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El euro digital como trinchera ante la ofensiva económica de Trump
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El euro digital como trinchera ante la ofensiva económica de Trump

En un mundo fragmentado y agresivo, cualquier vulnerabilidad deja al descubierto a los países. El euro digital puede ser una forma para proteger la autonomía monetaria europea

Foto: Ilustración de un billete de euro sobre billetes de dólar. (Reuters)
Ilustración de un billete de euro sobre billetes de dólar. (Reuters)
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La llegada de Donald Trump a La Casa Blanca está obligando a Europa a redefinir su estrategia defensiva ante las amenazas globales. Y no solo en el sentido militar. La UE necesita mejorar su autonomía económica para proteger sus intereses, sus industrias y, en definitiva, sus ciudadanos. Uno de los aspectos que ha pasado desapercibido en un abanico tan nutrido de amenazas es el del control de los sistemas de pago y de la base monetaria.

Este ha sido uno de los asuntos a debate en el Observatorio Económico El Confidencial-Mapfre. "Si no tenemos pronto un euro digital, podemos tener un problema", advierte Arancha González Laya, decana de la Paris School of International Affairs y exministra de Asuntos Exteriores. El Banco Central Europeo lleva trabajando en este proyecto desde la segunda mitad de 2020 y, según sus propios planes, este año 2025 terminará su fase de preparación. El objetivo es lanzar el euro digital en la segunda mitad de la década.

Los expertos del Observatorio coinciden en la importancia de acelerar este proceso para reforzar la autonomía europea. El principal riesgo al que se enfrenta Europa es que se instale en el continente un sistema de pagos que no solo sea ajeno al control de las autoridades monetarias, sino también externo. Los principales sistemas de pagos actuales son estadounidenses (Visa, Mastercard, etc.) y Europa también corre el riesgo de quedarse al margen en el despliegue de las monedas digitales.

Si los consumidores empiezan a utilizar criptodivisas para sus operaciones corrientes (transferencias y pagos), podrían optar por stablecoins impulsadas principalmente desde Estados Unidos. En el año 2022, el presidente de Facebook, Mark Zuckerberg, anunció que estaba estudiando el lanzamiento de una stablecoin (Libra) como un sistema de pagos alternativo.

Foto: La presidenta del BCE, Christine Lagarde. (Reuters)

Su proyecto fracasó por la presión de los gobiernos y reguladores, pero el escenario ha cambiado mucho desde entonces y puede volver la tentación de impulsar un sistema de pagos en todo el mundo ajeno al control de los bancos centrales. Sobre todo, con la alianza de las tecnológicas con Trump y el trasfondo de los movimientos libertarios.

"El BCE está en fase de preparación. En octubre nos dirá hasta dónde ha llegado y si falta algo para estar en condiciones técnicamente", explica José Manuel González-Páramo, presidente del Consejo de Administración de DataWarehouse y exmiembro del Comité Ejecutivo del BCE. "Más allá de las cuestiones geopolíticas, el euro digital tiene argumentos sustantivos. En Europa tenemos fragmentación de los sistemas de pagos y dos tercios de los pagos se realizan por parte de empresas ajenas a Europa". El euro digital dotaría a Europa de un canal autónomo con potencial para gestionar las operaciones dentro del continente sin necesidad de depender de empresas estadounidenses. Será un monedero virtual con el que se pueden hacer pagos y transferencias, como si fuese una cuenta corriente de un banco.

Foto: I Foro del Observatorio Económico de Mapfre Economics y El Confidencial.

China va a la cabeza en el desarrollo de su moneda digital. Comenzó las pruebas en el año 2014 y en la actualidad hay miles de personas que utilizan, experimentalmente, el renminbi digital.

Pekín aceleró sus pruebas a partir de las sanciones que impusieron los países occidentales a Rusia tras la invasión de Ucrania. En concreto, dejaron a Rusia fuera del sistema de liquidación de pagos swift, lo que generó un grave problema para el país en la gestión de sus pagos. China asumió entonces que necesita un sistema alternativo al estadounidense y el renminbi digital es una potencial solución. También ha desarrollado su propio sistema swift que utilizan cada vez más países. La tecnología blockchain garantiza la solidez del sistema y su trazabilidad. El reto es integrar ese sistema en las cadenas de pago y en el sistema financiero.

En el fondo está la tentación de controlar la base monetaria de un país desde fuera. Si se sustituye el euro por una moneda digital extranjera, el propietario de esta tendría la capacidad para aumentar el dinero en circulación, o reducirlo, generando así problemas económicos y financieros dentro del país. Una nueva fuente de vulnerabilidad.

Foto: La presienta del BCE, Christine Lagarde. (EFE/Alexandros Michailidis)

Los expertos del Observatorio coinciden en la necesidad de acelerar el despliegue del euro digital. Es una de las prioridades que debería adoptar la Unión Europea, junto con la Defensa y el comercio, para apuntalar su autonomía en un mundo cada vez más agresivo.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, se refirió la semana pasada al proyecto del euro digital a preguntas de los periodistas. La entidad siente cada vez una mayor presión para acelerar el proyecto. "Tiene una importancia crítica. Ahora más que antes", reconoció Lagarde, quien reafirmó que en octubre finalizará la fase de desarrollo. Pero también recordó que el lanzamiento del euro digital no solo depende de los trabajos del BCE, sino que necesita de una arquitectura legal que le corresponde desplegar a la Comisión Europea, el Parlamento Europeo y, en última instancia, a los gobiernos nacionales.

Foto: Una bandera de la Unión Europea. (EFE)

Esta normativa incluye la autorización del euro como moneda de cambio legal, pero también introduce las cláusulas de privacidad necesarias, así como las condiciones de accesibilidad para los usuarios. Todo debe quedar bien anclado para que el euro digital sea tan cercano y a la vez, tan seguro como son los billetes y monedas.

La Comisión Europea propuso en 2023 una ley del euro digital, pero todavía sigue siendo negociada por los países miembro. Algunos países dudan de su utilidad y, además, los bancos están en contra del proyecto porque supondría perder una parte muy importante de su negocio. Desaparecerían las comisiones que cobran por pagos con tarjeta y transferencias, además de parte de sus depósitos. A pesar de las dificultades, el BCE confía en poder lanzar el euro digital en 2028, confiando en que no sea demasiado tarde.

La llegada de Donald Trump a La Casa Blanca está obligando a Europa a redefinir su estrategia defensiva ante las amenazas globales. Y no solo en el sentido militar. La UE necesita mejorar su autonomía económica para proteger sus intereses, sus industrias y, en definitiva, sus ciudadanos. Uno de los aspectos que ha pasado desapercibido en un abanico tan nutrido de amenazas es el del control de los sistemas de pago y de la base monetaria.

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