El rápido crecimiento económico de España borra la huella de la pandemia en el PIB
España está ya muy cerca de alcanzar el crecimiento tendencial que tenía en 2019 a pesar del batacazo de la pandemia. Los servicios de alto valor añadido han dado un acelerón tras la crisis
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Durante el Gran Confinamiento los economistas temían que muchas empresas no volvieran a abrir la persiana. El riesgo de perder una parte del tejido productivo que dejara una huella imborrable en la trayectoria económica era real. Sin embargo, cinco años después del inicio de la crisis sanitaria, España está terminando de borrar las cicatrices de esa crisis. Quedará como un bache económico sin consecuencias estructurales. El volumen del PIB actual es prácticamente el mismo que pensábamos que tendríamos en 2025, antes de la pandemia.
El PIB de España se hundió un 22% en la primera mitad de 2020, la caída más pronunciada de toda Europa. Con tal desplome, era lógico el temor por la pérdida de capacidad productiva. Pero la economía ha mostrado un gran dinamismo desde entonces, superando todas las expectativas. Al cierre de 2024, el PIB de España estaba ya a sólo un 1% de alcanzar las previsiones que tenía el FMI en el año 2019.
El Fondo proyectaba un crecimiento para España en 2019 del 8,7% hasta finales de 2024 y el crecimiento real ha sido del 7,6%. Al ritmo actual, España cerrará la brecha del PIB hacia finales de año, gracias a que el crecimiento de los últimos años supera holgadamente la tasa potencial. En concreto, el FMI calculaba, antes de la pandemia, que España estaría creciendo en 2024 a ritmos del 1,6%; pero la realidad es que España creció el doble, un 3,2%.
España es una excepcionalidad en Europa. El conjunto de la eurozona está todavía a un 2% de recuperar la tendencia de crecimiento previa al covid. Y lo que es más preocupante, la brecha se está ampliando en los últimos años, dada la crisis que viven los países del centro y norte del continente.
El principal causante es Alemania, que tendría que crecer nada menos que un 6,7% para cerrar la brecha respecto a las previsiones previas a la pandemia. Italia es el único país, de los grandes del euro, que está claramente por encima de las previsiones de 2019, situándose casi un 2,5% por encima. Italia ha pasado de vivir en el estancamiento económico a tener un repunte económico gracias a los servicios y a cierta reactivación industrial.
Estados Unidos ha vivido una situación muy diferente. El país ha crecido por encima de las previsiones gracias a las mejoras de proactividad logradas gracias a la inversión y la innovación. Esto ha permitido romper, al alza, la tendencia de crecimiento y actualmente tiene un PIB casi un 3,5% superior al que se preveía antes de la pandemia.
España está creciendo por encima de su tasa potencial, pero no está claro que pueda seguir así durante mucho tiempo. El FMI prevé que la economía se frenará a medida que se acerque a su tendencia previa a la pandemia. Esto es, se produce una convergencia total con las proyecciones de 2019, pero no llegan a superarse. Esto significa que España habría vuelto al punto de partida, pero no estaría en una mejor situación que antes del covid.
Sin embargo, la economía española ha demostrado una gran resistencia a la desaceleración. Trimestre tras trimestre consigue batir las previsiones de crecimiento. De hecho, los datos de afiliación a la Seguridad Social de enero y febrero de 2025 apuntan a un crecimiento trimestral del 0,7%. Esto significa que el crecimiento interanual seguiría siendo superior al 2,8%.
Los próximos años permitirán constatar si España realmente ha logrado un avance estructural tras la pandemia, o si simplemente ha vuelto a su tendencia previa. El objetivo de los Fondos Europeos era precisamente lograr que los países salieran más fuertes de la pandemia. Sin embargo, la crisis provocada por la guerra en Ucrania y el pobre despliegue de estos recursos ha reducido drásticamente el impacto esperado sobre el PIB. Es indudable que Europa ha salido debilitada de esta doble crisis y está por ver si España ha conseguido salir más fuerte.
Las heridas
Aunque los datos macroeconómicos de España indiquen una convergencia casi total al PIB tendencial, hay muchos sectores que tienen profundas cicatrices. Y otros que han dado un salto adelante en el mundo posterior al covid.
Los servicios de bajo valor añadido, la construcción y la agricultura son los sectores que están por debajo de la tendencia previa a la pandemia. Los servicios de bajo valor añadido son el comercio, la hostelería y el transporte. Estos malos datos reflejan que el consumo y la inversión de los hogares todavía no se ha recuperado. Los bienes y servicios que adquieren todavía son inferiores a los de antes de la pandemia, lo que explica la sensación generalizada de que la economía todavía no se ha recuperado plenamente.
El consumo privado real ha aumentado un 6,9% desde los máximos previos a la pandemia, pero la tendencia previa habría llevado al consumo a crecer un 9%, dos puntos más. Y eso sin tener en cuenta el crecimiento de la población (el consumo real por habitante todavía no ha recuperado los niveles de 2019).
Pero hay otros sectores que están haciéndolo mejor de lo esperado. Destaca, por encima de los demás, los servicios de información y comunicaciones, que incluye actividades de informática, programación, telecomunicaciones, etc. Con la tendencia previa a la pandemia, este sector habría crecido un 23,6% desde 2019 hasta 2024, pero su crecimiento real fue del 28,6%, cinco puntos más.
El otro gran motor de la economía española ha sido el sector exterior. Las exportaciones de bienes y de servicios han crecido por encima de su tendencia previa a la pandemia, en especial del turismo de los extranjeros. En 2019, la contribución de los turistas extranjeros al PIB de España se estaba frenando por dos motivos: el auge de la turismofobia y la saturación de algunos destinos.
Sin embargo, el número de alojamientos creció intensamente tras la pandemia, incluyendo los pisos turísticos, lo que ha permitido aumentar la llegada de viajeros internacionales. Además, sus visitas son más largas y también gastan más. El turismo ha dado así un salto estructural que permitirá a España situarse como el país del mundo más visitado.
Pero las exportaciones de bienes y de servicios no turísticos también han crecido por encima de la tendencia prepandemia. Estos dos son los sectores clave de España para la próxima década. Las exportaciones de bienes se estaban estancando antes de la pandemia, pero tras la crisis financiera han dado un acelerón. Las fábricas españolas están ganando competitividad gracias a la menor inflación que ha vivido España y a los menores costes energéticos. La transición ecológica va a ser fundamental para impulsar las manufacturas en España.
Las exportaciones de servicios no turísticos son el otro motor que tiene que sostener la actividad en España. España tiene capital humano barato, lo que le otorga una ventaja comparativa. Además, hay muchas multinacionales radicadas en el país, tanto nacionales como extranjeras, a las que les sale económico poner parte de sus servicios en España.
Es posible que estos sectores hayan conseguido aportar un cambio estructural a la economía española suficiente como para superar la tendencia de crecimiento previa a la pandemia. Sin embargo, la debilidad de la inversión sigue siendo la gran debilidad. Con la tendencia previa a la pandemia, la inversión en capital fijo (FBCF) habría crecido un 20%, pero la realidad es que apenas ha aumentado un 2,5%. Sin inversión, España puede crecer mucho por la incorporación de mano de obra inactiva o extranjera, pero no conseguirá mejorar los estándares de vida de su población.
Durante el Gran Confinamiento los economistas temían que muchas empresas no volvieran a abrir la persiana. El riesgo de perder una parte del tejido productivo que dejara una huella imborrable en la trayectoria económica era real. Sin embargo, cinco años después del inicio de la crisis sanitaria, España está terminando de borrar las cicatrices de esa crisis. Quedará como un bache económico sin consecuencias estructurales. El volumen del PIB actual es prácticamente el mismo que pensábamos que tendríamos en 2025, antes de la pandemia.