo de los valores de EEUU y China. Aunque la de las administraciones públicas es la más reducida y el informe Draghi reclama su impulso, “los Estados miembros no entienden que se necesita un presupuesto mayor de la Unión”, señala Ángel de la Fuente, director ejecutivo de Fedea, lo que aboca a “emitir deuda mancomunada”. Una opción que está encima de la mesa, pero que tiene elevada complejidad política.
Mientras se negocia poner más dinero público, los expertos ponen el acento en movilizar recursos privados, cuya inversión productiva es escasa a pesar del abundante ahorro privado. Los hogares de la UE disponen de un amplio ahorro para financiar una mayor inversión, pero no se canaliza eficazmente hacia inversiones productivas. En parte esto se debe a los menores rendimientos que reciben los europeos de los mercados financieros por sus tenencias de activos, pero también a cómo se estructura el sistema, con barreras regulatorias y con un mercado europeo de capitales fragmentado.
Los expertos defienden que la Unión Europea no tiene un problema de escasez de ahorro, sino que el fallo está en la regulación del mercado, que impide canalizar estos recursos a la inversión productiva. Un ejemplo son las titulizaciones, que están infrautilizadas, lo que limita la capacidad de transferencia de riesgos y financiación de activos de largo plazo. El experto defiende que con un mayor stock de titulización se podría alcanzar “hasta un 40%” de la inversión adicional que calcula Draghi.
EEUU dispara las titulizaciones frente a Europa
Titulizaciones anuales en EEUU y Europa (Incluye Reino Unido). Datos en miles de millones de euros.
La titulización bien estructurada puede proporcionar fuentes de financiación más diversificadas y menos dependientes del sector bancario, que tiende a descartar inversiones en sectores innovadores y con más riesgo. También puede proporcionar préstamos más baratos y accesibles para las pymes, lo que fomentaría la FBCF privada. El 34% de los ahorros están aparcados en cuentas corrientes que no generan una rentabilidad individual, pero tampoco colectiva.
La contribución del sector asegurador
El sector asegurador tiene el potencial de movilizar ahorro privado a largo plazo y de financiar inversiones estratégicas, pero la actual regulación de solvencia favorece la inversión en renta fija y penaliza el capital riesgo y los activos intangibles y tecnológicos. Gonzalo de Cadenas-Santiago, subdirector general de Mapfre Economics, pidió “hacer reformas para un tratamiento no punitivo del ahorro” flexibilizando las normas contables y de solvencia.
La falta de productos de inversión alternativos que sean atractivos provoca que los ahorradores privados de la UE tengan su dinero fundamentalmente en efectivo y en depósitos, por lo que el 80% de la inversión privada de largo plazo procede del extranjero, según señala Amor. Por ello, propone impulsar la “coinversión público-privada, como ocurre con los ICO”, dando entrada a la participación de inversores institucionales en la titulización y un nuevo sistema de garantías para las operaciones.

En la misma línea, González Páramo propuso apostar por “planes de pensiones bien diseñados” que permitan incentivar el ahorro privado y lo canalicen hacia inversiones a largo plazo. En definitiva, buscar una vía para convertir el exceso de ahorro que existe en Europa en una vía de crecimiento a través de la inversión productiva. Hacerlo es posible, pero hace falta determinación y unidad, reiteran los expertos.